Su mujer de regaló a él

Su mujer me ofrece como regalo a su marido para que cumpla sus fantasías

Llego a la dirección indicada, toco la puerta y me abre una mujer guapa, me sonríe y le correspondo a su amabilidad. Me invita a pasar. Me comento lo que deseaba y accedí a su petición.

Escuche un vehículo llegar, me pidió que me escondiera y que me avisaría cuando sería el momento. Escuche entraste, la saludaste y seguiste tu rutina, platicaron, bromearon, cenaron y ella sacó una botella y tres copas, una la dejo en la cocina, las otras las llevo contigo y serviste.

Estuvieron muy cómodos, desde el lugar donde estaba podía ver todo muy bien, vi como empezaba ella a acariciarte a besarte y la situación se empezaba a calentar, quitaste su falda, su blusa, vi como es que te quito la ropa, en lugar de ir a la recamara se quedaron en la sala, ella sabia bien que podía verlos desde mi posición.

Cuando te tuvo sin ropa alguna, vi como se subió sobre ti y prácticamente se restregaba con tu cuerpo, haciendo que calentaras al punto de que la levantaras y te fueras sobre ella para hacerle el amor. Estuviste a punto de hacerlo pero ella se dio cuenta de ello antes de que lo lograras, se levanto y te corto la inspiración por un rato pero pensaste que te llevaría al cuarto pero no fue así.

Se aproximo a donde estaba, sin perderte la vista.

-Te dije que te tenia una sorpresa y espero que te guste, sé también que hay alguna cosa que te gustaría hacer conmigo, pero la verdad no creo poder complacerte yo personalmente, pero por eso es que te he traído esta sorpresa, para tratar de complacerte y poder ver y disfrutar contigo de tus fantasías- te explico antes de mostrarte tu regalo

Abrió las puertas de donde estaba y me tomo de la mano con una gran sonrisa, me llevo ante ti, aun llevaba el abrigo negro cubriéndome, aunque la casa tenia una temperatura agradable, el abrigo no me incomodaba.

Tú te quedaste completamente sorprendido, tanto que tu erección empezó a disminuir, hasta tomaste un cojín de la sala para tratar de cubrirte pero solo apretaste la mano sobre él sin moverlo.

La miraste algo extrañado ya que no entendías muy bien, trataste de hablar pero no pudiste.

-vamos, ¿qué no vas a abrir tu regalo?- te dijo casi riendo de la expresión que tenias en el rostro -o quieres que lo abra por ti?-

-ábrelo por mí- le contestaste con un poco más de valor, tratando de descubrir cuales eran las intenciones de tu mujer.

Ella se acercó por atrás, y me despojo del abrigo que me cubría casi por completo, me quito todo el abrigo dejándolo sobre el sofá, dejándome frente a ti solo con medias negras, una tanga de encaje negra y un sostén negro de encaje que luchaba por contener mis senos. Tu mirada lo dijo todo, pero quien lo confirmó fue tu polla que se endureció.

-Vamos no seas tímida, acércate a él...complácelo como quedamos...- me dijo luego volteo a verte - espero que te guste..y sobre todo que lo disfrutes- te dijo viendo como me mirabas.

Ella se sentó en sofá junto a ti, mientras yo me acerque entre tus piernas, extiendes tus manos y me las acaricias, sobre las medias que llegan a la mitad de mis muslos, ves a tu mujer como tratando de ver su reacción, o pidiendo permiso, pero ella no se mueve y te ve fijamente como esperando a ver que es lo que vas hacer.

Acariciaste mis muslos, por fuera y luego por dentro, acariciaste sobre mi tanga mi chochito, notando su humedad, me viste a los ojos y sonreíste, moviste mi prenda hacia un lado y pudiste ver mi casi depilado chochito brillas, pasaste tu pulgar a lo largo de mis labios y casi me oíste gemir.

Me tomaste de la mano e hiciste que me hincara frente a ti, te recargaste sobre el sofá y miraste tu polla que iba creciendo, entendí el mensaje y la empecé a frotar y empecé a chuparla, metiéndola completamente en mi boca mientras empezaba a crecer más aun.

Vi cómo hiciste la cabeza hacia atrás con los ojos cerrados, luego volteaste a mirar a tu esposa y la comenzaste a besar, mientras con una mano controlabas la velocidad con la que movía mi cabeza.

Continué así un buen rato, hasta que empezaste a gemir con más intensidad, me tomaste de mis cabellos con mas fuerza, hasta que empezaste a eyacular en mi boca y parte de tu corrida me la tiraste en la cara, reíste mientras recuperabas el aliento. Tu esposa nos contempló, viendo como es que hacías una de las tantas cosas que le habías pedido y de las que no te podía complacer, el porque, no lo sé y no la cuestionaré.

