Sucubo, el demonio sexual

La forma más placentera de perder energía. (Es el primero que subo... Toda crítica constructiva es bienvenida!)

Sucubo

Abrí los ojos lenta y de forma intermitente hasta que vislumbré el techo sumido en la más insondable oscuridad. Se me erizó la piel y noté que la ventana estaba abierta y las cortinas ondeaban al viento. Cuando las aparté, la luz de la luna entró pálida y plateada, iluminando mi habitación.

Desde allí veía el gran canal y debía admitir que cada vez me gustaba más Venecia. Al girarme al cabo de unos minutos de serenidad mis ojos captaron durante unos segundos la silueta negruzca de alguien abalanzándose sobre mí.

Caí encima de la cama sordamente y dos brazos encerraron mi cabeza, al igual que dos piernas mi cuerpo. Al alzar la mirada pude distinguir dos gemas tan plateadas como la luz de la luna e incluso más brillantes que ésta. Me quedé anonadado.

Una mujer deslumbrante, de una belleza indescriptible me tenía atrapado bajo su cuerpo. Era de piel pálida, tenía los labios más rojizos y sensuales que he visto en mi vida y su pelo negro caía ondeando hasta encerrar nuestros rostros entre cortinas semejantes al satén.

-¿Q-que…?

Antes de poder decir nada, sonrió y sus dientes brillantes me callaron. Se acercó lentamente, y pude oler su perfume. Me estaba volviendo loco. Me besó con suavidad, lentamente hasta que al cabo de unos segundos me atreví a cogerle la nuca y profundizar el beso.

Noté sobresaltado como se movía con lentitud, serpenteando el cuerpo sobre el mío, haciendo que nos rozáramos y mi miembro fue creciendo por momentos bajo los pantalones. Le quité la camiseta de color rojo vino estrecha que llevaba y vi que no llevaba sujetador. Le acaricié los pechos sin llegar a los pezones, que abarqué más tarde, rozando, pellizcando, y lamiendo.

Su mano sobó fuertemente mi pijama y no tardó en colar la mano, quitarme el pantalón y tocarlo lentamente, delineándolo con el dedo índice hasta legar a la punta y acariciarla con el dedo pulgar.

No sé como pasó pero algo se desató.

Comenzó a besarme, lamerme y morderme el cuello violentamente. Clavé mis dedos en sus muslos y le levanté la minifalda hasta dejársela en la cintura. Cuando la puse en la cama y tomé el control vi sorpresa en sus ojos pero no se resistió. Fui bajando sin dejar de acariciar su piel y cuando llegué al tanga de encaje negro se lo quité con rapidez, haciéndolo pedazos sin saber porqué.

Tenía el sexo depilado al cien por cien y estaba húmedo. Me acerqué y separé los labios mayores con la lengua, rozando con la nariz el clítoris hasta acariciarlo con la lengua. Estaba duro, caliente y húmedo y tenía ese sabor tan característico que tanto me gustó. Mientras seguía lamiendo su clítoris con fruición fui penetrándola con dos dedos y tal y como supuse, no opuso resistencia ya que estaba muy lubricada.

-Mmmmm…! Si! Si!

Su voz era profunda, sensual, excitante. Noté como mi miembro comenzaba a dolerme y antes de poder hacer nada ella ya estaba abarcándolo con la mano preparada para hacerme una mamada.

Sus labios rojizos, sin carmín, se fueron acercando al capullo y antes de nada la punta de la lengua recorrió mi pene desde la base hasta el glande, varias veces y sin prisa. Me ensalivó todo el tronco para seguido meterse el capullo en la boca, absorbiendo y pasando la lengua sin pausa.

-Joder

Le aparté el pelo de la cara para que no le molestase y me sorprendí de lo suave y terso que era. Pronto comenzó a tragárselo hasta el fondo y con la mano libre me acariciaba los testículos, presionando de vez en cuando la zona entre los testículos y el ano.

Cuando supe que me iba a venir le aparté la cabeza.

-No quiero correrme. Ahí no.

No hubo falta decir nada más. Cuan gato caminó a gatas hasta llegar a mi altura y se sentó sobre mi miembro, penetrándose a sí misma sin miedo. Estaba muy caliente y húmedo y ella no esperó a que me recuperase del susto.

Botó rápidamente sobre mi, y a pesar de que no pesaba nada, el somier chirrió. Al erguir un poco la cabeza pude ver como mi falo entraba y salía con rapidez de su vagina, también vi como brillaba tanto de mi pre-semen como de su lubricación. Me corrí al cabo de unos minutos y a pesar de ello, siguió botando sobre mi, corriéndose una y otra y otra vez, y mi pene seguía igual de duro.

-Aaaahhh…! –Se estiró sobre mi sin parar de mover las caderas, hablándome al oído con suavidad.- ¡Que bueno! Te dejaré vivo… ¡Lo prometo! ¡Aaaahh!

Comenzaba a sentir fatiga y estaba cansado, pero seguía con ese ardor por todo el cuerpo. Lo último que recuerdo es que se vistió de pie sobre mi, en la cama, y antes de irse me siseó.

-Volveré a visitarte… Ahora eres mi mascota, y follaremos todo lo que yo diga.

Y la oscuridad. Al día siguiente el sol brillaba más que nunca y a pesar de la confusión que tenía, me desperté empalmado, con todo el cuerpo entumecido, y el cuello lleno de marcas rojizas.