Sucumbi a los encantos de mi cuñada

Verano, calor, agua y mi cuñadita de tanto tiempo llevaba volviéndome loco consiguió que perdiera mis principios

En este relato os contare como después de años sucumbí a los encantos de mi cuñada.

Soy un hombre de 30 años, casado desde hace cinco años y con un hijo de dos. La relación con mi mujer comenzó hace doce años y ha tenido muchos altibajos. Ahora nos encontramos en una situación de costumbrismo en la cual, el sexo es rutinario y más bien escaso. No se si es que yo necesito mucho sexo o que mi esposa más bien poco (creo que uno o dos polvos al mes es poco para cualquier hombre). La verdad es que por lo demás nos llevamos bien, discusiones de vez en cuando como en todas las parejas. Y nuestro hijo que nos une, por el cual luchamos contra la vida y sus traspiés, y que al fin y al cabo es el motivo que nos hace levantarnos por la mañana y seguir adelante con nuestra relación.

Pues bien, como os contaba, a pesar de tener una buena relación, considero que mis relaciones sexuales son bastante escasas, y después de muchos años de fidelidad, decidí que esto no podía seguir así, que ya lo había hablado demasiadas veces con ella y todo seguía igual, y yo necesitaba más. No estaba dispuesto a buscar fuera lo que necesitaba. Llevando bien la relación, y solo necesitando sexo, me podía haber ido de putas, pero era algo que tampoco estaba dispuesto a hacer. Lo que tenia claro es que desde que estaba con ella había dejado escapar muchas oportunidades claras, y que eso es lo que haría, buscar señales, aprovechar las oportunidades que se me cruzaran por las narices y a las que antes no hacia ni caso.

En esta ocasión os voy a contar mi última experiencia, la más fuerte para mí por lo que conlleva y la que me ha animado a escribir mis relatos. Necesito contárselo a alguien, pero como podréis leer se trata de mi cuñada (Verónica), mejor dicho, la mujer de mi cuñado (Fernando), por lo que no lo puedo hablar con nadie conocido, así que paso a relataros los acontecimientos.

Mis suegros tienen una parcela en un pueblo no muy lejano a Madrid, lugar en el que resido con mi familia. Debido a la cercanía que tiene a mi casa, la usamos para pasar los fines de semana y parte de los veranos allí. Fernando (el hermano de mi mujer) vive con su familia en dicho pueblo por lo que siempre que estamos allí, suelen pasar por la parcela y pasamos muchas horas juntos. Ellos llevan casados un año más que nosotros y tienen un hijo unos meses menor. Verónica (mi cuñada) siempre me ha llamado la atención, es rubita, pelo lago, guapa de cara, ojos verdes, tiene mi altura más o menos (1,75 cm). Su culo es hermoso, un poco ancha de caderas, pero eso le hace el trasero más apetecible. Sus pechos son bonitos, ni grandes ni pequeños, están en proporción con su cuerpo. Y unas piernas largas y también bien formadas, sin celulitis ni nada.

Al principio no aparecían mucho por la parcela. Toda la familia de ella esta en ese pueblo y cuando no estaban con unos estaban con otros. Cuando venían me daba la sensación de que era un poco áspera, y que pasaba de nosotros. Pero con el tiempo y con el nacimiento de los chicos, la cosa cambio y de donde no salían casi era de la parcela. Poco a poco nos fuimos haciendo buenos amigos y nos echábamos nuestras risas y ratos juntos, charlando, mientras mi mujer y su hermano hablaban de sus cosas.

Mis suegros tienen una piscina en la parcela, así que en verano os podéis imaginar. Mi cuñada en la piscina con sus bikinis, a cada cual más provocativo. Y yo con el poco sexo que me da mi mujer. Más de una vez me he tenido que quedar largo tiempo en el agua hasta que se me bajaban las erecciones.

Al principio fueron solo juegos tontos. Pasar buceando y rozar una de sus piernas, hacerla una ahogadilla aprovechando para rozar sus pechos o caderas. Siempre con miedo a la posible reacción, que nunca se producía. Jamás se quejó, pero tampoco me parecía que se diese cuenta de lo que yo hacía adrede.

Cuando se tumbaba a tomar el sol mis ojos se la clavaban tanto que en alguna ocasión me pillo mirándola los pechos o su sexo marcado por su braga del bikini. Ocasiones en las que yo solo recibía eso, su mirada clavada en la mía, sin quejarse, sin taparse, sin molestarse. Ella no se tapaba, solo me miraba. Como comprenderéis yo me cortaba y dejaba de mirarla.

