Sucio

3era parte

Luego de esa conversación con Renzo sentía un mar de emociones dentro de mi, yo no quiero enamorarme de un hombre casado, pero lo paso genial con él, y es abierto a que sigan dándose cosas con su hermano e incluso con alguno otro, sus palabras me hicieron sonrojar, y al poco rato boté una lágrima. Mis sentimientos hacia Enzo eran únicos, pero no los quería confesar, las veces que compartimos desde niños nos fueron acercando como hermanos, al punto de tratar a mi familia como suya y yo hacía lo mismo con la de él. Por otro lado estaba Ricardo, con su porte y actitud de macho alfa, impresionantemente dominante, pero muy buen amigo y bastante cordial, también casado, pero un poco más liberal en su relación que Renzo.

Me saca de mis pensamientos el pulgar de Renzo secando mi lágrima diciéndome: ¿Todo bien?

Si, mentí, todo bien.

Entonces… ¿Por qué la lágrima? Eso no es normal, que alguien esté tranquilo y de pronto empiece a llorar, ¿seguro que estás bien?

No le des importancia… son cosas que me vienen a la mente, pero no son importantes, o de pronto si, pero son solucionables, lo único es que aún no sé cómo encararlas para darles la solución.

Bueno nené, sabes lo que hemos hablado, lo que te ofrezco, y quiero agregar algo más, en mí tienes, además de todo lo que podamos disfrutar sexualmente, un amigo que te va a escuchar y te va a ayudar a canalizar tus emociones de manera efectiva, te prometo que vamos a darle a esa carita de niño la sonrisa y la picardía que tenía hace unos minutos,  pero de momento, lávate la cara, que ya vamos a comer.

En eso estaba cuando Ricardo grita desde su cuarto: ¡Marico! El viejo está a unos 25 minutos, ya casi que vamos a comer, como una familia feliz, ¿Está todo listo? ¿Está puesta la mesa? ¿Acomodaron todo? No queremos que se lleve una mala impresión de nuestro nuevo pana, e imagino que él no tendrá intención de quedar mal, ¿cierto Alfonzo? Yo miré a los hermanos, no sabía qué decir…  Todo era nuevo para mí, primera vez era pasivo, sumiso, doble penetrado, sumiso, me estaba enamorando de maneras distintas de dos hombres casados, ahora era cuestión de minutos conocer al padre de ellos, mi futuro “suegro doble”. Empecé a temblar de los nervios y busqué un cigarrillo.

Toma uno de los puros míos, a papá eso de los cigarrillos en hombres no le agrada. Por lo menos no hasta que te conozca, él opina que el cigarrillo se creó para las mujeres y los maricones, luego que él caiga en cuenta de que lo eres, sí podrás fumar lo que quieras dijo Ricardo. Aunque aquí tienes dos bien grandes que botan full leche en vez de humo que ya conoces bien.

¿Qué coños se cree este hijo de puta? ¿Acaso él no es maricón también? ¿Será que su definición de “maricón” obedece a aquel que sea pasivo? En eso pensaba cuando Renzo intervino.

No le hables de esa manera, deja que se fume el cigarro, el viejo ni lo va a ver, y ya está suficientemente alterado para que lo pongas peor. Además, un puro no se fuma apurado, verdad Fonchito?

Yo asentí y miré a Ricardo.

Está bien, seguimos en receso hasta nuevas indicaciones entonces. Dijo Ricardo acariciando mi barbilla al tiempo que se lamía los labios.

Los hermanos recibieron un mensaje, al leerlo, Renzo dice: Yo sabía que no se iba a dar, siempre le sale algo cuando va a reunirse contigo y sabe que estamos juntos, siempre es lo mismo.

¿Qué te pasa? ¿Te volviste loco? Dijo Ricardo.

Yo sólo los observaba, Renzo alterado, y Ricardo tratando de apaciguarlo.

