Subasta
Un joven aceptado para ser gigoló es subastado para su primer trabajo. (Segunda parte de "Banned Pleasure Palace")
Segunda parte de "Banned Pleasure Palace"
Las sienes de Daemon latían cada vez más fuerte de forma rítmica siguiendo los pasos de su corazón. Su primer día de trabajo le estaba superando, y aún no había empezado.
En el mismo momento en el que había entrado por la puerta unos hombres lo cogieron y se lo llevaron a la parte de atrás del escenario para cambiarlo de ropa. Le quitaron a tirones la camiseta y casi arrancaron el pantalón. Mientras uno terminaba de desvestirlo, el otro le metía la pastilla de Viagra en la boca para tener contento al público cuando saliese.
Una vez desnudo, Daemon pensaba que estaba libre, que tenía unos segundos antes de que le diesen a su primer cliente, pero no fue así. Le pusieron una cadena al cuello y un cinturón de cuero que acababa en una cola felina, para luego colocarle en la boca una mordaza que se ataba en la parte superior de la cabeza con las orejas del mismo animal.
— El jefe ha dicho que no sirves de demonio... Vamos a probarte como gatito demoníaco... A ver si así aprendes a ser algo agresivo... O gustas de culito follable. —el hombre soltó una risotada y lo empujó al escenario, no sin antes darle un azote con la mano abierta.
Daemon empezó a notar el efecto de la viagra en el mismo momento en el que lo empujaron al escenario. Los colores le subieron rápidamente por la vergüenza de ser subastado como si fuese un simple objeto. Entre el público vio hombres y mujeres y el hecho de ser todos gente de la que se sabía poco más que la gran cantidad de dinero que tenían, asustó mucho al joven.
Pronto el que el día anterior lo había contratado comenzó a exhibirlo. A Daemon le vinieron a la cabeza todas esas veces en las que había visto porno en el que la chica era levemente forzada y se imaginó que, si en la pantalla se veía así, podía ser porque en realidad estaba siendo así. Miró a todos lados en busca de una cámara que lo fuese a grabar todo y acabar así en una de las páginas webs que muchos de sus amigos y conocidos seguramente frecuentaban, asustado ahora por lo que pudiera pasarle, por quien pudiera enterarse y por que le pasaria despues de que se enterasen.
Empezó a oír cifras de dinero que para él parecen desorbitadas. 1 000 euros. 5 000. 10 000. La siguiente cifra dejó a todos en silencio. 100 000 euros. El triste y vacío eco del dinero destrozó internamente a Daemon. Había gente de todas clases en la estancia, la mitad mujeres y la mitad hombres, tenía la mitad de posibilidades de que le tocase una mujer con la que, tal vez, podría disfrutar. Pero no fue una mujer la que alzó la voz. Entre los hombres también había de muchas clases, algunos le parecían incluso atractivos, siempre desde su punto de vista masculino en el que, aunque no se fuese a acostar con ellos, sabía y no tenía ninguna vergüenza de admitir que le parecían guapos. No disfrutaría, pero tampoco sería una tremenda tortura. Tampoco fue uno de esos los que alzó la voz.
Un hombre se levantó al fondo de la estancia. Una nube de humo lo envolvía, impidiendo que algo más allá de la figura del hombre se vislumbrase. No fue necesario más para asquear a Daemon. Una figura que a duras penas llegaba a la estatura media que desbordaba grasa por todos lados era difícilmente visible a través de esa cortina creada por el puro que aspiraba una y otra vez. Tiró el puro al suelo y una joven desnuda con una cadena al cuello lo recogió rápidamente.
Según la nube se iba disipando un hombre blanco, totalmente calvo y ya entrado en años fue apareciendo. Le faltaban dientes, y tapaba esas carencias con dientes falsos de oro y plata. Una vez subió al escenario pudo comprobar que los botones de su ropa amenazaban con soltarse y salir disparados hacia el objetivo más cercano, dejando claro que el se veía menos obeso de lo que era.