Cuando se cambia de ropa y se pone el bikini deja la ropa doblada en la habitación que hay al lado del baño de la planta baja, en la que esta la piscina. En varias ocasiones, cuando todos estábamos fuera disfrutando de la piscina, he entrado a la casa para ir al baño. Me he escabullido ha esa habitación y he olido sus bragas. Su olor es delicioso, intenso, fuerte, que te invita a desear comerse ese coño. Después de olerlas me introduzco en el baño, y me pajeo hasta reventar pensando en los pechos y nalgas de mi cuñada.

Pero este año la cosa ha sido distinta, mis suegros han aprovechado para irse de vacaciones a Paris, y además ha coincidido que mi mujer y yo hemos tenido las vacaciones distintas, al igual que Fernando y Vero. Como ya os he dicho antes, la parcela esta muy cerca de Madrid, donde residimos y trabajamos mi mujer y yo. Por eso es que en verano nos mudamos allí para que el niño este mejor y pueda aprovecharse de la piscina. El caso es que este año ha coincidido que la primera semana de Agosto estaban trabajando mi mujer y su hermano. Mis suegros en Paris, yo de vacaciones en la parcela solo con el niño desde las ocho de la mañana, hora a la que mi mujer se iba a trabajar hasta las seis de la tarde. Vero también estaba sola en el pueblo ya que él estaba trabajando en esas fechas y ella no trabaja.

La costumbre es que Vero viene todas las mañanas a la parcela para que nuestros hijos se bañen juntos y por la tarde si Ferdando no llega demasiado cansado vienen los tres. Así que durante la última semana de Julio, estábamos ella y yo solos en la piscina todas las mañanas, con los dos niños, y mi suegra limpiando la casa o haciendo la comida. Nuestros respectivos trabajando. Esa semana ha sido la que mas visitas he hecho al baño, asomándome por la ventana, y cascándomela mientras la miraba, no sin antes haber visitado la habitación para recordar su olor.

El viernes, nos encontrábamos bañándonos. Ella se salió del agua y se puso en una tumbona a tomar el sol. Desde dentro de la piscina no podía observar nada, por lo que como los niños ya se defienden bien con los manguitos de aire, me salí de la piscina sentándome en el borde, con las piernas metidas en el agua por si me tenia que tirar a por alguno de los niños si se desmadraban. Podía ver a mi cuñada tumbada en la tumbona, estirada, todo lo larga que es. Se había quitado los tirantes del bikini y bajado un poco los aros supongo que para que le diera el sol en más pecho, pero mi sorpresa es que pude apreciar como asomaban por encima casi la mitad de las aureolas marroncito oscuro de sus pezones. Ufff, imaginaros como se me puso aquello. Yo hacia lo posible para disimular mi dureza, pero era prácticamente imposible, y me percate de que ella me la estaba mirando. Me corte y me tape. Ella lejos de avergonzarse o enfadarse me sonrío, cosa que me dejo helado y descolocado ya que siempre que me pillaba ni se inmutaba. Esta vez, al contrario, además de la sonrisa levanto sus rodillas al aire y abrió sus piernas, dejándome ver como se intuía su rajita debajo de su bikini. Mi polla se endureció mucho más hasta el punto que me fue imposible esconderla. Ella soltó una carcajada y yo cortado y ruborizado me tire al agua para que se me bajase la excitación. Al minuto, como salvado por la campana, la voz de mi suegra desde la cocina nos llamo para comer, saque a los niños del agua, ella al ir a coger al suyo acaricio mi mano con la suya. La retire asustado, la mire a la cara, pero ella no me miro, solo secaba a su hijo.

Pasamos a comer, y no me atreví a mirarla en toda la comida. Nos fuimos a echar la siesta, mi hijo y yo en la parcela, y Vero y el suyo a su casa, a esperar a Fernando.

Esa tarde él llego cansado por lo que no vinieron, y el sábado tuvieron un cumpleaños en la familia de ella, así que fue otro día más para dejar que la cosa se enfriase, deseando que las aguas volviesen a su cauce, esperando que no le hubiese comentado nada a mi cuñado.

