Subasta de esclavas

Una fantasía muy extendida

SUBASTA DE ESCLAVAS


Título original: SLAVE AUCTION

Autor: Courtney Sweet

Traducido por GGG. Diciembre de 2001

PARTE 1


Kiana se trasladó a la cámara de espera tras el bloque de subastas con las otras esclavas, con su cuerpo bien aceitado vestido solo con un suave taparrabos de piel y la parte de arriba del bikini. Como las otras esclavas del juego, tenía grilletes en las muñecas y en los pies, permitiéndole las cadenas unos movimientos limitados, suficientes solamente para arrastrarse lentamente.

Observando al amo de esclavas caminar entre la línea de mujeres le vio levantar aquí un pecho o palmear un culo allí mientras se movía hacia ella. Le levantó la barbilla mirándola a los ojos mientras ella le devolvía la mirada en silencio, su cara se curvó en una sonrisa despreciativa "tú serás la primera del bloque".

Kiana fue liberada de la larga cadena que la unía a las otras esclavas, empujada delante del amo de esclavas al bloque de subastas. Con su largo pelo rojizo colgando delante de su cara, sin ocultar totalmente sus grandes ojos grises que ahora miraban abajo hacia la muchedumbre de hombres que miraban impúdicamente su cuerpo casi desnudo, extendiéndose entre ellos un lento murmullo de aprobación.

El amo de esclavas la empujó con el mango de su látigo, "Esta es mi adorable pelirroja natural, Kiana. Estírate, pon las manos en la cabeza, Kiana, y levanta tus adorables pechos y culo, luego da la vuelta en círculo para que puedan verte mejor". Haciendo lo que se le pedía, sintió que un estremecimiento de excitación se le disparaba a través del clítoris y se extendía por sus muslos abajo. El amo se inclinó hacia delante y cortó la parte delantera de su bikini, liberando sus copas de talla 36D para que las vieran todos, sus pezones rosa pálido sobresaliendo como un par de frutas exóticas y suculentas.

La puja ya casi había empezado pero el amo levantó las manos para calmar a la horda de hombres hambrientos, "siendo esta mi primera esclava, deseo ofreceros una idea de lo que podéis esperar del resto de mis chicas. Podéis considerarlo una prueba de lo que va a venir" soltando las muñecas y tobillos de Kiana la movió hacia las escaleras en el borde del bloque y bajó hacia la multitud, que automáticamente formó un círculo alrededor de la esclava y su amo.

El amo se volvió a Kiana, "Ahora, querida mía, quiero que te presentes a cada uno de estos hombres, les dejes tocarte y sientan lo maravillosamente suaves que son realmente tus curvas. Saca el pecho fuera para ellos, arquea la espalda y déjales ver el culo hermosamente redondo que tienes. ¡Hazlo! ¡Ahora!"

"Sí, amo" Kiana se movió alrededor del círculo levantando sus pechos y ofreciéndolos a cada hombre por turno, el primer hombre pasó sus manos sobre sus duros pezones y apretó sus pechos como frutas maduras. Kiana podía sentir que su raja empezaba a humedecerse, los pliegues de su sexo se deslizaban contra ella mientras caminaba hasta el siguiente hombre, que bajó la boca para probar uno de sus deliciosos brotes.

Las rodillas de Kiana temblaban mientras se movía hasta el siguiente hombre, le pasó las manos alrededor de su menuda cintura, sintiendo su culo redondo mientras empujaba sus tetas contra su pecho con una sonrisa impúdica en su rostro. El siguiente hombre retorció sin piedad sus largos pezones, haciéndola pegar un respingo, el siguiente comprador copó su montículo y le dio un apretón a través del taparrabos que todavía llevaba.

El camino continuó hasta que cada hombre de la subasta la hubo tocado, los labios de su coño hinchados y su clítoris abultado, con la tira de cuero del taparrabos empapada con sus jugos. El amo le sonrió con gesto de asentimiento para que se quedara en el centro del círculo. "Ahora Kiana, dóblate y toca las puntas de tus pies, es decir, abre las piernas para nosotros y así podremos ver cómo estás de excitada".

