Su nombre es Alex 11

Miré a la joven que no paraba de sollozar y a los tres hombres que, si se lo proponían, podrían acabar con nosotras cuando quisieran. La idea de llamar a la policía cruzó por mi cabeza, pero no iba a resultar, antes de siquiera pensar en el número tendría a uno de ellos sobre mí.

  • Ahora sí te pasaste - dijo furioso

  • Te toca a ti mamacita - levantó su enorme mano en un puño y me asestó justo en la cara. Sentí como la estructura de mi nariz cambiaba de forma.

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Llevé las manos rápidamente a mi nariz, las cuales se mojaron por la cantidad de sangre que salía de esta.

Miré a la joven que no paraba de sollozar y a los tres hombres que, si se lo proponían, podrían acabar con nosotras cuando quisieran. La idea de llamar a la policía cruzó por mi cabeza, pero no iba a resultar, antes de siquiera pensar en el número tendría a uno de ellos sobre mí. Así que empecé a gritar, pedía a gritos ayuda, que estábamos en peligro. La luz de un carro se encendió a los pocos segundos alumbrándonos a mí, la joven y las tres bestias.

  • Oigan, vámonos de aquí. No podemos volver a prisión - reaccionó el barrigón.

  • Pero hace rato que no estoy con una mujer tan guapa y joven - responde el moreno con frustración. Al oír eso grité con más fuerza. La niña seguía callada con la cara aterrorizada.

  • Ni lo harás si no la sueltas. Vamos.

Para ese entonces ya había tres vehículos alumbrándonos y dos hombres caminaban hacía nosotras para ayudarnos.

Los tres individuos al ver a los hombres que venían se metieron al coche y se dieron a la huida, desapareciendo en poco tiempo.

  • ¿Estás bien? - pregunté con dificultad a la chica - quien sacudió la cabeza en modo de afirmación.

  • ¿Están bien? - preguntaron los hombres ya con nosotras.

  • Eso creo. - respondí - muchísimas gracias, de no ser por ustedes no sé qué habría pasado.

  • No hay de qué, debemos llevarte al médico. Estas sangrando mucho.

  • Toma este polo para parar la hemorragia – dijo el más joven quitándose su t-shirt. Me lo coloqué en la nariz al instante.

  • ¿Te encuentras bien? – oí al mayor preguntarle a la niña cuya respuesta fue asentir.

Varias personas llegaron a donde estábamos nosotras y al poco tiempo una llamada entrante de Alice, la cual vino casi al instante de decirle parte de lo que había pasado.

  • ¿Qué le pasó? – preguntó en cuanto estuvo junto a mí. – Vamos a emergencias.

  • Unos tipos se querían aprovechar de ambas, pero desde que salimos del vehículo se dieron a la huida. Nosotros podemos llevarlas al hospital.

  • No se preocupen, ya hicieron mucho con espantarlos, yo me encargo de lo demás.

  • Tranquila, lo haríamos sin ninguna molestia.

  • En serio, no se preocupen. Lo que me serviría de mucho es un número telefónico para contactarlos para cuando pongamos la denuncia.

  • Aquí tiene mi tarjeta – ofreció el mayor – estamos a sus órdenes.

  • Lo malo es que no pudimos atraparlos - dice el más joven.

  • Y ni matrícula tenía el carro para poder portarlo a la policía.

La chica empezó a mover la cabeza y las manos en negación desesperadamente.

  • ¿No? - interrogo incrédula - tenemos que agarrar a esos tipos. No podemos dejarlos ir por ahí haciéndole daño más gente. No todo el mundo va a tener la suerte de nosotras.

  • Es verdad, hija, sé que estas asustada pero no podemos quedarnos como si nada pasó.

  • No - dijo la joven con dificultad - después empezó a hacer señales con la mano. Ella era muda, por eso no dijo nada en ningún momento mientras todo pasaba -. No - volvió a decir.

-Vámonos - dijo Alice.

Nos fuimos al hospital con la joven, para después de controlarme la hemorragia ver como la regresábamos a casa. Después de lo ocurrido no queríamos dejarla sola por ahí.

Con un fuerte movimiento un interno reubico mi nariz en la sala de emergencia e hizo lo necesario para repararla por completo. Por suerte no estaba rota.

Alice resolvió todo el papeleo y procedimientos en la emergencia mientras yo descansaba un poco. Ya en el cubículo empezó a comunicarse con la joven en señas, lográndole sacar un numero de teléfono.

  • Hola, me llamo Alice, te llamo por tu hermana…tu hermana se encuentra bien - …. - Ella está conmigo en la Clínica Dr. Ricardo Matos- …-  No, ella no está herida estoy llamando porque hubo un inconveniente en el cual ella estuvo involucrada … - Nada grave, ella se encuentra bien. Solo necesito que vengas por ella, ya que está un poco asustada. – estamos en el área de emergencia en el cubículo numero 19 … Tranquila, no es ella quien está herida, físicamente se encuentra perfecta…ok acá te esperamos.

