Sudor

Estamos en agosto. Es domingo. Hace mucho calor.

Estamos en agosto. Es domingo. Hace mucho calor. Es el verano más calientes desde hacía muchos años. Es mediodía y estás sentada en la cocina, recién levantada, leyendo el periódico y tomándote el café. El aire acondicionado no funciona. Tienes mucho calor.

Estás sentada entre dos sillas, con el culo en una y los pies en otra, apoyando la espalda en la pared fresca de azulejos, los muslos separados para dejar correr el aire, los pies descalzos. Vistes bragas y camiseta nada más, pero de buen grado te quitarías la camiseta si no fuese porque la ventana está abierta.

Levantas la mirada del periódico y me ves entrar en la cocina, soñoliento, con el boxer que uso de pijama como única prenda. Me acerco y te beso.

-Buenos días -digo adormilado.

Levantas los pies de la silla para dejarme sentar y los colocas en mi muslo. Están húmedos de sudor y resbalan sobre mi piel. Los colocas mejor y sientes mi sexo flácido en mi entrepierna por lo que tienes cuidado al acomodar tus pies allí. Enseguida notas como crece, y te gusta.

El calor es sofocante. Me sirvo café y mientras me lo tomo acaricio tus piernas y tu sigues leyendo el periódico. Comienzo a despertar y a ser consciente del calor y de la humedad que se condensa en cada pelo de mi cuerpo. Al cabo de un rato me gotea sudor por todo el cuerpo. Más que una cocina lo nuestro parece una sauna.

-Me voy a dar una ducha, ya no aguanto más -te digo y me levanto de la mesa con poco ánimo y cansado.

Acabamos de despertarnos, pero el calor nos aplasta contra el suelo y nos hace parecer pesados, cansados como si llevásemos todo el día haciendo ejercicio. Camino por el pasillo lentamente hacia nuestro dormitorio. Tu me sigues silenciosa, como enfurruñada por el calor. Cojo un pantalón corto y me dirijo al baño. Estás lavándote la cara con agua fría.

-Tengo mucho calor -me dices mimosa como una niña.

Te has mojado la camiseta y tus pezones erectos por el agua fría se pegan a la tela. Te sonrío. Me desnudo. Me apoyo en el lavabo y me miro al espejo adormilado. Cuando me giro me das un azote en el culo y un pellizco. Me meto en la ducha cerrando la mampara de cristal detrás de mi. Abro el grifo y dejo que salga agua fría pero no demasiado. Me quedo durante un buen rato ahí de pie, dejando que el agua me refresque todo el cuerpo. Que gusto.

De pronto noto tu presencia detrás de mi. No sé como, pero sigilosamente has entrado desnuda en la ducha. Te acercas y me abrazas. Me doy la vuelta y te abrazo. Te beso apasionadamente y acaricio tu espalda. Nuestras manos juegan con el agua en nuestros cuerpos y nuestras lenguas juegan entre si. El agua fría nos empapa y refresca. Notas mi pene erecto contra tu vientre. Mis manos bajan a tus nalgas y las sopesan, juegan con ellas, las separan. Te separas de mi.

-Date la vuelta -dices.

Yo cierro el agua y apoyo las manos en la pared. Untas tus manos con jabón y comienzas a enjabonar todo mi cuerpo, desde la cabeza hasta los pies. Me encanta. Acaricias todos los rincones de mi cuerpo, enérgicamente en algunas zonas, suavemente en otras.

-Gírate otra vez -vuelves a decir.

Ahora me quedo de pie mirándote. Has cogido el champú. Comienzas a lavarme el pelo. Yo unto mis manos en jabón y comienzo a enjabonarte a ti, pasando mis manos firmes por toda tu anatomía, tus pechos, el cuello, la espalda, el culo, el pubis, las piernas. Cuando creo conveniente que te des la vuelta te hago girar. Estoy todo lleno de jabón y tu empiezas a estarlo. Sigo por todo tu cuerpo y ahora eres tu la que te dejas enjabonar. Me lleno las manos de champú y te enjabono la cabeza.

Al final, completamente enjabonados los dos, nos abrazamos, resbaladizos. Jugamos un rato rozándonos el uno contra el otro. Nos  abrazamos y presionamos tus pechos y mi pene el uno contra el otro. Tus manos me recorren por detrás y las mías hacen lo mismo en ti. De pronto separas mis nalgas y un dedo enjabonado se atreve a penetrarme ligeramente. Te muerdo el cuello en respuesta. Busco tu ano y hago lo mismo, te meto la punta de mi dedo suavemente gracias al jabón. Tu me muerdes una oreja. El sabor del jabón te hace escupir.

