Sucia profesora de mates

Una viciosa profesora de matemáticas tiene sexo con su alumno

Soy un estudiante español y hoy os vengo a contar la morbosa historia de como conseguí tener sexo con mi profe de mates.

Se trata de una mujer de unos 40 y pocos años, pelo negro y rizo (media melena) y gafas. Se llama Cristina (aunque la llamamos Cris) y no es demasiado atractiva de cara pero tiene muchísimo morbo, principalmente debido a su forma de vestir (ropa extremadamente apretada, marcando su gigantesco culo y sus tetas, de tamaño mediano). Parece disfrutar de que la miren y fantaseen con ella.

Siempre he sido un buen estudiante, especialmente en ciencias, por lo que a menudo me ha resultado sencillo conseguir el aprecio de la mayor parte de mis profesores, y Cris no es una excepción.

Desde el primer día que tuve clase con ella me dio morbo, pero eso aumentó a medida que iba viendo su repertorio de ropa: pantalones extremadamente apretados, chaquetas de cuero negras, que dejaba entreabiertas para enseñar canalillo... Sus clases eran todo un deleite visual. Por desgracia eso hizo que me descentrara y bajara mis notas en la asignatura, así que se comprometió a ayudarme en todo lo que pudiera. Genial. Ya tenía excusa para acercarme a ella. Al finalizar las clases solía acercarme por detrás y saludarla, de forma que se sobresaltara. A veces conseguía que se echara hacia atrás inconscientemente y sentía su culo en mi paquete. Era jodidamente genial. Nuestra relación se hizo más cercana y empezamos a hablar como amigos.

Al comienzo del tercer trimestre yo iba especialmente mal. Todo era acerca de geometría (que siempre he odiado) así que necesité más ayuda por su parte. Gracias a eso, un lunes se obró el milagro.

Los lunes teníamos clase por la tarde, y era con ella a última hora. Tras la clase, le dije que necesitaba ayuda con el calculo de volúmenes, así que dijo que si quería, podía ir al seminario de matemáticas (donde se reúnen todos los profesores de dicha asignatura ). Yo acepté sin dudar.

Al llegar, me sorprendió el hecho de que no hubiera nadie allí. Estábamos ella y yo. Disponía del tiempo para hacer todo lo que quisiera. Empezó a explicarme, y yo en su lugar estaba atendiendo a su escote. Babeaba pensando en lamer esos pechos. Comencé a acercarme y a tocarla, en el brazo, en la espalda... Como si fuera una amiga. A ella no le molestaba en absoluto.

—¿Me estás atendiendo?

—¿Eh? Ah, si, por supuesto.

—Es que me pareció que estabas distraído.

—En cierto modo sí.

—¿Qué ocurre?

—Es que... No me puedo concentrar...

—¿?

Miré a su escote.

—No le puedo quitar la vista de encima.

—¡¿E...eh?! Pero si soy tu profesora y solo eres un adolescente.

—Eso precisamente me pone más.

—Anda, anda, deja de decir tonterías, que los hombres de tu edad os excitáis por todo. Volvamos al estudio.

—Está bien.

Ella trató de seguir explicándome pero estaba totalmente sonrojada.

—Oye...

—¿Qué?

—¿Tanto te excitan mis pechos?

—Por supuesto.

—Uy, el bolígrafo...

El boli se le había caído justo entre teta y teta.

—¿Quieres...cogerlo?

Asentí.

Tomó mi mano y la llevó a sus firmes pechos.

Empecé a jugar con ellos.

—No.. No debes tocar mis pechos... Solo coge lo que tienes que coger...

—¿Acaso no se siente bien?

—Cl.. Claro que no.. Eres mi alumno...

Vi como su entrepierna se inundaba, mojando hasta los pantalones.

—Profe, sé un poco honesta.

Metí mi mano en su ropa interior y comencé a jugar con su clitoris y su húmedo coño.

Ella sacó mi pene y lo comenzó a masturbar como toda una profesional. Después pasó a chuparlo, lentamente. Sentía como mi polla llegaba a lo más profundo de su garganta. No pude aguantar tanto placer y me corrí. Reaccionó tragándose todo mi semen y diciendo:

—Increíble. La más grande que he visto nunca e inunda completamente mi boca... Por tu culpa ahora estoy demasiado cachonda...

Mi erección no se había bajado a pesar de haberme corrido. La agarré del culo, aunque su nalga no cabía en mi mano, y le dije que se pusiera sobre la mesa.

Rasgué salvajemente su pantalón y su tanga y se la metí en una embestida. No le importó que me la follara sin condón y así lo hice. Mi polla entraba y salía de su apretado coño cuando me dijo:

—Ponme a cuatro patas y azótame

Obedecí, pero me apetecía mandar a mi también así que en vez de metérsela por el coño se la metí por el culo. Ella gozaba de cualquier cosa, era una auténtica viciosa. Aquel gordo culo succionaba mi polla de forma rítmica y placentera.

—Si... Hazme tu perra...

La azoté y agarré sus deliciosas tetas mientras impulsaba mi falo a lo más profundo de su culo.

Ninguno de los dos aguantó aquello y nos corrimos al mismo tiempo. Como la puta que era, recibió mi semen en su trasero. La besé mientras líquido blanco brotaba de su ano.

Desde aquel día he tenido un 10 en todo lo que he hecho en matemáticas, y por supuesto eso no quedó ahí. Quizás otro día os cuente más historias.