Sueños calientes

La madre de un compañero de piso viene a visitarnos. Llegué a obsesionarme con ella.

Estaba en la universidad, era mi tercer año, vivía en un piso con tres estudiantes mas, entre ellos estaba Carlos, de 20 años, como yo.

Aquel fin de semana, al ser el lunes fiesta la mayoría de estudiantes volvía a casa; pero yo me iba a quedar, quería adelantar en los estudios, y Carlos también se quedaba, pues su madre venia a verlo. Carlos nos pidió permiso para que se quedara en el piso, todos aceptamos. El viernes por la tarde, cuando ya se habían ido los otros, yo estaba estudiando en mi habitación, se presento Carlos con su madre.

-          ¡José Antonio! – grito Carlos desde el salón.

-          ¿Qué quieres? – pregunte saliendo de mi habitación.

-          Te presento a mi madre – dijo Carlos.

Señalándome a una mujer espectacular. ¿Que podía tener entre 40 y 45 años? Carlos nos había dicho que su madre había sido modelo, y que era muy guapa; pero se había quedado corto. Morena de ojos azules, un cuerpo perfecto, con aquellos tacones  era tan alta como yo.

-          ¡José Antonio! – repitió Carlos, al quedarme yo callado.

Reaccione.

-          Señora García, encantado de conocerla.

-          Llámame Iciar, es mas sencillo – dijo con una sonrisa.

Nos saludamos dándonos dos besos en las mejillas, su perfume era embriagador.

-          Mama ven te enseñare tu habitación, es la más grande del piso.

Iciar y Carlos se fueron por el pasillo, yo me quede en mi habitación, no me podía concentrar solo pensaba en la madre de Carlos, me imaginaba mil cosas; poco después vino Carlos a mi habitación.

-          ¿Que te ha parecido mi madre? - pregunto.

-          Creo que te quedaste corto al referir su belleza.

Carlos sonrió.

-          Y menudo cuerpo – dije, moviendo las manos en forma de silueta.

-          Tío que es mi madre.

-          Perdona chico, has pedido mi opinión.

-          Perdonado, yo habría dicho lo mismo si no fuese mi madre.

Lo dijo con cierto orgullo.

-          ¿Qué vas hacer esta noche? – pregunte.

-          No lo se, ¡Estando mi madre aquí!

-          Yo he quedado con varios para tomar unas copas – dije – dile que se venga.

-          No querrá salir con nosotros, tiene 42 años, nos dobla la edad.

-          Porque no se lo preguntas a ella.

En eso que apareció ella en la puerta.

-          ¿A quién tiene que preguntar?

-          Esta noche van a salir a tomar algo.

-          ¿Y tú que vas hacer? – dijo preguntándole a su hijo.

-          Que te parece, esta noche salimos a cenar tú y yo. Y mañana salimos con ellos.

-          Como quieras. No quiero ser un estorbo.

Era espectacular aquella mujer, se había puesto un pantalón vaquero que resaltaba su figura, y una blusa blanca donde se le marcaban los apetitosos pechos. Pareció que me adivino los pensamientos, pues inspiro haciendo que sus pechos subieran, no solo mi corazón se disparó sino también mi polla.

Salieron de mi habitación, se fueron al salón, quise volver a estudiar; pero no me podía concentrar, los escuchaba fuera, solo podía pensar en Iciar de forma lasciva. Por lo que decidí dejar de estudiar y darme una ducha fría. Cuando volví al salón comedor, vestido, ella estaba en la cocina.

-          Vendrás a cenar con nosotros – dijo Iciar, saliendo de la cocina, quedándose en la puerta.

Se había vuelto a cambiar, llevaba un vestido azul que le llegaba justo por encima de la rodilla, y una chaqueta azul mas oscuro.

-          Se tiene que ir, ¿Verdad? – dijo Carlos, lanzándome una mirada de las que matan.

Estaba claro que no me quería por allí.

-          Si tiene razón.

Ella se situó frente a mi tan ceca que podía su esencia corporal.

-          ¿Seguro?

No fue lo que dijo sino la forma de decirlo, dulce pero autoritaria y muy sensual.