— Así que este es el gatito que me he ganado para esta noche... Eres más pequeño de lo normal... espero que lo compenses bien... —el helado oyente se petrificó aún más, la voz de ese hombre era irritante a más no poder, se le metía en la cabeza y le taladraba los tímpanos. El aliento que exhalaba a la vez que hablaba era rancio y putrefacto, como si desconociera la higiene bucal.
Lo cogió por la mandíbula y le presionó la mordaza, metiendo lentamente en la boca del gatito esclavizado que acababa de comprar, ahogandolo en la saliva que él mismo formaba. Con la primera arcada dejó de empujar y le agarró de la cadena para tirar de él hasta el cuartucho en el que iba a violarlo.
Fue entonces cuando vio la cámara. Lo único que le llegaba a alegrar es que nadie que conociese consumía porno gay, al menos, no admitía hacerlo, así que no le dirían nada si lo veían.
Daemon sintió un empujón contra la pared y un tirón de la cola felina que salía del cinturón que le habían colocado, poniéndole con la espalda en la pared, mirando a su comprador.
— Así que eres un gatito virgen... eso es muy raro por aquí... ¿Eres hetero, verdad? Porque muchas pintas de activo no tienes...—el hombre se fue acercando a él, agarrando la cola como si fuese una cuerda— Tienes suerte de que te haya tocado yo... soy muy bueno con los primerizos...
Sintió entonces como la grasienta mano de ese hombre le agarraba la polla despacio, acariciándola. Daemon pensó que tal vez había tenido suerte y ese hombre no era tan bestia como le había parecido en un primer momento, que tal vez su jefe solo había querido asustarle al decirle todo lo que le decía.
Cuando empezó a relajarse una fuerza cada vez mayor empezó a ser ejercida en su polla. Miró asustado a los ojos de su comprador mientras aguantaba un quejido de dolor. Vio su cara aterrada reflejada en las pupilas de esos pequeños ojos oscuros y supo entonces que le iba a hacer sufrir como jamás lo habían hecho y, lo peor de todo, es que estaba seguro de que era sincero cuando decía que era muy bueno con los primerizos.
Vio como sacaba la lengua lentamente y la pasaba por sus labios, despacio, humedeciendolos. Acto seguido acercó la lengua a la mordaza y empezó a jugar con su prisionero. Lamió despacio la bola que servía de mordaza y después pasó a los labios ya colorados del joven, que temblaba de asco y miedo.
— No sabes lo dura que me la poneis los gatitos asustados... Es tan fácil reventaros por todos lados... Pero seré bueno por ser tu primera vez... pero en la próxima subasta pienso comprarte para reventarte minimo un dia a la semana...
Daemon abrió los ojos como platos por el miedo. Empezó a sentir que la lengua de aquel hombre asqueroso presionaba la fina línea que quedaba entre su labio y la mordaza para colar la lengua por ahí. Cuando lo consiguió, el forzado tuvo que reprimir una arcada. Sabía mil veces peor de lo que olía.
Las orejas de gato cayeron de su cabeza en el mismo momento en que la mordaza cedió y se escapó de su boca, haciendo que aquel hombre parase.
— Vaya... así que el gatito quiere dejar de serlo... — cogió las orejas y las puso en su lugar— ¿Es eso lo que pasa?—Daemon asintió, no quería seguir con eso, se odiaba a sí mismo por haber aceptado ese trabajo y odiaba la situación que lo había llevado a ello— Pues lo que pienses o quieras me da igual, te he comprado, eres mio... —propinó un fuerte golpe al muchacho, haciéndolo caer al suelo, y volvió a coger las orejas— Pero si me pides por favor, mejor, me suplicas, que te deje dejar de serlo... Creo que lo haré.
— Por favor, señor, no...
— ¿Acaso no sabes que tienes que llamarme de determinada manera? Llamame Rope... cuando dejes de ser primerizo sabrás por qué.—la saliva nunca se le había antojado tan espesa y pesada como en ese momento.
—Por favor, señor Rope, no quiero ser un gato... no quiero ser su gatito... déjeme en libertad... prometo que le recompensaré... —veía la espalda de aquella mole de grasa y como efectuaba leves movimientos.
Cuando se giró hacia él, tenía una sonrisa macabra. Volvió a colocarle las orejas y sintió un líquido pegarsele a la frente.
