Sueños cumplidos C.20 Mi primera misión
Una vez dentro los cuatro, Everon cumplió su promesa y nos encerró con el peligro; de todos solo estaba nerviosa la semi-orca. El encapuchado no encendió antorcha alguna, ni la semi-orca; asi que tuve que guardar el escudo en la mochila y encender la antorcha yo. Sin embargo, mientras nosotros...
Sueños cumplidos
Capítulo 20: mi primera misión
Una vez dentro los cuatro, Everon cumplió su promesa y nos encerró con el peligro; de todos solo estaba nerviosa la semi-orca. El encapuchado no encendió antorcha alguna, ni la semi-orca; asi que tuve que guardar el escudo en la mochila y encender la antorcha yo. Sin embargo, mientras nosotros estábamos parados; el enano había caminado un poco demostrando su vista en la oscuridad.
— ¿estas nerviosa? – pregunte a la semi-orca, mientras encendía la antorcha.
— No, ansiosa – confeso
Bajamos las escaleras que ya el enano había bajado, había cajas y barriles por todas partes; era difícil pasar entre ellos sin romper nada…no quiero imaginar lo difícil que iba a ser luchar aquí en medio, la antorcha iluminaba poco; pero lo peor era las sombras de fuera de la luz que nunca sabia uno que era hasta que llegaba la luz hasta ella. El sótano es enorme, pero por ahora no hay ni rastro de esas enormes ratas; el enano va delante, el encapuchado después y luego yo, por ultimo va la semi orca. Vamos todos en un tenso silencio, hasta que llegamos a una parte en la que el pasillo se ensancha; y parece estar llenas de sobras.
— Aquí vienen – avisa la semi-orca, poco después empiezo a escuchar el ruido de las ratas; y antes de actuar, miro a mi alrededor para que no me pillen desprevenido.
Una rata del tamaño de un perro pequeño, salta sobre el encapuchado; y este girando sobre sí mismo la corta en dos. Otra rata, lo pilla girando y le muerde los pies; desequilibrándolo, provocando que caiga al suelo. La misma rata y otra saltan sobre él, por parte del enano; una rata le salta encima y este le pega un cabezazo, para luego rematarla en el suelo con el hacha. Otra le salta encima por detrás, y se deja caer al suelo de espaldas para aplastarla; otra rata va a saltarle encima y le lanza un hacha arrojadiza que lo parte en dos en el aire. La semi-orca, le salta un par de ratas; a una la agarra por el cuello y de un bocado le arranca la cabeza, a la otra la corta en dos con el hacha. La semi-orca ruge y salta, contra una rata que iba hacia ella; aplastándola con los pies. Lo que más me asusta de todo, es que parece disfrutarlo; y que sigue mascando la cabeza de la rata.
Hacia mi fueron dos ratas sobre los barriles y otra por el suelo, di un tajo con mi espada al aire; pero ambas ratas lo esquivaron, a la del suelo intente pisarla; pero me esquivo. Las mantuve lejos de mí, gracias a la antorcha; a una de ellas la quemé y las otras huyeron. La que quemé, volvió al ataque; y conseguí pisarla. Otra me salto encima, y le pegue un cabezazo con el casco; la rata cayo boca arriba, pero se puso de pie enseguida. Iba a cortarla en dos con mi espada, pero me esquivo; partí en dos una tabla del suelo. Solté la espada, y al darme la vuelta…
El encapuchado, estaba en una caja arrinconado; rodeado de ratas que saltaban para trincarle…el tan solo mataba a las ratas que iban a llegarle, con sus cuchillos. El enano estaba contra una esquina, había tirado barriles de vino; que habían aplastado a ratas en su caída y que se estaban vaciando llenando el suelo de vino. Impidiendo que las ratas se le tiraran de encima a hachazos, cuando saltaban varias contra él; tiraba hachas para lanzar a parte de hachazos con su hacha enana. La semi-orca saltaba de montón de rata en montón, cortando cabezas con su hacha, mordiéndolas con su boca y arañándolas con sus garras, cuando podía pisarlas también las pisaba. Yo también estaba rodeado de ratas, las mías estaban a punto de saltarme encima; asi que no lo pensé dos veces…
— ¡Subíos a algo! – grite, deje caer la antorcha sobre el vino; pise la espada y salte sobre unas cajas.