-          Pues claro que si mama – se apresuro a decir Carlos.

Aquella mujer, no solo su belleza y su cuerpo, también su forma de ser me tenia cautivado. Podían ser imaginaciones mías, pero parecía que yo a ella también le gustaba.

-          Seguro. Ya llego tarde.

Y me fui, dejando a Carlos y a su madre en el piso.

Me reuní con los amigos, y nos fuimos a tomar unas copas, aquella noche estaba algo espeso, solo pensaba en Iciar, así que me volví al piso, por mi cabeza rondaba la idea de que Iciar me estaría esperando.

Cuando llegue eran pasadas las dos de la madrugada, tan cansado iba que me deje caer en el sofá. No sé el tiempo que paso, por el pasillo apareció Iciar, llevaba puesto un camisón transparente, dejaba ver sus pechos y las bragas de encaje. Se acerco a mí.

-          Has llegado muy pronto, ninguna chica se ha querido ir contigo.

-          Sí; pero yo solo podía pensar en ti.

-          ¿De verdad? Tanto te gusto.

-          Mucho.

Se puso entre mis piernas, arrodillándose, me acaricio los muslos, hasta llegar a mi paquete que estaba muy abultado.

-          Que rico – dijo

Me desabrocho el cinturón y el pantalón, bajándome la cremallera, tiro de mi slip hacia abajo sacando mi polla, acariciándola, mirándola y relamiéndose.

-          Esta muy apetitosa.

Agacho la cabeza y se metió mi polla en la boca, y lentamente comenzó a chuparla de la punta a la base, una y otra vez, apretándome los testículos. Sus ojos me miraban como preguntándome si me gustaba lo que estaba haciendo.

Estaba punto de correrme; entonces me desperté, seguía en el sofá, y mi polla estaba como nunca. Me levante excitado, todo había sido un sueño. Me dirigí a mi habitación, antes decidí abrir la puerta del dormitorio de Iciar, mire dentro tenia la lámpara encendida; pero había dejado un pañuelo encima, haciendo que la luz fuese tenue. Estaba sobre la cama, tenía una camiseta gris, arremangada por debajo, dejando ver sus muslos y sus bragas, al no llevar sujetador se le marcaban los pezones; nuevamente me agarre el paquete, estaba muy excitado. Di media vuelta y me dirigí al baño para aliviarme termine corriéndome pensando en ella, para seguidamente ir a mi habitación. Ya dentro me desnude quedándome solo con el slip.

Pensé que tardaría en dormirme; pero no fue así, me dormí pensando en Iciar, recordando el sueño que había tenido.

Me desperté al sentir un fuerte ruido de cerrarse una puerta. Mire el reloj, eran casi las 12 del medio día. No pensé en nada, solo que tenía sed así que fui a la cocina, cuando llegue me di cuenta que Iciar estaba dentro, iba vestida como la noche anterior en la cama, con la camiseta gris, justo le tapaba para no enseñar sus bragas, sin sujetador marcándose los pezones.

-          Te has despertado – dijo.

-          Ha sido el ruido de la puerta.

-          Era Carlos, ha salido a correr.

-          Si es verdad, los sábados o los domingos por la mañana, sale a correr.

Su mirada estaba fija en mi persona, concretamente en mi paquete, entonces me percate que solo llevaba el slip, y dentro mi polla estaba tiesa. Iciar se acerco a mí, y puso su mano sobre mi paquete, agarrando fuerte.

-          La tienes muy ...

Hasta yo mismo me sorprendí de mi reacción, la cogí por la cintura y la atraje hacia mí, acerque mi boca a la suya y nos besamos, fue un beso largo y pasional.

Ella se separo de mi, se quito la camisola quedándose solo con las bragas, dejándome ver sus tetas, me cogió la cabeza, la acerco a sus pechos, estrujando mi rostro contra ellos, acerque mi boca a uno de sus pezones, le di un pequeño mordisco. Soltó un gemido. Introdujo su mano dentro de mi slip, me saco la polla y comenzó a acariciarla lentamente.

-          Me gustaría comértela – dijo Iciar.

-          Adelante es toda tuya.