—Se caerán, te las quitaré o te las quitarás... y en el momento en que eso pase... dejarás de ser mío... haya pasado la hora o no... ¿Te parece buen trato?—asustado, Daemon asintió sin pensarlo.
El hombre lo rodeó y lo puso a cuatro patas. El sonido de un pesado cinturón cayendo al suelo amortiguado por el pantalón se hizo presente en la habitación y una polla caliente y gruesa rozaba su ano. Empezó a entrar en su cuerpo mientras sacudía la cabeza en un intento porque las orejas se cayeran, entonces descubrió que era ese líquido: algún pegamento muy resistente. Empezó a cerrar su culo de forma involuntaria, sabía que le dolería más así, pero su cuerpo no permitía el acceso a objetos extraños. La sangre que creaba el desgarre lubricaba poco a poco la cavidad y la pesada mano de su violador se puso sobre su cabeza, agarrando las orejas.
—Si no puedes tú solito, tranquilo, te ayudo...
Rope comenzó a tirar con fuerza de las orejas mientras empezaba a moverse, estirando de las orejas a la vez que le penetraba, llegando más al fondo. Lo único que consolaba levemente a Daemon es que ese pene erecto no podía medir más de 8 centímetros, por lo que no llegaba demasiado al fondo. En contraste, el grosor podrá llegar fácilmente a los 5 centímetros, así que su culo quedaba demasiado abierto para el gusto de cualquiera que lo experimentara por primera vez, hasta de un pasivo.
Las estocadas se sincronizaban con los tirones, yendo cada vez más rápido. Daemon tenía la cabeza echada para atrás. Lo había hecho al principio para sentir menos los tirones, pero solo le había hecho sufrir más dolor, ya que sentía los tirones, el incómodo giro del cuello y la garganta seca por no poder cerrar la boca de lo tenso que tenía el cuello.
Los gritos del joven retumbaban y se mezclaban con los gemidos del mayor. Pronto la sangre comenzó a gotear entre las piernas de los implicados y a formar un leve charco. Las orejas empezaron a ceder, levantando la piel del recién estrenado, haciendo que sus gritos aumentasen y que el placer del dominante incrementase de la misma manera.
En el momento mismo en que Rope no pudo más, las orejas cedieron y el orgasmo llegó. Sacó su polla lentamente, no sin asegurarse antes de follarle un poco más el culo al humano quejumbroso que tenía ante sí para quedar libre de semen, y se puso frente al joven.
La sangre caía lentamente por su cara, brotando de la herida que le habían provocado las falsas orejas al ser arrancadas. Sus ojos estaban llenos de terror y lágrimas, lo cual puso cachondo de nuevo a Rope.
—Que pena que hiciéramos un trato...—lamió lentamente las lágrimas y la sangre de la mejilla del joven con una sonrisa— Porque ahora te follaba hasta las orejas... la próxima vez espero que estes asi o mas roto... Si no, pagaré por 5 horas para romperte así y luego follarte a gusto hasta la saciedad...
El hombre abandonó la estancia como si nada hubiese pasado, dejando al universitario en el suelo, en posición fetal, desnudo y sangrando.
Un empleado de su edad entró en la estancia. Daemon intentó alejarse temblando, pero este llegó a él enseguida y se sentó a su lado.
—Tenías puestos mejores con sueldos peores... pero no te iban a romper el culo... Daemon, por muy imposible que me hicieses la vida, no te mereces lo peor que hay aquí...—reconoció al instante al chaval. Dos años enteros de bullying que él nunca hizo, pero tampoco evitó.
Lloró en su hombro durante unos minutos eternos y suspiro aliviado de que alguien aquí tuviese un mínimo de humanidad.
—Intentaré que te toquen los más tranquilitos... los más bestias intento direccionarlos a los que sí que les gusta esto, o por lo menos que les guste la compañía de otro hombre, así el sufrimiento está algo más equilibrado...
Sintió los labios de ese muchacho en la comisura de los suyos. Aunque normalmente se habría apartado por su orgullo heterosexual, no lo hizo, allí no le quedaba de eso, y cariño y alguien de su lado era lo que necesitaba.