Su regreso
Luego de casi 11 años regresa a buscar lo que es suyo. ¿A que vino? ¿Que quiere? ¿A que se refiere con "lo que es suyo?
El sol entraba por las blancas cortinas de mi habitación haciéndome frunsir el ceño, la radio programada me despertaba con musica romantica, resfregué mis ojos con mis puños y le vi allí a mi lado, dormido era todo un angel, mas perfecto imposible. Me acerque y le di un suave beso en la mejilla derecha, temiendo despertarle, me levante y me dispuse a darme una ducha, cuando acabé ahí me esperaba el, fuera de la ducha con una toalla en la mano, me la envolvió por delante y me besó muy divertido mientras jugaba con sus dedos en mi espalda. Le dejé allí para que se duchase tranquilo, salí de mi baño y escuche como alguien tocaba a mi puerta. Era mi madre.
-¡Tamara, Bruno! Ya levantense, que hay una sorpresa para vosotros esperandoles abajo. "¿Sorpresa?" me pregunte para mis adentros, sin darle mayor importancia.
-Si mamá, ahora bajamos, pero ya dime ¿que sorpresa es?. Sabes que no me gustan las sorpresas. Pues si, así era, desde que tenía 8 años había comenzado a odiar las sorpresas, cuando de sorpresa mi padre se llevó a mi medio hermano a vivir a Barcelona. Desde entonces no sabía nada de el, desde entonces pensé que fue el quien me abandonó para irse con mi padre, justo cuando mas le necesitaba, justo cuando mis padres se divorciaban, justo cuando mi mundo de princesa de cuento se me venía abajo, desde entonces y hasta ese día creyendo que fue el quien me había traicionado, rompiendo nuestro pacto de amigos por siempre.
-Ya no seas refunfuñona y ponte guapa y baja de una vez, pues.
-Okey mamá. Que no te enojes viejita. Dije en tono algo burlón, mientras Bruno me abrazaba por detrás, besando mi cuello y haciendome cosquillas en la cintura.
-¡Ya! Bruno dejame vestirme y vistete tu también, que no quiero tragarme otro regaño de mi madre.
-A la orden mi capitana. Dijo en tono burlón lanzandome un beso por el aire, era todo un ejemplo de novio, ese chico perfecto con el que todas sueñan, pero que yo tenía. Fisicamente no tengo quejas, un morocho bien formado gracias al gimnasio y el rugby, en la cama, era la perfección, la mezcla justa entre guarro, y romantico, detallista como pocos, una carita de niño lindo que dejaba a Zack Efron y Ashton Kutcher absolutamente fuera de mis fantasías, con unos ojos color miel que hipnotizaban a cualquiera. En fin, era mi chico de ensueños.
Nos vestimos entre bromas y risas como de costumbre y nos dispusimos a bajar, no sin antes besarle en la puerta de mi habitación, bajamos las escaleras entre juegos de manos, risas, cosquillas y con la alegría de siempre. Mi madre decía que de no ser por nosotros esa enorme casa sería un sementerio, eramos muy felices juntos, y aunque aún no convivíamos el me visitaba casi a diario, y se quedaba a dormir conmigo siempre que podía, cosa que era cada día de por medio. En fin, estabamos de lo mejor, entre risas, besos y abrazos, cuando su cara cambió al llegar casi al final de la escalera, me abrazó contra el y yo quede dando mi espalda a lo que fuera que el había visto.
-Ey bonito, que a caso hay un fantasmita allí atrás, si es así mejor me voy a encerrar a mi cuarto mientras tu te encargas de e... Dije chistosa mientras me daba la vuelta y el besaba tiernamente mi frente. Me había quedado muda, atonita, como si la que hubiese visto un fantasma hubiese sido yo en ese momento.
-¡Tamara!. Pero que crecida estas enana, cuanto tiempo sin verte. Dijo arrancandome de un tirón de los brazos de Bruno para abrazarme fuertemente, apretando mi cara contra su pecho y dejandome aún mas desconcertada.
-Pero tu... ¿tu de que vas?. Dije apartandome de el de un solo empujón, que me llevó a tropezar con la escalera que estaba detrás de mi haciendome caer sentada al pie de esta. ¿Que cojones haces aqui? ¿ah? ¿Que te crees? ¿Que puedes irte así como así y volver como si nada hubiera pasado?. Y tu mamá... ¡menuda sorpresa la tuya ah! ¡Por que no os vais todos a la mierda!. Dije entre gritos llorando mientras subía las escaleras tomando de la mano a Bruno para encerrarme en mi cuarto con el.
Entramos y solo pude abrazarle y romper a llorar como una chiquilla asustada, no sabía como manejar la situación, sentía rabia, confusión, dolor, era una mezcla de sentimientos que hacían presión en mi pecho haciendome doler como pocas veces me había pasado.
