Suave Castigo (4)

Amanece un nuevo dia, muchas sorpresas esperan, La historia; apenas comienza. Si esperan un baño erotico, quizas esto no es lo que esperaban.

Suave castigo Cuarta parte.

La habitación se iluminaba lentamente conforme amanecía, no recuerdo si haber soñado durante unos minutos, o quizás todo esto era un sueño. Todo era tan surreal. Mis pensamientos eran súbitamente interrumpidos cuando una descarga eléctrica cruzaba mi cuerpo. Mis rodillas, mi espalda y cuello, estaban muy cansadas y adoloridas, había permanecido quien sabe cuantas horas en posición de cuatro patas, completamente restringido de movimiento. Los minutos pasaban, deseaba ya que ella despertara de su sueño, pero yo no me atrevería a aventurarme a despertarla, incluso, cuando ella despierte, no se que me espere.

Escucho movimiento sobre las sabanas, un pie pasa cerca de mi cara, y después pone el otro, tan cerca, veo esos hermosos pies tan suaves. Ella camina hacia una puerta, sin siquiera mirarme, esta completamente desnuda, su espalda, sus pompis, su muslos, todo es precioso, es divino, es como siempre desee iniciar mi día, con esa bella escena ante mi.

Tras cerrarse la puerta, escucho el ruido de la regadera, un suave aroma de flores delicioso, ese debe ser su shampoo. El imaginarme el como ella se bañaba me excitaba muchísimo. Y como todos sabemos, todas las mujeres tardan mucho en la regadera. Y mi amigo eléctrico no se cansaba de repartir sus delicadas caricias.

Ella salió envuelta de una gran toalla en el cuerpo, y otra sobre la cabeza, su rostro parecía como si no se hubiese dado cuenta de mi presencia, quizás era parte de ignorarme, ella continuaría con su rutina matutina. Se sentó en un banquillo enfrente de su espejo y dándome la espalda, tomo un bote de crema, que escurrió una cantidad sobre sus mano, y empezó a distribuirla sobre sus piernas, con movimientos suaves y eróticos, yo estaba ya a mil, mi pene estaba duro como piedra ante tal excitación, mientras mis ojos no podían parar de mirar su cuerpo, como iba masajeando esa crema, por sus piernas, brazos y los pechos, no podía verlos de frente, pero por la forma en que movía sus manos, sabia que estaba acariciándose los pechos.

Lentamente dirigió una mano a su entrepierna y suavemente se acariciaba, movimientos rítmicos, suaves y sensuales yo no pude aguantar mas cerré mis ojos, pero la imagen seguía allí, como si continuara observándola; y todo acabo con un gran gemido. Cuando acabo, solo abrió un cajón, saco ropa interior y comenzó a vestirse. Un poco de maquillaje, y listo.

Se miro al espejo y complacida de lo que veía, la hermosura de su rostro y un hombre sometido a sus pies. Y sin mirarme directamente solo a través del espejo dijo:

  • "Buenos días, como amaneciste"

Me apresure a contestar, "Buenos días mi ama, amanecí bien, gracias por preguntar"

  • "¿Como me veo?"

Usted se ve hermosa como siempre mi ama.

  • "Gracias, que lindo, al parecer tu también amaneciste de muy buena maneras, para iniciar el día primero es hora de bañarte, y después saldremos ha hacer un poco de ejercicio."

Ella camino hacia mi, y su rostro mostró molestia a ver un pequeño charco de humedad en el suelo, se rió y dijo: "Necesito enseñarte a controlar esa manguerita".

Desconecto del enchufe de la pared el cuadro de choques y de un tirón saco los cables conectados al pene, y destrabo la cadena que sujetaba mi correa, y me sujeto por la parte de mi nuca el collar y fue jalándome hacia atrás hasta dejarme sentado sobre mis rodillas, para luego indicar al suelo con su largo dedo índice.