Kiana se sintió enrojecer mientras se inclinaba hacia delante levantando al aire su adorable culo, el amo se adelantó con su pequeña espada cortando el cuero de su taparrabos por detrás, haciendo que cayera alrededor de sus tobillos. Su jugosa raja rosada expuesta para que la vieran todos, mientras sus grandes pechos colgaban como péndulos gemelos. "Ved que bonita cerda es, vuestras caricias la han dejado lista para que la llene una buena polla. ¿Quién será el primero en paladear este bonito coño hoy?"

Los hombres se adelantaron en el círculo, cerrando la separación alrededor de ella, haciendo gestos y llamando la atención del amo, pero sus ojos estaban clavados en un hombre que ondeaba un billete de cien dólares. "Usted, el de allí con el billete arrugado en las manos. Sí, usted, señor será el primero en saborear a mi adorable cerda Kiana". Tomando el billete del hombre el amo señaló el culo maduro y haciendo una reverencia se separó en silencio.

El hombre se arrodilló y separando las nalgas enterró la cara en su brillante raja, Kiana se vio empujada hacia delante sobre las manos por la fuerza de la embestida, su culo todavía más alto en el aire. Los sonidos amortiguados de sus lametones y los gemidos consecuentes de placer que emanaban de él se hicieron eco en el silencio de la multitud. Aquí y allí una mano se restregaba la entrepierna, mientras la muchedumbre miraba impúdicamente como la cerda esclava era devorada delante de ellos.

Al poco tiempo el cuerpo de Kiana empezó a agitarse y estremecerse mientras un magnífico orgasmo la golpeaba, sus brazos cedieron, lanzándola tendida sobre el estómago. El amo se adelantó, descansó la mano sobre el hombro del hombre, ayudándole a levantarse mientras se limpiaba la corrida de la cara con la parte de atrás de la mano. "¿Lo ve ahora? ¿Cómo era de dulce ese coño delicioso? ¿Cuánto ofrecería usted por una esclava como esta? Ponte de nuevo a cuatro patas Kiana y muestra lo húmedo que está ahora tu coño. Arrástrate hasta cada hombre y presenta tu pequeño y empapado coño para que puedan inspeccionarlo más de cerca".

"Sí, amo" completamente humillada por lo que le estaba pasando y adorando cada minuto, Kiana se adelantó hacia los hombres sobre sus manos y pies como una mona en celo, presentando su raja empapada en su corrida a cada hombre por turno. Algunos le acariciaban las nalgas; otros deslizaban un dedo en su agujero para explorar, paladeando los jugos que salían de su agujero mientras se trasladaba hasta otro de la fila. Un hombre que le había retorcido duramente los pezones antes, metió dos dedos en su coño, luego con ellos bien lubrificados por sus jugos, los forzó profundamente en su prieto y pequeño agujero del culo haciéndola saltar hacia delante y jadear ruidosamente.

Kiana se sonrojó profundamente por la vergüenza de tener tantos hombres inspeccionándola tan completamente, su coño contraído de excitación mientras sentía cada dedo profundamente clavado en sus calientes agujeros. En un momento dado el amo de esclavas se movió para ponerse a su lado, volviendo a enganchar los grilletes a sus brazos y piernas, la colocó, ahora totalmente desnuda, con las manos sobre la cabeza y los pechos fuera, el culo hacia fuera y la espalda arqueada.

Volviéndose hacia la multitud de hombres bien excitados, asintió y sonriendo con conocimiento "ahora empezaremos la puja." La puja empezó de nuevo en serio, comenzando con un precio que duplicaba al anterior, con todos los hombres compitiendo para poseer a la cerda pelirroja como esclava personal durante la noche. Finalmente se llegó a una suma exorbitante y un hombre alto y bien vestido hizo las cuentas con el amo, llevándose a Kiana con él mientras se colocaba la siguiente esclava en el bloque y el sonido de la ansiosa puja llenaba de nuevo la sala.


