Su nombre es Alex 3

Era una chica agradable, no había dudas. Eso sí, hablaba hasta por los codos. De la mínima cosa sacaba un tema de conversación. Yo sólo agregaba pequeñas oraciones, en la mayoría de veces sólo daba tiempo a monosílabos y me daba la impresión de que no le ponía mucho asunto. A pesar de todo, yo ponía

  • Alex, placer conocerte, pero debo irme - extendí mi brazo en espera de mi móvil.

Seguía de malas por Alice.

  • No tan rápido - dijo con gracia - aún no termino contigo.

La mire expectante.

  • ¿Eres de por aquí? - interrogó.

  • Mm... Pues sí, pero no. Queda un poquito retirado, no tanto. ¿Y tú? Creo que no te había visto antes.

  • Sí y no también - me responde - no es tan cerca, pero no es necesario tomar transporte, para quien le gusta caminar como a mí.  Y respecto a que no me habías visto... andas despistada. Yo te he visto unas ocho veces, quizás más.

¿Ocho veces? Sorprendente.

  • ¿En serio? - arrugué la frente, fuente de mi incredulidad.

  • Lo juro - levanta su mano para hacerlo más "creíble".

  • Interesante... - dije pensativa - no creo que pudiera pasar por alto un pelo así - señalo sus risos.

  • Hey, no ofendas mi cabello - fingió estar ofendida.

  • No lo digo a mal, te queda hermoso - y era cierto.

  • Bueno, bueno...  - el brazo que sostenía mi teléfono llega hasta mi - él es libre. Con esa información me basta.

Qué tramará, pienso. Tomo mi teléfono

  • Gracias - articulo -. Oye, este... Alex ¿Sabes cuál bus pasa por Santa Fe?

  • Claro - sonríe - De hecho, tomaré esa misma ruta.

  • Pues vayamos pronto, antes de que alguien más se nos una aquí producto de la curiosidad - miro a Elena que nos observaba fijo detrás del gran cristal del café.

  • ¿Ah? - giró al mismo tiempo que preguntaba.

  • Que sutil - retumbó el sarcasmo en mis palabras.

  • Eres muy seria - me lo dice como si eso fuera algo malo - Sigamos el juego - me lanza una sonrisa juguetona - podemos divertirnos un poco.

Giró hasta darme la espalda. Los dedos de su mano derecha apuntaron al cielo y las sacudió lado a lado con ganas. Luego las unió ambas en su boca y las separó al mismo tiempo que soltaba un sonoro beso dirigido a Elena. Ésta la fulminó con la mirada y sé quitó del cristal.

Alex se carcajeó, me tomó del brazo y me hizo avanzar con ella.

  • No puedo creer lo que hiciste.

  • Hay que aprovechar cada momento que se pueda sonreír, y más si con esto jodes a una o más personas. Y a una persona como Elena... Puffss te llevas puntos extras.

La mire y no puede evitar copiar sus contracciones faciales.

Caminamos conversando animadamente todo el trayecto hasta la parada del autobús. Ya dentro de éste la cosa no fue diferente. Su gran sentido del humor iba a provocar dolor en mis mejillas de tanto elevarlas. Me dijo que hace siete meses se había mudado por aquí cerca por cosas de estudios y que hace como tres había empezado a ir al café. Habló de su gato bosque de Noruega llamado Milán y de las peleas con su hermana menor cuando se disputaban su amor.

Era una chica agradable, no había dudas. Eso sí, hablaba hasta por los codos. De la mínima cosa sacaba un tema de conversación. Yo sólo agregaba pequeñas oraciones, en la mayoría de veces sólo daba tiempo a monosílabos y me daba la impresión de que no le ponía mucho asunto. A pesar de todo, yo ponía atención, aunque fuera un tema tonto, no sé cómo, pero lo lograba. Quizás eran su carisma...

El autobús hizo la primera parada y ella se despegó del asiento.

  • ¿Te bajas en ésta? -  pregunté decepcionada -

  • Sí, ésta es la mía. Hablamos en la noche - se acercó y besó mi mejilla - chao - dijo mientras salía.

  • ¡¿En la noche?! - grité por la distancia.

  • Sí - responde; como siempre sonriente. - claro, eso si tú lo decides.

La miro extrañada a través del cristal desde el asiento. El vehículo prosiguió su recorrido, volteé la cara atrás y la vi cruzar la calle.

¿Hablamos en la noche dijo? ¿Cómo es eso? Pensaba de qué manera pasaría eso que dijo. No sé me ocurrió ninguna.

Busco mi teléfono para ver la hora, pero algo centra mi atención: mi fondo de pantalla. Era distinto al que yo recordaba. Puedo apostar que antes tenía una foto mía con Alice, pero ahora tenía una chica de cabello rizado mostrando la lengua en una mueca. Era Alex. Se supone que debía molestarme que una desconocida usara mi teléfono sin permiso, pero, irónicamente, no hice más que sonreír.

Una idea me cruzó la mente y me llevó al directorio telefónico. Oh, ya entiendo. Por eso hablaríamos ésta noche. Tenía su número registrado. Otra sonrisa llegó a mi rostro, miré a un lado no asimilando todavía aquello. Topé la mirada con la cara interrogativa de una viejita. Me miró de arriba abajo intentando buscar mi fallo psicológico, despegó los ojos haciéndole más arrugas a su frente. No le di importancia.

Volví a mirar el teléfono y ahora si me fijé en la hora: 10:31 am. Bloqueé la pantalla sin preocuparme por cambiarle el fondo. Este me agradaba.


Saludos desde Rep. Dominicana!