El domingo era el último día que estaban mis suegros en casa ya que al día siguiente volaban a Paris. Mi suegro compró de todo para hacer una barbacoa y pasar todos el día juntos. Mi miedo era mayúsculo ya que temía ver la cara de Fernando, con miedo como he dicho a que supiese algo de la pillada que me hizo mi cuñada. La verdad es que se me paso todo el miedo, y por que no decirlo, aumento mi deseo cuando entro él por la puerta y me dio un apretón de manos y un abrazo muy amistoso, como hacia siempre. Me puse a pensar en por que mi cuñada no dijo nada, y mi fantasía voló y me di cuenta de que quizás a ella le hubiese gustado que la mirase, además en ese momento caí, ¿por qué le iba a contar nada, si ella fue la que siguió el juego abriendo las piernas? En ese momento me volví a calentar y no pude evitar el ir al baño a darme un repaso, para que no estuviese sobre excitado cuando llegásemos a la piscina.

Ese día transcurría con normalidad, hasta que mi suegro se le ocurrió preguntar:

  • Vero, ¿qué vas ha hacer esta semana? Traerás a Iker a bañarse ¿no?

Ella dijo que no, que aprovecharía las mañana para hacer cosas, y cuando llegase

Fernando vendrían. A lo que Esther (mi mujer) dijo:

  • Vero, llevas todo el verano viniendo por las mañanas y ahora te vas a cortar de que Juan (que así me llamo yo) este solo con el niño. Venga chica, si hay confianza de sobra. Además aprovéchate que le toca cocinar a Juan toda la semana.

En ese momento me quede de piedra, y pensaba en Esther, si supiese lo que yo hacia en el baño pensando en su cuñadita iba a decir las palabras que estaba diciendo. Vero acepto venir a bañarse con Iker, pero no a quedarse a comer, decía que ya iba a molestar bastante sin dejarme estar a mi rollo como para encima quedarse a comer. Paso el día, entre chuletas, chorizos, cervezas y risas, pero mis risas eran ficticias ya que solo pensaba en el día siguiente. En los cruces de miradas y en la reacción que Vero tuvo el Viernes y en que como continuarían las cosas. No tengo ni que decirles que esa noche no dormí nada.

Por la mañana Esther se fue temprano a trabajar, y mis suegros también madrugaron para ir al aeropuerto de Barajas. Aproveche para hacer pronto la comida. Cosa de poco, unos macarrones con atún que a mi hijo le encantan. Se acercaba la hora de que Iker y Vero llegasen y yo estaba cada vez más nervioso. Llamó, abrí, dos besos en las mejillas, todo normal. Me fui a la piscina con los niños y ella paso a cambiarse como siempre. Salió despampanante como siempre. Se ducho antes del baño, yo aproveché para mirar como resbalaba el agua por sus pechos, por su cintura, su vientre, sus caderas, esas que tanto me ponen. Siempre había alguien y no podía mirar ese momento. Nada más que echar una miradita furtiva de reojo de vez en cuando. Hoy fue mi día para recrearme. Yo otra vez duro, sus pezones emergían como montañas debajo de su bikini, después de la ducha fría. Como me puso eso. Metí mi mano debajo del bañador y agarre mi verga para darle un poco de animo, aunque no le hacia mucha falta.

Salto a la piscina de cabeza y paso por debajo de los niños buceando, que nadaban con sus manguitos y al pasar a mi lado, rozo mi pierna derecha con su mano. Yo me puse nervioso de pensar si fue casualidad o una señal. Como ya os he dicho al principio me canse de dejar pasar señales en mi vida. Así que hice lo mismo, cruce la piscina buceando y al pasar por su lado acaricie uno de sus muslos. Cuando salí del agua, ella estaba sonriéndome. Volvió a bucear y al pasar de nuevo por mi lado me agarró la polla. Me puse a reír nerviosamente. Ella también. Fui a su lado y la dije al oído:

  • ¿Qué estamos haciendo?

  • Dejarnos llevar.- dijo ella.

  • Pero Fernando y Esth……

Ella me tapo la boca con sus labios, sin miedo a los niños, ellos son pequeños y no se enteran de nada. Yo alucinaba de lo que me estaba pasando, fantasee con ello durante mis pajas, pero jamás imagine que se pudiera hacer realidad. Después de un largo, húmedo y profundo beso me contesto:

  • Fernando y Esther hablan de todo como buenos hermanos que son, y le ha contado muchas veces las quejas que tienes sobre la poca cantidad de sexo que ella te da. Como comprenderás, Fernando y yo nos lo contamos todo, no tenemos secretos. A mi me da pena que estés en esa situación y quiero poner mi granito de arena para que estés contento. Y por Fernando no te preocupes, que somos muy liberales, El también se folla lo que se le pone a tiro. Mientras que Esther no se entere no habrá ningún problema.

