Sueños cumplidos C.17 La despedida
De camino a la posada rellene los cinco odres vacíos que tenía, en la fuente limpia y clara del pueblo; al fondo se veían las montañas heladas. Era un bello paisaje y pintoresco, lo mire fijamente procurando guardar una imagen mental; ya que algún día partiré de aquí y no sé cuándo volveré...
Sueños cumplidos
Capítulo 17: La despedida
De camino a la posada rellene los cinco odres vacíos que tenía, en la fuente limpia y clara del pueblo; al fondo se veían las montañas heladas. Era un bello paisaje y pintoresco, lo mire fijamente procurando guardar una imagen mental; ya que algún día partiré de aquí y no sé cuándo volveré. Me dirijo a la posada y al entrar, me cruce con dos personas que salen; entre ellos murmuran cosas al verme.
— ¿ese no es? – pregunta el joven
— Sí, creo que sí. – contesta el viejo, mientras se ganan una mirada de mi parte; que denota confusión.
Al entrar, voy a donde estaba antes Jack y el mismo sigue allí sentado; con un buen número de cervezas vacías.
— Hola chico, ¿Qué tal tus compras? – rio mi amigo Jack.
— Perfectas, he comprado el bastón; ajustado y reparado la armadura…además de rellenar el inventario de mi mochila. – comente por encima
— Vaya, que responsable – se bufo — ¿quieres una cerveza? – pregunto, mientras alzaba la mano para llamar al posadero
— Para eso he venido – comenté, luego le añadí — puede que luego tengamos compañía – hizo una sonrisa, por respuesta; mientras el enano se nos acercó.
— ¿Qué quieres Jack? – pregunto el enano, aun no muy contento o quizás; esa era su cara normal.
— Ponle una cerveza al chico – pidió Jack
— Enseguida – dijo el enano, mientras iba hacia el barril y empezaba a echarla.
— Eso te iba a decir, van a venir los tres que me ayudaron a rescatarte; estuvieron aquí antes preguntando por ti y les ofrecí venir. – me conto, mientras daba otro trago a su cerveza; vaciándola entera.
— ¿ah sí? la verdad es que no los recuerdo – confesé avergonzado, ya que cuando llegaron estaba más inconsciente; que consciente.
— Tranquilo es normal – dijo Jack, quitándole peso al asunto.
— Aquí tienes – gruño el enano, trayendo una para mí y otra para Jack
— Que bien me conoces bribón – dijo Jack, haciendo sonreír al enano o eso creo.
— Muchos años, Jack – dijo, mientras que volvía a su trabajo; de limpiar vasos con un trapo sucio.
— ¿y tú a quien traes? – comento, Jack; dándole otro trago a su birra.
— A la mujer del herrero, la chica que encontramos en las ruinas de tu posada favorita. – dije, imitando a Jack
— Vaya, ella me dijo que quería verte; mira tú por donde… - conto Jack
— Aquí estoy – dijo una voz de mujer, al darnos la vuelta en los taburetes de la barra; vimos a la mujer del herrero.
— Vaya, tan bella como siempre – adulo Jack
— Calla burdo adulador – riño Melissa
— Deberíamos ir a una mesa doble a comer – comente, mirando que solo quedaba una libre
— Sí, corre; antes de que nos la quiten – aconsejo Jack
Asi agarre mi cerveza, corrí hacia la mesa y llegue justo a tiempo de que otro grupo se sentara.
— Vaya, que rápido – protesto un elfo, que venía con ellos; todos me miraron malamente.
— Mala suerte, quizás la próxima – dije, bromeando.
— … vámonos a la barra – dijo el humano del grupo — has tenido suerte, chaval – dijo, mientras se iban.
— Vaya, como están los humos; pareciera que se han molestado contigo – rio Jack
— Es que se han enfadado – dije riendo
— Vaya, eres tan fuerte; que espantas a los tipos incluso sin armadura – dijo Mel, llena de admiración.
— ¿llegamos tarde? – Dijo un tipo que me sonaba de algo con una armadura pesada, armado hasta los dientes; a su lado había un chico con armadura ligera y también llevaba varias armas.
— No, llegáis justo a tiempo – rio Jack, y al lado de los chicos, iban dos chicas con armaduras montadas con diferentes piezas; y alguna arma también.
— Hola, soy Emba; ¿me recuerdas? – dijo una quitándose el casco y sacudiendo su melena
— Sí, luchamos juntos; ¿no? – dije tímidamente, contemplando su cabellera.
— Sí, gracias por cargar contra los asesinos; me salvaste la vida. – dijo ella convencida.
