Su silueta me encantó, y después me taladró.

Como sin buscarlo dí por el culo a una transexual y luego ella me dio a mí.

Hola amigos. Soy Pascual, y os escribo para contaros una historia que me ocurrió hace unos meses, y que debido a la vergüenza que me causaba, hasta ahora no me había atrevido a desvelársela a nadie.

Resulta que a mí desde siempre me ha apasionado dar unos buenos paseos por el campo, y más aún cuando llega el verano. De esa manera aprovecho para hacer algo de deporte y a la vez ponerme moreno, además de poder respirar un aire mucho más sano.

La verdad es que aquí en el pueblo solemos hacerlo muy poca gente, aunque al llegar la época estival y venir más gente de fuera, la cosa cambia bastante.

Fue así como en uno de esos paseos, vi un día a lo lejos una estilizada silueta, la cual, conforme me iba acercando un poco más a ella, cada vez me iba gustando más, por lo que decidí acelerar un poco la marcha para llegar a alcanzarla.

Una vez conseguí ponerme a su altura, comprobé que se trataba de una joven muy bonita con la cuál y tras saludarnos mutuamente, empecé a entablar una fluida conversación. Fue así como pude averiguar que estaba parando en el pueblo, aunque tan solo estaba de paso y en unos breves días, seguiría de nuevo su camino.

Entonces, como el día era muy caluroso y los dos íbamos ya muy cansados, decidimos parar un rato a descansar bajo un frondoso árbol que divisamos allí junto al camino. Una vez llegamos a él, estuvimos hablando un rato hasta que de pronto vimos aparecer por ese mismo camino un perro muy grande, el cual, quizás debido también al calor, venía en busca de sombra al mismo árbol donde estábamos nosotros.

Cuando llegó no hizo más que tumbarse enfrente nuestro y sin tan siquiera mirarnos. Aún así, a ella le dio un poco de miedo la escena, y se vino a acercar un poco mas a mí, sin dejar de mirarle.

Entonces el animal, debido tal vez a lo bien que se estaba allí a la sombra, se incorporó un poco y empezó con su larga lengua a chuparse la punta de su polla, la cual tenía ya casi toda fuera de su funda. Así se pasó un buen rato ante los atónitos ojos de la chica, dándose un buen lote de placer él mismo.

Yo al ver todo aquello, le comenté que había que ver qué facilidad tenían esos animales para llegarse a todos los sitios posibles y la envidia que sentía en aquel momento preciso, al no poder hacer yo lo mismo, ya que de ser así, me estaría todo el rato chupándomela ya que  desde siempre había querido comprobar a qué sabía una buena polla, y qué se sentía al chuparla.

Entonces la chica al oírme decir todo aquello, tan solo le dio por reírse, aunque en el fondo se le notaba bien que se estaba poniendo muy caliente con todo lo que allí estaba sucediendo.

Por su parte, nuestro compañero canino una vez que descansó lo suficiente, emprendió de nuevo su marcha, al igual que hicimos nosotros a continuación.

Luego, una vez que acabamos nuestro paseo por el campo de ese día y ya en el pueblo, nos estuvimos despidiendo y fue entonces cuando ella me dijo que se llamaba Gladis y que ya nos veríamos en alguna otra ocasión por allí. Entonces yo, aunque ya desde lejos, le dije que me llamaba Pascual.

Al día siguiente la casualidad hizo que volviese a coincidir con ella en un bar musical que había en el pueblo. Así tras saludarla, la invité a una consumición mientras en el local iban sonando algunas canciones discotequeras. Por mi parte yo estuve durante un buen rato contándole poco a poco mi vida, pero ella al mantenerse tan hermética con la suya en todo momento, no pude averiguar mucho sobre la de ella.

Luego al terminar de beber, nos fuimos hacia la pista de baile a mover un poco el esqueleto, y una vez la tuve frente a mí, le comenté que me parecía una chica muy atractiva y que me gustaba mucho, a lo que ella contestó que yo también le gustaba y que estaba encantada de haberme conocido.

Dicho esto, empezó a sonar en la sala una música lenta y así ya, bailando muy pegados el uno al otro, empezaron a surgir de nuestros labios los primeros besos, los cuales fueron haciendo que los dos nos calentásemos mucho y decidiéramos irnos a sentarnos a uno de los reservados, para darnos en él un buen lote. Una vez lo hicimos, empecé a tocarle aquellas tetas tan voluminosas que tenía y que desde el día en que se las vi por primera vez, no había dejado de pensar en ellas, tanto que incluso había llegado a masturbarme en la soledad de mi habitación al hacerlo.

