Sueña que sueñas
Basado en un sueño.
La luz entra tímidamente por el único hueco de unas cortinas que no quieren opacar en negro la habitación donde me encuentro. No creo reconocerla muy bien, pudiera ser la de cualquier hotel. Hay ropa tirada por el suelo, así como bolsas de comercios, papeles turísticos y rollos fotográficos. Me tumbo en la cama, que está deshecha, mirando a un techo lleno de constelaciones y planetas brillantes, mientras percibo un sonido de lluvia suave; viene del baño. Cierro los ojos mientras empiezo a imaginarte bajo la ducha: el agua caliente chocando en tu pelo, bajando precipitadamente y repartiéndose por todo tu cuerpo, desnudo... caliente.
Abro los ojos como queriendo borrar tu imagen y me doy la vuelta en la cama, intentando controlar a la imaginación . Silencio. No hay silencio, sólo el sonido relajante del agua resbalando por tu cuerpo, sonido constante que me apacigua, por lo que involuntariamente se me cierran los ojos de nuevo.
El agua, siempre caliente, empieza a dar forma a tu cuerpo dentro de mi imaginación, que ya no es mía. Masajea tu cabello deslizándose rápido por la nuca, tu espalda, tus pechos... recorriendo y abrazando con su calor cada centímetro de tu figura. Haciendo cascadas en tus pechos para llegar al delta entre tus muslos; relajando cada músculo y hueso de tu espalda y adentrándose velozmente entre tus nalgas, cosquilleando en la ingle. Siento como parte de mí el jabón que empiezas a aplicarte por el cuello, los brazos... repartiéndome por todo tu vientre, tu cadera y tus muslos, purificándote.
Quedo así, imaginero de al otro lado de la puerta, cuando tú sales del baño con una toalla levemente agarrada a tu pecho y espalda, y otra a modo de turbante enrollada en tu cabello. Me sorprendes tumbado en la cama boca abajo, vistiendo sólo un pantalón vaquero, caídos hasta mostrar la mitad de mi culo bajo unos calzones de licra tensa hasta las costuras, y aun desde la puerta del baño, no puedes evitar dirigir la mirada automáticamente a este punto. Te muerdes el labio inferior y avanzas hacia la cama, sentándote en el lado izquierdo, que es hacia donde mira mi cara de ojos cerrados que se agitan levemente al contacto de tus labios en ellos. Das un besito a cada ojo y te incorporas un poco para agarrar un bote de crema hidratante, que me acercas a la nariz, mientras me susurras cosquilleándome en mi oído: Ponme cremita.
El olor de la crema, un olor tan a ti, y tus palabras hormigueando en mi oreja provocan un relámpago de escalofríos que sacuden mi cuerpo. Te miro afirmando que sí con un gesto complaciente y me pongo de rodillas en la cama, haciendo hueco para que tú te tumbes, boca abajo. Desamarro la toalla quedando atrapada en la cama por tus pechos y quedando al descubierto toda tu espalda, tu culo y piernas cerradas, cobijando el más preciado tesoro. Te recorro dos veces con una mirada incrédula ante la belleza que acaba de presentarse ante ella. Suspiro, destapo el bote de crema y dejo caer suavemente el primer hilo frío a lo largo de tu columna vertebral, notando como das un pequeño brinco al sentir la crema por la espalda. Es el momento de que mis manos, que tanto te gustan, empiecen a trabajar única y exclusivamente para ti. Se lanzan decididamente a tu espalda, tiernamente reparten con un suave pero firme masaje la crema por tu nuca y hombros... van recorriendo circularmente y poco a poco los hombros hacia abajo, abarcando perfectamente cada mano un hemisferio de tu espalda. La palma de cada mano se posa en su homoplato correspondiente y mis dos dedos pulgares aprietan levemente tu columna vertebral, bajando por toda ella, recorriéndola hueso a hueso y deteniéndose en tu cintura, agarrando fuertemente tu cadera aun con los pulgares en la columna y apretando la palma de mis manos.
