Sucedió en el cine colonial de Puebla.

Fue la primera vez, que presencié como un viejo...se cogía a mi esposa.

Sucedió en el cine colonial de la ciudad de Puebla.

Estaba sentado en una butaca de ese cine. Trataba de mirar la película, repentinamente miré algo extraño, un hombre se acomodó a un lado de una pareja, dejando a la mujer en medio de ambos hombres, fue fácil darse cuenta que la mujer estaba siendo acariciada por el hombre que había llegado.

Miré cuando ella se elevo ligeramente en el asiento, quizá para facilitar que el hombre le despojara de su ropa interior, fue más interesante ver lo que ocurría que mirar la película, por momentos la sala quedaba en penumbra, lo que impedía ver todo como lo hubiera deseado.

Como si supieran el momento que la cinta daría fin, el hombre se puso de pié y se alejo cobijado por la obscuridad, la mujer se apresuró a acomodarse sus ropas. Apenas a tiempo antes que las luces se encendieran, fingí no haberme dado cuenta de nada, me puse de pie y abandoné la sala, lo atestiguado me había logrado excitar.

Al llegar a la salida, me tope de frente con el hombre que había acariciado a la mujer, era un hombre extraño, alto, de cuerpo delgado… ¡por no decir esquelético! Caminaba despreocupado, llevaba puesto un extraño sombrero cubierto por un impermeable.

Caminó hasta la esquina. Detuvo sus pasos y volteó hacia la entrada del cine, miraba con insistencia su reloj, en su rostro se dibujo una sonrisa morbosa al ver salir a la pareja. Pasaron a mi lado, sin imaginar que yo había atestiguado todo lo ocurrido en ese cine, caminaron en dirección del viejo quien comenzó a caminar hacia el centro de la ciudad.

Por mera curiosidad los seguí a prudente distancia, la pareja se emparejo al hombre y caminaron juntos, charlando de algo, daban la impresión de conocerse de tiempo, ella… mujer de unos 30 años de edad, de piel morena, ligeramente pasada de peso, el esposo… de similar edad, me aburrió seguirlos, di la vuelta y me aleje en sentido contrario olvidando el asunto.

Fui directo a casa. La excitación de lo observado y el saber que en ese momento Silvia debía estar cogiendo con Pablo, me hicieron masturbarme, recostado en el sofá, recordé la charla con Silvia la tarde anterior… ___voy a salir mañana con Pablo___ ¡solo será un par de noches! ¿Sabes? Pablo me ha dicho que… me llevará a un lugar donde seré subastada, ¡estoy excitada lo confieso! Nunca pasó por mi mente que algún día yo… sería un objeto en subasta. Se supone que el ganador… ¡tendrá derecho de llevarme a donde le plazca y cogerme!

Me asustaba escuchar a Silvia ablando de esa forma. Sin el más mínimo pudor, ya no había nada de la esposa tímida de meses atrás, mucho estaba costándome acostumbrarme a esa nueva vida, mirarla vestida todo el tiempo con ropas sugestivas, ocasionalmente la encontraba prácticamente desnuda, solo se ponía zapatillas y alguna tanga de hilo.

Me preocupaba que los vecinos comenzaran a hacer comentarios obscenos, morbosos, llenos de maldad y de hacer juicios mal intencionados, decidí que teníamos que hacer un cambio total, buscaría un departamento en una colonia donde nadie nos conociera, donde la gente se acostumbraría a ver a Silvia vestida de esa forma desde un principio.

__ Silvia… cuando vuelvas de esta cita, tenemos que hablar de algo muy importante, ¿de acuerdo? ___ ¡claro amor… siempre estoy dispuesta a escucharte y a seguir tus consejos…!___

El viernes cuando volví del trabajo, la miré desnuda, caminaba con naturalidad llevando puestas solo unas zapatillas, su cuerpo olía a jabón, su cabello estaba húmedo, despreocupada se asentó en la silla frente del tocador, se puso labial rojo, peinó su cabello y se maquillo discretamente, fue a donde guarda su ropa interior.

Tomó unas prendas y las coloco sobre la cama, inició con las medias negras las cuales le llegaban justo a mitad de sus muslos, se puso una tanga blanca de hilo, acomodó sus vellos púbicos, sin embargo la tela era tan delgada que daba lo mismo que no se pusiera la diminuta prenda.

