Sueltame

-“Suéltame! No me toques...!!” -“¿Eso quieres?...Creo que no.

-"Suéltame! No me toques...!!"

-"¿Eso quieres?...Creo que no..., lo veo en tus ojos que gritan lo que obligas a tus labios callar." Él, la sujetaba por las muñecas, que ella trataba por todos los medios de liberar, en aquella sala, apenas iluminada. "No me lo pidas, porque no lo haré." Tras breves pausas: "Ya no puedo más! ¿No te das cuenta como me tienes?... Te necesito. Necesito oírte gemir de placer, ...ver como tiemblas de placer y saber que soy yo quien te lo causa, quien te enloquece... Necesito beber tu humedad... Estar dentro de ti."

Soltó su muñeca, y en un movimiento rápido y hábil, llevo su mano a la entrepierna de ella, logrando situarla en su sexo. El vestido de ella y su ropa interior era tan finos que ambos sintieron toda la forma y la tibieza del contacto. El cerraba los dedos y los abría manteniendo su presa dentro, sin apretar demasiado, pero sin aflojar. Ella cerró los ojos, y no pudo evitar que la quemazón del contacto se le subiera al vientre, y a los senos. Sus pezones se endurecieron, muy a su pesar, y había notado como él se habia dado cuenta. La rabia le hizo morderse los labios y forcejear más para liberarse. ¿Que hacer? Él la doblaba en fuerza y tamaño y cada vez estaba más inmovilizada. Una mano de él en su entrepierna, mientras con el otro brazo, la abrazaba por los hombros aprentandola contra él. Incluso ya había logrado introducir una pierna entre las de ella. Cuanto más forcejeaba ahora, más se restregaban el uno contra el otro. Ella no podría evitar así, que el pene erecto, clavado en su cadera, dejara de pasar como un cuchillo caliente de su cadera a su vientre... Casi era peor, porque él más se embrutecía. Ella no tenía la culpa de que se estuviera cansando, de que el ardor corporal estuviera llegando a su mente...

Él seguía susurrando, mientras movía la mano en el sexo de forma que hasta los dedos ya rozaban el interior de la vulva en toda su longitud. ¿Qué le decía? Ni lo sabía. Las palabras de él se ahogaban en su cuello. Ella sentía en él, los labios lujuriosos de aquel hombre, sus dientes, su lengua, que de forma desatada le hacía recorrer su cuello, sus hombros y bajando hasta el nacimiento de sus senos

-"Por favor…"

-"Por favor que ?...quieres que siga o no? Dilo!! Pideme que te suelteee!!!" La respiración de ambos era sumamente agitada. "Quiero sentir el calor de tu aliento en mi piel…tus labios en mi cuerpo. No me pidas que me detenga. Por favor... no me lo pidas".

Levantó su cabeza y la miró a los ojos. Pero no vió súplica en sus ojos, sino deseo, seguridad. Un fuego en su mirada que la hizo estremecer. Notó como iban abandonándole sus últimas fuerzas, las últimas dosis de resistencia, las últimas... ganas. Notaba como se estaba entregando a él sin remisión, y él, dominador, lo sabía.

En otro gesto rápido, de fuerza, se vió elevada por él y tendida en la mesa del centro de esa sala en penumbra. Él le abre las piernas sin compasión, y le arranca violentamente su ropa interior, completamente húmeda ya por todo lo que había lubrificado. Ella emite un leve gemido, y cierra los ojos mientras se aferra con sus manos a ambos lados de la mesa, mientras él, no duda en enterrar su rostro en el aquel bosquecillo breve de vello, sediento de aquel río de fluidos que le era ofrecido. Ella entreabre su boca entregándose totalmente a padecer esa tortura de labios y lengua, a la que él se aplica sin piedad y sin descanso. Dirige su mano allí y la penetra con sus dedos. Primero uno, luego dos. Un poco que ella levanta sus caderas para sentirlo mejor, y él aprovecha, para llegar a su ano. Con mucho cuidado comienza a penetrárselo con uno de sus dedos de la otra mano también, que junto a su lengua que no para de acariciar su clítoris, es un asalto a los sentidos que la hace perderse. Comienza a retorcerse de placer...gime...tiembla…y abre aun mas sus piernas, entregándose completamente.

