Sueños cumplidos C.5 El extraño gimoteo

Me desperté, cuando el fuego se apagó; hacia una humedad insoportable y solo se escuchaba de fondo los ronquidos de mi amigo el gigante. Pero había algo más de fondo, hice oído y me pareció oír un gimoteo; pero no sería fácil ubicarlo por la acústica.

Sueños cumplidos

Capítulo 5: El extraño gimoteo

Llame a mi amigo el gigante, poniéndole una mano en la boca; para que no hiciera ruido.

—      … - me miro interrogante

—      Shhh…escucha – susurre

—      Aiuda – escuchamos ambos, con una voz que no sabíamos de donde venía; pero algo me empezó a poner los pelos de punta aquí.

—      Busquemos – susurre, el asintió por toda respuesta y empezamos a buscar, no sin antes agarrar nuestras armas con la firmeza que una resaca te da; pero nos aferrábamos a ellas con toda la fuerza que nos quedaba.

Empezamos a revolver el sótano entero, hasta que dimos con una rendija

—      Vaya, hay otro sótano; ¿no sabrás adonde llegar hasta ese lugar, verdad? – pregunte en voz baja a mi amigo, que negó con la cabeza.

—      Vaya quien diría, que ese cabron; ocultaba algo más allí abajo – dijo para sí mismo, aun sabiendo que lo escuchaba.

Seguimos registrando inútilmente, hasta que al darnos la vuelta; había una chica mirándonos en la oscuridad y sé que era una mujer por su silueta. La misma sin perdernos de vista, toco la ceniza de nuestra hoguera y se incendió entera; pero lejos de quemarse parecía más viva que antes. Nos miró una última vez y salió corriendo hacia arriba.

—      ¿has visto eso? – me pregunta Jack, tras reflotarse los ojos; como si estuviera aun ebrio o dormido

—      Sí, claro que sí; ¡vamos! – le animo de que me siga, mientras persigo a la chica; con la intuición de que quiere mostrarnos algo

Cuando salimos del sótano, se nos caen las armas al suelo; el local esta nuevo y lleno de gente. Ambos nos miramos con cara de idiotas e incluso me pellizco, esto no puede ser real; anoche todo estaba hecho mierda. Reconozco la decoración, aunque ahora a pesar de ser estrambótica también es preciosa; lo bonito es lo primero que se estropeo de la misma. La chica que hemos visto hace un segundo encenderse en llamas, está bailando en una barra y los tíos están embaucados por ella. Tambien las camareras son las mujeres más hermosas, que he visto en mi vida. En la barra hay un enano, que parece el dueño del local; y el local está más que lleno. Hay clientes de pie o en sillas que no son para clientes, de las típicas que están en el almacén; llenas de roturas y reparaciones. Gente que bebe, gente que come; y gente que sube con las camareras o bailarinas a las habitaciones de arriba. La chica que está bailando en la barra se embadurna de un líquido y la gente empieza a grita: ¡bailarina de fuego! ¡bailarina de fuego! Bailarina de fuego, es lo que repiten sin cesar. Un elfo, que hasta ahora no estaba a la vista; sale con una antorcha de fuego y tras recitar un hechizo el fuego se pega al cuerpo de la mujer. Está lejos de asustarse o gritar por quemarse, empieza a bailar al ritmo de una música que toca un bardo; embrujándonos a todos por completo.

Cuando el numero acaba, la chica sube las escaleras y desaparece de nuestra vista; aun ardiendo. Hago el amago de seguirla, pero Jack me detiene.

—      ¿Qué pasa? – pregunto extrañado

—      Ella golpeaba al que la seguía, lo intente una vez; ella no querría que lo hiciéramos – niega mi amigo, con la cabeza.

—      ¡Despierta! – le doy un golpe, para que reaccione — el local está en ruinas, esto es solo algo raro; ella está muerta como los demás. – digo, siendo un poco duro.

—      Es verdad lo siento, esa mujer me tenía embrujado y me tiene. – se disculpa mi amigo

—      Como a todos – niego con la cabeza y empiezo a subir, seguido por mi amigo; cabizbajo.

Tras salir de ese embrujo el local está otra vez en ruinas y para subir las escaleras, debemos luchar contra el lamentable estado de estas, la pendiente y la maleza; que, aunque menos que hacia abajo sigue siendo larga, dura y abundante. Tras un buen rato sin poder avanzar, conseguimos llegar al piso de arriba; vemos a la chica en llamas meterse en una habitación.