Siguió con un liguero negro. De hermosos encajes, sujeto las medias y apretó el broche del porta ligas, las zapatillas que se puso le daban un toque extra de sensualidad, de tacón de plataforma muy alto, me preguntaba… ¿Cómo podía caminar con esas zapatillas?

Abrió su guardarropa y tomó una gabardina gris perla, cubrió su cuerpo y sonrió al mirarme. ___ ¡así es amor… solo llevaré puesta esta gabardina!___ así me lo pidió Pablo… ¡pues me llevará a casa de un amigo suyo quien pidió que así vistiera, para la subasta! ___

Sin más… me dio un beso en la mejilla, tomó su bolso de mano y se fue a cumplir con la cita… el día sábado sentí una curiosa necesidad de volver a ese cine, no lo pensé mucho y por la tarde ya estaba acomodándome en una butaca en la parte más alta, de donde podría mirar todo cuanto sucediera.

Había más gente que la tarde anterior, repentinamente miré entrar al mismo hombre de la tarde anterior, le reconocí por ese extraño sombrero que usaba, recorrió con la mirada la sala, buscando a alguien, después de unos minutos subió hasta donde había una pareja, se sentó tras ellos, en algún momento miré como aproximaba su cabeza a la pareja, de inmediato se levanto y salió de la sala.me preguntaba que les decía, ¿Cómo había convencido a la pareja de la tarde anterior de ir con él?

Pero esta ocasión pareció no tener suerte, la función termino y la sala comenzó a quedar vacía. En la calle miré al hombre, caminaba lentamente, con paso cansado… ¡seguí sus pasos hasta que entró a una casona vieja… una especie de vecindad muy cerca del centro de la ciudad!

El timbre de mi teléfono me sobresalto, respondí al ver que era Silvia… ___ ¡hola… voy para la casa… llegaré en poco más de una hora…!___ me apresuré a tomar un taxi de sitio para llegar antes que ella, olvidé por completo el asunto del cine, al llegar abrí la ventana de la sala, corrí las cortinas y apague la luz…

El auto en el que llegó no era el de Pablo. Era un auto más pequeño, apenas bajo del auto, el conductor se alejo rápidamente por la avenida, Silvia caminaba tranquila, llevaba la misma gabardina, así que deduje que seguía con las mismas ropas debajo.

Cerro la puerta tras de ella. Mientras caminaba a la sala donde yo estaba, con movimientos felinos… tomó el cierre de la gabardina y lo fue bajando lentamente, de inmediato su cuerpo quedó expuesto, sentí que mi excitación se disparaba… lo único que llevaba debajo de la gabardina… ¡eran las medias negras!

Arrojo la gabardina sobre el sillón individual y se acomodó a mi lado… sin darme tiempo de cuestionarla… se recostó poniendo su cabeza en mis piernas, relamió sus labios y sin preguntarme nada… comenzó a darme cada detalle de lo acontecido.

Fue algo demasiado morboso y excitante… Pablo solo me esperó para entregarme a un hombre, fuimos en su auto hasta un lugar alejado de la ciudad… casi amanecía cuando llegamos, yo me había pasado a la parte trasera del auto, me dijo que tratara de dormir pues desde que llegáramos a nuestro destino, no podría descansar.

Había mucha gente. Mesas rodeadas de sillas como cuando se celebrara alguna fiesta, un escenario elevado… hecho de madera, sin duda se llevaría a cabo un evento muy concurrido, me llevó al interior de la casa, fuimos directo a una recamara donde me dio algunas indicaciones…

¡Aquí podrás tomar un baño! ¡Por favor… depila tus vellos! Te arreglas y te pones las mismas prendas, sin ponerte la gabardina por supuesto. Yo vendré por ti cuando sea el momento…

Estaba intrigada. Después de bañarme y depilar mis vellos… me puse las ropas y esperé paciente que volviera por mí, ya se escuchaba gran alboroto en el patio, pasaba del medio día cuando el hombre entró, me tomó de la mano y me guio por un pasillo, estaba nerviosa, no sabia como comportarme ante tantas miradas, pues miré con asombro que nos dirigíamos a la parte donde estaban las mesas y el escenario.

¡Cuando subas al escenario… escucharas una melodía…! Solo… baila tratando de hacerlo con sensualidad… cuando la melodía termine, serás subastada, el ganador decidirá si te lleva a algún lado o decide quedarse aquí… solo estarás un par de horas a su lado, te traerá de vuelta y te llevare de regreso a casa.

