Sueños cumplidos C.14Un despertar tardio, dolorido
Despierto cansado y dolorido en un pequeño camastro de paja, no sé si me ha despertado el dolor o el calor que hace y la luz que entra por la ventana no ayuda demasiado; miro a mi alrededor buscando mis cosas, respiro aliviado al ver la armadura sobre la mesa polvorienta; y la mochila sobre la silla
Sueños cumplidos
Capítulo 14: Un despertar tardío y dolorido
Despierto cansado y dolorido en un pequeño camastro de paja, no sé si me ha despertado el dolor o el calor que hace y la luz que entra por la ventana no ayuda demasiado; miro a mi alrededor…buscando mis cosas, respiro aliviado al ver la armadura sobre la mesa polvorienta; y la mochila sobre la silla. Mi espada y mi escudo están en una esquina de la habitación que muy limpia no está, sacudo la cabeza para espabilarme e intento recordar como llegue aquí o por lo menos lo último que recuerdo. Mientras miro hacia el techo viendo una pequeña lámpara de aceite que haría su trabajo de alumbrar la habitación por la noche, lo último que recuerdo es que el asesino volvía a intentar matarme; pero me dio un cabezazo y…lo demás esta turbio.
Hago un primer intento de levantarme, pero entonces es cuando los nervios se ponen en funcionamiento y me doy cuenta; de que me duele todo el cuerpo…pero es tanto el dolor, que no puedo levantarme; ya que no me duele en si todo el cuerpo, me duele todas las partes de mi cuerpo en realidad. Tras varios intentos, lo máximo que puedo hacer es girarme y tras un rato pensando; volver a dormirme. Cuando desperté me moría de hambre, volví a intentar levantarme, pero fue inútil; tras varios intentos llamaron a la puerta.
— ¿se puede? – sonó una voz dulce a través de la puerta, esa voz no me sonaba de nada; pero tampoco es que tuviera más opciones… mire la espada con deseo, para sentirme a salvo; pero no llegaría en la vida.
— Adelante – dije, preparando mis puños bajo la sabana; para intentar atacar al que fuera a atacarme por sorpresa.
Entro una chica pelirroja con pecas, bajita; un cuerpo bien formado y una ropa exuberante. Esta llevaba una bandeja en sus manos, con un olor que olía que alimenta; y un vaso con una vasija. Lo puso en una mesita pequeñita y la acerco a mi cama, cogió una silla, se sentó a mi lado; y me miro con una tímida sonrisa.
— ¿Cómo estas hoy? – dijo tocándome la frente, luego se tocó la suya; y hecho el contenido de la vasija, en el vaso.
— Estoy bien, perdona la pregunta; pero… ¿Quién eres? – dije mirándola, sin perder detalle de ella; ¿me estaba cuidando o me estaba envenenando?
— ¡Ah! Es cierto, que tonta soy – se rio ella — Soy Reena, la hija del posadero; Jack me pidió que te cuidara y me pago por ello – conto un poco abochornada
— Ah, gracias Reena, encantado; ¿de que conoces a Jack? – pregunte, tras presentarme
— De hace años, cada cierto tiempo pasa por aquí y se pasa unos días emborrachándose – confeso, riéndose
— Eres muy simpática, gracias por cuidarme; ¿Qué hay de cena? – pregunte interesado, tras piropearla y agradecérselo. Nada más sonar mi estómago, provocando su risa de nuevo; la cual era muy agradable.
— Veo que tienes hambre, pues hay paloma boba; con césped a tiras y una vasija de vino verde, de pradera. – dijo de memorieta, aun con su sonrisa; y soplando a la comida para que se enfríe.
— ¿Cuánto me vais a cobrar por esto? – dije, cortando su sonrisa. — No es por ser rácano, es más bien para saber si tengo para pagar. – me excuse.
— Tranquilo, su amigo Jack ha pagado todo – me guiño un ojo. — abre la boca, di ¡ah! – me acerco la comida a la boca, pero estaba tan avergonzado que no podía aceptar que me diera la comida asi; una chica tan bonita.
— Disculpa, creo que puedo comer yo solo. – dije por vergüenza
— Ah, disculpe; tome si quiere – me dio a mí el tenedor, pero no pude hacerlo por más que lo intente; ella me observo con todo detalle.
— Tranquilo, lo hago yo sin problema – me guiño el ojo, y lo recupero, volvió a dirigirlo a mi boca.
— Es que nadie me ha dado de comer nunca – dije colorado
— Estas muy mono asi de rojo, anda come y calla; disfrútala la he hecho yo. – me convenció a base de piropos, asi que empecé a comer; aunque fuera a gusto y a disgusto a la vez.
La paloma boba con césped, estaba buena; por separado quizás no, pero en contraste estaba rico. Y el vino verde, sabía muy rico; era como agua con te; solo que con algo de alcohol. Comí en silencio mientras la chica me daba de comer y de beber, según lo necesitaba; hasta que termino la cena.