Repito el movimiento una y otra vez, subiendo y bajando mis manos por toda tu espalda, y deteniéndome cada vez más en tus caderas, buscando disimuladamente con los dedos el huesito de tu cadera, agarrándote cada vez más insistentemente de la cintura y tirando de ella para arriba. Tú, callada y con los ojos cerrados te conviertes en presa de mis manos, que empiezan a demostrar lo perfectamente diseñadas para tu cuerpo que están. Suben y bajan por toda tu espalda, masajeando ahora tu costado, tocando levemente tu vientre y avanzando en movimientos continuos hasta la axila, introduciendo inocentemente mis dedos debajo tuya para palpar con mis manos tus pechos mientras tu vas separando tu tronco de la cama permitiéndome abrirme paso. Bajo y subo de nuevo a tus axilas y al bajar ya con las manos casi enteras bajo tu cuerpo, toco con la punta de mis dedos tus pezones, que al instante se ponen duros, y bajo hasta tu vientre en el cual me detengo y con unos movimientos circulares alcanzo tu huesito de la felicidad, en el cual reparo unos segundos eternos.
Libro mis manos momentáneamente del hechizo de tu figura y vierto más crema esta vez sobre tus nalgas, las cuales empiezo a masajear insistentemente. Me dispongo a sentarme encima de tus piernas para masajearte mejor las nalgas, por lo que me quito los pantalones para no rozarte, y los calzones... Me siento pues en tus muslos y al poner las manos en tus nalgas reparo en que mi pene está ya tan duro que apoya en ellas, justamente en la separación de ambas; por lo que empiezo a masajear tus nalgas de adentro para fuera, mientras notas mi pene en medio de ellas, apretándolas insistentemente contra éste, que asoma y oculta el glande según mis manos van amasándote tiernamente. Así, así... por dentro la sangre me hierve ya como nunca y empieza a notarse en la manera en que te acaricio, por lo que me retiro precavidamente de encima tuya y vierto más cremita en tus nalgas y muslos. La reparto un poco y tomo con mis dos manos tu pierna derecha abrazando el muslo y subiendo lentamente desde la rodilla una y otra vez, acercándome a la ingle, llegando a ella y rozando en algún momento los pelos de tu vagina, la cual empiezo a notar muy caliente.
Bajo hasta la rodilla y subo de nuevo hasta la ingle, rozo tus pelos con un dedo y sale la primera gotita de amor de tu vagina, lo cual me prende locamente, toco la gotita y hundo mi dedo en tu vagina al tiempo que tú sueltas un gemido de placer contenido durante estos 20 minutos que mis manos, que ya son tuyas, han estado dándote el masaje más tierno que hayas probado nunca. Alcanzo con mi dedo tu clítoris que ya está duro como una piedra y toda tu vagina se impregna del flujo por el que resbalan mis dedos ardientes de tu humanidad. Sigue, sigue... piensas mientras tu cara empieza a sonrojarse según va subiendo la temperatura de la habitación.
Me inclino hacia tu culo e introduzco mi cara lo suficiente como para que mi lengua alcance tu sexo, recorre tus labios vaginales y juega con tu clítoris inyectado de un ritmo que empiezas a marcar candentemente con las caderas, mientras tus gemidos son ya una constante para la almohada. Me doy la vuelta tumbándome frente a tu vagina, te pongo de costado y recorro con mis brazos tus nalgas y muslos a la vez que clavo mi lengua entre tus labios vaginales. Empiezas a moverte de nuevo, mi lengua recorriendo todo tu sexo, saboreando el divino tesoro mientras tu besas mi cuerpo, tomas mis piernas las acaricias y empiezas a jugar con tu lengua y mi pene, que está durísimo y se menea como con tics nerviosos chocando el glande con tu lengua, que lame como si de una piruleta se tratara. El ritmo se hace cada vez más frenético y me detengo.