Fue la única explicación. Sentí morir de vergüenza al mirar a todas esas personas mirándome, había parejas y hombres solos, de todas edades. Algunas de las mujeres vistiendo ropas elegantes y algunas más… con ropas tan sugestivas como las mías.

Una melodía se dejó escuchar… venciendo los nervios, comencé a moverme, el ritmo de la música era muy de acuerdo al momento… más tarde supe el nombre… “nos amaremos noche y día de Laurie Marshall” escuchaba los aplausos y los gritos de algunos hombres… decidí disfrutar de esa nueva experiencia.

Al terminar la melodía. Todo mundo se puso de pie y aplaudieron eufóricos, la puja inició… comenzaron a escucharse las ofertas, daba la impresión que todos deseaban adueñarse de mi cuerpo, de pronto todo fue silencio… solo la voz del hombre del micrófono dando el conteo… el ganador dio un brinco y se dirigió a donde yo esperaba al ganador…

Era un hombre de mediana edad… quizá unos 35 años, cuando estuvo frente de mí… me dio un beso en la boca y me tomo con asombrosa facilidad en sus brazos, bajó las escaleras seguido de rechiflas y aplausos…

Caminó pasando por las mesas, siguió hasta donde estaba una mesa de madera, ahí… me recostó… sin decirme nada, hizo un ademan y se aproximo una mujer de edad similar a él. La mujer caminó lentamente hacia nosotros… abrió su bolso y le entregó al hombre una venda obscura…

Al dársela… le dio un beso en la boca y después dio la vuelta para volver a su mesa… el hombre me cubrió los ojos, pegó su boca a mi oído y susurro… - ¡quiero amarrarte a la mesa! ¿Puedo hacerlo?- - Yo estaba muy nerviosa, lo único que pude hacer… fue asentir con un movimiento de cabeza. Mis manos y tobillos quedaron sujetos por algo que parecía una cinta de tela, con nudos ligeramente sueltos, no sentía molestia alguna…

Pude escuchar la música. No sé cuanto tiempo permanecí atada a esa mesa, de lo que estoy segura… es que ya estaba muy excitada, escuche voces aproximándose, el momento parecía haber llegado, percibí que la mesa era rodeada, la musca seguía escuchándose, risillas y gritos alegres, todo mi cuerpo se puso tenso al sentir unos labios en los míos…

No había duda alguna… se trataba de una mujer… percibí el aroma de su perfume, no tubo reparo en besarme a su entera satisfacción, estuve a punto de protestar, pero cuando pensaba hacerlo… varias manos comenzaron a recorrer cada centímetro de mi cuerpo, las caricias… me hicieron desistir de cualquier protesta.

Pronto comprendí… ¡que todas aquellas caricias… eran hechas por mujeres! Me hicieron temblar de excitación, mis pezones fueron frotados con suavidad, una a una me fueron despojando de las prendas que llevaba puestas…

Mis piernas fueron palpadas con enloquecedora suavidad… una a una… se fueron turnando para chupar mi chocho depilado. Mis gemidos fueron apagados por los besos expertos de aquellas mujeres, soltaron las ataduras y me dieron vuelta sobre la mesa, ahora besaban mi ano…

Recorrían lentamente mi espalda, mi cuello, estaba enloqueciendo de placer… podía sentir como algunas mujeres lograban introducir más sus suaves lenguas en mi ano, todo mi cuerpo temblaba, no pude evitarlo… ¡terminé suplicando por una verga en mi chocho!

¡Por favor… necesito que me cojan… lo suplico…! ___ ¡Se un poco paciente hermosa… solo un poco más…! - Siguieron castigándome con sus caricias, volvieron a ponerme boca arriba, una mujer comenzó a chupar mi clítoris… lo aprisionaba con sus labios, apretaba un poco y succionaba…

Peligrosamente sentí como aumentaba de tamaño mi botoncito, me dolía por la hinchazón alcanzada, mis jugos vaginales no dejaban de fluir… todas las mujeres se apartaron ante la llegada de un hombre, no puedo asegurar si fue el mismo que ganó la subasta, porque aun seguía con los ojos cubiertos.

Su verga entro con facilidad en mi empapado chocho. No era gruesa ni grande, sin embargo me bombeo por varios minutos… hasta que sentí su semen correr dentro mío, todos se fueron alejando, nuevamente fui tomada en brazos, me llevaron al interior de la casa, me recostaron en una cama, me dejaron sola, estaba sin fuerzas, exhausta… pero seguía caliente.