Un pequeño fogonazo, y dos pequeñas explosiones cercanas; que solo dejan a su paso unas ligeras llamas, sobre el suelo. Me levanto dolorido, ya que las cajas se han partido bajo mi peso; y me dedico a apagarlo.
— ¿estáis bien? – pregunto, mientras sigo apagando el fuego.
— ¡¿estás loco?! – grita el encapuchado, al alzar la voz se le pone voz de pito.
— ¿Qué pasa? Hemos matado las ratas, ¿no? – pregunto, mientras una rata me salta encima; y la aplasto contra mi armadura con mis manos.
— Por las barbas de Cororg, nunca había vivido algo tan emocionante – contesto animado el enano.
— Vaya, me fastidiaste la diversión – protesto la semi-orca.
El encapuchado aparte de negro, estaba llena de boquetes su capucha entera; el enano estaba totalmente negro y lleno de polvo. Y la semi-orca estaba negra a parte de semi desnuda, ya que había roto la mayoría de su ropa; pero ninguno parecíamos estar heridos. Recogimos nuestro equipo, mi espada se había clavado en la pared por la explosión y al sacarla; un rugido de rata más grande sonó en el sótano.
— Parece que no estamos solos – dije por lo bajo
— Eso parece, si… - siguió el rollo el enano
— Yo ya he tenido bastante de ratas – se quejó el encapuchado, que era un poco delgaducho; ahora que lo veía mejor.
— Te perdono, porque quedan ratas – aviso la semi-orca, que me miro como un trozo de carne; y me puso los pelos de punta de la impresión.
Esta vez la semi-orca iba delante, luego yo, tras de mí el enano; y por último el encapuchado.
— Chico, no es por nada; pero Everon se va a cabrear – murmuro el enano
— Supongo, pero eran demasiadas… - intente excusarme
— No para mí – protesto la semi orca — ratitas, ratitas… - llamo la semi orca.
— Odio las ratas – se quejó el encapuchado.
Llegamos hasta unas escaleras y empezamos a bajar las escaleras, pasamos por muchos pasillos llenos de barriles, baúles, cajas y arcones llenos de comida, bebida o cosas útiles…hasta que llegamos a un boquete enorme, del tamaño de un humano en la pared; que daba a tierra.
— Vaya, por aquí entran – informo el enano
— Vamos a exterminarlas – decidí
— ¿En su territorio? – pregunto el enano
— ¿Por qué no? – pregunto la semi orca.
— Dejadme a mí – pidió el enano, el saco trozos de queso y empezó a montar unas cosas.
— ¿trampas? – pregunte
— Si – asintió, venid conmigo.
— Esto es un coñazo… - protesto la semi orca — dejadme entrar a mí y las saco a todas – insistió en su protesta.
— Shhh – hizo el signo del silencio el enano.
Tras un rato callados, salieron ratas como las de antes; tras ellas cuatro ratas del tamaño de un lobo y tras esas una rata del tamaño de un humano. Las primeras cayeron en las trampas del enano, y las otras empezaron a gruñir en nuestra dirección; la rata de nuestro tamaño grito del dolor de ver a sus crías muertas y nos dolieron los oídos. Cuando levante la vista, la semi orca estaba delante de la rata gigante y rodeada por las otras cuatro; me empecé a levantar y llegue hasta ellos…tras de mi llegaron el enano y el encapuchado.
— Dejadme la grande a mí – pidió la semi orca, las demás ratas nos miraron a nosotros y nos preparamos para luchar contra ellas.
La semi orca se lanzó contra la rata gigante, la rata intentaba morder a la chica; pero esta se metió bajo su cabeza y la levanto del suelo. A la vez las otras ratas, cargaron sobre nosotros; pero las estábamos esperando.