  • Mira el batidillo que dejaste, quiero que lo levantes ahora mismo, y no dejes ninguna marca en la duela-

En el suelo había un pequeño charco de semen, orines y quien sabe que mas, producto del los estímulos nocturnos, titubee un instante, su mano empezó a empujar mi cabeza hasta que mi nariz tocara el suelo, allí abrí mi boca, y con la lengua empecé a limpiar y tragar lo que había en el suelo, mientras ella acariciaba mi espalda suavemente, Yo tenia ganas de llorar, sentía nauseas, y la humillación era mucha, y aún no terminaba de limpiarlo todo, cuando empujo mi frente y la restregó en el suelo, también mis mejillas y labios, esparciendo ese asqueroso viscosa masa de fluidos, de un tirón jalo hacia atrás, para mirarme mi rostro, brillante con rastros blancos sobre las mejillas y nariz.

  • "Ok, muy bien, ahora, una regla de obediencia, ¡Sentado!

Me senté como un canino, levantando las patas frontales. "Excelente, muy bien" Ella soltó las correas que sujetaban las barras de mis manos.

  • "Ahora, haz el muertito"

Me tire de espaldas, sobre los restos del charco de semen, levantando las piernas. Ella retiro la restricción de los tobillos. Ella tomo de la correa y me dio un tirón, y dijo "!Sígueme¡"

A como pude, intente recuperarme, a cuatro patas, ella iba estirando fuerte de la correa, al haber estado tanto tiempo en esa incomoda posición había quedado muy entumido de mis músculos, y andar se me dificultaba muchísimo, me llevo cruzando la casa, hasta el jardín trasero, allí, amarro mi correa a una toma de agua, y me ordeno que me quedara quieto.

Un chorro de agua fria choco con mi espalda, me estaba bañando a manguerazo, apunto el chorro a mi trasero, y a mis bolas, luego mi cabeza y cara; yo intentaba respirar, pero no podía moverme mucho, por la correa que tenia al cuello.

Corto el flujo del agua; tomo un bote de shampoo, y lo escurrió sobre mi cuerpo para luego tomar un estropajo unido a una vara larga, y enérgicamente empezar a tallarme todos los rincones de mi cuerpo, sin ningún miramiento, el estropajo, raspaba mis genitales, mis axilas, mis pechos, espalda y entrepierna. Yo quedamente gemía, como cachorro asustado, mientras ella tarareaba una canción alegre.

Cuando tuve todo enjabonado el cuerpo. Tomo la manguera nuevamente, y en la punta le puso un aditamento en forma de cono, abrió la llave del agua un poco, para que por la punta del cono solo pasara un pequeño chorro de agua; tomo el bote de shampoo, y escurrió sobre mi cabeza, un buen chorro del mismo, y después aplico otro tanto sobre la raya de mis nalgas, sentí frió, y me estremecí cuando uno de sus dedos, se habría paso entre las nalgas, y empezaba a acariciar mi ano, un terrible ardor sentí, cuando metió su dedo con shampoo y empezó a hurgar dentro de mi, no pude evitar gritar, cuando ella metía y sacaba su dedo lentamente, Tomo la manguera y ensartó el cono en mi ano, mientras ella me ordenaba que me callara y aguantara.

Sentía como el agua fría entraba por mi recto, y sentía un ligero alivio al ardor, Ella se dedico a tallarme la cabeza muy fuertemente, y utilizando la misma espuma que generaba, tallo mi rostro con sus manos, apretaba fuertemente los párpados para que no se me metiera shampoo a los ojos, y al mismo tiempo apretaba el ano para que no se me saliera la cánula.

El estomago lo sentía hinchado, pienso yo que tendría adentro un litro y medio de agua, y seguía expandiéndose; dejó de lavarme la cabeza, y saco, la manguera de mi interior, no sin antes advertirme, que debía retener el agua un poco mas; allí estaba yo, a cuatro patas, todo enjabonado, y uno de mis ojos me ardía, por que le había entrado un poco de jabón, ella fue a la cocina, y regreso con una vasija con hielos y con ellos, frotaba mi pene y testículos, también mi espalda y pechos, abecés metía el hielo en mi boca, mientras frotaba con ambas manos hielos sobre mis pechos, después bajaba el hielo ha mi ombligo y el otro lo recorría por mi espalda.