Siempre es lo mismo Ricardo, cuando estás solo, si llega donde le digas, aún cuando has vivido lejos, así sea en otro país, en otro continente, 14 visitas te hizo cuando viviste en India,  pero yo, que estoy en el mismo pueblo de mierda que él, si ve que estoy en una panadería, saluda al dueño, al cajero o quien conozca, y se va. Tenemos una excelente relación virtual, pero siempre me pregunto… ¿Será que la siguiente vez que compartamos un espacio sin que salga corriendo será cuando sea su funeral?

Tras decir eso, soltó un par de lágrimas.

Ven acá nenita, le dijo Ricardo, al tiempo que se acercaba. Se abrazaron tan tiernamente que recuerdo lo que me dijo Renzo… Lo de Ricardo es sólo un juego… ¿Será que en realidad es un tipo sensible bajo esa coraza dominante?

Ya cuando Renzo se sintió mejor, dijo Ricardo: Bueno, tenemos el almuerzo listo, estamos los que somos, y somos los que estamos, vamos a comer, que aún hay mucho para disfrutar. Luego de comer, debo dejarlos solos iré a la oficina a ver qué hay, y a decir que no estaré disponible unos días.

Nos servimos, bebimos vino, probé a fumar un puro, de verdad prefiero el cigarrillo… esa vaina es demasiado fuerte para mi, y no me resulta natural no inhalar el humo. Luego de fumar Ricardo se despidió diciéndonos que teníamos la casa para nosotros, que no nos cohibiéramos.

Al quedar solos Renzo me dice para sentarnos en la sala a conversar algunas cosas. Nos sentamos en el sofá colocó algo de música instrumental suave y me dijo que esperara un momento. Al poco rato huelo un aroma agradable a incienso, no sé cual aroma es, pero me gustó. Vuelve a sentarse, me toma de las manos y me mira fijamente a los ojos mientras habla…

Alfonzo, quiero que sepas que hace mucho tiempo no sentía lo que siento actualmente contigo, me gustas, más allá de lo sexual, me encanta lo morboso que eres, pero además de eso quiero que sepas que quiero hacer lo que nunca hice antes, nunca he llegado a tener un noviazgo con un hombre, sólo encuentros, que repiten, pero no algo estable, quiero permitirme llegar a ese punto, no pido exclusividad, ya que estás claro con respecto a mí, a que soy casado…

Renzo…

Déjame terminar… por favor. Necesito sacar esto, me tiene ahogado. Quiero que intentemos tener una relación Alfonzo, quiero que seamos amantes, novios, como lo quieras llamar, pero quiero que nos pertenezcamos uno al otro.

Tras decirme eso empezó a besarme, con una ternura tan sensual, que no pude menos que dejarme llevar. No sé si fue la música, el vino, los camarones en la comida, el aroma del incienso, sus palabras tiernas y sinceras, pero me dejé llevar. Me fue desvistiendo lentamente, con ternura y deseo, hasta desnudarme completamente, levantó mi franela y me la dejó cubriéndome la cara, como si estuviera vendado, fue bajando con besos por mi cuello, llegó a mi pecho, mordisqueaba suavemente mis pezones, los lamía, los besaba, bajando por mi abdomen, acariciándome no sólo con las manos, sino con besos, con su ternura desbordad por cada poro. Llegó a mi cintura, soltó el nudo del pantalón, lo fue bajando, mientras acariciaba y besaba mis muslos, mis piernas, me sacó los zapatos, las medias, lamía los dedos de mis pies, el arco, el empeine, los tobillos, luego fue en ascenso, hasta llegar a mis calzones que como por arte de magia desaparecieron, y poco a poco fue metiéndose mi güevo en su boca, lamía la cabeza con ganas y ternura, jugaba con el frenillo lamiéndolo, yo me retorcía de placer. Luego fue lamiendo mis bolas y volvió a mamarme el güevo, ¡Qué sensación más exquisita! Estaba a punto de morir de placer, cuando me tomó en sus brazos, cargándome, y me llevó a la habitación, me colocó suavemente en la cama y siguió torturándome con sus besos y caricias, se fue desnudando lentamente, pude ver nuevamente su pecho, sus piercings, sus vellos, su olor había cambiado, era más sensual, vi su abdomen plano y como tabla de lavadero, lo iba acariciando, lentamente, agarré su güevo con fuerza, estaba extremadamente duro, caliente, con todas las venas a punto de explotar, expulsando chorros de precum, el gruñía suavemente, toda una delicia, le agarré las bolas con fuerza, el iba gimiendo.