Nos miramos y juntamos nuestras caras comiéndonos a besos, enredando las lenguas a la vez que nos abrazamos, apretándonos fuertemente el uno al otro mientras me giro, quedando debajo tuya y notando como mi pene tieso se roza con tu clítoris más duro aún. Empezamos a frotarnos mientras mis manos acarician tu espalda, clavan sus dedos en ella y bajan a tu culo erizado de pasión desenfrenada. Voy recorriendo tu costado con mis manos en descontrol y te agarro tu pecho izquierdo todo entero, amasándolo. Mi glande una y otra vez se roza cada vez más fuerte con tu clítoris, arriba y abajo arriba y abajo hasta que la punta se adentra, levemente en tu sexo. Nos detenemos mirándonos fijamente a los ojos durante un segundo hasta que sin bajar la mirada, haces un pequeño movimiento, suficiente para que mi pene empiece a entrar poco a poco en tu cuerpo, provocándote una serie de pequeños gemidos, que me hacen aun más mantener la mirada fija en ti.
El silencio hablado de las miradas nos induce a un baile sobre la cama, tú encima de mí cuerpo, ocultándome entre tu cabello, creando un universo de dos mundos unidos. Recorro con mis labios toda tu cara, tus ojos, tus labios, voy bajando por tu cuello lamiendo tu olor, saboreándolo y llego a tus pechos, mi lengua ardiendo e impaciente llega a tu pecho derecho y recorre la aureola en círculos de fuego. Toco con la punta de mi lengua tu pezón y juego con él mientras mi sexo va entrando y saliendo de ti, al ritmo que marcan nuestros prendidos corazones. Nos giramos y quedas boca abajo mostrándome tus hermosas nalgas, coloco mi pene entre ellas, las agarro con mis manos y ahora sí mi pene se pierde entre ellas a la vez que con mis manos tiro para arriba de tu cintura.... así así.... dando golpecitos una y otra vez con mi pelvis en tus nalgas y muslos.
Te agarro fuertemente de las nalgas al tanto que tu apoyas tus codos en la cama y agarras fuerte las sábanas. Bajo mi mano derecha hasta tu vagina y empiezo a acariciar tu clítoris, sigue sigue... así más fuerte no pares... mientras aprietas las sábanas aun más.
Saco mi pene de tu sexo y te pongo boca arriba y encima tuya empiezo a besarte apasionadamente mientras te introduzco de nuevo el pene, que entra solo debido a tu enorme excitación, te recorro con las manos tu cuerpo mientras seguimos besándonos locamente y tú pasas tus manos por toda mi espalda, bajando frenéticamente hasta mi culo, lo agarras violentamente apretándolo contra ti, te quiero, te quiero... dices entre lenguas.
Mi mano derecha amasando tus tetas y tus manos apretando contra ti mi culo y empezamos a acelerar el ritmo... me corro tío correte conmigo.... coloco mis manos perfectamente acopladas en tu carita como hago muchas veces y mirándote fijamente a los ojos digo: te quiero... y aceleramos el ritmo entrando y saliendo mi pene de tu cuerpo cada vez más rápido y mirándonos siempre a los ojos con mis manos abrazando tu cara. Ahhhh aaaaahhhh empiezas a correrte y mi pene empieza a sentirse más caliente y apretado cada vez debido a tu flujo y tus contracciones cada vez más intensas, que aprietan mi pene dentro de ti, lo cual provoca que en seguida me corra yo tambien, dentro de ti intercambiando nuestro secreto interior y estallando ambos de placer que provocan incluso lágrimas en mi rostro...
Poco a poco vamos reduciendo el ritmo a la par que nos besamos tiernamente, te adoro te adoro, fundidos en un solo espiritu, eterno y desnudo ante una habitación de un hotel que jamás imaginaste.