Sueños

Esto me paso? o no?.

Estaba un poco harto,… no, estaba bastante harto de tantas pajas solitarias, estaba un poco frustrado de la vida que llevaba, la verdad, con 35 años, pensé, no era tan viejo para resignarme a vivir sin sexo del bueno. La próxima vez, seré mas lanzado, me dije.

Cuando la conocí, sin saber como, estuvimos hablando de cosas íntimas, alguna confesión sexual, y poco más, pero aquello, me había gustado. No se que quiso decir con lo de, "me está entrando calor", pero a mi, la verdad, aquella situación de franqueza extrema, me estaba provocando un escalofrío que recorría mi espalda. Cien mil vueltas le di a mi cabeza para llegar a algún plan que me permitiera atacarla, pero no se me ocurría nada. Ella, me gustaba mucho, era una mujer de bandera, curvas de vértigo, una cara preciosa, y un cuerpo que, bajo su ropa, se imaginaba muy apetecible, pero yo soy un hombre casado, y he de ser cauto. Sabía que no quería enamorarme de ella, y además, sabía que no era amor, era obsesión, pero obsesión por la mujer, o, mejor dicho, por la MUJER, así, en mayúscula. Parecía buena gente, casi franca, casi sincera, y además, parecía gustarle el sano disfrute que nos proporciona nuestros cuerpos, estaba decidido,… quería convertirla en mi esclava sexual, en mi puta particular, ponerla al servicio del goce placentero que nuestros cuerpos estuvieran dispuestos a soportar,… pero, ¿Cómo?

Cuando ya abandonaba las últimas esperanzas que me quedaban, me invitó una tarde a tomar café. Fue extraño, nunca me llamó al móvil, se lo había dado deseando (y soñando) que me llamara, así, podría pensar que sentía algún tipo de interés por mí, pero, no, nunca me había llamado, por eso, me alegré mucho que lo hiciera, para quedar a tomar un café. Últimamente, no estaba muy bien anímicamente, y le recomendaba frecuentemente que hablara mucho, y, por supuesto, me había ofrecido para ser su "escuchador" cuando ella quisiera.

A la hora convenida, estaba en la cafetería convenida, esperándola, con los nervios tan lógicos como estúpidos,… y llegó mi diosa, estaba radiante, la verdad, no sabría decir que ropa llevaba puesta, pero su pelo suelto, y su sonrisa brillante, iluminaban allá por donde pasaba (créanme, no es amor, es que está muy buena).

Tomamos un café súper agradable, hablamos, como siempre, de lo humano, y de lo divino, y estábamos comentando algunas cosas de una pasión compartida, cuando, sin saber que me empujo a ello, empecé a tocarle el pelo, lo tenía muy suave, sedoso, me gusta su tacto…la conversación arribó a derroteros mas oscuros, y la literatura de la que hablábamos, era erótica, yo, entonces, empecé a tocarle el cuello, con las yemas de mis dedos, suavecito, casi rozando su cuello, desde su nuca, hasta su mandíbula, mientras la forzaba a mirarme a los ojos,… mis ojos, frente a los de ella, mientras mis manos hurgaban su cuello… no se si aguantó 10, o 15 segundos, pero en cuanto cerró sus ojos, lo cual yo entendí que hacía para sentir mas cerca mis dedos en su cuello, me acerqué a ella, y empecé a besarla en los labios, despacio, mis labios, aprisionaban los suyos de forma delicada, mientras ella, no reaccionaba. De pronto, y como si estuviera contestándome, me devolvió el beso con pasión, con fuerza, con deseo, agarró mi boca, y en nada, su lengua estaba dentro de mi boca, en un exquisito duelo con la mía.

Fue nuestro primer beso, y fue genial. A ella se le iluminaron, aun más, los ojos, y a mi,… ni les cuento, había conseguido que se me pusiera dura solo con un beso,… apasionado, eso si, muy apasionado. Sin decirnos nada, solo comunicándonos con la mirada, nos levantamos, pagamos la cuenta, y salimos, casi sin decir palabra hasta llegar a su coche, donde le dije si le apetecía tomar una copa, me miró, me sonrió y me dijo, sube… subimos al coche, y dentro de él, me dijo, si, tomaremos una copa… en mi casa.

Durante el trayecto, mientras ella conducía, le tomaba el cuello, acariciándolo, tocándolo, apretándolo, y al ver que ella no protestaba, seguía explorando su cuerpo, hasta llegar a sus tetas, donde noté, aun por fuera de su blusa, que empezaban a salirse unos pezones que se adivinaban muy duros. Apenas hablamos durante el trayecto, ni siquiera, hasta llegar a su casa, donde me preguntó, que te apetece tomar? Mi respuesta, lógicamente, fue… a ti,… abrazándola a mí, y buscando con mi boca su frente, su cara, sus oídos, fui besándola lentamente por toda su cara, mientras mis manos recorrían su espalda, despacio, de arriba, abajo, haciendo especial hincapié en su columna vertebral, donde aplicaba suaves masajes con mis dedos. Al llegar a su boca, la mía se fundió con ella en un beso capaz de derretir los polos, mi lengua revisaba todos y cada uno de los rincones de su boca, y la suya, tampoco se estaba quieta, ya mis manos tocaban el costado de su cuerpo, y, levantando la blusa, empezó a deslizarse por su espalda, esta vez desnuda, recorriendo todo su torso, desde atrás, hasta casi llegar a sus tetas.