Después de ese beso tan caliente, y de sus palabras, ya no podía ver más allá de los pechos y el culazo que tenía delante y con el que tantas veces me había masturbado pensando en él. Y con lo hambriento que estaba decidí no dejar pasar esta ocasión. Mire a los niños y estaban en el otro extremo de la piscina con una pelota. La abrace y le comí la boca rodeándola con mis brazos fuertemente. Ella respondió metiendo su lengua dura y húmeda en mi boca y jugueteando con la mía. Nos abrazábamos fuertemente, y decidí bajar mis manos hacia esos cachetes que me vuelven loco. Agarre su culo y la empuje contra mí para que notase mi miembro erecto contra su concha. Ella me susurra al oído.

  • Juan, ¿así de dura se te pone cuando juegas con mis bragas?

  • Pero, ¿Cómo sabes?

  • Las chicas sabemos como dejamos nuestras cosas, y cada vez que vas al servicio cuando estoy en la piscina, dejas las bragas de otra forma, parecida, por no igual.

Me quede helado, creía que era cuidadoso y que lo dejaba todo en su sitio, pero no era así.

  • Y bien, dime que hacías con ellas exactamente, no sabes las veces que me he ido mojada a casa de saber que tu habías estado con ellas y que ahora estaban tocando mi coñito.

Ufff, yo estaba cada vez más cachondo y le conté que las olía, que me encantaba su olor, y que deseaba cada vez que lo hacia saborearlo en vivo, las lamia y que en ocasiones me rozaba la polla con ellas. Luego me metía en el baño y me pajeaba pensando en su concha. Me dijo que ya sabía que me pajeaba. Que la semana pasada me vio mirándola por la ventana, cuando ella tomaba el sol con sus gafas oscuras, y que veía como mi hombro se movía. Después de estas palabras metió su mano por mi bañador y agarro mi mástil moviéndola de arriba abajo. Acerco de nuevo su boca a mi oído y me susurro:

  • No te preocupes que hoy no lo vas a hacer solo.

Siguió masturbándome mientra me besaba de nuevo. Me comía los labios a mordisquitos, mordió el lóbulo de mi oreja, y luego mi cuello. Yo estaba a mil y ya no había marcha atrás. Le quite la parte de arriba de su bikini. Que delicia de pezones, sus aureolas son grandes, y sus pezones estaban bien erectos, duritos, largos. Sus pechos redonditos. Como ya os dije en su medida justa. Me di un festín con ellos. Baje mi cabeza para poderlos degustar. Lamí sus pechos enteros, mordisquee sus pezones, con mi lengua dura daba círculos sobre sus pezones y luego los aprisionaba con mis dientes, para jugar con ellos dentro de mi boca. Ella respiraba cada vez acelerada. Acariciaba mi cabeza y la empujaba contra sus pechos para que lo hiciese con más fuerza. Mientras así lo hacia baje mi mano derecha y la metí por su braga. ¡Joder que delicia! No tenia ni un pelo. Estaba empapada, y no era precisamente por el agua, su humedad era espesita. Acaricie su clítoris haciendo círculos con mi dedo pero ella me agarró la mano y la bajo para que la penetrase con mis dedos. Así lo hice, primero con el índice y el corazón, despacio, entrando todo lo que podía dentro de ella, y luego saliendo casi por entero. Así hasta que estuvo bien dilatada, luego añadí el anular, ella gemía de gusto. Mientras nos besábamos de nuevo bien profundo. Agarro de nuevo mi polla y recorría mi mástil de arriba a abajo tirando bien de mi piel y sacando fuera mi capullo. Su mano bien prieta mientras me pajeaba, y yo con mis tres dedos dentro de ella acelerando cada vez más mi ritmo.

Aparte de ella mi cabeza para poder ver a los niños, estaban bien, jugando y desconectados de lo que sus padres tenían entre manos.

Seguimos con nuestros juegos, saque mi mano de ella y acerque mi rabo a su coño. La pregunte si tomaba algo y me dijo que la píldora. Ella sin mediar palabra empujo fuerte contra mi para introducírsela entera. Yo siempre he considerado que mi polla no es nada del otro mundo no es demasiado larga, unos 16 cm pero creo que si esta bien de diámetro, mas bien es gordita. Ella grito no me dio la sensación que fuese de placer. La pregunte:

  • ¿Estás bien?