  • Su hermana viene por ella.

Conversamos mientras su hermana llegaba tratando de convencer a la joven para que pusiera una denuncia contra esos hombres, pero cada vez que mencionábamos la palabra policía ella se alteraba, así que desistimos.

El teléfono de Alice timbró y después de hablar por él, le dejó saber a la chica que su hermana ya estaba en el centro y que vendría a por ella.

-        Buenas noches, ¿cómo se encuentran todas? – pregunta una doctora con acento inglés.

-        Pues tomándolo lo mejor posible – responde Alice sin muchas ganas.

-        ¿Y usted, señorita? – me pregunta directo – ¿le duele mucho la nariz?

-        No más que mi arruinada camisa favorita – respondo a modo de broma.

-        Suena a buenas noticias – se ríe. ¿Ya contactaron con los familiares de la joven? Pregunta acariciando la cabeza de la desconocida.

-        Sí, por suerte ya hemos contactado a su hermana la cual viene en camino.

-        Perfecto, ya casi estas en casa, hermosa. Señorita Alice, ¿me permite un segundo para firmar unos documentos?  – ella asintió y se fue detrás de ella no sin antes dejarme a cargo a la joven.

Miré a la extraña con intriga preguntándome por qué su inquietud cada vez que le mencionábamos poner la denuncia. Eso no quería decir que yo no lo haría, ya que fui tan o más afectada que ella en todo esto. Sin embargo, su colaboración hubiera sido de grandísima ayuda.

A pesar de los analgésicos y todo el cuidado que me brindaron en la clínica seguía sintiendo gran molestia en la nariz por unas pequeñas vendas que me habían puesto. Suerte que mamá no llamaría hasta después, estoy segura que esto le arruinaría el viaje.

Minutos después me sorprendí ver a Alex entrar al cubículo e ir hasta la joven la cual abrazó y empezó a hablarle en señas, hasta que después de unos segundos se percató de mi presencia.

  • ¿Estefany? – dijo extrañada – ¿Qué haces aquí? ¿fuiste quien me llamó?

  • No – interviene Alice – yo fui quien lo hice.

Alex miró a Alice quien se encontraba bloqueando la puerta.

  • ¿Qué ha pasado? - preguntó. Le dije todo lo ocurrido, permaneció en silencio y luego comentó; - Muchas gracias, Estefany. Bueno a ambas por cuidar de ella mientras yo llegaba. - miró a Alice por un instante. No tengo como pagarte esto - me lo dijo con voz firme, mirándome fijo.

  • No fue nada - respondí.

  • Fue mucho, te pudo haber pasado algo peor. Mira como tienes la ropa llena de sangre – señala.

  • La calle está llena de animales – respondí.

  • Me siento muy mal por tu estado, la verdad que me enoja mucho verte así.

  • Te he dicho que no fue nada, lo haría otra vez de ser necesario.

  • Buenas noches – saluda la doctora con acento extranjero – la tomografía salió muy bien, así que no hay nada de que preocuparse en ese aspecto. ¿Has vuelto a sangrar?  – pregunta.

  • No, ya está controlada – respondo.

  • Perfecto, ya podemos darte el alta si te sientes en condiciones.

  • I’m looking forward to – respondo haciéndola sonreír.

  • Perfecto, siendo así solo debes pasar por recepción y firmar unos documentos. Voy a llamar un enfermero para que te prepare.

  • Perfecto, gracias.

La doctora se retiró del cubículo

  • ¿Necesitan un empujón hasta su casa? – les preguntó Alice

  • Tranquila, ya hicieron bastante. La pregunta es si ustedes necesitan algo.

  • No, nada que ver – respondo.

  • Actually, sí. – me corrige Alice - Estamos pensando en poner una denuncia y lo que pueda aportar tu hermana sería de gran ayuda.

  • No creo que la opinión de una persona que no pueda comunicarse verbalmente pueda ser de mucha ayuda.

  • Tengo un tío que es general de la policía nacional y padre de un sordomudo, si a eso te referías.

  • Tendría que pensarlo – contesta Alex mirando a su hermana.

  • ¿Pensar qué si el asunto de comunicación ya está resuelto? – pregunta Alice con aspereza.

  • Ese tío tuyo… ¿también es psicólogo infantil? Porque mi hermana también necesita que le resuelvan ese detalle. Que tengan una buena noche. Vámonos, Gabriela - le dijo Alex a su hermana pasando un brazo por sus hombros. – Gracias a ambas por todo, una vez más.

Las vi perderse sin mirar atrás.

-        Debiste ser más prudente – le reclame una vez ellas se habían marchado.

-        A ver, solo estoy tratando de que agarremos a esos tres. ¿Cómo me iba a imaginar que eso le podría afectar? Al contrario.