Su recuerdo ardiente
Todo volvía a la normalidad, ella ya no tenia a su ardiente cómplice con a su lado, pero, nada podía borrar el morbo de recordar el roce de sus manos en su cuerpo y el solo recuerdo la dejaba empapada. Secuela de (Matando las ganas)
La vuelta a su país fue más difícil de lo que creía, apenas a llegar a su destino. Ël se alejó para seguir con su vida y ella quedo atrapada en su rutina solo con el recuerdo ardiendo en su piel.
Era una noche cálida y su cama se sentía solicitaría. Su mente comenzó a divagar y sin notarlo su cuerpo comenzó a recordar aquel viaje de placer. Sus pezones se endurecían al recordar el calor en sus manos exprimiéndolos con la presión justa y el roce de su camisa de dormir le elevaban la temperatura cada vez más; sus labios anhelaban sus mordeduras y su entrepierna ardían al recordar aquella noche de pasión.
Extrañaba su voz ronca hablándole al oído y soñaba con volver a oír sus gemidos. Ya nadie lograba encender su deseo como él. Los besos que tenía a diario no le bastaban, no dejaban esa marca de fuego en su interior y el sexo con otro era solo eso, Necesitaba las caricias y besos de su cómplice.
El hormigueo en su sexo la obligo a morder sus labios para acallar su respiración que aumentaba de frecuencia, sabía que ya no podría estar con él, pero al menos su imaginación lo podría traer de vuelta a su cama.
Deslizo sus manos por debajo de su ropa y libero sus pechos, le dio pequeños pellizcos y disfruto de la humedad que esto creaba en su entrepierna, apretó con una presión mayor en sus pezones y separo sus piernas para dar acceso a su otra mano, donde la humedad le permitió recorrer su vagina de arriba abajo simulando que era su pene el que disfrutaba de su excitación. Imaginando que su grueso miembro era el que presionaba en si clítoris, pasaba por su vulva y amenazaba con penetrarla en todos los lugares que le permitieran, de una sola estocada y sin compasión. Cuando sus caderas se movían al son de sus manos, aprisionó su clítoris con sus dedos y elevo su excitación aún más.
De solo imaginarlo sentado frente a ella observando cómo se auto complacía, mordiendo sus labio y con su respiración al 1000%. Le causaba escalofríos, le excitaba tanto recordar la erección de su pene que fue aumentando los movimientos de sus dedos e incrementando el apriete en sus pezones, sabía que iban a quedar inflamados pero no le importaba, su única preocupación en ese minuto era volver a sentir un orgasmo parecido al que su cómplice le había regalado.
En esos momentos su cuerpo se movía solo para darle placer. Sus caderas se movían al son de sus dedos en su entrepierna y sus gemidos ya no eran contenidos, para seguir disfrutando de su excitación fue introduciendo sus dedos dentro de su vagina con sutiles vaivenes y llenando lentamente su interior. Dejando que su imaginación volara y creyera que era su pene el que la penetraba y no sus manos, imaginando que era su cuerpo el que chocaba en su clítoris y no su palma. Fue aumentando el ritmo a medida de que sus fluidos escurrían por sus muslos. Si bien su interior estaba muy a gusto le faltaba algo que la llevara al éxtasis, por lo que se paró y rápidamente saco su juguete preferido. Lo introdujo en su interior y encendió el vibrador y con la otra mano siguió otorgándole placer a sus grande pechos. Y así aunque él no estuviera a su lado y aun cuando no era su pene el que la llenaba tuvo un orgasmo de aquellos que escurren y dejan las piernas débiles.
Desde aquella noche su imaginación lo traía de vuelta y sus juguetes sexuales le ayudaban a calmar el deseo que habitaba en su interior.