Mientras, ya ella empezó a coger confianza, y, notando la dureza de mi polla a través del pantalón, apretaba su estomago contra ella, sin disimulo alguno. Como pude, le saqué la blusa, dejándola ante mi en sujetador, y sin pedir permiso, baje mi cabeza y empecé a dar pequeños lametazos sobre los pezones, duros, que se adivinaban a través de la tela de su ropa interior.

Obviamente, el sujetador le duró apenas nada, ya que necesitaba quitárselo para poder comerme aquellas tetas como me apetecía, y, a juzgar por sus gemidos, como a ella le apetecía también. Masajeaba su espalda, mientras mordía sus pezones, o chupaba uno de ellos, mientras pellizcaba el otro con mis dedos,… era genial, y ella, era muy receptiva y especialmente sensible a esas caricias, es probable que se corriera solo con la comida de tetas que le estaba haciendo. Levantándome un poco, le di la vuelta, la abracé por detrás, y pasaba la lengua por su espalda, mientras mis manos seguían masajeando sus pechos,… mi lengua subía, y bajaba por su espalda, hasta que, cuando lo creí oportuno, desabrochando y bajando su pantalón, mi lengua fue a dar al comienzo de sus braguitas. Bajé el pantalón completamente, y ella me ayudó a quitárselo, la despojé de sus braguitas, y volví al masaje de lengua trasero, ahora, era desde su espalda, hasta su culo,… Mordí levemente una de sus nalgas, le daba lengüetazas, las abrí, y pasaba la lengua, y las manos,… cuando bajaba mucho mi cabeza, podía oler su coño, olía de maravilla, sentía claramente su olor a hembra, y por supuesto, probaba con mi lengua los líquidos que de él emanaban, así que, sin poder evitarlo ni demorarlo, le di la vuelta, y empecé a besar su monte de Venus, dando pequeñas chupaditas en el, a modo de ventosa, mientras mis manos, empezaban a explorar su coño súper húmedo.

La posición no era, ni mucho menos, la mejor, por lo que, como si estuviéramos pensando lo mismo los dos, se sentó en un sillón, acercándome a ella, le comenté que iba a necesitar que abriera las piernas un poco mas, y ella me contestó, "me abriré de piernas para ti, todo lo que me pidas", y eso, fue el acabose, sentirla tan sumisa, y dispuesta a ser mi puta,… era mi ilusión, le abrí los pies, casi con brusquedad, metí mi cabeza, y mientras con mis dedos acariciaba sus labios, con mi lengua martirizaba su clítoris, la sentía disfrutar, por sus gemidos, y por sus efluvios… me encantaba comerle el coño, era especialmente rico, y sobre todo, muy agradecido por la forma de mojarse, no paraba de chorrear, y eso me encantaba, ahora le comía el clítoris, ahora se lo frotaba con la nariz mientras la follaba con la lengua, ella iba de un orgasmo a otro, lo disfrutaba, gozaba, hasta que, supongo que ya no podía mas, y me pidió que me la follara, me dijo, "vamos, necesito que me folles, métemela, por favor" Obviamente, no me hice de rogar, estaba muy caliente, y me apetecía mucho, así que, me levanté, me quité la ropa a la carrera, y en la misma posición que estaba, en el sillón, le metí la polla, de un golpe,… estaba tan lubricada, ( además, tampoco la tengo muy grande), cuando llegué dentro, pare unos segundos, me apetecía sentirme dentro de ella… y luego, empecé a bombear, primero despacio, luego mas rápido.

Unos minutos mas tarde, me levanté, me senté en el sillón, y le pedí que se sentara sobre mi, en cuclillas, ella agarró mi polla, y la apuntó en la entrada de su sexo, y sentándose, se la clavó completamente, luego empezó a bambolear, mientras yo apretaba sus tetas, y besaba su boca, estaba a punto de correrme, ella empujaba, quería correrse también, otra vez, y en una de la embestidas, me derramé como hacía tiempo que no lo hacía, fue una corrida bestial, a la vez que sentía la de ella. Me abrazó, me besó, y se bajó, sentándose a mi lado, recordamos que nos quedaba una copa pendiente. Nos duchamos juntos, nos tomamos la copa, volví a comerle el coño, me comió la polla, y además, aquella noche, acabé follándomela por el culo,… fue genial, no faltó de nada.