—      ¿vamos o registramos antes cada habitación? – pregunta Jack, perdiendo claramente el norte; al ir siguiendo a su amor platónico.

—      Vamos, ya tendremos tiempo luego de registrar – niego con la cabeza y continuo, mi amigo asiente cabizbajo y continua tras de mí.

Intento abrir la puerta, pero no cede y además el pomo quema.

—      Auch – me quejo — derríbala, gigantón – animo a Jack

—      Eso está hecho – dice carcajeándose, tras poner cara rara; al ver mi gesto tras tocar el pomo.

Tras dos fuertes empellones de mi amigo, que hacen temblar; hasta la estructura…la puerta cede y volvemos a dejar caer las armas al suelo, esta vez sin soltarlas; para no tener que agacharnos de nuevo.

El cuarto parece el de una princesa, la chica tiene un baño preparado y se mete dentro del baño; para apagarse. Se enjabona con toda premura y dulzura, mimando su cuerpo todo lo que puede; y parece feliz…hasta que llaman a su puerta.

—      ¿si? – responde molesta

—      Bien hecho, pero la próxima vez; necesito que hagas algo por mí – dice, el jefe; entrando en el cuarto sin permiso

—      Estoy desnuda – se tapa molesta, a pesar de que el agua; cubre la mayoría de su figura.

—      Va a venir un tipo importante y necesito que le hagas el amor de fuego – comunica su jefe, ignorando sus quejas; como si no las hubiera pronunciado.

—      Sabes que yo soy bailarina, no una de tus putas – se queja esta, de forma orgullosa.

—      Tu harás lo que se te diga o perderás todo esto – dijo el jefe, dando un portazo tras de sí.

—      El que lo vas a perder todo, serás tú. – las lágrimas de odio y de impotencia, salieron de sus lindos ojos; haciendo su piel rosada por el fuego aún más hermosa.

Tras eso salió desnuda de la bañera y se hecho en la cama a llorar, enrollada tan solo en una toalla; ambos nos miramos y el cuarto mostro su verdadera cara actual. Estaba completamente destrozado y lleno de sangre, ambos nos horrorizamos al ver esto; y decidimos retroceder hacia fuera sin decir nada. Justo en ese instante vimos una puerta al final, y volvimos a escuchar el gimoteo; ambos hicimos un gesto y nos acercamos en silencio. Pateamos conjuntamente la puerta y lo que vimos nos horrorizo de igual manera, una chica joven; estaba siendo torturada y violada; por unas criaturas verdes pequeñas e inmundas. Al vernos pararon, eran al menos cuatro; agarraron sus pequeñas armas y dijeron algo que no llegue a entender.

—      ¡Aiuda! – grito la chica, amordazada

—      Acabemos con ellos, ¿pero que han dicho? – quise saber, por mera curiosidad

—      Ni idea, mátalos y ya está. – gruño Jack, cabreado

Las criaturas empezaron a subir entre la maleza para llegar hasta nosotros, Jack iba fuera de sí; arrancando maleza con solo su propio caminar y por mi parte iba detrás de él, cubriendo su retaguardia. Saltaron los tres a por él y de una sola mazada, revoleo por los aires a dos de ellos y aplasto contra la pared al tercero, el cuarto salió por debajo de sus piernas; intente ensartarlo con la punta de mi espada y no lo logre, pues desvió mi espada con su mondadientes. Intento darme un espadazo el, pero lo cubrí con mi escudo; volví a intentar darle con mi espada y lo esquivo dando un paso hacia el lado. Mientras estaba ensimismado en mi primer combate, contra algo humanoide; mi amigo Jack, combatía con los otros dos. No tenía problema alguno, agarro a uno por la cabeza; y lo lanzo contra la pared. Con el martillo, golpeo al otro; su espada y su escudo; salen disparados y la criatura mira a Jack pidiendo piedad, pero Jack le pega un puñetazo; que lo lanza contra la pared.

Cubrí tres golpes con el escudo, le golpee con el escudo y lo derribe, dude entre matarlo con la espada o no. Y Jack lo remato por mí, aplastándolo con su martillo frente a mí; me miro seriamente.

—      Él no hubiera dudado, no dudes tu; o la próxima vez serás tú el que caiga. – soltó enfadado y mirándome con seriedad.

—      Ya, lo sé; lo siento – me disculpe

—      No importa, esta vez estaba yo. – me guiño el ojo y se dio la vuelta

—      Aiuda – pidió suplicante la mujer

Con todo lo del combate y eso, nos habíamos olvidado de la pobre mujer.