El hombre que me llevo en su auto, me quitó la venda de los ojos, me entregó la gabardina y me dijo que me llevaría de regreso, las prendas de lencería no estaban por ningún lado, solo me habían dejado las zapatillas. ___ ¡te has comportado muy bien!___ solo fue una pequeña prueba, la próxima ves que vengas, aprenderás cosas verdaderamente excitantes. Todas las personas que te han visto bailar y también quienes disfrutaron de tu cuerpo… ¡han quedado satisfechas! ¡Ya te avisará Pablo cuando volverás con nosotros!

El viaje fue más rápido que la noche anterior, eso fue todo lo ocurrido, ¡estoy muy caliente…!

Las palabras de Silvia no me alteraron en nada. Confieso que nunca había estado ausente mientras ella me daba los detalles de lo ocurrido, mi mente estaba ocupada pensando en aquel hombre del cine, se me había metido una idea, la cual podía resultar peligrosa o quizá… podía ser el empujoncito para convertirme en un verdadero cornudo…

__ Silvia… ¡tengo algo que decirte…! Fui a un cine y… --- después de contar a Silvia lo del cine--- ella pareció comprender mi interés, se arrodillo entre mis piernas y bajó mis pantalones, mamo mi verga por varios minutos.

¿Quieres llevarme a ese cine y que ese hombre me coja? ¡Yo… acepto hacerlo! ¡Nada me dará más placer que un hombre me coja delante de ti! ¡Estoy segura que… lo vas a disfrutar…! ¿Cuándo iremos?

___ Todo quedó arreglado. Esa noche le hice el amor tratando de satisfacerla, sin embargo eso es algo difícil de lograr. La tarde del domingo nos dispusimos a salir hacia el cine, Silvia se había puesto un vestido amarillo, strapless, debía seguir las indicaciones de Pablo y vestir con las ropas que el mismo le había comprado, debajo se había puesto una pequeña tanga blanca de hilo.

Se veía hermosa. Sin embargo me sentía incomodo por las miradas que los hombres le lanzaban, había pocas personas en el cine, fuimos a la parte más alta, Silvia apretaba con fuerza mi brazo con sus pequeñas manitas. Me pidió que tocara su chocho…

Estaba demasiado mojada, la delgada tela de la tanga estaba empapada; aparte rápidamente mi mano al ver al hombre del sombrero entrar y mirar a todos lados. Con discreción le dije a Silvia que el había llegado, nuestra presencia llamó su atención, el hombre subió lentamente por los escalones, se acomodó a mi lado, yo estaba nervioso sin saber que hacer.

Silvia seguía apretando con fuerza mi brazo. Yo temblaba de pies a cabeza cuando el hombre se quitó el sombrero y lo puso en la butaca a su lado, ___ ¡si lo que buscas es un poco de emoción… estás en el lugar adecuado!___ ¿Quieres que… juegue un poco con tu chica? ¡Puedo acariciarla…masturbarla con total discreción! ¿Estás de acuerdo?

Me sentía un estúpido… mis palabras dejaron en claro la falta de experiencia. ___ ¡solo… quiero que la toques… con discreción… después todos tranquilos!

El hombre dio la vuelta, ahora se acomodó al lado de mi esposa, quedando en medio de ambos, como la pareja de la primera noche, el hombre cruzo las piernas y estiró su brazo, su mano se deslizo lentamente por la pierna de Silvia, quien se estremeció al sentir la caricia, el hombre la miró fijamente a los ojos, pero no le dijo nada, quizá se asombro al sentir que estaba muy mojada.

Ágilmente fue bajando la tanga hasta que logro quitársela. La hizo bolita y la guardó en el bolso de su chamarra, por instinto Silvia separó las piernas lo más que le fue posible, el hombre metía sus esqueléticos y largos dedos en el chocho de mi esposo, morbosamente los sacaba y los llevaba a su boca.

Mi verga me dolía por lo que estaba presenciando. Mi esposa apretaba con fuerza sus labios, quizá tratando de evitar que sus gemidos escaparan de su garganta. El hombre puso la otra mano en la parte superior de Silvia, sin problema lo bajó un poco dejando al descubierto sus tetas.