A todo esto, Gladis seguía inmóvil y tan solo se dejaba hacer, por eso y con disimulo, cogí una de sus manos y se la llevé hasta mi entrepierna. Entonces empecé conjuntamente con ella a sobarme bien toda esa zona hasta que noté que ya seguía ella sola. Entonces la dejé continuar ya que estaba consiguiendo ponerme a cien por hora y mi polla se iba poniendo más tiesa y dura que nunca.

Así estuvimos un buen rato hasta que de pronto miró su reloj y me dijo que lo sentía mucho pero que tenía que irse sin falta, y que ya nos volveríamos a ver en cualquier otro momento. Seguidamente le pregunté donde se hospedaba y ya, cuando se alejaba, me contestó que en la fonda de la plaza. Dicho eso, allí me quedé yo, mas solo y caliente que una brasa, y con la polla a punto de estallarme bajo los pantalones, por eso, decidí irme rápido a los lavabos para meneármela a gusto pensando en ella hasta correrme en una de aquellas cabinas como un colegial, como así lo hice.

Luego al día siguiente, mientras paseaba por el pueblo, volví a encontrármela de nuevo por la mañana, y entonces para compensarme de lo ocurrido, me invitó a que por la tarde fuese a la fonda y subiese a su habitación, en la cual ella me estaría esperando. A partir de ese momento todo mi cuerpo empezó a temblar como un flan, debido a que yo no estaba acostumbrado a ese tipo de ligues tan rápidos y mucho menos con una chica tan espectacular como aquella.

Por eso cuando llegó la hora acordada, me tuve que armar de mucho valor hasta llegar a la fonda.

Después, tras llamar a la puerta de su habitación, me abrió enseguida y tras darme un beso en la boca, me dio la bienvenida y me hizo pasar. Vi que llevaba puesta una faldita corta y una blusa muy apretada, la cual tenía los botones a punto de estallar y de dejarle al descubierto aquellas preciosas tetas que tenía. También llevaba unos zapatos negros de tacón de aguja, dignos del mejor fetichista.

Yo por mi parte, me había vestido con una camisa blanca para resaltar mejor mi moreno, y unos vaqueros ajustados para marcar bien el paquete. A continuación, puso una música suave y romántica y me invitó a bailar. Fue así como al empezar a sentir nuestros cuerpos tan pegados, que mi polla empezó a crecer de una forma desmesurada y aún mas cuando ella me besaba con aquellos labios tan carnosos que tenía y buscaba mi lengua una y otra vez hasta acabar entrelazándola con la suya.

Yo le había puesto ya mi pierna entre las suyas para que fuese notando mi grado de excitación, y una vez lo notó, llevó enseguida una de sus manos a mi entrepierna y empezó a darle unos suaves masajes a todo aquel bulto que se había formado.

Entonces llevé también una de las mías hasta sus apretadas nalgas, para intentar atraerla aún más hacia mí, y mientras con la otra, le empecé a tocar las tetas. Además de eso, los dos seguíamos besándonos sensualmente sin parar. Así estuvimos un buen rato hasta que debido al calentón que teníamos ambos, ella me invitó a que nos sentásemos al borde de la cama.

Una vez lo hicimos, pasé mi brazo por encima de su hombro y continué jugando con sus tetas. Seguidamente se desabrochó unos cuantos botones de su blusa y de repente apareció ante mí, un gran canalillo que en aquel instante me pareció el gran cañón del colorado, por lo que lo primero que pensé fue en las buenas cubanas que se podrían hacer en él.

No obstante, me callé y no dije nada. Tan solo empecé a chuparle aquellas tetas tan tiesas y duras que tenía (debido tal vez a la silicona) al igual que hice con sus abultados pezones. Y así poco a poco mi polla fue creciendo aún más, tanto en longitud como en grosor, siéndome ya casi imposible mantenerla allí dentro de mis ajustados pantalones.

Aun así, seguí animándome y empecé a jugar con sus labios, dándole en ellos unos suaves y pequeños mordisquitos. Luego ya me atreví a ponerle una mano sobre los muslos y desde ellos y disimuladamente, empecé a ir subiéndosela para intentar llegar a su entrepierna.

Fue precisamente al conseguirlo cuando de pronto palpé algo que hasta entonces no había tocado nunca. Era un bulto enorme mucho más grande que el mío allí entre sus piernas. Así que en ese preciso instante me quedé petrificado mirándola a la cara y sin poder reaccionar ni tratar de asimilarlo. A continuación, saqué rápidamente mi mano de allí e hice la intención de levantarme para salir cuanto antes de aquella habitación, pero Gladis entonces cogiéndome de una mano trató de impedirlo.