Los escalofríos hicieron que escupiera el hielo de mi boca, así que ella lo recogió, y con el froto mi ano, haciendo vueltas circulares, para luego regresarlo a mi boca un amargo sabor al shampoo, sobre mi lengua, después amablemente me pidió que le devolviera el hielo de mi boca, y repitió la operación de colocarlo sobre mi ano solo que, esta vez lentamente lo iba metiendo hasta hacerlo desaparecer, y así cada uno de los hielos que se iban deshaciendo, los iba metiendo dentro de mi, sentía terribles espasmos y calambres en mi cuerpo, uno a uno los 10 hielos se acabaron, un chorro de agua tibia empezó a escurrir los restos de jabón de mi cuerpo, cara y cabeza, digo tibia, puesto después de los hielos, el agua a temperatura ambiente es celestial.

Abrió una tapa de un pequeño registro de drenaje que estaba en el piso, y me ordeno, que vaciara el agua de mis intestinos allí, que no chorreara nada afuera del hoyo, o tendría que lamerlo, con mucha precaución, mas bien miedo, fui acomodando, tratando de pegarme lo mas al piso, y lentamente abrir el esfínter, toda la presión exploto fuera de mi, sentí un orgasmo el en un instante liberar toda esa tensión; estuve pegado al piso por 15 minutos, mientras intentaba vaciar, los restos de agua que se quedan atrapados en el interior, es una sensación muy molesta que se siente después de un enema; ella me miraba satisfecha de su obra, extendió su pie, y yo bese su sandalia, después, tomo la manguera y me pidió que le ofreciera el trasero de nuevo, Yo no quería otro enema, y afortunadamente para mi, solo limpio la suciedad de mi ano, suavemente lo acariciaba y termino de enjuagarme completamente, Me arropo con una gran toalla y me seco tiernamente, como su pequeño gran cachorro mimado, ya seco, tomo mi correa y me llevo nuevamente a su habitación.

Me pidió que me pusiera de pie, algo en lo que me ayudo por que no me podía parar, tomó el bote de crema humectante, y sensualmente empezó a jugar con el, insertándolo entre sus pechos, sobre su entre pierna; abrió la tapa del bote con su boca, y sensualmente olió su contenido, tenia una mirada muy maliciosa cuando enfrente de mis ojos, alzó el bote, y dejaba caer el cremoso liquido sobre la palma de su mano hasta que esta goteara al suelo para luego dirigir su mano a mi pecho y embarrar toda la crema sobre mis pequeñas tetas; una pequeña sonrisa se dibujo en ella, cuando alzó nuevamente el bote, y dejo caer otro mas sobre su mano, la cual dirigió a mi pene y bolas, con solo hacer eso, estaba a punto de eyacular, pero ella atenta a mis pulsos dirigió sus manos a mi espalda, para refrescarla, mis hombros, mis brazos y manos, iban siendo humectados, paso sus manos a mis pechos, y los acaricio, los estrujo, también sobre mi cuello, orejas, y mi cara, descanse mucho cuando paso sus dedos sobre mis párpados.

Empezó a recorrer el contorno de mi cuerpo, exceptuando mis genitales, mis pomis, mi ano, no me disgusto en lo absoluto ese dedo lubricado, entrar y salir de mi recto, así recorrió, mis rodillas, y pantorrillas, mientras mi pene completamente erecto, dejaba caer gotas de crema al suelo.

Cuando termino de humectar mi cuerpo, se coloco detrás mío, y mientras hurgaba un dedo dentro de mi mano, ella me masturbaba, suavemente, yo desfallecía, de las sensaciones tan placenteras en ese momento, cada vez mas fuerte, mas firme, aumentaba la tensión, de sus manos, pronto serian dos dedos que estaban metidos en mi ano, y su mano me machacaba, fuertemente mi pene, yo entre jadeos dije, "ya no puedo mas, me voy a correr", a lo que suavemente susurro a mi oído, "no te preocupes, esta bien" y al terminar esto, ella mordió suavemente el lóbulo de mi oreja, justamente cuando empecé a soltar mi leche blanca sobre la mano en cremada de ella.

Así continuo, masajeando mi pene, hasta que quedara flácido.

Retiro sus manos de mi, y fue hacia la mesita de la noche, tomo el aparato de castidad mío, y suavemente lo deslizo a mi pene, el click del candado, dio por finalizado mi ultima eyaculación y no sabría cuando seria la próxima vez que volviera a poder acariciar a mi pequeño amigo.

Continuara...