Abro el grifo del agua y una lluvia fuerte y fría nos empapa, arrastrando el jabón por nuestra piel. Seguimos así, abrazados, uno con un dedo en el culo del otro, excitados. Nos comenzamos a besar apasionadamente. Te hago girar y te abrazo desde atrás. Con una mano acaricio y juego con tus pechos, mi pene presiona desde abajo tu culo y tu entrepierna; la otra mano la deslizo para masturbarte lentamente, separando los labios de tu preciosa entrepierna, penetrándote, jugando con tu clítoris. Tu echas los brazos hacia atrás y me acaricias con una mano la cabeza y con la otra las nalgas. Mi boca besa y muerde tu cuello, tu mandíbula, tu oreja. Una de tus manos busca mi pene, lo acaricia y frota, me masturba. El agua sigue mojándonos, ya sin jabón, fría y fuerte.

-Penétrame -me dices al odio, susurrando, como para que no nos oigan.

La mano que te masturbaba te coge una pierna y te hace apoyar un pie en el borde de la bañera. Doblándome por la cintura, presionando mi pecho contra tu espalda, te hago agachar ligeramente y de pronto notas que mi pene entrar poco a poco en tu coñito. Un lento gemido de placer sale de tu garganta. Una vez dentro me quedo quieto, abrazándote y besándote. Tu me acaricias los glúteos, abrazándome hacia atrás. Poco a poco me muevo de dentro a fuera y tu te agachas, colocas las manos en la pared. El agua cae fuerte, fría, entre tu espalda y mi pecho, en tu culo.

Seguimos durante un rato así, jadeando los dos, sudando bajo el agua. Te acaricio la espalda, de vez en cuando tus pechos, poco a poco la excitación va en aumento. Con el pulgar de mi mano izquierda te acaricio el culito, ese agujerito tan apretadito, jugando, presionándolo. De pronto te la saco. Te doy la vuelta y nos abrazamos con fuerza mientras nos besamos con pasión. Sujetándote de mi cuello, de un salto subes a horcajadas a mi cadera. Con una mano te sujeto del culo y con la otra me ayudo para penetrarte de nuevo. Te abrazas fuerte a mi mientras te penetro de dentro a fuera y a dentro de nuevo, contra la pared de la ducha, sujetándote por las nalgas, besándonos muy húmedamente. Con un dedo comienzo a jugar en tu culo y cuando lo noto relajado lo penetro al tiempo que me muerdes en el cuello. Gimes abrazándome con fuerza. Yo aumento la velocidad de mis entradas en tu cuerpo. Poco a poco se acerca el orgasmo. Yo estoy a punto y tu también. Comienzas a gemir con fuerza mientras el agua cae sobre nuestras cabezas, yo acelero y tu me aprietas, mis manos te sujetan, mi dedo te penetra y mi pene se entierra una y otra vez en tu coñito. Durante breves pero intensos segundos nuestros cuerpos se agitan en una oleada de placer inigualable, al tiempo, al unísono, acompasados.

Nuestras respiraciones son fuertes. Seguimos en la misma posición pero ahora muy quietos. Tus manos en mi espalda, mis manos en tus nalgas, mi boca en tu cuello, tus piernas enlazadas entorno a mi cadera, mi dedo y mi pene en tu interior. El agua cae sin cesar sobre nosotros. Nos besamos dulcemente. Apoyas la cabeza en mi hombro y te beso el otro, lo mordisqueo.

-Tengo pis -dices mimosa. -Es que estoy de bien así -te digo. -Yo también, pero tengo mucho pis.

Poco a poco salgo de ti y te dejo de pie en el suelo de la bañera. Nos aclaramos del todo. y salimos de la ducha. Me pasas mi albornoz y te pones el tuyo. Con una toalla comienzas a secarte el pelo y yo mientras me seco con otra toalla. Nos miramos, de vez en cuando. Te saco la lengua y tu me contestas con la tuya, con cara de niña traviesa. Te colocas la toalla en la cabeza como sólo las mujeres sabéis hacerlo, te quitas el albornoz y te sientas en la taza. Haces pis. Yo me quito el albornoz y me pongo el pantalón corto. Cuando terminas te limpias y te me acercas.