Bajó su cabeza para alcanzar sus tetas, chupaba sus pezones, poco a poco fueron aumentando de tamaño, yo solo miraba como mi esposa se movía inquieta en su butaca… como si respondiera a un tiempo cronometrado, el hombre se aparto, le devolvió su tanga a mi esposa y dio la vuelta, tomó su sombrero y se sentó unos minutos a mi lado…

___ ¡Tu chica está muy excitada… necesita una buena cogida… si te apetece… podemos ir a mi departamento, está cerca de aquí! Podemos cogerla entre los dos o si lo prefieres… ¡puedes observar mientras yo cojo con ella! Ahora voy a salir… caminaré hasta la siguiente esquina, si lo deseas, los esperaré unos minutos, si no salen… todos tranquilos.

El hombre se alejó lentamente, abandonó la sala, tomé la pequeña mano de Silvia y le pregunte… ¿quieres ir a su departamento? ¡El desea cogerte! Pero yo… no sé si pueda estar presente. ___ ¡estoy muy caliente de verdad!___ pero solo iré si tú me acompañas, de lo contrario… será mejor que vayamos a un hotel y me ayudes a apaciguar este calor interno que me está quemando…

Hice un gran esfuerzo para hacerlo. Estaba seguro que de no hacerlo en ese momento… ¡quizá nunca lo volvería a intentar! ¡De acuerdo… salgamos y si aun esta afuera… iremos con él… estaré presente mientras te coge!

Silvia estaba temblando de pies a cabeza… no me quedaba claro si era de nervios, de miedo o por la excitación que tenia. En la esquina el hombre sonrió al mirarnos salir del cine, nos emparejamos a él, caminamos por la calle, el hombre era muy alto, hasta ese momento me di cuenta que debía tener por lo menos unos 65 años de edad.

Pasamos por el patio de la vieja vecindad. Subimos por unas escaleras tipo caracol, nadie nos vio entrar, la puerta de madera rechino lúgubre al ser cerrada, otra puerta que da a un balcón fue abierta por el hombre, se despojo del sombrero colgándolo en la puerta.

Se paró frente a nosotros, nos miró fijamente y con una sonrisa amable nos dijo…

___ relájense, pueden desnudarse ambos si lo desean___ ahora terminaremos lo que iniciamos en el cine.

Al notar nuestros nervios, se aproximó a Silvia, rodeó su estrecha cintura con sus manos y la atrajo hacia su pecho, se agacho para poder besarla, mientras ella se paraba en puntitas, las manos del hombre se movían con agilidad, bajó el vestido y lo soltó, la prenda se quedó atorado en su cintura, seguía besándola, al tiempo que acariciaba sus tetas, con las yemas de sus dedos apretaba los pezones.

Terminó por despojarla del vestido. Le siguió la mojada tanga, el hombre se acomodó en un viejo sillón, tomo de la mano a Silvia y la ayudó a subir, quedando de pie sobre el sillón, con las piernas abiertas, la tomó de la cintura y la atrajo hacia él… su boca quedó justo debajo de su chocho, comenzó a mamar, Silvia se estremecía con cada chupada.

Yo estaba sudando por lo que sucedía. Por primera vez estaba presenciando como un extraño se cogía a mi esposa, por primera vez sentía ese exquisito placer de verla estremecerse, podía escuchar discretos gemidos que escapaban de su garganta.

Discretamente volvía su cabeza y me miraba, como impulsado por un resorte… me levante y me aproxime lo más que pude, justo en el momento que un torrente de líquidos vaginales salía disparado de su chocho. El hombre trataba de tragar todo el líquido, algo imposible de hacer, el temblor de Silvia fue desapareciendo poco a poco, mientras él… limpiaba el líquido que aun seguía saliendo de su chocho.

El hombre se puso de pie, mientras yo aproveche para volver a la silla de madera. Mi esposa se sacudía sin fuerzas en el viejo sillón, sin dejar de mirarla… el se desnudo sin importarle mi presencia, era demasiado flaco, pero sorprendentemente… en medio de sus piernas colgaba una verga larga y flácida.

Parecía no tener vida… ¡ya no se le ha de parar! Pensé en mi mente.

__Deja que me siente en el sillón.

Silvia se puso de pie dando el lugar al viejo, ella se arrodillo, como si supiera lo que debía hacer, tomó con una de sus manos el trozo inerte de carne y lo acaricio, el chorizo no respondió a la caricia… ahora… abrió su boca e introdujo la punta de la verga flácida, la cuál por cierto tenía forma de un hongo. Me impresionó ver como ella metía todo ese chorizo en su pequeña boca…

El chorizo comenzó a cobrar vida. Ya no le cabía toda en la boca, ahora solo tenia la mitad dentro, después de unos minutos, las venas del hombre se pusieron hinchadas, con suavidad empujo la cabeza de Silvia para que soltara la verga…

La tomó de la mano y fueron a la vieja cama, la cual olía a humedad, él se recostó y sobre de el ella se acomodó, dejando su chocho al alcance de su boca, estaban haciendo un delicioso 69… la lengua del viejo era experimentada, Silvia cerraba sus ojos su cuerpo se ponía rígido y volvió a temblar de pies a cabeza.