PARTE 2


Kiana siguió al hombre que la había comprado, con la cabeza ligeramente inclinada, como debería una buena sumisa, pero no podía evitar ver sus formas musculosas. Estaba contenta de que el hombre que la había pellizcado y follado cruelmente hubiera salido pronto de la puja. Este hombre tenía cara amable, con todo su tamaño prometiéndole una polla enorme y esperanzas de un vigor sexual a juego.

Entraron a la habitación que tenía aparte, con sus ojos oscuros mirándola mientras estaba desnuda en el centro de la sala, "espera aquí", le ordenó y desapareció en otra habitación. Kiana le esperó obedientemente lo que le parecieron eternidades, con el coño bastante húmedo en adelanto, cuando el hombre regresó vestido con un albornoz. La miró y le indicó que se aproximara, le soltó las esposas, "tráeme una bebida del bar. Y un vaso de hielos".

"Sí, amo" murmuró, volviendo y colocando la bebida y el hielo cerca de él, con el coño chorreando jugos para entonces, el aparente desinterés la ponía cada minuto más y más. "Siéntate en la otomana frente a mí y enséñame de nuevo ese delicioso coño, es decir, abre completamente las piernas y mantén abiertos esos labios calientes e hinchados. Eres una pequeña cerda caliente ¿verdad?"

"Sí, amo. Estoy muy cachonda" con los ojos chispeando mientras mantenía la mirada baja, con sumisión, exhibiendo su pequeño y duro clítoris y el abierto y húmedo agujero, los toqueteos y sobes de la subasta la habían excitado pero necesitaba sentir una polla y esperaba que él se decidiera pronto a follársela.

"Bien, no podemos tenerte tan caliente e incómoda, ¿verdad?" Levantándose de su asiento, con la bata caída a un lado pudo ver su polla gigante colgando hacia delante, bajo todo el peso de su tamaño creciente. Pasándole un cubo de hielo sonrió al jadeante cuerpecito de ella "enfríate los pezones con el hielo, esclava".

"Sí, amo" tomando el hielo Kiana se lo restregó sobre los pezones, haciendo que se empinaran y se endurecieran, la aureola se frunciera mientras chorros de agua fría se deslizaban por sus pechos cubiertos de aceite. "Ahora mantén otra vez la raja abierta, esclava" mientras lo hacía el hombre se inclinó adelante, pasando alguno de los hielos arriba y abajo por su pequeño y caliente coño. Kiana se quedó sin respiración cuando deslizó alguno de los hielos directamente en su agujero, la sensación de frío contra las sedosas y calientes paredes de su coño la hicieron gemir, con el hielo fundido saliendo por su raja en lentos chorros.

"Lame algunos hielos, luego ven aquí y chúpame la polla con tu boquita helada, esclava" reclinándose en el sofá abrió y extendió su bata, el largo poste de su erección yaciendo sobre su vientre. Mientras hacía lo que se le pedía, Kiana se arrodilló en la otomana inclinándose hacia delante con la cabeza entre las piernas de él y su culo redondo al aire de modo que él podía ver claramente su reflejo en el espejo que tenía detrás. Chupó el hielo y luego pasó su boca fría sobre su erección caliente; chupándole ansiosamente no oyó la puerta que se abría tras ella.

"Ahh, has empezado sin mí, Emiel. La cerda pelirroja te tiene cogido por los huevos, deberías estar enseñándole a ella quien es el jefe" la risilla cruel le dijo que era el hombre del círculo que había sido más rudo con ella. Kiana sintió que su coño se agitaba, se dio cuenta que se iba a unir a ellos, con el cuerpo totalmente vulnerable en la postura en que estaba en ese momento, continuó chupando ansiosamente a Emiel.

"No es cierto Ali, la cerda se ha estado portando bien con su amo" se rió Emiel entre dientes mientras veía que Ali acariciaba el trasero protuberante de Kiana luego metía sus dedos profundamente en la suave carne de su coño. Chupó más aprisa a Emiel trabajando furiosamente con su boca y su lengua mientras oía a Ali desabrocharse los pantalones tras ella, podía sentir que la polla que tenía en la boca empezaba a endurecerse y palpitar hacia el clímax.

