Sueños cumplidos C.3 Viajando con un nuevo amigo
El paisaje que tenemos ante nosotros es hermoso, una pradera verde de altas hierbas casi infinita; las montañas quedan atrás y a ambos lados hay un bosque diferente. Tras las praderas con árboles solitarios y repartidos, parece haber una pequeña aldea; pero solo se ve desde aquí, el humo.
Sueños cumplidos
Capítulo 3: Viajando con un nuevo amigo
El paisaje que tenemos ante nosotros es hermoso, una pradera verde de altas hierbas casi infinita; las montañas quedan atrás y a ambos lados hay un bosque diferente. Tras las praderas con árboles solitarios y repartidos, parece haber una pequeña aldea; pero solo se ve desde aquí, el humo de las chimeneas. Por detrás a lo lejos, parece haber enormes picos nevados, pero a una distancia atroz; ahora mismo para mi es inmedible. Ya está anocheciendo, asi que paramos a cenar; por aquí no es recomendable encender un fuego…asi que ambos comemos carne ahumada, el vuelve a ofrecerme su cerveza y declino su oferta.
— ¿no bebes? – pregunta sorprendido
— La verdad es que no – contesto con sinceridad
— Si bebieras, no rechazarías este manjar de dioses que te ofrezco – dice riéndose
— ¿Cuál es tu estilo de combate? – pregunto a Jack
— Coger un arma gigante y partir en dos a mi enemigo – contesta el, bastante emocionado
— Casi parece que eso te emociona – digo tan asustado como asqueado
— Y lo hace – me guiña un ojo, como si eso fuera bueno
— Vaya, eres un tipo peculiar – digo con sinceridad
— Supongo que si – dice riéndose aún mas
Tras terminar de comer, aunque a mi amigo le cuesta moverse después de eso; lo hace por mi reducida velocidad. Empezamos a andar entre la hierba, apartando la maleza e intentando otear el horizonte.
— Sera mejor que guíes tú, yo no veo. – confieso con sinceridad
— Vale, está bien; abriré camino – y empezó a abrir camino, tal como dijo.
Se notaba bastante, por el hueco que dejaba entre las plantas al pasar; era increíble lo grande que era este tipo. Andamos hasta que se puso oscuro totalmente.
— Sera mejor montar el campamento cerca de este árbol, ya no se ve el humo de las casas y podríamos desviarnos o encontrarnos con Morrock y luchar con ellos de noche, no es buena idea. – dijo Jack
— Está bien, Jack. – acepte, pues él tenía más experiencia que yo.
Montamos dos tiendas de campaña una pegada al árbol, y otra enfrente; para hacerlo, tuvimos que romper maleza. Señal de que nadie había acampado por aquí, recientemente; luego bebimos algo y comimos algo antes de dormir.
Esta vez tampoco me quite la armadura, ignoraba si sería capaz de ponérmela por mí mismo; asi que me acomode lo que pude y dormí con ella puesta. Por la noche, un extraño ruido me despertó; cogí la espada y el escudo antes de salir de la tienda. La luna estaba en todo su esplendor, por eso iluminaba lo suficiente; para ver por donde piso. A nuestro alrededor, empezó a llegar una luz verde, que casi molestaba mirarla.
— Jack – susurre, para ver si se despertaba
Pero Jack seguía roncando, mientras la luz comenzaba a tomar forma; eran bolas mucosas volantes del tamaño de una cabeza, que tenían ese brillo verde; que alteraba la paz de la noche.
— Jack – llame a mi amigo
Pero este siguió sin inmutarse, las bolas al verme, comenzaron a dirigirse hacia mí; al ver que estábamos bajo ataque no lo dude más.
— ¡Jack! – grite a mi amigo
— ¿Q-que, pasa? – pregunto adormilado
— Creo que nos atacan – dije
— ¡Joder!, Morrock – grito
Salió en paños menores y con su martillo de dos metros, se puso a mi espalda; para evitar que nos cogieran por detrás.
— ¿Qué sabes de los Morrock? – pregunte a mi amigo
— De día, son seres indefensos; que solo atacan si les perturbas. Pero de noche, van en manadas buscando algo que comer; lo que sea. –dijo mientras se aferraba a su arma
Estábamos totalmente rodeados por ellos, el empezó a dar martillazos a los Morrock; martillazo que daba Morrock que explotaba. Por mi lado y con dificultad, empecé a hacerles cortes; pero solo conseguía que se dividieran. Hasta que me percate de ello, solté la espada y me dedique a golpearles con el escudo; hasta que reventaban contra el suelo. Alguno consiguió tocarnos, el que no llevaba armadura; estaba quemado por algunas zonas y yo, por algunas hendiduras de la armadura.
— ¡¿Son acido?! – pregunte sorprendido al acabar con el ultimo
— Si, acido de carne – contesto, tranquilo; me he llevado la peor parte.
— ¿estás bien? – quise saber preocupado
— Tranquilo, hace falta más que una pequeña manada de Morrock; para herirme – sonrío y volvió a acostarse.
Yo hice lo mismo, pero la verdad; es que no pegue ojo en el resto de la noche. Estuve recordando la batalla, y el sonido característico que hacían; era como cuando una gota cae en el agua. A la mañana siguiente, comimos; levantamos el campamento y empezamos a caminar en la misma formación que anoche. A lo lejos y cerca vimos pequeñas, medianas; grandes y gigantescas manadas de Morrock. Cuando pasábamos lejos ni nos miraban, si pasábamos cerca nos miraban y se iban; aunque yo agarraba mi escudo por si acaso.
— ¿Cómo surgieron los Morrock, y por qué no se van a otra parte? – pregunte
— Buena pregunta, ni idea; pero solo son autóctonos de esta zona. – confeso
— ¿en serio? – quise saber, lleno de curiosidad
— Si, al menos; que yo sepa. – contesto
— ¿Por qué no hicimos guardia anoche? – intente entender el porque
— Fácil, gracias a los Morrock no hay otro depredador en la zona y a estos se les oye llegar – gracias a su respuesta todo estaba claro
Estuvimos un rato en silencio, cada uno en sus pensamientos; hasta que nos sentamos a comer de nuevo.
— ¿Sabes lo que más odio de esta pradera? – dijo entonces Jack
— ¿el qué? – pregunte
— Que no se puede encender fuego – negó con la cabeza, comiendo comida reseca
— Ya, sería peligroso – negué igual
— Antes aquí había familias que cuidaban de que las hierbas no crecieran tanto – soltó al rato, tras un silencio
— ¿y que paso con ellas? – algunos cayeron bajo los Morrock, otros les huyeron y algunos desaparecieron simplemente.
— Vaya, una pena – dije realmente apenado
— Y que lo digas, antes había un camino y la posada…. la bailarina de fuego. Estaba llena siempre de los mejores alcoholes, los mejores platos y las insuperables bailarinas. – soltó, rememorándolo apenado.
— Vaya, parece que me he perdido lo mejor – deje caer con un poco de empatía
— No lo sabes tú bien, era lo mejor de este camino – guardo un momento de silencio, como si se lo dedicara a la posada — Venga vámonos, que pronto será de noche otra vez. – animo Jack
Y tras eso, empezamos a recoger las cosas; para ponernos en marcha. Seguimos andando, hasta que se hizo de noche y acampamos de nuevo; volvimos a dormir y esta noche no pasó nada especial.
Tras dos noches iguales… en las que mi amigo estaba en silencio, riéndose solo o contando historias de la bailarina de fuego.
Llegamos hasta la ruina de la bailarina de fuego, todo lo que quedaba de sus historias.