Él levanta su rostro para observarla un momento. Verla así, fue como un rayo directo a su miembro, que reaccionó aun mas de lo que ya estaba. Duro, preparado, doliéndole a causa de su prisión en el pantalón. Ver a esa chica completamente entregada a la pasión, al placer que al fin le estaba proporcionando. Ver su rostro contorsionado, sus labios jadeando, sus senos moviéndose al compás de su respiración agitada, con sus pezones completamente erectos... llamando a ser lamidos, mordidos, succionados... Su pantalón casi no lo podia contener, por lo que muy rápido se quita zapatos, calcetines, y sus pantalones. No lleva ropa interior por lo que su miembro salio disparado cuan grande era, mostrándose completamente erecto y brillante. La chica lo observaba con los ojos semicerrados, y le parece lo más hermoso y grande que jamás ha visto. Así que de repente se levanta, sin darle tiempo a reaccionar. Se baja de la mesa y se arrodilla frente a él, que sorprendido, se deja hacer lo mismo que el había hecho antes en el sexo de ella.

Ella no ataca directamente su pene. Quiere ir despacio. Hacerlo bien a su dueño y señor. Por lo que comienza a acariciar sus piernas, la cara interior de sus muslos, sus caderas a la vez que hunde su rostro en su ingle, restregándose como un gato en la pierna de su amo. Con una mano agarrando su cadera, comienza a acariciar sus testículos con la otra. Al poco, tambien acaricia con el rostro su pene, unos segundos, hasta que abriendo los labios atrapa su glande apretándolo levemente con ellos. Su mano la sube desde los testículos, para rodear su enorme pene, sostenerlo y guiarlo a su antojo. Con la lengua lo humedeció todo, antes de abrir más la boca y meter en ella todo el pene que podía. Una suave succión desde la garganta, mientras su lengua seguía acariciándolo todo por dentro. En ocasiones se concentraba nuevamente en su glande, succionándolo a veces ligeramente, otras con mucha fuerza, para volvérsela a tragar, como si dependiera su vida de la cantidad tragada. La mano, meneaba la base de su miembro a placer, y combinaba la presión de ella, con la de los labios y garganta. Le apetecía mucho lamer esa maravilla de carne, como si fuera un caramelo, a todo lo largo y ancho.

Él la tomo por la cabeza y la separo. La acomodó nuevamente sobre la mesa, pero esta vez boca abajo. Ella sintió el frío de la mesa en sus senos sensibles, provocandole una mezcla de ardor y placer. No pudo evitar gemir anticipando lo que venia..., lo que sentiría..., lo que le haría… Y así fue. Comenzó a sentir como el glande de ese pene erecto comenzaba a empujar en su húmeda vagina. Ella siempre fue estrecha y ante tanta excitación sus paredes estabas completamente contraída. Pero no importó. Él empujo suave pero firme y constante. Su vagina aun latía por los orgasmos que había tenido minutos antes a causa del asalto de los dedos de él. El constante roce, fue una sensación maravillosa. Tambien para él, y un pene supersensibilizado por la reciente mamada.

Logro meterla entera tras lo cual permaneció quieto. Ella no pudo evitar comenzar a contraer sus paredes vaginales, contrayéndolas y aflojándolas a su nivel máximo. El con su pene mas erecto que nunca, empezó a moverse ejerciendo una presión, enloquecedora dentro de ella, que ya gemía sin controlarse. El quiso usar su ano también, totalmente expuesto en esa postura. Ella no se lo iba a oponer, pues le pertenecía. A ritmo de acometidas en su vagina, él metiendo uno de sus dedos en el ano, se lo movía en redondo, o metiendolo muy profundamente, o incluso doblándolo dentro y frotándolo con fuerza. La excitación crecía vertiginosamente. Los movimientos de su tremenda verga, ya no eran lentos. Se aceleraban por segundos aumentando la presión. Ella se asía con fuerza a los bordes de la mesa, los ojos cerrados, sin parar de gemir, y pidiendo más, más, a puro grito.

-"No te detengas.. por favor... Sigue.. Sigue. Me vieneeeeee! Un poco mássssss. Más dentro! Sí..., sí... Asiiiií. Mmmm Ah, ahhhh!!!!

Su cuerpo comenzó a retorcerse indicando que llegaba al orgasmo. Él también. Su cuerpo temblaba de placer y el sudor lo cubría completamente. Ella siente un calor derramándose en su interior…llenándola. Tras las primeras vigorosas sacudidas, ella, sin poder moverse, quiere sentirlo todo una vez más, contrayendo de nuevo su vagina, estrujando el pene para extraer todo semen que de él. Las últimas embestidas de él, con los dientes apretados, no tienen más misión que descargar lo mas adentro de ella posible, mientras ella grita de dolor y placer...

Todo termina. Ambos, satisfechos y temblorosos…, en un silencio de complicidad. Se miran y sonríen. Saben que no pasara mucho tiempo antes de volver a empezar