Sucia y utilizada

Un hombre y una mujer entran de noche en una casa ajena, cargados con una cámara de vídeo e intenciones algo turbias.

"Quiero sentir como me utilizas, sentirme usada, sucia..."

Era martes, cerca de las dos de la mañana, y conducía por una ciudad casi vacía. Llegué a mi primera parada, aparqué en doble fila e hice una llamada perdida. Apenas tuve que esperar unos minutos cuando la chica que esperaba abrió la puerta del acompañante y entró sonriendo, algo nerviosa. Sin cortarme le doy un buen repaso: pelo rubio oscuro corto, con un flequillo largo que le cubre parte de la cara, no más de metro sesenta y un vestido corto oscuro que realza unas buenas curvas.

  • Estás estupenda Luz
  • Gracias, eso espero. Me he cambiado tres veces de ropa... - Contestó ella algo más relajada.
  • Bueno, tampoco te va a durar mucho encima, pero sí, desde luego me gusta tu vestido .- Le dije mientras arrancaba.

El recorrido hasta nuestra segunda parada lo pasamos repasando un poco lo que ibamos a hacer, aunque esperaba que no hiciera mucha falta. Luz echó mano de la bolsa que había en el asiento trasero, y yo me distraí mirando su escote. La verdad es que tiene un magnífico par de tetas: grandes sin ser exageradas, muy redondas y juntas... uf! costaba aguantarse las ganas de saltarle encima.

Luz encontró la cámara de vídeo y practicó con ella para asegurarse de que no iba a tener problemas. Terminó justo mientras yo aparcaba. Bajamos y nos dirigimos a un edificio cercano, todo tranquilo como es habitual a esas horas entre semana. Abrí la puerta con una llave nueva, recién copiada, y subimos hasta el cuarto piso. Abrí también esa puerta, pero ahora con cuidado de no hacer ruido. Luz me seguía con la cámara encendida, grabándome gracias a la lente de visión nocturna (no hace maravillas, pero es lo único que había podido conseguir).

Cerramos la puerta y nos descalzamos. Yo comprobé que llevaba todo lo necesario y abrí la marcha por el largo pasillo hasta la habitación del fondo. Al llegar respiré hondo y abrí con cuidado. Se trataba de un dormitorio, ocupado en su mayor parte por una cama de matrimonio. En ella dormía una chica pelirroja, de cuerpo esbelto y piel clara. La sábana no la tapaba del todo y podía ver sus pequeños pechos alzándose al compás de su respiración.

Sin perder más tiempo saqué un par de pañuelos negros y me subí a la cama. Rapidamente agarré a Sonia, la chica que estaba durmiendo, por los brazos. Los llevé a su espalda y la até con fuerza. Ella se despertó asustada y desorientada, momento que aproveché para meterle otro pañuelo en la boca, sujetándolo ahí con la mano, desde detrás de ella.

Hizo un amago de gritar, pero la mordaza hizo su función. También pataleaba y se sacudía, por lo que me senté sobre ella para controlarla. Acerqué mi cara a la suya para hablarle con susurros. Por delante de nosotros Luz se acercaba cámara en mano para no perderse detalle.

  • No hagas ruido. No te quejes. Haz lo que te diga y esto acabará pronto. Hasta puede que lo disfrutes zorra... Si no obedeces te prometo que lo pasarás mal, muy mal,

Cuando ví que se quedaba quieta me puse de pie sobre la cama, sin dejar de mirarla. Su respiración era rápida, la cara enrojecida y su mirada iba de un lado a otro de la habitación. De Luz a mi y de vuelta. Como ya no intentaba luchar le hice una señal a mi acompañante, que sacó y desplegó un trípode y encendió un pequeño foco mientras yo me desnudaba, quedándome solo con unos boxers negros ajustados.

Me bajé de la cama y agarré a la pelirroja por el pelo tirando de ella hasta dejar su cabeza colgando por el borde la cama. Ella ahogó un grito por el dolor, pero no hizo nada por librarse del pañuelo que tenía en la boca, aunque ahora nada lo sujetaba allí. Bien, eso significaba que ya se había hecho a la idea. Eso iba a hacerlo todo más fácil.