Seguidamente me comentó que como bien podía ver, allí no había nadie más que nosotros dos. Que ella era la misma persona a la cual yo durante aquellos días anteriores no había dejado de piropearla y de besarla y que además en el pueblo, nadie sabía ni quien era ella ni lo que era.

Así que tan solo dependía de mí el que pudiese pasarme el mejor momento de mi vida o me perdiese la gran oportunidad de saber qué se sentía al tocar o chupar una buena polla como la suya, ya que la mía nunca iba a poder chupármela por no llegarme, y aún se acordaba de aquella confesión que le había hecho aquel día en el que aquel perro empezó a lamérsela él mismo allí delante de nosotros.

Yo al oírle decir todo aquello la verdad es que me quedé bastante pensativo, pero al final y debido tal vez a la gran calentura que llevaba dentro, decidí quedarme allí sentado en la cama junto a ella, a la espera de acontecimientos. Seguidamente le comenté que a partir de ahí, tendría que ser ella la que llevase la iniciativa de todo, puesto que yo era un novato en todo aquello.

Así que sin mediar palabra empezó a desabrocharme los botones de la camisa y luego siguió acariciándome y besándome el pecho, poniendo mucho más énfasis en mis tetillas y los pezones, los cuales había logrado ya ponerme bastante tiesos, aunque no tanto como mi polla, la cual no había parado de crecer y no me cabía ya dentro de los pantalones. Por eso Gladis decidió desabrocharme la bragueta y sacármela fuera.

Luego, cogiéndomela con una de sus manos empezó a moverla de arriba abajo con mucha delicadeza. Con tan solo esos leves contactos me di cuenta enseguida de que no era la primera vez que Gladis acariciaba una polla. A continuación, echó mi cuerpo hacia atrás y fue bajando su cabeza para empezar a lamerme con su lengua, todo mi hinchado y rosado glande.

Después siguió metiéndose toda la polla en la boca y empezó a bombear dentro de ella hasta notar como le iba chocando ya en el fondo de su garganta. En ese momento yo me encontraba como en la gloria al ir comprobando que ese dicho de que como una transexual no te la chupa nadie, era del todo cierto, puesto que con cada mamada que me iba dando me hacía llegar al séptimo cielo.

Y así se pasó un buen rato dándome placer y tragándose toda mi palpitante polla. Por eso ya no podía aguantarme más, y ella al darse cuenta de ello y al ver que mi polla y la suya estaban más tiesas y duras que un poste, me hizo incorporar en la cama y me dejó por un momento. Luego poniéndose de espaldas ante mí, empezó a bailar sensualmente haciéndome un estriptis en toda regla.

Así poco a poco se fue sacando la blusa y aquella diminuta falda que llevaba, hasta quedarse tan solo en tanga y sujetador, el cual seguidamente se fue desabrochando y me lo tiró una vez que se dio la vuelta. Fue así como dejó aparecer ante mí aquellas grandiosas tetas, las cuales le había estado besando con anterioridad

En aquel instante mi ansiedad y mi calentura estaban por las nubes y lo que quería ya, era verle cuanto antes aquella grandísima polla que debía de tener entre sus piernas y que tan bien sabía camuflarse. Así que, sin poder aguantar más mi curiosidad, le pedí que por favor me la enseñase ya de una vez.

Gladis entonces al escucharme, se volvió de nuevo y empezó a bajarse poco a poco aquel diminuto tanga, el cual conforme iba deslizándose por sus redondeadas nalgas, iba dejándomelas ver  sin aquella diminuta línea de separación, lo que me daba aún más ganas de tocárselas y besárselas.

Luego al pedirle otra vez que me la enseñase, se fue dando la vuelta lentamente hasta quedarse ante mí con aquella grandísima polla tan tiesa que tenía, la cual por lo menos debía de medirle unos 22 cm, siendo así muchísimo más larga y gorda que la mía. Después se fue acercando a mí y me invitó con cara de viciosa a que se la tocase. En ese momento yo estaba muy nervioso, pero, aun así, me abalancé sobre ella y se la empecé a palpar por todos los lados sin dejar de mirarla, al igual que hice también con sus grandiosos huevos, los cuales noté muy suaves, rasurados y esponjosos.