El encapuchado salió corriendo, tirando todo a su paso; para que la rata lobo que lo perseguía no lo alcanzara. El enano, paro la carga de la rata con el palo del hacha; y esta empezó a morderla. Yo pare a una con la antorcha encendida en fuego, y a la otra la pare con la espada; la rata empezó a morderla intentando romperla. La semi orca, se llevó alguna dentellada de la rata; y muchos arañazos, pero a cambio le clavo su hacha varias veces. Por su parte el encapuchado, corría de la rata; lanzándole cuchillos que se clavaban en su cuerpo y la que iba a darle en la cabeza, reboto en sus colmillos. El enano, detenía a la rata con su hacha con sus fuertes brazos; y le estaba dando fuertes cabezazos que la atontaban un poco. Por mi parte, con la antorcha, alejé a ambas ratas; y di un tajo en el aire, que le hizo un corte profundo a una de ellas acabándola de un solo ataque.
La rata gigante grito, derribo a la semi orca y se tiro sobre ella para morderla; aprovechando que el grito nos aturdió, las tres ratas se tiraron sobre nosotros. El enano cayó al suelo, pero le clavo el hacha; sin querer a la rata, matándola en el acto. El encapuchado, rodo con la rata encima; hasta lanzarla contra la pared, pero ya le había mordido. Y, por último, a la rata no le importo quemarse con tal de tirarse encima mía y mientras agonizaba con mi espada clavada, me pego un bocado, que atravesó la armadura…haciéndome gritar.
Tras el primer momento de confusión…La semi orca, estaba clavándole el hacha a la rata gigante y mordiéndola, mientras que era arañada y mordida por esta; el encapuchado se levantó herido y con solo un brazo, lanzaba cuchillos a la rata gigante. Algunos se clavaban y otros no, pero la rata gritaba tras recibir impactos de él y la semi orca; el enano también se levantó y se lanzó a la carga para rematar a la rata gigante con su hacha. Por último, y con dificultad, me puse en pie; prepare mi espada y cargue sobre la rata. Tras clavarle varios cuchillos, el hacha de el enano repetidas veces; y mi espada hasta el fondo un par de veces…la rata se dejó morir, por el último ataque de muchos de nuestra amiga la semi-orca.
Tras todo esto, todos nos miramos cansados, heridos y manchados de cosas que no queríamos ni pensar.
— Os dije que me la dejarais a mí – se quejó la semi-orca
— Ya… - dije, pasando de su petición.
— ¿y ahora? – pregunto el encapuchado
— Ahora a por la recompensa – conteste
— Dejadme a mi negociarla – pidió el enano
— Esta bien – acepte
— ¿Vamos? – pidió la semi-orca
— Dame un segundo – pedi
— Lo mismo digo – dijo el encapuchado
— Esperemos a nuestros compañeros – acepto el enano, sin mostrar que él también estaba destrozado y que necesitaba un respiro.
Y asi esperamos hasta que nos vimos capaces de movernos. Luego, el enano y la semi orca caminaban cojeando, pero solos; por mi parte me apoye en el encapuchado y el en mí. Al llamar a la puerta el enano, bajo para ver que habíamos hecho; nos sentamos todos en la escalera para verlo y esperarlo. El enano se echaba las manos a la cabeza, protestaba sin cesar y luego tras un rato, gritando; maldiciendo y eso…
— Habéis destrozado mi sótano – dijo enfadado
— Culpa mía – conteste, ganándome una mirada de reproche; de su parte.
— Ese no era el plan – protesto
— Everon, eran muchas; sino fueran por él, no hubiéramos sobrevivido. – comercio, nuestro enano.
— Mentira, yo sí. – dijo la semi orca chulesca
— Bueno tu si, y yo seguramente también; pero los demás no. – comento el enano, como no.
— Vale, os pagare; pero no os regalare el día en la taberna gratis. – negocio el tabernero.
— Me parece bien - dije
— Y a mí – se unió el encapuchado
— Como quieras – contesto molesta la semi orca
— Trato echo. – extendió su mano el enano y la estrecharon ambos.
— Son veinte ratas en este piso, diez más en el de abajo; cuatro más grandes y una gigante. 35 ratas, 105 de oro; os daré 26 a cada uno y me quedare la otra en cuestión de reparaciones. – comunico Everon
— Eh, eso no es justo; las más grandes deberían de valer más. – proteste
— No tientes tu suerte – contesto enfadado — salid de aquí antes de que me arrepienta. – grito, enfadado.
Todos nos miramos, y nos desperdigamos; me despedí del enano siguiéndolo y del encapuchado que me espero, pero la semi orca desapareció antes de que me diera cuenta.