Su regalo de cumpleaños - una buena desvirgada (3)

Y hasta que le rompí el culito, demasiado apretado pero finalmente cedió

Despúes de la sesión en la que desfloré a Sofía, el día de su cumpleaños número 18, me propuse de todas maneras desvirgarle el culito, se veía tan rico, tan paradito, deseado por muchos, observado por todos, pero sólo para mí, al menos eso creía.

En una sesión de chat, estábamos conversando Sofía y yo, cuando recordamos lo que pasó su primera vez y estando tan excitada la niña con el recuerdo, me atreví a decirle lo siguiente:

  • Bueno Sofía, ahora toca por ese culito tan rico que tienes.

  • Queeeeee???? Noooooooo, nunca, nada, por alli no.

  • Por qué? te va a gustar tanto como la primera vez. Le dije.

  • No profesor, nada que ver, dicen que duele horrores, además, dicen que te baja las nalgas, y yo no quiero.

  • Coqueta y loca, como crees, acaso no has escuchado decir: tiene buena mano?

  • Bueno sí.

  • Ya pues, eso quiere decir que quien lo sabe hacer, al contrario, te las pone muy bonitas.

  • No, y es mi ultima palabra, no lo haré por alli - seguía diciendo porfiada la niña.

Pasaron los días y la fui a visitar nuevamente, follamos muy rico, ahora en varias posiciones, ella como fierita total se abalanzó sobre mi y me montó frenéticamente, mientras yo lamía sus ricas tetas que apuntaban erectas hacia mí.

Lamentablemente la cama hacía mucho ruido y no ayudaba a nuestra concentración, así que como pude me senté y, sin sacársela, me paré y, cogiéndole las nalgas, la suspendí en el aire, mientras con mis caderas seguía bombeándola. Ella seguía agarrada a mi cuello, gritando y gimiendo, ya que mi pene entraba directo en su conchita de la que fluia más y más líquidos. En un instante, me di cuenta que el espejo estaba en la pared y, con disimulo, la llevé frente al espejo, la imagen era genial, su espalda perfecta y sus redondeadas caderas cogidas por mis manos, su culito espectacular abierto de par en par y mi pinga entrando y saliendo de su coñito delicioso. Yo me deleitaba con la imagen, ella, sin imaginarse que la estaba mirando por el espejo, jadeaba como una golfa y pedía más y más.

Minutos después, vencido un poco por el cansancio, la bajé, ella se sentó a la cama y al verme de pie empezó a darme una mamada espectacular: cogía parte de mi verga con su manito derecha mientras que la cabeza de mi miembro se la metía en su estrechita boquita, jugando con su lenguita por dentro. Había nacido para mamar pollas, era una diosa, la chupaba riquisimo haciéndome estallar la cabeza.

Entre mi pensé: Y hasta que por fin le romí el culito, demasiado apretado pero finalmente cedió, un rico polvo, el mejor hasta el momento.

Al recuperarme, le quice hablar:

  • Sofía.... Sofía.... Sofía??????

La nena yacía totalmente echada sobre mi pecho, inconciente, pero respirando, al parecer se había desmayado, ups.... realmente..... no fue mi intención......

Hasta la próxima

  • Dame más, me pidió la niña.

Entonces la levanté y luego la acosté sobre el suelo, y empecé a bombearla, ella feliz pero incómoda por el frío suelo, yo en la gloria pero incómodo porque mis rodillas chocaban contra el piso haciéndome doler un poco.

Así pues decidimos bajar el colchón al piso y allí si le di una follada que sé que no olvidará en su vida, porque ví como se corrío dos veces, entonces la volteé y empecé a chuparle el coñito, mientras que de vez en cuando le metía la lengua al culito, haciéndola saltar de placer.

Ante su reacción, decidí que era el momento de romperle el culito, así que le metí un dedo en su estrecho anito, no oponiendo resistencia alguna la nena. En efecto, ella gozaba y gemía con cada entrada, hasta que no sé como recobró la cordura y me dijo:

  • Por allí no, ya sabes que no quiero por allí.

  • Cómo has sentido cuando ha entrado mi dedo?

  • Rico, pero una cosa es tu dedo y otra tu tremenda vergota, me vas a destrozar.

  • Mmmmmmmmm, te acobardas, le dije para retarla.

  • No, yo nunca me acobardo papito, me dijo desafiante.

  • Pues esta vez sí, te da miedo, tanto que decías que era muy viejo y no te rendía, y ahora te mueres de miedo.

  • No, vas a ver que ni podrás entrar, ya pasó media hora y esa pija ya perdió su fuerza, claro, es que eres viejito.

