Su puta, como tú me enseñaste a ser (1)

El cornudo recuerda a una mujer que lo corneó, y otras historias

CONFESIONES DE CORNUDO CONVICTO Y CONFESO 5

Su puta, como tú me enseñaste a ser (1)

Mi segunda pareja, concubina Rosa, con quien compartí tantísimos sudores follando a solas, o con otras personas, casi cinco años en que vivimos juntos; se apartó de mí, nos separamos de modo turbulento al cabo de ese tiempo, y a la muy puta, faltándole y necesitando la seguridad que le daba un compañero hombre, a los tres o cuatro meses de la ruptura se vistió de blanco y fue al altar, así fuese virgen, cuando había perdido el himen a los quince, y la vergüenza con anterioridad. De su boda me enteré por un colega común, invitado al casamiento, y, la noticia, por mí inesperada, me sentó, así suele decirse, como una patada a mala leche en los huevos, en los mismos huevos, que me estuvo jodiendo por semanas enteras. El malestar mío entonces venía mayormente de que, al mes o así de la pelea en que rompimos, me llamó por teléfono y me dijo, con mucha tristeza, que me necesitaba, no sé para qué, pues ya entonces era novia formal, prometida del otro, lo que mucha gente amiga  sabía menos yo, que ante esa súplica suya me apresuré a darle… nada. Hubo escarceos, disculpas, perdóname amor por el daño que te causé! perdóname tú! perdona al responsable: eres una niña (23, tenía) y yo un viejo a tu lado (47) que debería adorarte y sin embargo… no digas eso, cariño, tú me has dado mucho, me has enseñado mucho, me has hecho mujer…Total que la paloma voló y se fue, bendecida por el estado y por la iglesia, con otro palomo. La odio, La maldigo. La detesto. Pretendo ignorarla pero no lo logro. Me acerco a la barrera de los peligros y de lo prohibido. Me vuelvo aún más maricón, loco por las pollas de los tíos que cada fin de semana meneo y mamo en una sauna de homosexuales, desde la media noche al amanecer. Me lío con una muchacha enganchada en la heroína y estoy con ella, me la llevo a mi casa, le busco un psiquiatra, me la follo lo mismo que si me follara a una muñeca de esas de plástico, porque ella no siente pero sí  consiente,  y en su mundo de ausencias se deja hacer lo que a mí me venga en gana; de modo que el cerdo se recrea, más que en tirársela, a lo que le saco gusto escaso por no decir ninguno, en hacerle fotos del coño o de ella mamándomela y también meándome en su boca. Sí, con la vana excusa de que podría ayudarla, echarle un cable, para salir del maldito caballo; me enganché con ella y, aunque no me pinché ni probé nada de su vicio, sí se multiplicó el mío por la blanca… hasta que me quedé en ruina absoluta y suspensión de pagos, por lo que no hubo más cojones que salir del laberinto, despedir a la pobre criatura, y aguantar el chaparrón como se pudo. Después el tiempo hace su trabajo, elimina las crestas del odio, borra poco a poco los rencores, olvida la furia de las lamentaciones. Se perdona.  Se comprende. Se acepta. Se reconoce. Por eso, si al cabo de tantísimas lunas de silencio y hostilidad, el albur provoca que te cruces con Rosa cara a cara; no huyas ni te escondas ni calles. Sobre todo no te engañes. Así vivirás más cerca de la alegría. Y fue que de ese lodo antiguo salió, inesperadamente, un polvo fabuloso, uno y más que vinieron, abonados por la calentura de los primitivos, tan viva en palabras sucias y en corridas excelentes. Con seguridad no puedo decir sí fue en ese o en alguno de los inmediatos, cuando me atreví a preguntarle, a rogarle que me contara, como tú sabes puta mía¡ la mejor jodienda, la más morbosa, que hayas tenido en este estúpido paréntesis, cuéntamelo por favor. Parece mentira pero fue verdad que, después de tanto, Rosa me cogió la polla exactamente igual que entonces, y después de mirarme, sacarme la lengua y echarme un guiño, se puso a hablar y me dijo: Cariño, cabrón mío, el conductor de un autobús que me ligué, un día que nos quedamos los dos solos en la guagua, se salió de la carretera, me llevó a un campo, y en los asientos traseros me folló a lo bestia, y me hizo gozar  a tope, maricón! y yo a él, pues fui puta, muy puta, su puta, como tú me enseñaste a ser.

(Continuará)