-Te quiero, ¿sabes? -dices arrimándote. -Si, pero yo te quiero más. -No.

Salimos del baño. Tu vas al dormitorio, desnuda, con la toalla en la cabeza. Yo me voy al salón y pongo la tele. Me siento en el sofá, cubierto con sábanas viejas para que no se manche de sudor ahora en verano, estiro las piernas sobre la mesa y hago zapping. Al rato vienes ya vestida. Te has puesto una bragas y una camiseta ajustada de tirantes. Te tumbas en el sofá colocando tu cabeza en mis muslos. Me gusta sentir tu pelo mojado y frío en mis piernas. Con una mano juego con tu pelo y con la otra sigo con el mando de la tele. Pongo una serie y estamos así, vagueando, viendo la tele durante por lo menos media hora, olvidando el calor. Pero está ahí, el calor sofocante no ha desaparecido. Al cabo de unos minutos estamos sudando de nuevo.

De pronto te levantas y te veo caminar hacia la cocina. Tu culo perfecto en esas braguitas negras se mueve al caminar y me encanta. Cuando te pierdo de vista sigo viendo la tele. Ha terminado la serie y hago zapping. Al cabo de unos minutos regresas con dos vasos de cocacola muy fría con hielos. Me das uno y te sientas en el sofá con tus piernas estiradas y cruzadas sobre las mías. Bebo y compruebo que la cocacola tiene algo de ron y limón.

-¿No es muy pronto para un copazo? -Es que no apetecía la cocacola sola.

Te sonrío y sigo bebiendo. Tu bebes a sorbitos con una pajita. Es la hora de las noticias y dejo un canal para verlas. El mando se queda por fin en la mesa. Durante un rato seguimos ahí, quietos, sudando, viendo las noticias, comentando algunas. Me levanto.

-¿Tienes hambre? -Algo, pero me da pereza hasta comer. -¿Comemos algo de fruta fresquita? -Humm, vale.

Voy a la cocina. Saco un bol grande de cristal y comienzo a lavar manzanas, peras, uvas, cerezas, fresas, melocotón, corto algo de sandia y melón. Tras cinco minutos la fruta se mezcla en el bol, cortada en trozos grandes para poder comerla con la mano. Cojo la botella de cocacola del frigorífico y regreso al salón. Dejo la botella sobre la mesa. Me haces sitio en el sofá y me siento detrás de ti, tu con al espalda apoyada en mi pecho. Comenzamos a comer la fruta. De vez en cuando tu me das un trozo y otras veces soy yo quien te da de comer la fruta. Yo con una mano como fruta y con la otra te acaricio la tripa.

Estamos un rato así, sudando, viendo la tele, comiendo fruta. Después de un rato comienzas a acariciar mi pierna. Entonces noto algo frío. Estas pasándome una fresa por la pierna. Te muerdo el cuello.

-¿Qué haces? -pregunto. -¿Yo? Nada -dices-, no me muerdas.

Cojo un trozo de pera y te lo pongo en la cara.

-¡Ah! Lo que has hecho -dices. -¿Yo? Nada -contesto riendo y me como el trozo de pera.

Te separas de mi y con un movimiento rápido me aplastas un trozo de sandia en el pecho. Te miro con una sonrisa pícara. Entonces comenzamos una pelea en el sofá. Yo pretendo sujetarte e inmovilizarte y tu intentas evitarlo. Nos reímos y tu gritas. Forcejeamos, tu das patadas al aire hasta que una no da en el aire. De repente grito yo, te suelto y me separo hacia el otro extremo del sofá. Me quedo muy quieto, casi inmóvil acurrucándome y dándote la espalda.

-¿Qué pasa? -dices ya sin reír, acercándote. -Me has dado una patada en los huevos -digo retorciéndome de dolor. -¡Ay! No me he dedo cuenta. Lo siento -dices acariciándome la espalda y dándome un besito.

Entonces yo, sin que tu te des cuenta alargo el brazo y cojo un trozo de melón. Poco a poco me incorporo, sentándome y tu me miras, pero no ves que el melón está en mi mano. Me besas. Te beso.

-¿Te duele? -Se va pasando.

Con un movimiento rápido meto mi mano armada bajo tu camiseta y te aplasto el trozo de melón en las tetas sobándolas bien, mojándolas, mientras te quedas muy quieta con cara de asombro. Me separo de ti y me río. Tu te ríes pero no quieres reírte.

-¡La has cagao! -dices.

