Sueños acalorados
A veces confundimos realidad y fantasía, cercanía y distancia, sueños y deseos... Lo dicho, leer hasta el final.
Noche oscura, calor general en el ambiente mientras veo figuras danzando en las sombras que se reflejan en las paredes, dibujando eróticas composiciones no sé si reales o sólo existentes en mi influenciable mente libidinosa. A la vez, resbalo en la cama en mi adusta e incómoda canoa fabricada con hebras de sudor tratando que me calme el roce voluntario, o tal vez no, con el fabricado cuerpo de mujer que el peso y empuje de muchas noches ha silueteado en mi colchón.
No hay placer sino más bien dolor, deseo inaudito mientras quiero notar cómo entro despacio en tu cuerpo y mirarte cómo lo disfrutas, que me pidas más mientras noto que te humedeces paulatinamente. Veo tus labios cómo enrojecen y casi transparentan por los jugos que no dejan de brotar mientras tus ojos se entrecierran y sólo puedes morderte los labios y dejar salir tenues gemidos entrecortados. Cierro los ojos y lo visualizo perfectamente, quiero que tiembles, que te agites y notes todo mi calor dentro de tu cuerpo que me desees, que quieras ser mi juguete, que te olvides del mundo alrededor y sólo exista mi cuerpo frotándose con el tuyo: jodiendo, sintiendo, matándonos de placer, sufriendo de impaciencia esperando el orgasmo que aún no puede estallar y obviando tan pronto besos y caricias, apartándolas sólo un momento para recogerlas al final en todo su esplendor.
Fuerte, despacio, siempre decides, siempre pides, y siempre dispongo. Exploto de calor dentro de tí, la dureza no tiene fin y notas mi capullo casi en flor lamiendo por dentro cada uno de tus pliegues, besando cada parte interna de tu cuerpo, y deseando apagar tu furia con la fuerza ficticia de una manguera. Deseo hundirme en tí hasta que me duela en contacto y roce con tus labios, y que mi único asidero sean tus pezones, doloridos y sensibles, pero sin poder dejar de gemir apretados, que lo pidas... Dártelo todo, regar tu interior y lamer hasta la última gota de tus flujos, esperando tu lengua posterior en mi tallo, punta, redondeces, hendiduras prohibidas y alrededores, que te sientas libre de lamer y disfrutar hasta la última gota de sudor y vida, y devolverme cualquier cosa que hayas recogido con tu lengua sin dejar de mirarme y demostrarme deseo... Y volver a empezar, como un jodido nuevo sueño que se repite noche tras noche y me hace despertar rígido, empalado, envuelto en sudor y deseo prohibido pero sin vergüenza, ansiarlo sin miedo deseando mi juguete preferido, tu coño...
Cuelgo el teléfono tras oír el último brote de algo parecido a un gemido ahogado al otro lado de la línea, y ahora sólo me queda su recuerdo, el momento quizás no vivido y una fina película de su saliva y mi semen que pronto desaparecerá absorbido por el recuerdo.