Su primera vez
Cuenta la primera vez de un joven con una chica de su edad, sin embargo, bastante más experimentada.
Decía que era virgen. Y podría serlo. Ya nos habíamos visto antes pero no llegamos hasta el final. Eyaculó antes de tiempo.
Como dos niños que no tienen un sitio íntimo para dar rienda suelta a sus necesidades más primitivas, nos citamos en los trasteros de su edificio. Nos besamos… que guapo es. Alto, fibrado, piel morena, pelo negro y ojos grandes y castaños, que lo miran todo como un animalillo curioso y, a la vez, asustado.
Empezamos a desnudarnos, él me acaricia torpemente. Me agarra las tetas, me las aprieta… tan grandes y suaves. Con su camiseta en el suelo, mis manos frías recorren su torso caliente, bajando hasta llegar a su abultado pantalón. Lo desabrocho hábilmente, regalando a mis ojos una imagen deliciosa. Sus bóxer tirantes alrededor de una enorme polla dura que lucha por salir. Le acaricio por encima de la tela, que está húmeda de líquido preseminal. Alzo la vista y ahí está él, con los ojos cerrados y la boca entreabierta, jadeando.
Pero si todavía no he hecho nada… - susurro, y me río.
Uffff… me pones muchísimo, te lo juro.
¿Ah, sí? – mientras hablamos, mis manos ya han bajado su pantalón hasta los tobillos. Me coloco de rodillas sobre la fría baldosa, entre sus piernas. Solo de pensar en probarle la saliva se agolpa en mi boca.
Paso los labios por la tela de sus bóxer, justo donde se sitúa la punta de su polla hay un cerco húmedo. Lo lamo. Muerdo la cintura de sus calzoncillos, jugando con sus ganas… y con las mías. Finalmente tiro de ellos hacia abajo, dejando libre su polla. Grande, gorda y dura. Con la punta brillando. Empiezo con suaves lamidas, con mi lengua girando alrededor de su capullo. Con mi mano agarro el tronco y empiezo a metérmela en la boca. Poco a poco. Me meto la mitad, succiono y la vuelvo a sacar, mientras mi mano se mueve arriba y abajo, masturbándole. Llenándola de saliva que gotea y va a caer directamente sobre mis tetas.
- Joder… joooder… - él jadea y bufa, su mano sobre mi cabeza. En algún punto me agarra del pelo y empuja su cadera hacia delante, ahogándome con su polla. Yo aguanto con ella dentro de mi boca, llenándome, hasta que no puedo más. Me la saco unos segundos y vuelvo a introducirla… hasta el fondo.
Es como una señal para él. Me agarra la cabeza con las dos manos, enredando sus dedos en mi pelo, y empieza a mover la cadera, adelante y atrás, frenéticamente. Me está follando la boca.
Cuando para, jadeando, yo le miro a la cara, con los ojos llorosos y la barbilla llena de babas. También estoy agitada. Respiro entrecortadamente. Muestro una media sonrisa mientras sujeto su polla de nuevo y lamo la punta, la succiono, la golpeo contra mis labios… dios, me encanta chuparle la polla.
- Quiero follarte. – dice. Se quita los pantalones, que aún seguían enrollados en sus tobillos, y saca un condón de uno de los bolsillos. – Ponte a cuatro patas…
Habíamos puesto una sábana en el suelo para poder follar incómodamente. Me quito los leggins y me coloco a cuatro patas sobre la misma, con el culo bien en pompa, solo cubierto por un bonito tanga negro de encaje. Se sitúa detrás, con la polla en la mano. Sus dedos tanteando mi entrepierna, húmeda. En algún momento cambia sus dedos por su polla, la punta empujando contra la entrada de mi coño. Cuando entra suelto un pequeño gemido, entre placer y sorpresa, y el bufa tras de mí. Sus manos se sitúan en mis caderas y empieza a moverse, adelante y atrás, embistiéndome con su polla. Mi cara descansa sobre mis brazos y yo gimo, agarrando la sabana entre mis dedos. Su ritmo aumenta y sus manos acarician mis caderas, suben por mis costados hasta mis tetas. Inclinado sobre mí, me folla a la vez que me agarra las tetas, que no paran de bambolearse al compás de sus embestidas.
Sus manos sujetan mis hombros, cada vez me penetra más rápido y yo no paro de gemir.
Ah… joder, me encantaaa…
Ummm… dios, que bueno. – Sus embestidas se suavizan ligeramente y sus manos ahora aprietan mis nalgas. – Me corro ya…
Saca su polla de mí, lo cual me hace girar la cabeza para mirarle. Se la sujeta con una mano. Dura, palpitante. Sonríe ligeramente.
- Déjame correrme en esa carita…
Solo esbozo una sonrisa y me incorporo, me sitúo entre sus piernas de rodillas y le miro. Adelante.
Empieza a pajearse sobre mi cuerpo, sobando mis tetas con la mano que le queda libre. Quiero ayudarle y con mi lengua empiezo a lamer su capullo, le miro y gimo, succiono, muerdo suavemente sus dedos…
- Venga, córrete para mí…
Como si le diera una orden.
- Dios… joder… - sacude su polla con fuerza y su mano me sujeta la cabeza hacia atrás, tirándome del pelo. Con la boca abierta y la lengua fuera recibo su semen, que salpica por todas partes: por mi cara, mi pelo, mi boca, mis tetas…
Cuando me suelta el pelo, acerco mis labios a su polla y se la lamo entera. Me trago los restos de semen que han caído a mi boca y me paso el dorso de la mano por mis labios. Él está de pie, frente a mí, jadeante y sonriente. Era su primera vez.