Se arrodillo delante mío, lentamente se metió mi polla en la boca y comenzó a chupármela, era una verdadera experta sabia lo que se metía en la boca. Yo le acariciaba el pelo, ella me miraba con aquellos ojos azules.

Estaba a punto de llegar, entonces...

-          Cabrón déjate de pajearte – era Carlos.

Abri los ojos, y Carlos estaba delante mío.

-          Que mi madre te puede ver.

Comprendí que nuevamente había sido un sueño. Que me estaba pasando, no podia dejar de pensar en ella.

-          Joder era un sueño.

-          Con quien soñabas, no me lo digas, con ...

-          Con tu puta m... – me di cuenta y no termine de decirlo.

-          Eh, cuidado con lo que dices ...

Carlos parecía tomárselo a broma.

-          Perdona, soñaba con ...

-          Seguro con alguna tetona que conociste anoche.

-          Puede ser – dije intentando convencerme a mi mismo.

Muy cerca escuchamos la voz de Iciar, había entrado en la habitación.

-          Venga, chicos el desayuno – dijo Iciar.

-          Mama, no entres José Antonio esta desnudo – dijo intentando taparme con su cuerpo.

Técnicamente no estaba desnudo, pues tenía el slip; aunque realmente si pues tenía la polla fuera, agarrándomela con la mano.

-          ¡Vale no he visto nada! – dijo, lo que indicaba que si que había visto.

Salió de la habitación.

Carlos también salió de la habitación

-          No tardes.

Unos minutos después salía yo, vestido con un chándal.

Mientras desayunábamos, me fije en ella, en sus labios carnosos y rojos, en los ojos azules, era de una belleza impresionante. Que me pasaba, estaba como ido, solo podía pensar en los sueños que había tenido, que podían significar. Varias veces se cruzaron nuestras miradas. Su mirada era dulce, parecía como si me estuviese estudiando.

Terminamos de desayunar, y con la excusa de que tenia el chándal dije que iba a salir a correr, aunque realmente mi intención era alejarme lo máximo posible de la influencia de aquella mujer.

Cuando volví al piso ni Carlos ni Iciar estaban, en su lugar una nota que decía que se iban a comer. Me prepare un bocadillo, mientras me lo comía no dejaba de pensar en Iciar, se había convertido en una obsesión. Tras comer me di una ducha, y solo con el slip me tumbe en la cama y me dormí.

Me desperté al sentir abrirse la puerta del piso y cerrarse.

Unos pasos se acercaban, se pararon delante de mi puerta, y entraron.

-          ¿Estás despierto? – era la voz susurrante de Iciar.

Decidí hacerme el dormido. Escuche como se acercaba, olí su perfume, sentí su respiración entrecortada cerca de mí, su mano estaba apoyada en la cama, seguí haciéndome el dormido. Me sentía observado.

-          Que estoy haciendo, es de locos – dijo en voz baja, con cierta excitación – tiene la edad de mi hijo.

-          Pero no soy tu hijo – dije girándome.

-          ¡Estas despierto! – dijo algo sorprendida.

Su mano se apoyo en mi paquete.

-          Estas…

-          Si de pensar en ti.

-          Me tienes loca.

Ella seguía acariciándome. Nos besamos, nuestras lenguas se buscaron. Entonces volví a escuchar el ruido de la puerta de entrada al piso por un momento pensé que seria Carlos; entonces me desperté, estaba solo en la habitación.

Escuche las voces de Carlos y de Iciar, pasaron por delante de mi puerta.

-          Chissss, José Antonio debe de estar dormido, no lo despertemos, yo también me echare un rato – dijo Iciar.

-          Vale, yo descasare algo en el sofá del salón – dijo Carlos.

Escuche una  puerta abrirse y cerrarse imagine que sería la de la habitación de Iciar.

Nuevamente había tenido un sueño caliente con Iciar. Solo había sido un sueño.

Me desperté al escuchar la voz de Carlos.

-          Date prisa en ducharte mama.

Salí a la puerta, vi Iciar salir de su habitación se tapaba con una toalla alrededor del cuerpo, entonces me miro, llevo el dedo a los labios, en señal de silencio.

-          Ven – dijo susurrando, y con la mano.

