Sueño de una noche de verano

Noto que ya has entrado y que lentamente caminas por el corredor que lleva a mi habitación. Tus pasos retumban en el pasillo, que parece interminable para mis oídos. Al fin llegas a la puerta, la abres lentamente y

SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO.

El relato " Sueño de una noche de verano. " no se basa en hechos reales. Cualquier similitud con la realidad es pura casualidad.

Se solicita a los lectores que realicen el debido comentario al presente relato, para poder realizar variaciones pertinentes en los relatos futuros.

Es una calurosa noche de verano. Estamos en pleno diciembre y el sueño me es imposible. Siento el sudor recorriendo todo mi cuerpo y haciendo que las sábanas se peguen molestamente en mi piel. La ventana está abierta y por ella pasan mosquitos que dejan mi piel marcada por los piquetes y por los bofetones que cada tanto me daba para poder aplastarlos en los pliegues de mi piel.

Odio el calor de verano. Doy vueltas en la cama esperando una brisa exterior que apacigüe mis pesares, pero nada. No puedo encender el ventilador, porque a la persona que se encuentra junto a mí durmiendo le hace mal… Prefiero el dulce invierno. Estar con bastante abrigo, frente a una estufa con leños ardientes y con una taza de chocolate bien caliente.

Definitivamente el verano no es para mí. Por la ventana veo ingresar las luces de la calle, que chocan en la pared de la habitación generando sombras fantasmales con los árboles que se mueven brevemente con una delicada e imperceptible brisa que no alcanza para saciar mi sed de frescura.

Escucho que un auto llega a la casa, pero no me inmuto. No me importa.

El motor del auto se detiene y tú te bajas. Abres la puerta de la casa con cuidado de no hacer ruido, pero yo te he percibido. Mi pareja no lo ha hecho. Sigue con un sueño pesado y profundo junto a mí.

Noto que ya has entrado y que lentamente caminas por el corredor que lleva a mi habitación. Tus pasos retumban en el pasillo, que parece interminable para mis oídos. Al fin llegas a la puerta, la abres lenta y silenciosamente, para que mi pareja no lo note.

Veo que entras, y por la disimulada luz que se escabulle por la ventana intento adivinar que ropa llevas puesta. Logro ver tus ojos. Son color verde oliva, igual que los míos. Tienen un dejo de abandono en el fondo y una pizca de pasión salvaje que me provoca de sobremanera.

Sonríes.

Sonríes sabiendo que no pienso moverme.

Sonríes sabiendo que me apasiona ser infiel a escasos centímetros de mi pareja.

Sonríes sabiendo que no pienso echarte.

No se media ninguna palabra entre nosotros. Sólo decides arrodillarte en la cama, en mi cama, en la cama que comparto con mi cónyuge y me observas con ternura mientras retiras la escasísima ropa interior que llevaba puesta esa noche.

Hacía tantas noches que no me sentía así, completamente feliz. Con una excitación brutal por el morbo que me causaba que me toques mientras mi cónyuge me roza la piel sin querer.

Un escalofrío muy fuerte pasa por toda mi piel mientras pones una de tus manos en mi entrepierna y la otra acaricia mis pezones.

Tus manos se concentran en mi sexo y realizan un masaje prolongado, que de vez en cuando es asistido por tu lengua juguetona.

Por un momento pensé en colocar mis manos en tu larga cabellera rubia, para aprisionarte en mi sexo. Pero era inútil, yo sabía perfectamente que no te irías hasta que no consiguieras tu propósito.

Me estas haciendo gemir como nunca nadie lo había logrado. Bueno, en realidad miento, tú lo haces permanentemente. Estoy tratando de ocultar mi excitación. No quiero despertar a quien está junto a mí desde hace tres años.

El momento final está por llegar. Mi cuerpo se convulsiona. Siento una ola de placer que sale de mi sexo, pasa por mi espalda y llega rápidamente a mi cerebro, haciendo que casi me desmaye sobre la cama. Me siento con ganas de gritar a los cuatro vientos y de gemir como si fuera la última vez que lo haré en mi vida, pero no puedo, sería un escándalo imperdonable.

Finalmente miro hacia abajo. Te noto ahí, con gran desesperación bebiendo los últimos líquidos que emanan de mi sexo. Bebiendo desesperadamente el dulce néctar con sabor salado, sin dejar que ni una sola gota resbale a las pegajosas sábanas.

Ya logré relajarme. Me siento espectacularmente bien y todo te lo debo a ti. A nadie más que a ti. Mi dulce y tierno amante.

De repente mi pareja, que se encontraba durmiendo junto a mí se despierta y me despierta del dulce letargo. Apresuradamente trato de taparme con las sábanas, para que no note mi desnudez, pero no pienso en mi amante.

La luz se enciende y la persona a la que amo y que me ama desde hace tres años me mira con asombro y me dice:

— Cariño, ¿Qué te sucede? ¿Por qué te mueves tanto? ¿Por qué te tapas con éste calor infernal?

Sin saber que responder, y con mi rostro sonrojándose de vergüenza, noto que mi ropa interior está en su lugar, como siempre, y que a los pies de mi cama no hay amante que me observe con ojos de lujuria. Notando, finalmente, que todo había sido una mala pasada del calor reinante, un espejismo de deseo que hizo que me excite por completo como nunca antes me había pasado.

— Nada amor mío, nada. Sólo ha sido un sueño que me ha perturbado. Pero duerme de nuevo, no te preocupes. Para mañana ya lo habré olvidado. Ya habré olvidado este dulce sueño de una noche de verano.

"Sueño de una noche de verano" es un relato escrito especialmente para el primer aniversario de "Elombligo" como escritor de relatos eróticos, que se cumple el día 28 de junio del año 2007.

Lo que intenté hacer éste relato, fue ocultar el sexo de los protagonistas de la historia, para que los lectores puedan sentirse identificados con cualquiera de ellos sin distinción sexual.

Espero que lo hayan disfrutado.

A.V.