Luz se puso a un lado de la cámara y se quitó el vestido por la cabeza, dejando al descubierto su magnífico cuerpo, solo cubierto por unas braguitas negras. Como una gata empezó a caminar a cuatro patas por la cama, sus grandes tetas colgando voluptuosas, con sus rosados pezones evidentemente duros por la situación. Yo lo veía todo desde el otro lado de la cama, de pie justo delante de la cabeza de Sonia.

La rubia se colocó cerca de los pies de Sonia y abriendo bastante la boca sacó su lengua y empezó a lamerla. Empezó por su pie, y fué subiendo despacio por el interior de la pierna, llegando al muslo, lo que provocó escalofríos en la chica atada. Su respiración era entrecortada y se pausó del todo cuando la rubia llegó a su coño y se detuvo a mordisquearlo, disfrutando como si se tratara de un pastel.

La pelirroja se mantuvo todo lo quieta que pudo, pero los espasmos de placer eran evidentes. Luz dejó de comerle el coño y siguió lamiendo cuerpo arriba, hasta llegar a sus pechos. No eran grandes como los suyos, pero se encontraban firmes y los pezones de un color marrón claro contrastaban con los de mi amiga. Luz los lamió con las mismas ganas que le había puesto a la zona inferior: chupándolos, agarrándolos con los labios, tirando de ellos... los efectos fueron también similares: ahogando gemidos, respirando de forma entrecortada, con el cuerpo en tensión.

La rubia soltó por fin una de las tetas, dejándola humeda y enrojecida, con el pezón hinchado. Levantó la cabeza y me sonrió. Con una mano me agarró de los boxer y me acercó a la cama. Me quité la prenda y apoyé las rodillas en la cama, mi polla enhiesta delante de la rubia que se relamía como una gata. Justo debajo, a pocos centímetros, la cabeza amordazada de Sonia.

Luz empezó a usar su lengua, dando pequeños lametones a mi glande, que a estas alturas estaba muy hinchado, rojo y brillante. La lengua siguió trabajando sobre mi polla, despacio, sin prisas. Yo respiraciba lentamente, intentando controlar la excitación creciente. Me moría de ganas de metersela hasta el fondo de la garganta, pero conocía la pericia de Luz y sabía que era mejor esperar. Siempre merecía la pena.

Tras una eternidad empezó a metérsela en la boca, apretando con sus labios primero sobre el glande, saboreandolo como una piruleta. Luego sobre el tronco, poco a poco. Se la metía unos centímetros y la sacaba, dejando que un hilo de saliva colgara entre su carnoso labio inferior y mi glande. Una y otra vez. Se le metía, apretaba con los labios, giraba la cabeza a un lado y al otro cambiando la presión y se la sacaba sin dejar de presionar. En una de las veces se separó un poco más y el hilo de saliva, más grueso ahora, cayó sobre la cara de Sonia. Miré hacia abajo y ví los ojos de la pelirroja muy abiertos, mirandonos extasiada. Fijándome ví como la zorrita retorcía sus piernas, atrapada entre las cuatro extremidades de Luz. Evidentemente estaba más que cachonda.

Luz se dió la vuelta, aún a cuatro patas. Ahora tenía su redondo culo delante de mi, mientras ella estiraba sus brazos entre las piernas de Sonia como una gata, levantando aún más su culo y dejando a la vista un precioso coño completamente rasurado. Tenía los labios humedos e hinchados, a juego con mi polla. Reprimí las ganas de clavársela y cogí de nuevo a la pelirroja por el pelo y con la otra mano le quité el pañuelo de la boca y me acerqué a ella para hablarle.

  • Ahora vas a comerle el coño a mi amiga, y lo vas a hacer bien. Si no consigues que se corra te arrepentiras, ¿entendido?

Ella se quedó quieta, mirándome nerviosa. Como no contestó le dí un bofetón, bastante fuerte. Su cara enrojeció enseguida, mientras Luz movía su coñito chorreante a centímetros de su cara.

  • ¿Entendido?
  • Sí-sí, lo haré.- balbuceo.

Sin soltarle el pelo estampé su cara en el coño de mi amiga, pillándola por sorpresa. Luz estaba tan cachonda que al notar el contacto soltó un largo gemido. Moví su cabeza arriba y abajo, frotándola contra la entrepierna de mi amiga. Ella lamía como podía su coño, cogiendo aire cuando yo separaba un poco su cabeza, para volverla a apretar contra ella.