Te quitas la camiseta. Yo me armo con dos trozos de sandia uno en cada mano. Todavía me duele la patada pero comienzo a excitarme. Me arrodillo en el sofá. Tu tienes un trozo de pera en una mano y otro de melocotón en la otra. Te me acercas y mientras me untas de fruta por la espalda al abrazarme yo meto un trozo de sandia en tus bragas y el otro te lo paso también por la espalda. Al notar la sandía fría en tu entrepierna te echas para atrás y yo aprovecho para apretar mi mano contra la tela de tus braguitas con la sandia dentro.

-¡HALA, HALA, HALA! -dices con cara de pocos amigos mientras yo me descojono de risa.

Sacas la sandia y me la aplastas en la cara. Entonces me aplastas un trozo de melocotón en el pecho y me metes uno de pera en los calzoncillos, entre mis glúteos. Yo no me resisto. No puedo para de reírme y tu aprovechas para seguir rebozándome todo el cuerpo con jugo de frutas. Entonces comienzas a besarme apasionadamente por todo el cuerpo y me chupas recogiendo el zumo. Yo te acaricio con mas fruta por todas partes y también te chupo, el cuello, los hombros. Me pongo encima de ti y sobo tus pechos con sandia, melocotón, melón y luego me como los trozos, te los doy de comer, mientras nos besamos y lamo tu piel. Las sábanas que cubre el sofá esta empapada y la fruta aplastada por todas partes.

Entonces tu mano se mete en mis calzoncillos y acaricias mis huevos y mi pene que de nuevo está duro y palpitante. Yo busco tu entrepierna y te quito las bragas húmedas de fruta, sudor y excitación, sumergiéndome entre tus piernas para saborear tan delicioso cóctel. Me acaricias la cabeza, mientras comes cerezas y sientes mi lengua recorrer tu sexo. Estás excitada. Me dejas hacer. Entonces subo por tu vientre hasta tus pechos. Allí los masajeo mientas los lamo, beso y muerdo. Tus manos regresan al interior de mis calzoncillos. Me los bajas y me deshago de ellos. Me tumbo sobre ti y te beso en la boca. Dejo que sientas mi peso sobre tu cuerpo, mientras te acaricio los brazos, tu acaricias mi espalda hasta el culo y sientes mi pene palpitar contra tu tripa.

Me incorporo y de nuevo busco tu entrepierna. Cojo una fresa y la meto en mi boca, la ensalivo. Tu me miras como indecisa, no sabes si voy a hacer lo que tu crees. Entonces comienzo a meter la fresa en tu interior, mientras cierras los ojos y te concentras en sentir cada pepita rozar contra tu piel. La dejo un poco allí dentro si soltarla, mientras beso y juego con mi lengua en tu vulva, en tu clítoris. Entonces la saco y te la doy a comer. La muerdes. Me besas y yo muerdo lo que queda de la fresa. Nos besamos.

Entonces eres tu la que  tomas las riendas. Me haces tumbar. Coges melocotón y lo frotas por toda mi entrepierna; lo aplastas y me empapas la zona de zumo. Luego lo lames todo, mis huevos, mi pene, mi pubis, incluso me haces doblar para lamerme el ano lleno de jugos dulces de fruta. Te metes mi pene en la boca y lo saboreas, succionas buscando zumo, y encuentras un sabor salado de excitación. Yo estoy extasiado.

Cambiamos de postura. Mi cabeza busca tu entrepierna mientras tu boca juega en mi pene, mis huevos, mi culo. Me muerdes, me lames, y succionas. Yo te lamo beso y mordisqueo. Estamos muy excitados los dos. Después de un rato estas a punto del orgasmo. Mi lengua recorre tu vulva mientras te penetro con un par de dedos y mi otra mano juega en tu ano. Al tiempo tu lames y succionas mi pene y penetras levemente mi ano de vez en cuando.

Tu respiración aumenta de ritmo, dejas de darme placer y te concentras en el tuyo. Yo sigo lamiendo y besando y de tu interioro brota cada vez mas excitación. Comienzas a jadear y poco a poco vas llegando a un profundo y lento orgasmo. Yo me afano e intento mantener el ritmo mientras me incorporo para poder besarte en la boca mientras te corres. Estamos sudando y pringosos de fruta. Finalmente terminas por correrte intensamente entre mis brazos con dos de mis dedos en tu interior. Yo me detengo dejándolos dentro cuando veo que has terminado y tu me abrazas.