— En realidad, esos asesinos venían a por mí y me salvaste tú. – confesé
— ¿a por ti, por qué? – pregunto confusa
— Me confundieron con mi abuelo, Snowe. – mentí
— ¡¿Eres el nieto de Snowe?! – gritaron todos, por su cuenta a destiempo.
— Si – mentí, tímidamente.
— Es un honor estar ante el nieto, del mejor héroe de todos los tiempos – Hizo una reverencia el del equipo pesado. — yo soy Dorian, cuando nos necesites; nos localizaras en la casa a las afueras. – ofreció el jefe de ese grupo
— Axel, mejor dicho, la ruina a las afueras. – corrigió Axel, mientras se presentaba
— Orda, Un placer – dijo la otra chica, manteniendo las distancias.
— Lo mismo digo – hice una reverencia en señal de respeto.
— Emba, tienes un estilo de lucha curioso, ¿te enseño él? – pregunto Emba, mientras se presentaba.
— La verdad es que no, soy autodidacta; solo herede su equipo cuando murió. – anuncie, provocando que en la taberna se creara un silencio incomodo; mostrándonos que todos nos estaban escuchando.
— ¿Fueron esos asesinos que nos atacaron, verdad? – pregunto Emba
— Sí, me temo que sí. – dije cabizbajo, ya que al descubrir que el que murió era un gran héroe; me sentía mal por no haberle enterrado al menos.
— Que calladito te lo tenías, una semana viajando con él; y me entero ahora de todo esto. – rio Jack
— Es una caja de sorpresas – murmuro Mel, con mirada seductora.
— Bueno, sentaos; sino no nos van a servir nunca – bromeo Jack
Jack estaba delante mío, a su lado se sentaron Axel; y Dorian. Junto a Dorian estaba Orda, a su lado Emba; luego yo y, por último, Melisa. Dorian y su equipo nos contaron lo que hicieron, para detener el ejército Goblin; y la recompensa que les dio la ciudad y los mercaderes. En ese momento llegaron el viejo y el joven de antes…
— ¿interrumpimos algo? – bromeo el joven
— No, llegáis justo a tiempo – rio Jack — Larse, estos son Fred y Luis – presento Jack
— ¡Eh! – grito Fred — Soy Frederick el magnífico – fingió estar indignado
— Cállate, pupilo; Luis para servirte. – me hizo una reverencia
— Venga sentaros – pidió Jack
Luis y Fred se sentaron entre Axel y Melissa. Luego fue un almuerzo en el que no se escatimo cerveza, ni vino; y hubo suficiente comida para todos. Dorian hablo un poco de sus planes futuros, querían ser héroes para Suren la gente que pase por aquí y la gente que vive en el pueblo. Axel, quería tener dinero para vivir y luego encontrar a una mujer; casarse con ella y tener hijos…aunque algo me dijo que esa mujer era Emba, la misma que parecía incomoda con ese tema. Orda solo escuchaba con interés todo, pero era una chica muy reservada; apenas contestaba con monosílabos a toda la conversación. Emba dijo sorprendiendo a todos, que le gustaría ver mundo; sobre todo sorprendió a Dorian y también dijo que quería ser la mejor espadachina del mundo. Jack conto que había quedado con el resto de su grupo en Selvania, que allí se reunirían y vivirían aventuras juntos; hasta que llegara el momento de separarse de nuevo. Fred bromeo primero con que su objetivo era librarse de Luis, luego tras la pertinente pelea con su maestro de broma; conto sus planes de verdad. Ver mundo, solo quiero vivir experiencias; para cuando vuelva a mi casa estar preparado para regir mis tierras. Eso denotaba que era alguien importante, Luis le dio un coscorrón al descubrir eso en medio de una taberna; y luego se preparó para hablar. Una vez que le enseñe modales a este inútil, si es que es posible; porque creo que moriré de viejo antes de enseñarle algo a este patán...Me jubilare en algún tranquilo. Todos nos reímos ante las protestas de Fred, luego seguimos conociéndonos; entre todos. Melissa, se interesó por los planes de todo; pero no conto lo suyo. Pregunto por lo mío, ya que es lo que le interesaba. Yo quiero ser un héroe, como mi abuelo; y ayudar a todo el que pueda. Dorian se interesó por mi postura, igual que Emba y Melissa, Luis también se interesó; aunque no pregunto nada. Tambien conté que iba a entrenar a unos chicos del barrio pobre, eso intereso a todos; me hicieron preguntas que yo conteste más o menos. Tras pagar la cuenta, que fueron 10 jornales cada uno; despedimos a Jack en el barco del muelle.
Tras eso, empecé a dirigirme al barrio pobre, ya que cada uno se despidió y volvió a su vida; aunque Melissa no parecía satisfecha y Emba, parecía querer decirme algo, pero no lo hizo.