Fueron momentos de locura. No podía evitar que la excitación se apoderara de mí por completo. Silvia disfrutaba mamando la verga del viejo, la cual a decir verdad, ya no parecía cansada, estaba llena de vida, podía ver sus venas inflamarse.

Antes de culminar el acto… el hombre se puso de pie, se aproximo y me miró fijamente.

___ ¡puedes desnudarte y masturbarte si lo deseas!___ ¡no seas tímido! Solo falta que le meta mi verga en su rajita… así… que te aconsejo lo disfrutes.

Volvió a la cama, se acostó y se dispuso a meterle la verga.

___ quiero que te sientes en mi verga, móntame y demuéstrame que sabes hacer.

Silvia se acomodó, lentamente la verga del viejo fue entrando en el mojado chocho de mi esposa, sus pequeños pies estaban a los costados del cuerpo del viejo, verdaderamente en ese momento comprendí la excitación que ocasiona ver a una mujer cogiendo con las zapatillas puestas, relamía sus labios mientras subía y bajaba.

La verga del viejo comenzó a salir impregnada de un líquido blanquizco, los líquidos vaginales de ella, sus pechos se bamboleaban como dos peras que están siendo sacudidas. No pude más… rápidamente me despoje del pantalón y me masturbe mientras seguía viendo esa verga entrar y salir del chocho de Silvia.

El viejo estiró los brazos y atrapó con sus grandes manos las tetas de Silvia, las masajeó con suavidad, poniendo énfasis en sus pequeños pezones, los cuales respondieron de inmediato a las caricias. Sus cuerpos estaban sudorosos, Silvia luchaba por no gritar por el placer que estaba sintiendo. El viejo se sacudió violentamente, apretó con fuerza la cintura de mi esposa…

Silvia mordió sus labios con fuerza… el viejo la soltó y le extrajo la mojada verga… la recostó de espaldas a él y volvió a penetrarla, levanto una de sus piernas, de tal forma que yo podía ver el chocho enrojecido de mi esposa.

Volvió a eyacular dentro de ella. Ambos perdieron las fuerzas… se quedaron unos minutos abrazados, mezclando sus sudores corporales, después de un rato el viejo bajó de la cama, tomó una tina pequeña, puso agua y sin pudor alguno lavó su verga en nuestra presencia.

__ ¡Pueden lavarse si lo desean! ¡Agradezco que hayan aceptado mi invitación…! Si algún día lo desean… pueden venir a verme. Estoy seguro que pueden aprender mucho de mí… supongo que son novios.

Rápidamente Silvia tomó la iniciativa de responder, tomando una actitud ingenua y tímida que estaba lejos de sentir. __ ¡gracias… creo que si volveremos algún día mi novio y yo… ambos estamos deseoso de aprender muchas cosas! __

Sin lavarnos, abandonamos la vieja vecindad. Fuimos en silencio a casa, ya era casi media noche así que fue necesario tomar un taxi de sitio, yo estaba confundido, no sabía si había hecho bien en estar presente, mientras el viejo se cogía a Silvia.

Pero extrañamente encontré la respuesta a mis interrogantes al llegar a casa, mi verga seguía erecta, rápidamente me desnude y Silvia hizo lo mismo, ambos seguíamos excitados con esa nueva forma de gozar del sexo, cogimos como nunca antes, por fin logre prolongar mi eyaculación… ahora estaba completamente seguro… ¡muy pronto volvería a llevarla con el viejo del cine!

¿Estás contento? ¿Te gusto como me comporté?

Si… ¡estoy muy satisfecho!

¡Pues… ahora quiero que sepas que la próxima semana… iré con Andrés y Pablo… van a llevarme a la playa y van a cogerme ambos…! Espero que no te moleste que haya aceptado sin consultarte… ¡y cuando lo desees… iré contigo con ese hombre para que me coja delante de ti!

La suerte ya estaba echada… no pude negarle nada…. Ahora… ella me tenía en sus manos.