Sueño del 20 de Abril
En un lindo y raro ambiente mi esposa es parte de un juego, yo no ...... solo miro y disfruto como lo goza.
SUEÑO DEL 20 ABRIL
Llegamos con mi esposa y una de mis hijas a un lugar muy parecido a un castillo, se suponía que estábamos de viaje y quisimos buscar un lugar para descansar y pasar la noche.
Cuando ingresamos teníamos que cruzar un largo pasillo que terminaba en un patio grande que era la terraza de la torre, alrededor tenía varias piezas, una de ellas estaba asignada nosotros. Lo que me llamó mucho la atención fue que durante el largo trayecto entre el ingreso y la llegada al patio con las habitaciones se encontraban varios cuartos, uno luego del otro, el espacio no superaba los 4m x 4m con puertas viejas y pequeñas ventanas muy sucias pero que permitían ver al interior del ambiente desde el pasillo.
Cuando ingresamos fuimos recibidos por un grupo de personas que también eran alojadas del lugar los cuales nos invitaron a mi esposa y a mí a "jugar" pero en ningún momento nos dijeron que tipo de juego. Mi pequeña hija ya se encontraba durmiendo en mis brazos y mi esposa les aceptó la invitación, por lo que le dije que se fuera adelantando que yo le daría alcance en cuanto la dejara acostada a mi pequeña en la cama.
Cuando salí de la habitación no vi a nadie del grupo, lo que si pude ver fue un hermoso paisaje de ocaso de sol desde la altura de la torre, con colores naranjas y violetas que se elevaban tras los rojizos cerros del fondo y alcanzaban en lo más alto a un grupo de nubes grises que amenazaban con provocar un chubasco más adelantada la noche. Cuando regresé en mi pensé en ir a buscar a mi esposa y al grupo con el que se había marchado, por lo que ingresé en el pasillo para revisar los cuartos que se encontraban a lo largo del mismo. Como les dije, hasta ese momento no había pensado y tampoco sabía a que clase de juego se referían, entonces fue que me cruzaron varias ideas por la cabeza. Mientras seguía caminando y mirando a través de todas las ventanas, me comenzó a ingresar un sentimiento de desesperación porque en ninguna habitación podía encontrarlos, y no sabía que podía haber pasado.
Cuando la desesperación ya terminaba de apoderarse de mi, al fin los encontré y en una situación muy extraña pero que provocaba en mí sentimientos encontrados. Me sorprendió mucho la situación en que los encontré y no sabía que pensar, pero la situación era tan excitante que en cuanto los vi tuve una erección. En total eran siete personas, cuatro varones y tres mujeres, el mobiliario en la habitación solamente constaba de 1 mesa un poco mas grande que las otras dos que ocupaba el centro de la habitación, las otras dos se encontraban en las esquinas opuestas y solamente habían dos sillas que no estaba siendo utilizadas y se encontraban arrinconadas en una de las esquinas vacías.
Ahora paso a describir la situación en que los encontré y comprenderán la razón de mi excitación. Todos estaban desnudos, mi esposa estaba echada boca arriba en la mesa central y tenía a dos varones atendiéndola, uno le practicaba sexo oral y el otro dejaba que mi esposa le practicara sexo oral. Las otras dos parejas ya se encontraban teniendo sexo, una mujer estaba sentada al borde la mesa con las piernas abiertas, el varón entre su piernas bombeando mientras le estrujaba los senos con las dos manos. La otra pareja se encontraba de cara a la pared, el varón en la espalda de la mujer bombeándole desde atrás con una mano en uno de sus senos y con la otra en su sexo. Todos se encontraban ensimismados en su faena, y con cara de lujuria total.
En toda mi sorpresa, no sé si para que abrieran y unirme a la fiesta o para reprochar a mi esposa y sacarla del lugar, tocaba la ventana pero nadie se inmutaba, no sé si estaban demasiado concentrados o realmente no escuchaban, pero el sonido de los golpes al cristal no les molestaba. Hice lo mismo aproximadamente cinco veces y obtuve la misma respuesta (o indiferencia), por lo que me resigné a ser un simple fisgón y disfrutar el espectáculo.
Mientras mi mujer seguía en lo mismo las otras dos parejas ya habían cambiado de posiciones, la primera (A) ya se encontraba sentada en una silla, el varón la tenía encima a la mujer, dándole la espalda y saltando sobre él con el cuerpo brillante cubierto de transpiración y dejándose magrear ambos senos; de la otra pareja (B) la mujer se encontraba parada pero con el torso recostado boca abajo sobre la mesa, con las piernas abiertas dejando todo su entrepierna a disposición de su amante que le lamía los labios vaginales y su ano haciéndola gemir de placer. Ver al grupo de tres me hacía pensar en la forma de ingresar y unirme, pero las ganas de no perderme detalle de lo que pasaba hacía que no me moviera de mi sitio, la situación era mejor que una película porno.
Cuando se decidieron, mi esposa se puso de 4 sobre la mesa y abriéndose las nalgas para permitir el ingreso de una verga que no era muy grande pero de grosor considerable, al momento que fue penetrada pude ver su rostro que mezclaba dolor y placer, y le estaba gustando. Cuando comenzó el vaivén ella bajó la cabeza, tomó con su mano derecha el pene del otro varón y comenzó a masturbarle, dándole chupetones cada que podía ya que las envestidas le dejaban poca oportunidad de reaccionar mientras que él le pellizcaba el pezón de uno de sus senos que estaba colgando siguiendo el ritmo de las envestidas. Ver senos que siguen el ritmo de cualquier envestida, ya sean echadas, paradas o colgantes me pone a mil, así que ya saben en la situación que me encontraba, no tenía mas remedio que tomar mi paquete y apretujarlo.