Nené, quiero que me lamas el culo, que juegues como quieras con él…

No más bastó con que me lo dijera y me puse en acción, besaba suavemente sus nalgas, que se contraían al contacto con mi barba, yo iba abriéndome paso de manera pausada, pero sin detenerme, hasta encontrar su culo, que lamía y mordisqueaba suave, arrancándole gemidos y gruñidos de placer, poco a poco fui viendo cómo iba dilatando, al ver lo receptivo que estaba, fui metiendo un dedo, cuidadosamente, costó, pero fue entrando, él contrajo un poco, y después relajó, se iba dejando hacer, de pronto se mueve hacia una de las mesas de noche, y saca un pomo de lubricante, me lo da y yo tomé un poco para seguir jugando con ese culo tan hermoso y bien entregado, culo que al parecer yo iba a estrenar…

No te detengas nené, me dijo…

Aproveché de introducirle dos dedos, y luego uno más, el verlo retorcerse de placer me tenía al borde. Él levantó sus caderas dejando sus nalgas bastante altas, ahí me acomodé de rodillas sobre la cama y me detuvo un momento diciéndome: ¿No vas a usar condón? Toma, aquí hay varios.

Tomé uno y me lo coloqué, poco a poco fui entrando en ese culote delicioso, que me tenía con ganas de explorarlo desde que lo vi. Él gemía y se retorcía, y pedía más, más duro, con fuerza, que le hiciera sentir que estaba haciendo de pasivo, que no me detuviera.

Empecé a cumplir sus deseos, le daba tan duro como nunca le había dado a nadie, se volteó boca arriba, veía su cara, llena de placer, luego le halaba los piercings, se los retorcía, me tumbé encima de él, y le chupaba los piercings, halándolos con mis dientes mientras le apretaba las bolas como si quisiera arrancárselas, él no dejaba de disfrutar en grande… Gruñía cada vez más… Él se iba pajeando como un mono, como si estuviera poseso, de pronto lo veo voltear los ojos y me gritó: ¡Hálame duro las bolas no joda! ¿Quién es tu pasivo ahora? ¡Tú! ¿Qué culo te estás gozando güevón? ¡El tuyo maricón! ¿Quién es el nené que le da güevo parejo a su papi? ¡Yo no joda! ¡Dame duro mi macho, dame duro que me corro, hálame los piercings, como si quisieras que me duela! Se los halé de tal manera que le salieron lágrimas y al mismo tiempo acabó, yo no acababa aún, así que le saqué el güevo, me quité el condón y se lo metí en la boca: ¡Traga cabrón! ¡Trágate la verga de tu nené! Se lo metí hasta la garganta, estaba ahogado, y cuando me di cuenta estaba llenándole la boca de leche… Ufffff que deliciosa mamada…

Al acabar me caí encima de él, le limpié el reguero con mi boca y me dijo, tengo ganas de mear… me metí su manguera en la boca y empecé a beber. Cuando me dieron ganas a mí le dije: Acompáñame al baño, me vio como extrañado, pero no opuso resistencia,  estaba curioso. Al entrar le dije que pasara a la ducha, instintivamente se arrodilló y lo fui bañando con mis meaos, él se los restregaba y pude ver cómo se ponía erecto nuevamente. Al ver ese machete duro otra vez, me puse a mamarlo como nunca lo había hecho, el olor a su semen, mis meaos, mezclándose en mi nariz me transportaron a otros niveles de placer, mientras estaba en eso, se puso de pie, yo de rodillas, y seguía pegado como si mi vida dependiera de ello. Pasaron unos 40 minutos, cuando sentía las contracciones que anunciaban que iba a acabar, él gritaba de placer, cuando acabó, nuevamente quería mear, me lo sacó de la boca y me bañó ahora él a mí.

Ahora nos pertenecemos nené… nos marcamos como los propios animales… ¿nos quedamos así o nos bañamos?

Como tu digas papi.