Salí con disimulo de mi habitación y entre en el baño, allí estaba ella totalmente desnuda, la toalla en el suelo.

-          Te gusta lo que ves.

Simplemente pude afirmar con la cabeza.

-          Cierra la puerta no quiero que Carlos nos moleste.

Lo hice al instante, cuando me gire ella estaba delante mío, me cogió de las manos y las acerco a sus pechos.

-          Las tengo duras verdad, como una joven de 20.

Nuevamente afirme con la cabeza.

-          ¿Nos duchemos juntos? – pregunto ella.

Nuevamente mi cabeza se movió de arriba abajo, confirmándolo. Me desnude bajo la atenta mirada de ella, cuando estuve desnudo ella se pego a mi, pude comprobar el calor de su cuerpo, su mano bajo y me agarro la polla.

Entonces me desperté al sentir como impactaba en mi cuerpo un cojín.

-          Te toca ducharte, yo ya me he duchado y mi madre también – dijo Carlos.

-          Mierda.

Le devolví el cojín.

-          Yo ya me duche cuando llegue – dije.

Me vestí y salí al salón comedor, tras de mi apareció Iciar, se había puesto una falda corta con volantes trasparentes y una camiseta ajustada, con un gran corazón que circunscribía sus pechos y que ponía “LOVE” en plateado, posiblemente a cualquier mujer la combinación parecería ridícula; pero en Iciar era de lo más sensual, solo pude hacer una cosa, silbar, Iciar sonrió.

-          Gracias, espero estar a la altura de vuestras amigas.

-          Lo que espero es que ellas estén a tu altura - dije.

Iciar me guiño el ojo, sonriendo de forma picara. No pude decir nada más, pues salió Carlos de la cocina.

Carlos miro a su madre, refunfuño algo entre dientes. Yo salí del piso delante de ellos y comencé a bajar escaleras. Pero por detrás Carlos recriminaba la vestimenta de su madre.

-          No tenías nada mejor que ponerte – dijo Carlos.

-          Pues si, pero quería ponerme algo juvenil, si tanto te molesta me lo quito y voy desnuda.

Carlos soltó un bufido, Iciar acelero el paso, bajando las escaleras. Llego a mi altura, y se agarro a mi brazo.

Fuimos a cenar a un bar-restaurante, durante el camino Carlos no hacia otra cosa que farfullar sobre la ropa de la madre. En el restaurante muchos por no decir todos los hombres, miraron con deseo a Iciar y las mujeres con cierta envidia. Carlos al darse cuenta aun se enfado mas, por mi parte me encanto, imagine que es lo que pasaría por las mentes calenturientas de los hombres y de las mujeres.

Mientras comíamos, vi a varias mujeres reprender a sus maridos por mirar hacia nuestra mesa.

Del restaurante fuimos a una disco, allí coincidimos con varios amigos y amigas. Todos reconocieron que la madre de Carlos era increíble, y lo mejor aun estaba por llegar dentro varios jóvenes se acercaron a Iciar, aquello puso nervioso a Carlos y termino por pedirle a su madre marcharse, y ella por no contradecirle se fueron.

Cuando yo llegue al piso, imagine que estarían durmiendo Iciar y Carlos, algo me impulso a mirar dentro de la habitación de Iciar, como la noche anterior  la luz era tenue, tenía la lámpara encendida con pañuelo sobre la tulipa, no me atreví a entrar; pero la observe desde la puerta, estaba totalmente tapada, pero yo me la imagine desnuda. Me fui a mi habitación.

Por la mañana, me desperté al sentir que alguien me tocaba el hombro, me gire, esperaba ver a Carlos; pero era Iciar. Entonces recordé que al acostarme por la noche me desnude pero no me puse el pijama, nuevamente estaba en slip y lo peor es que estaba empalmado, se notaba bajo mi slip. Iciar llevaba la camiseta gris, que la vi la noche anterior, con los pezones marcados.

-          Tranquilo, Carlos ha salido a correr, yo estoy aquí ...

Se quito la camiseta, quedándose en bragas, acerco sus pechos a mi cara, un pezón a mi boca.

-          Anda chupa, se que te gusta.