Con toda la concentración que tenía en la situación, en ningún momento recordé que me encontraba en un lugar que era público, y mas aun por el que todas las personas que se encontraban alojadas pasaban hacia sus habitaciones, así que me desenchufé de lo que estaba viendo y recorrí con la vista a los dos lados los fondos de los pasillos para verificar que nadie me pillara. Al ver que nadie pasaba por los oscuros pasillos de piedra, solo iluminados por antorchas (muy al estilo medieval) volví la vista al interior de la habitación, y las cosas habían cambiado de nuevo.
El varón de la pareja A seguía sentado en la silla, pero esta vez la mujer se encontraba arrodillada a sus pies dándole una mamada espectacular, me parecía que la sentía con solo ver su cara, parecía que estaba a punto de terminar en su boca, estaba súper excitado. La pareja B seguía en la misma posición pero con el varón moviéndose dentro y fuera del ano de su pareja, mientras ella misma se apretujaba los senos, pellizcando sus pezones, lo que le provocaba tenerlos más erectos, era una imagen exquisita. Cuando llegué a mi mujer y los dos varones me volví a quedar con el shock, estaba haciendo algo que nunca conmigo se había animado a hacer, sí alguna vez lo habíamos conversado pero sabía que era muy poco probable su aprobación. ¡Estaba en medio de una doble penetración!. Uno de sus ocasionales amantes estaba echado sobre la mesa boca arriba, con los muslos rectos, rodillas dobladas y las piernas que caían, ella esta arrodillada sobre él, viéndose cara a cara, y el segundo hombre estaba parado sobre la mesa con las rodillas un poco flexionadas y su pene dirigido hacia abajo penetrando su ano. La había imaginado en una situación así, conmigo, pero solo imaginación. Estaba totalmente entregada, tenía la mirada perdida y lo estaba gozando, podía escuchar los gritos de placer que daba al moverse de adelante a atrás, las manos de los hombres se turnaban en frotar sus senos que llevaban la contra de los movimientos por la fuerza con que se estaban moviendo, podía ver como las dos vergas la penetraban y como ella lanzaba chorros de líquido lubricante de su vagina, lo que solo pasaba cuando estaba muy excitada. El movimiento debió ser continuo alrededor de 10 minutos, pero ella no quería que ninguno de los dos dejara su interior, reposaba su pecho sobre su amante inferior para descansar, lo que le daba oportunidad de tomar su culo con las dos manos para abrirlo más y que las penetraciones continuaran.
Al ver esto tomé la decisión de no interrumpir el desenlace porque estaba claro que ya estaba por acabar y quería ver su final.
Ella ya no podía mas, pero seguía gritando de placer e insultando a las dos personas que le daban placer para que sus envestidas fueran más fuertes y duras (tal y como le gusta). El que le estaba perforando el ano ya estaba por terminar, trató de sacar su pene para eyacular fuera, pero ella al darse cuenta y en un movimiento rápido tomó su verga desde atrás y se la volvió a meter y le dijo que quería sentir su leche caliente en su interior, por lo que siguió el movimiento y no tardó mucho en lanzar un grito silencioso que anunciaba que estaba acabando, mientras el de abajo todavía continuaba.
Luego de un par de minutos en la misma situación, pero ya con un participante descansando, el de abajo se notaba que ya estaba a punto de terminar, al darse cuenta mi esposa saltó de su verga, la cogió y retrocedió para metérsela a la boca. Estaba en una pose deliciosa, con la verga en su boca y la mano en su base, inclinada para chuparla sin bajarse de la mesa dejaba la cola suspendida, lo que permitía ver su concha abierta por lo ocurrido y su ano un poco más cerrado pero derramando el semen que había recibido minutos antes. Luego, simplemente saboreó la leche recibida y se la trago, con toda la cara de gusto y éxtasis que hace mucho tiempo no había visto.
La situación había acabado, lo que tenía que ver lo había visto, y ya no era necesaria mi presencia ahí, por lo tanto decidí retornar al cuarto donde nos estábamos alojando y esperar la llegada de mi esposa.
La noche había caído, y ni cuenta me di en qué momento, la estrellas iluminaba el patio de la torre y una leve luz de la antorcha final del pasillo, con la que pude llegar a mi recámara, vi que mi hija seguía durmiendo y me recosté a su lado. Me puse a recordar lo que había visto y no podía eliminar ni disimular mi erección, saber que mi esposa durante tanto tiempo no quiso experimentar cosas nuevas junto a mí se había puesto como una perra en celo con extraños, entregándose por completo a placeres que nunca había probado me ponía a mil.
Solo la esperé para poder descargar mis ánimos con ella, pero esa noche no volvió a dormir a mi lado. No quise salir a buscarla pero tampoco podía dormir. Llegó cuando las primeras luces de la madrugada se aproximaban tras los cerros del horizonte, no le dije nada y ella no mencionó palabra, me miró y se recostó, se la notaba rendida de cansancio y muy transpirada.