Luz gemía cada vez de forma más rápida mientras ella misma añadía el movimiento de sus caderas al que Sonia y yo le propocionábamos.

  • Joder, joder, joooodeeeeeeeeerrrr!!!

Con un espasmo Luz se dejó caer sobre la cara de Sonia, chafándola contra la cama. Arqueaba su espalda mientras gritaba, sacudiéndose cada vez que el intenso orgasmo le causaba otro calambrazo. Desde mi posición podía ver sus tetas sacudiéndose al aire y los chorros de fluídos cubriendo la cara enrojecida de la pelirroja, que se estaba ahogando.

Al final se dobló hacia adelante, ronroneando como una gata mientras se estiraba sobre la otra como si fuera una almohada. Sonia tosió la corrida de Luz, cogiendo aire como podía. Lo de Luz es algo impresionante, es capaz de correrse soltando auténticos chorros, algo que yo pensaba que solo se veía en las películas porno. Lo malo es que eso solo pasa con el sexo oral, que es también lo que le proporciona los orgasmos más fuertes.

Sonia seguiía tosiendo, pero bueno, era mi turno de pasarlo bien y hacerla sufrir. Así qué, sin más contemplaciones la agarré por la boca yle metí mi polla hasta la garganta. Mis huevos se apretaron contra su cara mientras ella buscaba liberarse para respirar. La dejé así unos segundos y la saqué. Ella boqueó en busca de aire. Una, dos inspiraciones, y de nuevo se la introduje.

Mientras mi amiga se giró y empezó a besarme, con la boca muy abierta. Su lengua recorría parte de mi cara antes de introducirse en mi boca de forma violenta. Yo le seguí el juego, luchando con mi lengua contra la suya, mordiéndole sus tiernos labios y estirando de ellos hasta hacerla gemir.

Por debajo mantenía mi presa sobre la cara de la pelirroja, forzandole la garganta con mi polla. Cada vez que salía arrastraba conmigo un montón de babas que caían sobre su cara, ya mojada de los fluidos de Luz.

Tras unos cinco minutos follándole la boca a Sonia y morreándome con Luz, hice que esta se girara y le señalé la bolsa. Ella gateó hasta ella y sacó un gran falo de goma mientras seguía rebuscando algo más.

  • Joder, no encuentro el lubricante...

Ante estas palabras ví como Sonia abría mucho los ojos, nerviosa por lo que iba a pasar, ya que no podía ver lo que la otra tenía en la mano.

  • Bueno, pues que se joda. Métesela en seco, la puta se lo merece.- Dije yo mientras le metía una última vez la polla en la boca, esta vez de forma más profunda, tardando más en sacarla. Quería que supiera que no iba a poder resistirse. Allí mandaba yo, y ella no era más que un muñeco que utilizábamos.

Luz volvió a ofrecerme su coñito, otra vez a cuatro patas sobre el cuerpo tenso de Sonia. Dirigí mi polla, chorreante de babas a su coño y se la metí de una vez, hasta el fondo. Luz gimió de placer, apretando después su culo contra mí. Haciéndolo girar suavemente para masajearme la polla.

Al mismo tiempo separó las piernas de nuestra víctima y le clavó el dildo en el coño, provocándole un grito mezcla de dolor y placer. Sin contemplaciones me separé de Luz y agarré a Sonia por las tetas, alzándola de la cama de un tirón. El dolor la hizo gritar de nuevo, pero antes de que terminara le cruzé de nuevo la cara con un bofetón.

  • Nada de gritos zorra. Vamos a usarte, vamos a violarte todos los putos agüjeros de tu sucio cuerpo, y tú no vas a decir ni una sola palabra a menos que yo te lo ordene. ¿De acuerdo?

Ella asintió, sus tetas aún presas en mis manos. Tras la pequeña interrupción volví a colocar el culo de Luz sobre su cara y empecé a follármela, mientras ella forzaba el coño de Sonia con el falo de goma. Agarré las caderas de mi amiga para acelerar las embestidas, y ella replicó mi velocidad sobre la pelirroja.