— ¿y ahora qué? – pregunte intrigado, aunque a decir verdad era una pregunta estúpida; pero como era la primera vez que me pasaba algo asi, no sabía cómo actuar.
— Ahora me llevo esto – dijo risueña, como si fuera algo normal todo esto para ella; antes de salir… — que duermas bien, señor… - intento que le dijera mi nombre, antes de salir.
— Nada de señor, soy Larse. – me presente ante ella, logre una sonrisa de ella; mientras le devolvía la sonrisa.
— Adiós Larse – dijo con su sonrisita y salió del cuarto, dejándome a oscuras y en silencio de nuevo.
Tras un rato a oscuras, pensando en todo esto; volví a quedarme dormido.
Por la noche
Al día siguiente, me desperté con el ruido de un gallo; por lo que deduje que era temprano. Intente levantarme y poniendo mi mejor cara de dolor, lo conseguí; me enderece en la cama y me apoye contra el cabecero de la cama. El que era de madera y estaba hecho polvo, pero me valía para lo que lo necesitaba; respirar y recuperar fuerzas para terminar de levantarme. Tras recuperar el aliento, empecé a levantarme y tras mucho esfuerzo; además del dolor me levante y dolorido me asome a la única ventana de la habitación. Apoyado en la mesa para no caerme, vi el paisaje; una pequeña plaza…por la que muchos humanos paseaban, algunos seres de otras razas: como elfos, orcos, enanos y medianos; pero en menor medida. La plaza era de casas construidas de madera, el suelo de arena y una fuente; que además de ser bonita, da agua para beber a la gente del pueblo.
Sonrío a pesar del dolor, al fin llegué a la famosa Suren; jamás soñé llegar tan lejos y miro la armadura. Sé que ahora no podría andar si me la pusiera, asi que la guardo en la mochila; busco ropa normal, pero me queda enorme. Asi que tendré que ponerme la ropa de granjero, no me gusta demasiado pero no me queda otra opción; me ato al cinto la espada y el cuchillo de asesino que estaba bajo la mochila en la silla. Con el otro brazo agarro el escudo, En la mesa vi un par de bolsas que estaban llenas de monedas, me puse a contarlas y había…170 monedas de oro, no había ninguna nota; pero imaginé que era lo que iba a medias con Jack.
— Ese cabron al final ha cumplido – dije en mis pensamientos, hasta que dos toques en la puerta; me sacaron de mis pensamientos.
— ¿se puede Larse? – dijo la misma voz de ayer, con el mismo tono dulce y; con algo de nerviosismo que la otra vez no note.
— Si, adelante. Pasa – dije tras soltar las cosas y meterme en la cama de nuevo, no me parecía muy ético; pero… ¿Cuándo tiene uno la oportunidad que una chica joven y bonita, te de comida en la boquita?
— ¿Cómo estas hoy? – pregunto, mientras preparaba la mesa y la silla igual que ayer; y se sentaba junto a mi tocándome la frente, tras tocar la suya.
— Bien, ¿Cuántos años tienes? – pregunte por curiosidad
— Si parece que estas mejor – dijo en un principio, tras ruborizarse — ¿Por qué quieres saberlo? – pregunto, sin perder el color de sus mejillas.
— Simple curiosidad – comente, más colorado que ella.
— Dieciocho ¿y tú? Pareces bastante joven – comento y mostro un pequeño interés por conocerme también; ruborizándome aún más.
— Dieciséis – confesé avergonzado
— ¿Qué lleva a un chico tan joven como tú, a dedicarse a un oficio tan peligroso como ese? – pregunto mientras me daba la comida, que esta vez era distinta; aunque estaba incluso más buena.
— Perdona, ¿esto qué es? – pregunte con curiosidad, si algo iba a mi boca; tenía que saber que era.
— Pues…esto es conejo de pradera, con frutos salvajes y rocío de pradera; para beber. – comento, de memorieta de nuevo; esta chica tenía la lección aprendida.
— Siempre soñé con vivir aventuras, hasta que un día tuve la oportunidad; y la aproveché sin más. – conté mientras saboreaba la comida
— ¿esta buena? – pregunto fascinada, mientras que me daba de comer.
— Si, esta riquísima; ¿y cómo una chica como tú acaba siendo posadera? – pregunte interesado, por conocerla más.
— Fácil, soy hija del posadero; pero la verdad es que me gusta – confeso, mordiéndose los labios; con cierto disimulo, pero me di cuenta, ya que no perdía detalle de ella.
— Si, la verdad es que se te da bien – confesé, nos pusimos a reír los dos; y nos miramos rojos hasta que termino.
— Bueno, nos vemos luego; ¿vale? – dijo risueña
— Aquí estaré – asentí
Y tras eso, se marchó por la puerta…nos miramos una última vez mientras cerraba.
— Adiós Larse – se despidió de forma cariñosa
— Adiós Reena – imite su tono meloso