La verdad es que tocar una polla de 22 cm era toda una maravilla y aún no me podía creer, como podía alguien tener algo tan grande entre las piernas. Por eso seguí tocándosela con curiosidad hasta que Gladis al verme tan interesado, me invitó a que le diese un beso justo en la punta de su glande y además una lamida a todo lo largo para que averiguase a qué sabía.

En cualquier otro momento yo no hubiese aceptado jamás algo así, pero al estar tan excitado y que allí no había nadie más que nosotros, decidí no perderme la ocasión y empecé a besársela y a lamérsela desde la base hasta el glande, en el cual me iba recreando un poco más. Luego al ver que su sabor no me resultaba desagradable, decidí ir metiéndomela en la boca antes de que ella me lo pidiese. Así conseguí ir tragándomela casi toda, ya que, debido a su gran tamaño, hacerlo al completo me era del todo imposible.

No obstante, sí que llegué a notar como me golpeaba ya en la garganta una y otra vez en cada embestida que le daba. A todo eso, mi polla seguía más tiesa y dura que al principio y con unas ganas tremendas de eyacular cuanto antes, por eso, como allí no había ningún coño cerca donde meterla, Gladis con una sonrisa picarona, se ofreció para que le diese por el culo.

Entonces como podréis imaginar y llegados a ese punto, enseguida le dije que sí. Dicho eso se subió a la cama y se puso a cuatro patas, dejando a mi entera disposición sus redondeadas nalgas, las cuales cuando se las separó, dejaron bien a la vista aquella oscura diana que tenía, con su apetecible orificio central, el cual me invitaba a que lo taladrase ya cuanto antes.

Para mí todo aquello era nuevo además de estar muy nervioso, no obstante, y llevado por la intuición, me acerqué por detrás a ella y empecé a besárselas una y otra vez. Luego me decidí a pasarle la lengua por aquella divina aureola de color oscuro y así poco a poco, me fui animando e intenté ir pinchándole con la punta de ella justo en la entrada de su culo.

Así tras unos cuantos intentos fui notando como se la iba clavando y metiendo cada vez más, por eso Gladis al notarlo, me indicó que además le fuese metiendo un dedo y cuando pudiese intentase meterle dos, para después seguir con un mete y saca ininterrumpido, hasta que viese que estaba a punto para la penetración real de mi polla. Luego una vez lo fui consiguiendo me comentó que había llegado el momento, así que, sin hacerme de rogar, le puse la punta de mi polla en la entrada del culo y tras una leve presión sobre ella, conseguí meterle todo el glande.

A continuación, poco a poco fui metiéndosela toda entera en su apretado agujero y empecé a bombear dentro de él hasta que noté que ya no podía aguantarme más. Así que, llegado a ese punto, se la saqué enseguida del culo y me corrí sin parar sobre sus rasuradas y suaves nalgas.

Para mí todo aquello no lo había sentido nunca y era como estar en la gloria, mientras tanto ella, como había estado meneándosela sin parar, tenía también su polla tan tiesa y dura como antes. Así que tras acabar de correrme y de echarle hasta la última gota sobre ellas, se fue a limpiar un poco al lavabo.

Entonces al regresar me vino ya con aquella fatídica pregunta, la cual, aunque la estuviese esperando desde el principio, tal vez debido a mi hombría de siempre, me era muy difícil de responderle. Dicha pregunta no fue otra que la de si quería que ahora fuese ella la que me diese a mí por el culo, para que así supiese lo que se sentía y el gusto que eso proporcionaba. Yo en ese momento tuve miedo debido al tamaño que tenía su polla y al daño que me podía ocasionar, por eso no me atrevía a decidirme, pero Gladis me dijo entonces muy segura de sí misma, que intentaría hacerme el menor daño posible ya que era una gran experta en el tema, y al oírle decir eso me dio ya la confianza necesaria para aceptar y probar, ya que en el fondo lo estaba deseando.

Así que como cada vez me estaba poniendo más caliente, me decidí, y sin mediar palabra me puse a cuatro patas sobre el borde de la cama con los ojos cerrados, y ofreciéndole mi culo le dije que podía hacer ya conmigo lo que quisiera. Entonces ella al oírme decir eso, se me acercó por detrás y poniendo sus manos sobre mis peludas nalgas, empezó a darme unos suaves masajes sobre ellas. Luego sentí como sus labios empezaban a besarme toda aquella zona, la cual hasta entonces nadie del sexo opuesto me había logrado tocar todavía.

Tal vez debido a ese morbo, mi calentura y mi polla se fueron poniendo de nuevo en forma y aún más cuando noté como con su lengua me iba haciendo unos pequeños círculos sobre la aureola de mi virginal culo.