-Ya, ya chiquita, ya. ¿Que ha sido eso? ¿Quien era ese chico? ¿Por que te has puesto así? ¿Lo siento, demasiadas preguntas, quieres hablar? o tal vez prefieres que me vaya. Dijo Bruno mientras me abrazaba y acariciaba mi pelo sentada sobre la cama con mi cabeza en su pecho.
-No... no te vayas Bruno, no me dejes, no ahora, no te vayas nunca mi amor, no te vayas. Dije llorando aun con mas fuerzas, mientras me prendía a su espalda, como queriendo fundirme con el.
-Esta bien, bonita, aqui me quedo, no te preocupes, pero ya no llores mi cielo, me destroza verte así, dijo acariciando mi mejilla mientras una lagrima caía por la suya.
Pasaron las horas y allí quede dormida, cansada de tanto llorar, abrazada al pecho de aquel mi gran amor hasta entonces. Cuando desperte luego de dormir quien sabe cuantas horas estaba sola, completamente sola en aquella habitación enorme, me sentí aún mas sola cuando creí que Bruno se había marchado a pesar de que le hubiese pedido que no lo hiciera.
Abrí la puerta de mi cuarto, así como estaba, algo despeinada con mi cabello suelto y muerta de frío con tan solo un short y una musculoza. Baje las escaleras y el recividor estaba vacío, el salón también, el comedor... nada. "¿Pero donde se ha metido esta gente?" pensé para mis adentros ya frustrada. Fuí hasta la cocina por un vaso con jugo y allí estaban. Mi madre, Bruno... y Nicolás. Ese chico con el que tantas noches había tenido pesadillas, ese chico que contando yo tan solo con 8 años me había abandonado para irse a Barselona con mi padre, o al menos eso creía. Bruno se levanto de su silla para abrazarme de inmediato.
-¿Como te sientes princesa? ¿Estas mejor?
-Si... si ya, dejame ir a por un vaso de jugo y los dejo seguir hablando tranquilos dije dandole un beso en la mejilla, de seguro el muchacho aqui tiene muchas hazañas que contar ¿No?, por que no le cuentas también de cuando me dejaste aqui sola justo cuando todo se venía abajo. Dije enojada mientras los ojos se me llenaban de lagrimas que de inmediato seque.
-Tamara tu y yo tenemos mucho de que hablar. Dijo Nicolás mientras se levantaba de su silla y me tomaba de la muñeca para llevarme a su habitación. Detrás se oía la voz de Bruno avisando que iría al super por las compras mientras mi madre preparaba la cena.
-¿Pero que cojones te crees que haces? Sueltame, sueltame he dicho, que me sueltes cabron ya dejame. Dije mientras el me metía dentro de su habitación de una sola sinchada
-Sientate. Ordeno señalando su cama.
-Pero tu que te cr...
-¡Que te sientes he dicho! Dijo alzando la voz para intimidarme, lo cual consiguió, me sente en su cama y el se sentó a mi lado, voltee mi cabeza para no verle a los ojos y me tomo de la barbilla haciendome girar la cabeza obligada. Allí estaba, frente a el, viendo a esos ojos verdes que encantaban, con una mezcla de miedo, angustia y sentimientos extraños.
-Mira Tamara, yo no se que historia te has inventado tu, o te han inventado, pero según lo que me ha contado tu noviecito me tienes como la peor mierda y eso no es así, he venido a buscar lo que es mío como una vez te dije que lo haría si me iba, he venido por lo que tantos años he hechado de menos, por lo que tantos años mi padre prohibió que tuviera cerca, yo no te abandoné cuando las cosas se pusieron dificiles, fue mi padre quien me arrastró con el a Barcelona a pesar de mis berrinches por quedarme, sabes, en el fondo muy bien sabes que no te hubiera dejado por voluntad propia y menos justo en ese momento... mirame al menos Tamara, mirame a la cara por favor, ya no agaches la mirada, ¡ya no llores!, ¡dios!... Tamara me destrozas.
-Y... yo. Yo te quería Nico, yo te amaba, eramos uno, eras mi otra mitad. Era una niña, que mas querías que pensara si te fuiste así sin mas en el peor momento. Dije agachando otra vez la cabeza, entre avergonzada y aún dolida pero ahora ya no tanto con el si no con mi padre. Nicolás se abalanzo sobre mi abrazandome con fuerza, como queriendo recuperar en un segundo aquellos 11 años perdidos. Se separo de mi, me tomo por las mejillas, beso mi frente, seco mis lagrimas y suspiró.
-Te extrañé tanto gusana. Dijo sonriendo con los ojos rojos y las lagrimas callendo sin remedio por sus mejillas. Puse mi mano en su cara y seque sus lagrimas, me abrace a el y cerré mis ojos, sintiendo algo que nunca antes había sentido, algo extraño, algo lindo, algo raro. No se que.