Mientras Ali empujaba la polla dentro de su coño con un poderoso empellón, la empujaba hacia delante contra la polla de Emiel, precisamente cuando grandes chorros de caliente corrida bajaban por su garganta, sin estar preparada para ninguno de ellos se sintió asfixiada y luchó para recuperarse. Ali agarró sus caderas tirando de ella hacia atrás hacia su polla y se clavó en su hinchado y suave coño con dureza y rapidez mientras Emiel sujetaba su cabeza contra su polla palpitante. Kiana sintió como si los dos fuertes hombres la estuvieran descuartizando, tragó grandes porciones de esperma mientras Ali la martilleaba sin piedad, lamiendo hasta la última gota de la polla de Emiel.

Emiel la retiró del agarre de Ali y la volvió para que se montara sobre su polla, su polla todavía dura como una roca mientras la empalaba con ella "móntame, esclava. Pero arquea la espalda para que Ali pueda reunirse conmigo en tu interior, guarra" cogiendo su pecho con la mano se lo estrujó luego le chupó el rígido pezón mordiéndolo y lamiéndolo hasta que gruñó con suavidad.

Kiana susurró "sí, amo" obedeciéndole inmediatamente, se lamió los restos de la corrida de los labios, ahora estaba tan excitada, sabía que no le llevaría mucho tiempo el que su enorme polla la llevara a un delicioso orgasmo, era mucho más grande que la de Ali y dos veces más gruesa.

Mientras se impulsaba arriba y abajo sobre la polla de Emiel sintió que Ali se colocaba detrás de ella en la otomana, presionando su polla contra su culo "ahora haremos que grites pidiendo más, ¿eh cerda? Dos grandes pollas de carne para llenarte con corridas"  se rió socarronamente mientras empujaba su polla dentro de su agujero trasero, separando sus nalgas mientras su bulto duro traspasaba el menudo agujero de su culo.

Kiana intentó mantenerse bombeando arriba y abajo sobre Emiel pero sus piernas eran como gelatina, el increíble placer de tener ambos agujeros rellenos a la vez le hacía estremecerse y gemir. Emiel la levantó ligeramente, avanzando sus caderas hacia arriba y follándola profundamente con su enorme dardo; Ali siguió bombeando en su culo con su grueso bulto.

Su cuerpo estremecido y convulsionado por un intenso orgasmo fue suficiente para los dos hombres, ambos vaciaron sus cargas profundamente en el interior de sus prietos orificios, mezclando sus gruñidos con los de ella mientras se pegaban a su cuerpo que se retorcía, removiendo sus caderas contra la cerda que giraba.

Kiana cayó hacia un lado sobre el sofá mientras la liberaban, separando sus piernas Emiel empezó a chuparle el clítoris, lamiendo y chupeteando el coño lleno de corrida, ignorando los suaves gemidos de protesta de Kiana. Ali observó unos instantes mientras se acariciaba su dardo, luego, colocándose sobre su cara, empujó sus labios con su polla "chúpala esclava" se burló.

Kiana cumplió y tomando el corto y duro bulto con su boca chupó mientras él la bombeaba dentro y fuera de su boca con fiereza, ella estaba agradecida de que no fuera tan larga como la de Emiel o seguramente la hubiera asfixiado con sus frenéticos empujes. La súbita sensación de los dientes de Emiel sobre su clítoris la hizo elevar las caderas involuntariamente, empujando su coño contra su lengua exploradora.

El agarre de Ali en su cabeza la apretaba mientras ella sentía como se ponía duro en su boca, liberando de repente borbotones de corrida y bombeándola por su garganta, ella chupó avariciosamente, "buena cerda, limpia ahora la corrida de la polla de Ali, lame hasta la última gota" gruñó guturalmente mientras miraba la boca de la pelirroja trabajando sobre su polla flácida.