Y efectivamente, mi pene había quedado en modo descanso, por la conversación que habíamos tenido, lo que de alguna manera me sirvió de estrategia, ya que le dije que le hacía una apuesta:

  • Si con este pene flácido logro penetrarte el culito, gano y si no, tu ganas, y me pides lo que quieras, le dije.

  • Acepto, te fregaste ya que he leido que para meter una pija en el culito de una mujer el pene debe estar totalmente erecto, me dijo riéndose.

Pues bien, manos a la obra.

La coloqué en pose de perrito, empecé a meterle nuevamente los dedos en su culito, que los atrapaba como queriendo devorárselos, por lo apretado que estaba.

Mientras eso pasaba, mi pinga iba recobrando su poder, producto de la excitación que causaban sus gemidos y los apretones que daba su estrecho anillo, obviamente yo no iba a decirle que ya lo tenía en pie de lucha, sino se arrepentiría.

Cuando ya estaba gritando de placer, me acomodé rápidamente detrás de ella, con mi pinga grande y venosa entre mis manos y le puse la cabeza directo a su anillo, no sin antes lubricárselo bien con mi saliva durante varios minutos.

Ella lo sintió y se rio diciendo que aún estaba débil y que iba a ganar la apuesta.

Yo le hundí la cabeza y empecé a introducírselo centímetro por centímetro, a lo que la niña respondía aprentando el culito y mirándome a la cara me dijo:

  • Sácalo ya, lo tienes muy duro, me lo has metido todo, dueleeeeee.

  • Hablas tonterías niña rica, sólo está la mitad, toca, y le llevé su mano a mi pinga, a lo que comprobó que efectivamente, solo había entrado la mitad.

  • Nooooo, sácalo, noooo, por Dios, me vas a romper en dos, noooooo.

Y yo ante sus gritos le pegué una jalada en el pelo  y una nalgada que sonó en toda la habitación, diciéndole: con que me retabas y decías que era un viejito que no te iba a hacer ni cosquillas, entonces soporta putita, soporta toda mi pinga dentro de tu estrecho culito y desde hoy dirás que tu profesor viejito te inauguró todos tus agujeros, mientras le seguía metiendo la parte que quedaba, a lo que ella gritaba de dolor y placer.

Pues bien, al llegar mis huevos a topar con sus nalgas, le hice tocar nuevamente, mientras a ella se le caían las lágrimas de dolor. Me quedé un rato allí, sin moverme para que se acostumbre al pedazo de carne que tenía adentro, hasta que sentí que ella misma se movía para adelante lentamente, mientras yo la tenía sujeta de las caderas para evitar que se intente safar.

Contrario a lo que pensé, ella al llegar a la mitad, movía el culito nuevamente para adentro, ensartándosela nuevamente, hacía dichos movimientos lentamente durante un par de minutos, yo estaba en la gloria, cada vez ese estrecho huequito iba sediendo, hasta que me dijo:

  • Rómpemelo papi.

  • Quieres que te bombee duro o como lo has estado haciendo? Le dije.

  • Duro profe, rómpeme el culo.

Entonces obediente con mi alumnita, empecé a montarla frenéticamente, en un mete y saca constante y profundo, cogiéndome de su cabello como si fuera una potra salvaje, mientras ella chillaba de placer y se agarraba de la sábana y la mordía para que no se escuchen sus chillidos.

El bombeo era constante, mi pinga entraba y salía, mis nalgadas cada vez eran más fuertes, dejándole rojo el culito.

  • Eres mi putita a partir de ahora so perra, le decía al oído.

  • Sí profe, soy su putita, puede venir cuantas veces quiera a romperme el culito, estaré esperando por ud, déme más, rómpame el culo, que rico por dioooooosssss, que ricooooooo, gritaba la muy zorra.

Acto seguido y sin perder el ritmo, se la saqué y me tiré sobre el colchón, y la cojí entre mis brazos y la subi encima mío, mirando hacia arriba, y sin esperar que se le cierre el culito, se lo ensarté de nuevo, empezando a mover mis caderas frenéticamente.

  • Ahhhhhhh, ahhhhh, maldito profeeeeee, me estás partiendo el culo en dossssss, ahhhhhhhhhhhh, gritaba la chiquilla.

Le cogí sus piernas y se las junté con un solo brazo, pasándoselo por detrás de las rodillas, para hacer más profunda y rápida la penetración, mientras ella con los ojos cerrados lanzó un grito que creo que se escuchó por toda la casa; había tenido un orgasmo, practicamente se desmayó sobre mí, lo que me excitó tanto que terminé vaceando toda mi leche en ese estrecho culito.