Su mano se deslizo por mi pecho, mi barriga, hasta llegar al slip, metió la mano por debajo y me acaricio la polla, era excitante… Saco mi polla de su habitáculo y comenzó a masturbarme con movimientos lentos y precisos.

De pronto.

-          Venga levantar el culo a desayunar – dijo con voz potente Iciar.

Nuevamente había soñado con ella.

Me vestí y salí a desayunar. Me sorprendió Iziar llevaba puesta una bata larga, en la apertura de su bata al moverse dejaba ver sus piernas largas y bien contorneadas.

Mientras desayunábamos Iciar se vistió, en esta ocasión con un vestido azul, corto de falda y con un gran escote, Carlos que ya estaba mosca de la noche anterior, volvió a recriminárselo; pero ella ni caso. Salieron por la puerta; yo había quedado con una amiga para comer en su casa.

La visita a mi amiga se alargo más de la cuenta, y sirvió para desfogarme. Cuando llegué Carlos y su madre estaban cenando, Iciar se levanto y se fue a la cocina.

-          Vas a cenar – dijo Iciar, desde la cocina.

-          No tengo ganas.

-          Je, je. je, ha sido una buena cena – dijo Carlos.

-          Bastante buena.

-          ¿Que has cenado? – pregunto Iciar.

-          Mamaaaaa…..

-          ¿Qué he dicho?

-          Lo de la cena era un eufemismo.

-          ¡Haaaaaa!, entonces necesitaras comer algo.

Iciar volvió a entrar en la cocina, y salió con un plato con fiambre.

-          Aquí tienes, para recuperar fuerzas las necesitaras.

¿Se me estaba insinuando o no?

Como casi todo lo que había en el plato y me fui directo a la cama, escuche a Iciar hablar con Carlos, y me quede dormido, una vez pensando en ella.

Por la mañana estaba todo en silencio, o casi en silencio, solo se sentía un cierto ruido de la habitación de Iciar, abri lentamente; allí estaba ella desnuda sobre la cama, acariciándose los pechos con una mano y con la otra acariciándose el clítoris. Trague saliva por lo que estaba viendo.

-          ¿Vas a entrar y ayudarme?

Entre.

-          ¿Has recobrado las fuerzas?

-          Creo que si.

Sonrio

-          Te harán falta, acércate.

Me acerque a ella

-           Hazme disfrutar.

Comencé a chuparle los pezones, mientras mi mano se deslizaba hacia abajo, ella se abrió de piernas, facilitando que mis dedos llegaran a su clitoris…

En  ese momento sentí que me caía de la cama, por un momento no supe que pasaba, al despertarme me vi en mi cama solo, era increíble nuevamente había soñado con ella, di un salto, me vestí salí al fuera en el salón estaba Iciar.

-          Ya te has despertado, parecía que tenías un mal sueño.

-          Bueno, depende como se mire.

-          El que se debe mirar – dijo Carlos saliendo de la cocina.

Sonreí.

-          Carlos no vas a ir a correr hoy.

-          No, aunque es fiesta es lunes.

Iciar me miro, como si me quisiera decir algo.

-          Mama, has hecho la maleta, recuerda que a las 12 debemos estar en la estación.

-          Esta hecha, pero no son ni las 10, y de aquí a la estación se tarda 15 minutos. ¿No tienes nada que hacer por ahí fuera?

Nuevamente Iciar me miro, una mirada profunda, como pidiéndome complicidad.

-          No, y lo mejor es llegar pronto.

Estaba claro que Iciar se quería quedar a solas conmigo; pero Carlos lo impedía. O tal vez no tan claro, y solo era imaginación mía.

Acompañe a Carlos a llevar a su madre, cuando nos despedimos nos dimos dos besos, en el segundo como si fuese por casualidad nuestros labios se rozaron; pero además su mano rozo mi paquete, y no me pareció un simple roce.

Unos minutos después vi como se iba Iciar, la madre de Carlos. Los sueños erótico-sexuales con Iciar se repitieron durante mucho tiempo, el ver a Carlos me hacia recordar. Pero como todo en esta vida todo acaba, la cuestión esta en como acaba.