  • Si Juan, esperaba que entrase mejor, me ha dolido un poco.

  • ¿Quieres que me retire?

  • No pares ahora cabrón.

Oírla insultarme me puso más si cabe. Me gire y la puse contra la pared de la piscina, ella rodeo mi cintura con sus piernas y comencé a empujar contra ella como si fuésemos dos conejos. Ella comenzó a jadear y al poco rato siguió gritando de placer. Se estaba corriendo y yo no podía más, comenzó a temblar mientras se corría y mi polla reventó en su interior, soltando largos chorros de semen calentito en sus entrañas. Yo también me estremecí. Cuando terminamos de corrernos nos quedamos quietos, así, abrazados, sin mediar palabra, ella se relajó y bajo sus piernas quedando los dos de pie dentro del agua. Nos besamos dulcemente. Y nos separamos. Colocamos nuestros bañadores y sacamos a los niños del agua. Ella me pregunto:

  • ¿Qué has hecho de comer?

  • Cosa simple, unos macarrones, no me quiero complicar la vida.

  • ¿Sobran?

  • ¿No decías que no te quedarías a comer?

  • He cambiado de idea, me he quedado con hambre – dijo ella echándose a reír-.

Yo la sonreí, la deje con los niños y entre en la casa para preparar los platos, menos mal que me gusta hacer siempre de más. Ellos jugaban con sus motos y ella los vigilaba. Cuando estuvo todo listo los llamé, y comimos como si nada hubiese pasado. Aunque el silencio reino durante la comida. Yo pensaba en Esther y en lo que había conseguido diciéndole a Vero que no se cortase y que se viniese. Cuando terminamos le dije que acostase a los niños en la habitación de abajo (donde ella dejaba siempre sus braguitas), que los pusiese en la cama de siempre y que ella aprovechase a quedarse en la otra cama, con ellos (así me podría ir a mi habitación y en mi cama masturbarme de nuevo recordando lo sucedido). Mientras yo me quede recogiéndolo todo.

Cuando termine me dirigí a mi habitación, no sin antes echar un ojo en la otra habitación a ver como estaban las cosas. En una cama los niños, los dos ya dormiditos, y el la otra Vero, también dormida. Llevaba puesta una camiseta de tirantes muy ajustada, y nada debajo. Se notaban sus pezones y aureolas. Abajo una faldita corta, y…… ¡no llevaba las braguitas!. Las busque para darme un festín con ellas pero no las encontré. Así que apenado me fui a mi habitación a darme duro pero apenado de no tener sus braguitas. Al llegar a mi habitación cual fue mi sorpresa al encontrarme junto la almohada sus braquitas con una nota que decía:

  • Espero que las disfrutes como siempre, estas son para ti. Para que me recuerdes.

Como poseído comencé a olerlas, chuparlas y masajeando mi polla con suavidad. Después de un rato así me las puse en la cabeza tapando mis ojos y dejando la parte de su sexo en mi nariz y boca para tener las dos manos libres, y acariciar mis huevos mientras me pajeaba. Estaba tranquilo, relajado, pero me asuste cuando de repente note algo húmedo que envolvía mi verga. Me incorpore asustado y pude ver que era la boca de Vero que la succionaba. Puso una mano en mi pecho y me empujo de nuevo contra la cama.

  • Joder Vero, que susto me has dado. No te he oído entrar.

  • Llevo un rato viendo lo que haces, y me he animado a ayudarte.

Envuelve de nuevo con sus labios todo el diámetro de mi mástil y se la traga entera. La mama dulcemente y va acelerando poco a poco y haciéndolo más duro. Yo la dejo hacer mientras huelo sus bragas y después de unos minutos la intento parar para no correrme, pero no me hace caso, y acelera su ritmo hasta que la muy guarra hace que me corra como si no lo hubiese hecho nunca, soltando chorros y chorros de semen de los cuales ella no deja que salga ninguno de su boca. La separo y la beso de nuevo, notando mi sabor en su boca. Me susurra al oído:

  • Juan. ¿no deseas saber como huele, como sabe, en persona?