El coño palpitante de Kiana se contrajo en las primeras fases del orgasmo cuando sintió los dedos de Emiel penetrando su agujero, su boca todavía trabajando furiosamente su clítoris mientras se la follaba profundamente con los dedos, moviéndolos circularmente en el interior de su sedoso trocito mientras sus caderas se movían atrás y adelante contra él. "Mmmm dulce jugo de coño. Que esclava tan buena. Córrete en mi boca. Mmmmm sí" masculló Emiel en los labios de su coño mientras chupaba los jugos que salían de ella a cada espasmo convulsivo

de su clímax.

Mientras yacían en el sofá sonó la campana para la cena, se ducharon, luego Ali y Emiel se vistieron antes de encadenar a la desnuda Kiana y los tres se dirigieron al recibidor donde se reunieron con las otras esclavas y sus amos. Después de sentarse unos junto a otros alrededor de una mesa sobredimensionada, Kiana se colocó tras su amo, otra chica se situó de pie tras Ali, ambas esperando en silencio sus próximas órdenes.


PARTE 3


La comida estaba servida; cada esclava situada donde sus amos les dijeron. Algunas a los pies de sus amos; algunas sobre la mesa, con las piernas abiertas delante de su amo; otras seguían de pie o sentadas en el regazo de su amo.

Emiel guió silenciosamente a Kiana para que se sentara frente a él sobre la mesa y le indicó que se tumbara sobre la espalda, separara las piernas delante de él y que su comida se sirviera en su estómago desnudo. Los alimentos estaban calientes pero no tanto como para que quemaran y Kiana intentó no estremecerse cuando sintió la masa húmeda y cálida volcarse sobre ella.

La sala estaba en silencio, salvo los sonidos apreciables de los hombres comiendo y bebiendo, Kiana pudo ver a Ali tomando su comida, sabía que su esclava estaba bajo la mesa a sus pies, muy probablemente la tenía chupándole la polla mientras comía.

Kiana sintió que Emiel deslizaba un dedo dentro de su coño, había comido la mayor parte de los alimentos de su estómago, y estaba mirándola mientras tomaba una pieza de fruta de la gran bandeja cercana a la mesa. Peló el plátano lentamente, con los ojos fijos en ella todo el tiempo, mientras lo deslizaba dentro de su húmedo agujero. Pudo sentirlo entrar y salir de ella, frío al principio, luego más caliente cuando su cuerpo calentó la parte de plátano que estaba en su interior.

Emiel deslizó la fruta entera en su interior, bajando la cabeza entre sus muslos tomó un bocado, sonriendo mientras masticaba la suave y cálida carne del plátano. Kiana sintió que algo presionaba su culo, luego se deslizaba dentro, un pequeño sonido de sorpresa se escapó de sus labios antes de que pudiera controlarlo. Emiel había deslizado el mango del cuchillo de la mantequilla dentro de su culo mientras sorbía el plátano caliente de su coño jugoso.

"Ten cuidado, esclava, alguien puede oír tus quejas y luego tendría que castigarte" murmuró Emiel mientras sorbía lo último del plátano de su interior y lamía sus labios. Pudo oír a Ali reírse cerca y asintió mientras susurraba, "sí amo, lo siento, amo".

Emiel quitó el mango del cuchillo de mantequilla del culo de Kiana y se la sentó encima, deslizándola hacia él hasta que estuvo en su regazo. Kiana notó que muchas de las esclavas estaban en los regazos de sus amos o se las estaban follando en distintas posturas por toda la sala. Algunas dobladas sobre la mesa, otras a horcajadas sobre sus amos; o arrodilladas entre las rodillas de sus amos chupando vigorosamente.

Emiel buscó a tientas los pechos de Kiana mientras se la sentaba encima, apretando juntos sus grandes globos de carne y chupando sus puntas ansiosamente. Una chica del servicio que ofrecía varias fuentes de dulces en una bandeja se detuvo junto a ellos y Emiel aplicó generosamente una cuchara con mermelada espesa sobre los pechos de Kiana.

Mientras su amo lamía y chupaba sus pechos dulces y pegajosos los ojos de Kiana vagaron por la sala, una de las esclavas yacía sobre una mesa, tenía cantidad de mermelada, crema y fruta sobre su cuerpo desnudo y había dos amos y otra esclava chupando y lamiendo la pegajosa masa de su cuerpo exquisito.

