Sucedió en el baño de chicos
Como tres compañeros me hicieron pasar una velada perfecta.
Hola, me llamo Marta, edad 35, casada desde hace 7 años, pelo moreno liso y larga melena, estatura 1,70, piernas largas y delgadas.
El relato que les voy a explicar me ocurrió antes de iniciar las vacaciones de verano, concretamente en julio. Ya es conocidos por todos que en las empresas hay cenas de despedidas, esta era porque empezábamos las vacaciones, era el último día de trabajo con las compañeras y compañeros.
Soy jefa de personal en una empresa de exportación, por lo tanto, el gabinete más importante es la sección comercial. Los comerciales tienen fama de mujeriegos, pero hasta la fecha no sospechaba hasta que punto.
La velada la organizaron dos compañeras, el lugar tenía que ser acogedor y para un grupo de unos 25. Después de hacer gestiones encontraron un restaurante elegante, de moda y con una sala de reuniones con capacidad suficiente para el grupo.
Llegó la tan deseada noche, pues significaba el comienzo de unas vacaciones deseadas por todos, ya que el trabajo era muy estresante, y nos lo habíamos ganado todos. Por mi puesto, soy la persona más odiada, pero las cosas son así y no se puede remediar.
Tengo que decirles que en mi matrimonio todo iba bien, les digo esto, porque desde esa noche algo a cambiado, mi marido no lo sabe. Sexualmente somos una pareja normal, hay temporadas con mucha actividad y otras con menos. Actualmente pasamos por una de mucha actividad, pues estamos buscando un hijo, pero tengo cierta dificultad para quedarme en estado.
A lo que decía, el lugar de reunión fue en la misma empresa, desde allí nos dirigimos al restaurante, como a unos 20 minutos de trayecto. Al entrar, yo y dos compañeras nos dirigimos al baño, al llegar a las puertas dudamos cual era la entrada del de las chicas, pues los rótulos eran demasiado modernos y no se diferenciaban bien. Una vez adentro me puse a retocarme el maquillaje y una de las compañeras me dijo que iba muy guapa. La verdad que si me sentía guapa esa noche, llevaba un traje de falda hasta las rodillas de color rojo.
Una vez en la sala, nos dispusimos a cenar. Lo primero fue hacer un pequeño aperitivo y después un segundo plato a escoger. La velada transcurría felizmente, comíamos, bebíamos y sobre todo reíamos. Sin darnos cuenta pasaba la noche y yo empezaba a estar en un estado más desinhibido, pues la bebida corría en abundancia. Pusieron música para nosotros y la gente empezó a bailar. Aproveché para ir al baño, al levantarme, la bebida hizo que me marease, ya notaba un cierto mareo estando sentada, pero no le daba mayor importancia, pues me dejaba llevar por la noche. Me dirigí hacía el baño y entré en él con tanta prisa que no me fijé si era el de chicos o chicas. Cerré la puerta sin poner el seguro, me levanté la falda y me dispuse a orinar, cuando levanto la mirada y me parece ver a Sergio, un compañero.
Marta! exclama.
Sabes donde has entrado?
Inocentemente respondí: en el baño.
Pero era el baño de chicos, me confundí. Lo que sucedió después nunca me lo hubiese imaginado. Sergio avisó a alguien de mi presencia y automáticamente le dijo que cerrara bien la puerta, cosa que hizo. Lo siguiente que pude escuchar fue:
Sabéis a quien tenemos aquí?
No, dinos.
Pues tenemos a la jefa.
A Marta!
Si. Y no sabéis como está.