No la contesto, solo la tumbo en la cama y abro sus piernas. Me sumerjo entre ellas y lamo su clítoris, poniendo mi lengua dura, y dando apretones contra él. Mientras juego con mis dedos en su entrada. Noto como comienza a fluir su humedad y me dispongo a saborearla, porque olerla huele a distancia. Es como me imaginaba, un olor fuerte, intenso, que te invita da darte un festín. No me lo pienso más y meto dentro de ella toda mi lengua, como si de una pequeña polla se tratase y recorro todo lo puedo su interior, sin dejar que se escape ni una gota de ese delicioso néctar. Ella arquea su espalda dejando su sexo más abierto para mí, abriendo bien sus piernas y acariciando mi cabeza empujando para que mi lengua entre bien dentro de ella. Con mi lengua todo lo dentro que puedo, comienzo a moverla en su interior dando círculos mientras le masajeo el clítoris con mis dedos, presionándolo, pellizcándolo, y dándole pequeños golpecitos. Comienza a gritar corriéndose, y temblando de nuevo, como si la estuviesen matando. De su sexo comienzan a brotar chorros de su flujo que inundan mi boca y que yo recojo con entusiasmo para no desperdiciar nada. Es calido y más bien espesito. Delicioso. Eso pone de nuevo mi polla a punto y se pone dura como nunca. Ella se da cuenta, y se incorpora sentándose encima de mí. Poniendo de nuevo su entrada en mi punta, pero ahora empuja despacito, haciendo varios movimientos para que entre poco a poco. Por lo que se ve se acuerda de la embestida de esta mañana. Una vez dentro comienza a cabalgarme yo me quedo en la cama sentado para poder devorar sus pezones, esos que me han enloquecido y ella comienza a gemir de nuevo. La agarro de sus nalgas y la empujo fuerte contra mi nardo. Suelto mi mano derecha y acerco mi dedo corazón a su boca para que lo chupe y humedezca. Una vez echo esto lo paso entre sus nalgas pasando mi brazo alrededor de su cintura. Lo pongo en su puerta trasera jugando con su ano, pero sin penetrarla por si no le gusta, a lo que ella me grita:

  • Hazlo.

Obedezco y penetro su ano con mi dedo todo lo que puedo. Ella jadea más alto. Puedo notar a través de su ano como mi polla entra y sale de su vagina, lo cual me pone mucho más caliente y mi polla más gorda si cabe. Ella lo nota, y comienza a cabalgarme a galope haciendo que mi orgasmo se adelante comience a correrme antes de lo que yo esperaba, ella nota mis chorros calientes llenándola de nuevo y se corre también, cayendo por mi verga la mezcla de sus flujos y mi corrida. Quedamos abrazados descansando y nos dejamos caer sobre la cama quedándonos dormidos.

Cuando suena mi reloj a las cinco y media ella no esta. Voy a la habitación de los chicos y tampoco estaba Iker. Se había ido a su casa, supongo que para no dar pistas de que se había quedado. Yo me apresure a cambiar las sabanas pues no os podéis imaginar como estaban. A las seis como siempre llegó Esther de trabajar, y aprovechando que no había nadie, y que mi hijo estaba dormido, intento intimar conmigo rechazándola yo. Ella me pregunto que pasaba, y yo la dije que estaba cansado de esperar y que me había masturbado durante la siesta. Ella se molesto pero no es la primera vez que la rechazo cuando me hace pasar un largo periodo sin sexo, para que no crea que va a ser todo cuando ella quiera. Así que no sospecho nada.

La tarde transcurrió con normalidad y solos. Supongo que Fernando llegaría cansado del trabajo. Mi sorpresa vino por la noche, cuando Esther y el niño dormían y me puse a echar un ojo a mis correos. Recibí un correo de Vero en el cual me decía lo siguiente:

Hola Juan, hemos pasado un día muy divertido. Dice Fernando que se alegra mucho de que te lo hayas pasado también. Como ya te dije, él y yo nos lo contamos todo. Dice que estés tranquilo que por su parte no se va a enterar Esther, pero que nos debes una. Cuando se nos ocurra en que nos puedes ayudar ya te lo haremos saber. Esperamos que después del día que has pasado descanses bien. Besos.

Me quede helado. ¿Sería cierto que se lo había contado todo?

Esa semana Vero no volvió a venir por la mañana. Y por la tarde no se pasaron juntos hasta el miércoles. Yo estaba temblando. Ella me saludo con dos besos como de costumbre, y él, al darme la mano, me dijo.

  • Que tal campeón. Me debes una…..

Me puse colorado y miré al suelo. Trate de que la tarde pasase lo más tranquila posible, para que Esther no sospechase. Han pasado ya varias semanas, y ellos actúan como si nada hubiese pasado. Y yo trato de hacer lo mismo, pero me tienen cogido por los huevos, y no se cuando ni como se querrán cobrar la que les debo. Ya os contare.