Ali había doblado a su esclava sobre la mesa cercana de modo que su culo estaba abierto delante de él; estaba follando su coño vigorosamente con una mazorca de maíz y tenía un plátano sin pelar en su culo. Kiana podía ver por la mirada de la cara de la esclava de Ali que estaba totalmente en el cielo, su cuerpo estremeciéndose en éxtasis orgásmico mientras la mazorca y el plátano se deslizaban dentro y fuera de ella al unísono.

Emiel había limpiado buena parte de la mermelada de sus pechos y podía sentir su polla dura contra su coño desnudo a través del material de sus pantalones. Emiel la volvió a levantar sobre la mesa y le pasó el salero de porcelana, era largo y con forma fálica. "Muéstrame cómo te das placer, esclava, muéstranos a todos cómo te gusta que te follen".

Kiana levantó las rodillas y descansó los pies sobre la mesa de forma que sus piernas estuvieran bien abiertas delante de Emiel, inclinándose hacia atrás sobre una mano levantó las caderas ligeramente y deslizó el salero en su jugoso coño, estaba tan húmeda para entonces que había una capa visible de jugo sobre los labios de su coño y la parte interna de los muslos.

"Fóllate a ti misma, esclava, danos una buena muestra de cómo te gusta que te follen" ordenó Emiel. "Sí, amo" jadeó Kiana mientras empujaba el salero dentro y fuera de su coño, las caderas subiendo y bajando mientras la polla de porcelana blanca bombeaba dentro y fuera de ella. Se la metía cada vez más fuerte y más rápido hasta que se sintió a punto de correrse.

Emiel se echó hacia delante cogiéndole el salero justo antes de que llegara al clímax, el agujero de su coño apretó el vacío mientras ella se quejaba suavemente. "¿Así que te gusta que te follen con fuerza y rapidez, esclava? Fuerte y rápido hasta que te corras ¿es eso lo que te gusta? ¿Quizás necesitas algo más satisfactorio?" Emiel le pasó a Kiana una mazorca de maíz, "Siéntate en cuclillas sobre la mesa y muéstranos, muéstranos lo que quieras hacer con la mazorca, pero no te corras hasta que no te lo diga".

Kiana se incorporó sobre sus ancas, con las rodillas separadas y se dejó caer sobre la mazorca, deslizando toda su longitud en su coño ansioso, forzándolo a ensancharse. Para entonces unos cuantos amos estaban observándola con evidente aprobación. Se folló a sí misma profundamente con el duro y rugoso vegetal, los jugos de su coño escurriéndose por el maíz y sobre sus dedos, mientras lo empujaba dentro y fuera de ella, con cuidado de detenerse antes de que su cuerpo alcanzara el clímax.

Emiel sonrió "Buena esclava. Quieres correrte ¿verdad?" Kiana asintió "Sí, amo." Emiel miró a la sala; la mayor parte de la atención estaba concentrada en la actuación de su esclava. "Entonces sigue por favor, esclava, muéstranos cuanto te gusta darte placer".

Kiana volvió a empujar la gruesa mazorca dentro y fuera de su coño hinchado, los temblorosos músculos de sus muslos luchando por mantenerla en la difícil posición mientras alcanzaba finalmente un tremendo orgasmo, con sus jugos chorreando sobre el rosario de granos de la mazorca y escurriéndose por sus dedos. Hubo aplausos alrededor e incluso algunos amos felicitaron a Emiel por la actuación.

El gong sonó justo después de que Kiana alcanzara el clímax, señalando el final de la cena, retirándose los amos y sus esclavas a sus habitaciones para pasar la noche. Emiel se puso en pie "Vamos esclava. Y trae contigo la mazorca". Kiana siguió a su amo como le indicaba, asintiendo con la cabeza obediente "Sí, amo." El gong no solo señalaba el final de la cena sino también el final del juego.

Amos y esclavas volvieron a sus habitaciones donde se ducharon y vistieron volviendo a sus papeles originales de maridos y esposas.

(c) Courtney Sweet 2001