En ese momento se asomaron Juan y Pablo. Joder como está de buena y más así. Me encontraba con el traje levantado, limpiando mi sexo y con una tira caída del hombro. Mi estado era lamentable, intente cerrar la puerta, pero ellos lo impidieron y Sergio se abalanzó hacía mi, me agarro del brazo y me estiró hacía afuera. Me cogió con su brazo por el cuello, quedando él detrás de mí, con lo cual quedé a su merced. A los otros les comenzó a decir; chicos no me habías dicho lo buena que estaba y lo bien que estaba para follarsela, que le echaríais más de un polvo, pues ahora es la ocasión. No podía dar crédito a lo que escuchaba, me estaba poniendo nerviosa y me temía alguna locura de los tres. Sergio empezó a acariciarme y yo me resistía, pero Juan me cogió de los tobillos y me inutilizó los movimientos quedando a disposición de Sergio el cuál siguió con sus caricias, llegando a acariciar mi sexo por encima de mis bragas, en un principio me resistía, se estaba consumando un acto no deseado, mis gritos no tenían resultado, pues Sergio con la mano que me cogía del cuello me tapó la boca y los brazos los tenía bien cogidos Pablo. Sus caricias sobre mi sexo empezaron a tener resultado, aquella situación se escapaba de mi voluntad, me estaba excitando y empezaba a gustarme. Sergio seguía con sus caricias, ya no me resistía y empezaba a colaborar en el juego amoroso, mis fluidos vaginales empezaban a mojar mis bragas y varios gemidos delataron mi estado de placer que me hacían sentir aquellas manos, que con maestría me acariciaban lo más intimo y que sólo mi marido hasta ese momento había podido disfrutar. Sergio con gran habilidad me desplazó las bragas hacía un lado, dejando mi sexo al descubierto, cuando de repente Pablo sin soltar mis manos empezó ha besar mi clítoris, lamerlo y jugar con él, era increíble la sensación de placer que sentía, no aguantaba tanta dedicación sobre mi clítoris y empecé a gemir de puro placer. Sergio a su vez me acariciaba mis pechos que quedaron al descubierto una vez liberados del sujetador y pode comprobar que su miembro había crecido considerablemente, incrustándose entre mis nalgas. Se había quitado los pantalones y calzoncillos con la mano que le quedaba libre, pues ya me había dejado libre al ver que había dejado de resistirme y me dejaba llevar por el placer que Pablo me propinaba, cuando empecé a notar que Sergio quería penetrarme desde atrás, al estar Pablo acariciándome y en posición vertical, Sergio me dobló la espalda y le dijo a Pablo que se apartara, que me iba a follar, dejando este de acariciarme y acto seguido noté como me penetraban desde atrás, sin que mi sexo opusiera resistencia, pues entró con suavidad. Tuve que apoyar mis manos en el lavabo de mármol y al alzar la mirada pude ver la escena a través del espejo. Sergio me estaba follando con un ritmo despacio pero constante, lo cual me gustaba.
Juan que ya llevaba tiempo contemplando lo que Pablo y Sergio me hacían entró en escena y cogiendo mis manos, se sentó en el mármol, quedando delante de mí y con su miembro apuntado hacía arriba me cogió la cabeza y me la dirigió hacía su pene. Mi mano derecha se fue en busca de su pene y empecé a masturbarlo, pero él no satisfecho con lo que le hacía me dijo: cometela y chupamela como si fuese un helado. Cosa que empecé a hacer. Entre la follada que me estaba dando Sergio y la comida de polla que estaba haciéndole a Juan estaba en plena lujuria. No satisfechos con lo que me estaban haciendo Pablo le dijo a Sergio que se tumbara en el mármol y me cogiera para cabalgar sobre él, cosa que hizo. Juan quedó por un momento desantendido, pero una vez colocados en la nueva postura me cogió de la cabeza para que no parase de chupar ese magnifico helado que me estaba comiendo y que en vez de derretirse lo que hacía era crecer. Yo quedaba con mi culo en pompas, con lo que Pablo tenía mi ano a su placer, seguro que le dijo a Sergio que se pusiera así para hacer lo que se dispuso a realizar. Para mi sorpresa Pablo empezó a lamer mi ano, haciéndome tener una sensación que nunca había experimentado, sin poder aguantar más el castigo que Pablo y Sergio me estaban dando, me cogí como nunca. Tuve que dejar a Juan y disfrutar de tan intenso placer. Sergio intensificó sus movimientos haciéndolos más rápidos y bruscos, viendo que me había corrido, y con tres movimientos secos y contundentes se corrió dentro de mí, notando su caliente esperma fluir por mis entrañas. Juan que lo había dejado se estaba masturbando delante de mí y también se corrió. Era increíble lo que estaba sucediendo, pensaba que ya se había acabado cuando Pablo me cogió del estómago, me retiró de Sergio, poniéndome de pie y apoyando mi pecho en el mármol. Yo aún conmocionada del orgasmo no me percaté de las intenciones de Pablo, el cual, maliciosamente empezó a penetrarme el ano, dilatado que lo tenía por los lametazos que me había dado y el placer que me produjo, no sin dificultad, pues hasta ese momento era virgen de ahí, empujaba con algo de fuerza, provocándome un dolor. En ese momento recordé como había perdido la virginidad con mi marido, pero más doloroso. No pude remediar gritar de dolor pero él no paró y comenzó con el movimiento de mete y saca, cada vez más rápido y violento, no se el tiempo que estuvo pero no fue demasiado y eyaculó con tal intensidad que me lleno toda.
Derrotados los cuatro, nos dispusimos a recuperar fuerzas, vestirnos y salimos del baño juntos, pero rápidamente me dejaron sola. Entré en el baño de chicas para arreglarme mejor y una vez recuperada de la experiencia, me dispuse a incorporarme a la fiesta. Nadie sospechó nada, pues todos bailaban.