A continuación, sentí como poco a poco iba intentando clavarme la punta de ella en la entrada de mi apretado orificio, hasta conseguir metérmela dentro. Luego me dejó por un momento y se dirigió hacia un cajón de la mesita de noche, del cual sacó un tubo de lubricante con el que me empezó a embadurnar toda la entrada del culo, al igual que hizo también con uno de sus dedos, el cual fue metiéndome con cuidado dentro de él, proporcionándome un placer nuevo para mí y a la vez estupendo, el cual fue en aumento cuando al poco rato eran ya dos los dedos que me iba metiendo, logrando que entrasen y saliesen ya de mi culo sin parar.

Al parecer mi esfínter con tanto mete y saca se había dilatado tanto que no me dolía nada en absoluto y aquello para mí era todo un gran placer. Gladis entonces al verme disfrutar de esa manera me comentó que aquello era solo el principio y que, si aún seguía interesado en dejarme dar por el culo, había llegado el momento. Yo al oír todo aquello le contesté con la voz entrecortada que lo estaba deseando, pero que procurara no hacerme daño.

Ella al ver mi preocupación, me recomendó que cambiásemos de posición, así que me tumbó de espaldas sobre el borde de la cama con las piernas bien abiertas y a continuación volviendo a coger de nuevo aquel lubricante, se embadurnó bien toda su larga polla, al igual que hizo también con mi culo por fuera y por dentro.

Seguidamente y cogiéndose la polla con una mano, la llevó justo a la entrada de mi culo, en la cual empezó a jugar con ella hasta que casi sin darme cuenta, noté como se iba abriendo camino entre mis carnes y poco a poco me iba clavando aquella afilada punta de su polla hasta conseguir meterme todo su grandioso glande. En ese instante sí que noté un leve dolor, ya que no era lo mismo meterme dos dedos que toda aquella cabezota que tenía su polla. Pero al hacerlo con tanto cuidado, al momento consiguió metérmela toda entera, centímetro a centímetro hasta lo más profundo de mi ser.

Luego por un momento se quedó quieta hasta que vio que ya me había relajado y que mi esfínter le dejaba vía libre para seguir. Entonces empezó a bombear dentro de mi culo sin parar, proporcionándome un placer inmenso y desconocido, aunque era estupendo y me estaba gustando un montón, por eso no paraba de pedirle más y más. Ahora aquel dolor del principio se había convertido ya en un placer constante y aún más cuando Gladis con una de sus manos, empezó a masturbarme suavemente, consiguiendo así que llegase al clímax total.

Además, debido a la posición que habíamos adoptado, los dos nos podíamos ir viendo las caras, por eso aún me sentía más feliz al ver como la suya reflejaba tanto placer cuando me iba dando por el culo y notaba como sus huevos chocaban una y otra vez sobre mis nalgas.

La verdad es que Gladis era toda una experta como bien me había dicho, y aunque tenía una polla descomunal, me la consiguió meter toda entera en mi virginal culo sin ningún problema. Luego al no poder aguantarse más, me comentó que siguiera meneándomela yo solo, aunque con más rapidez, mientras que ella me la iba a sacar del culo para correrse ya como una loca sobre mi vientre. Yo le obedecí al momento y tras unos cuantos sube y baja más con mi mano, y unas cuantas embestidas más por su parte en mi culo, los dos nos corrimos al unísono como nunca lo habíamos hecho.

Así en un instante mi vientre y mi mano quedaron inundados por una gran cantidad de leche caliente que ambos disparamos hasta la última gota que nos quedaba. Después, al terminar con todo aquello, nos estuvimos duchando juntos y mientras lo hacíamos ella me preguntó qué me había parecido la experiencia, a lo que yo le contesté cogiéndole la polla con una mano que…! maravillosa!

A continuación, le pedí que sobre todo tuviese mucha discreción, ya que allí en el pueblo no toda la gente podría llegar a entender eso. Ella entonces, tras despedirme con un beso en la boca, me confesó que le había encantado conocerme y que estuviese tranquilo puesto que ya iba a  abandonar el pueblo al día siguiente, y sería muy difícil que nos pudiésemos volver a ver.

Así acto seguido, salí de aquella habitación con una sonrisa de oreja a oreja como jamás hubiese imaginado, y con una sensación rara en mi culo como nunca había sentido.

A partir de entonces no he vuelto a probar eso con nadie más, por lo tanto me queda la duda de si volvería a hacerlo de nuevo, puesto que la experiencia me encantó pero no he tenido la oportunidad de poder volver a hacerlo otra vez.

FIN