No iba a aguantar mucho más. Tras toda la sesión mis huevos estaban a punto de reventar, pero quería que Luz se corriera de nuevo. Sabía que no podía quedarle mucho ya que había empezado a lanzar gemidos cada vez más fuertes y cortos. Bombeé con más fuerza, separando con mis manos sus nalgas todo lo que pude, haciendo las penetraciones más profundas. Ella gritaba, pero no dejaba de penetrar con movimientos bruscos el coño de Sonia, en cuya cara estaba cayendo nuestros fluidos mezclados.

Finalmente Luz se corrió con un grito bestial y yo descargué dentro de ella toda mi corrida. Uno... dos... tres... cuatro chorros de sémen inundaron su coño, acompañado cada uno de un gemido de satisfacción por mi parte. Nos quedamos unos segundos quietos, las tres respiraciones aceleradas.

Alargué el brazo y cogí a la rubia por su corto pelo, obligándola a arquearse hacia mí. Gire su cara y le planté un morreo en su boca, no tan furioso como el anterior, pero igual de intenso. Mientras, saqué mi polla de su coño, dejando que mi semen, junto con los fluidos de Luz cayeran sobre la cara y la boca de Sonia, que se mantenía inmóvil, el falo aún asomando de su coño.

Luz y yo nos separamos y nos pusimos de pie. Estábamos reventados, pero nuestra pinta era mucho mejor que la de la chica pelirroja: desmadejada sobre la cama, empapada en sudor, los brazos marcados por las ataduras, sus pechos enrojecidos y también marcados por los abusos. Lo peor era su cara, hinchada y cubierta de babas, fluidos vaginales y sémen.

Sin embargo su cara ya no translucía miedo, aunque su respiración seguía agitada. Era hora de terminar con aquello. Cogiéndola por sorpresa la agarré del pelo una vez más, y de un tirón la bajé de la cama, cayendo el dildo por el camino. Se portó bien y solo un pequeño gemido de dolor salió de sus labios. Seguí estirando hasta dejarla en medio de la habitación. Luz me alcanzó la cámara y se colocó sobre ella de nuevo, ahora con una pierna a cada lado de su cintura.

Yo me coloqué a sus pies y enfoqué la cámara hacia su cuerpo tumbado. Alargué mi pie y lo apreté contra su coño, provocándole un fuerte gemido. Estaba apunto de correrse desde hacía tiempo y mi pie, introduciéndose bruscamente dentro de ella la estaba llevando al climax. Mi amiga nos miraba sonriente y, tras inclinarse un poco, empezó a orinarse sobre Sonia. Esta se sobresaltó, pero no hizo nada al notar como el caliente líquido caía sobre ella. Simplemente se dejó hacer, sus defensas rotas hacía tiempo, hasta llegar a un fuerte orgasmo. Casi no gimió, pero su cuerpo fué presa de unas intensas convulsiones, mientras Luz terminaba de orinar sobre ella.

Luz y yo recogimos nuestras cosas y salimos de la casa. Detrás nuestro Sonia quedaba donde la habíamos dejado, en el suelo tirada. Con los ojos cerrados, sucia y dolorida, pero con la respiración cada vez más relajada.

No mucho después dejé a acompañante en su casa. Salió del coche y cerró la puerta, pero antes de marcharse se giró y me habló con unsa sonrisa en esos carnosos y rosados labios que tanto me gustan.

  • Ni se te ocurra volver a montar algo así y no llamarme. ¡Y recuerda hacerme llegar una copia de la película!
  • Descuida guapa, aún me quedan algunas ideas que llevar a cabo...

Salí de allí y me fuí a casa, demasiado excitado por la velada como para sentir el cansancio. Mientras entraba en casa sonó mi móvil. Un mensaje.

"Gracias por cumplir mi fantasía, ha sido genial. Un beso, Sonia."

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Espero que os haya gustado el relato. Debo decir que aunque ciertas partes no ocurrieron en la realidad o lo hicieron de forma diferente, el conjunto se aproxima bastante fielmente a lo que pasó. En todo caso mi intención era ser fiel sobretodo a las sensaciones que sentimos allí.

Y naturalmente, si alguien quiere comentar algo de forma más personal, podéis utilizar mi correo electrónico. Estoy interesado sobretodo en opiniones femeninas, en  que sienten ellas en estas situaciones si las han vivido, o como fantasean con ellas si no (lo siento, para opiniones masculinas prefiero la mía, que sé como funciona ;-)

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