Tome con mi dedo los restos que quedaron en mi cara para llevarlos a mi boca, algunas gotas habían quedado en mí pecho, los tomaste con tu dedo y me metiste el dedo en mi boca.

Regresaste tu mano a mi pecho, sobaste por arriba de mi sujetador mis senos, trataste de calcular el peso de cada uno con tu mano, trataste de sentir su firmeza, y fue cuando tu mujer se levanto y se coloco detrás de mí, para poder desabrochar mi sostén.

-espero las disfrutes...- dijo ella mientras las liberaba.

Las miraste casi observando cada detalle de ellas, las acariciaste ahora sin nada que te estorbara, viste con claridad lo grandes que te parecieron, trataste de abarcarlas con una mano pero no pudiste, pasaste tu pulgar sobre mis pezones café claro, casi rosas.

-auch...- dije cuando pellizcaste uno de ellos, haciendo que reaccionara endureciéndose de manera casi instantánea.

Miraste a tu mujer, sonreíste me levantaste y me sentaste en el sofá de enfrente, te arrodillaste frente a mí e hiciste que separará mis piernas, me besaste casi mordiendo mis muslos hasta que llegaste a mi prenda de encaje, solo me mordía mi labio inferior para no gemir con fuerza, aunque en mi respiración notaste mi excitación, que comprobaste cuando hiciste a un lado mi tanga.

Para entonces ya no volteas a mirar a tu esposa, sin miramientos admiras como brillan mis labios, los separas y te acercas a olfatearme, ves mi clítoris algo inflamado deseoso de tus caricias y sacaste tu lengua para deslizarla a lo largo de mis labios, acariciando con ella mi botoncito que me hizo tensarme, curvear mi espalda por tus caricias con tu lengua.

Mis gemidos fueron más audibles, mientras vi como tu mujer se acomodaba en el sofá separando las piernas con una mano entre ellas, se estaba masturbando viéndonos.

Introdujiste un dedo despacio, el cual entro muy fácilmente, lo metiste como cuatro veces, para luego pasar a meter otro a la par, aumentando el ritmo, sin que le dieras tregua a mi clítoris que no habías dejado de lamer y jugar con él. No pude más y termine arqueando mi cuerpo, tensándose del tremendo orgasmo que me arrancabas con tus dedos y tu boca, apenas pude recuperar el liento, cuando note que no era la única en tener un orgasmo, tu mujer también estaba teniendo uno casi a un lado de nosotros.

Me diste oportunidad de recuperarme ya que te levantaste y fuiste con tu mujer, la besabas y la acariciabas, provocándole otro estremecimiento.

Te levantaste de donde estaba ella, sin voltear a verme fuiste a la cocina, regresaste con una botella nueva de vino, serviste un poco en las tres copas, nos das una a cada una, esperas a que termine de tomar mi bebida y me extiendes la mano, la cual tomo y haces que me levante del sofá de donde estaba, me volteaste y me pusiste de frente a tu esposa, nos miramos y luego ella se clavo en tus ojos, sentí como pasaron tus manos por debajo de mis brazos, llegando de abajo para atrapar con dificultad mis senos, los levantaste y trataste de amasarlos, eran más grandes que los de ella, bajaste tu mano izquierda hasta mi vientre pasando por mi ombligo, luego con tus dedos jugaste con mi casi inexistente vello púbico, tu dedo medio se coló entre mis labios rozando mi clítoris nuevamente.

Tomaste con la otra mano todo mi cabello y lo llevaste a un solo lado y al frente de mí, colocaste tu mano derecha en mi nuca sin dejar de acariciar mi chochito con la izquierda, cerré los ojos mientras sentía cómo me acariciabas. Me levantaste una pierna y dejaste que la colocara sobre la mesita de la sala, separando mis piernas casi en 90 grados, sentí en tu polla medio dormida rozar mi pierna de apoyo, ella se levantó de donde estaba y se hincó frente a nosotros, tomó tu miembro y empezó a revivirlo con su boca, mientras tu no dejaste de acariciarme.

Cuando tu polla estuvo nuevamente dura, y mismo me llevaste hasta el sofá pidiéndome que me arrodillara en la orilla y sujetándome del respaldo, voltee a verte tu mirada estaba con el de tu mujer, tus manos sobre mis caderas, tu mujer fue la que tomo tu polla y la llevo hasta la entrada de mi chochito que no había dejado de lubricarse gracias a tus caricias. Sentí como tu glande separo levemente mis labios, como acaricio mi vulva haciéndome estremecer, tu mujer se acomodó a un lado de nosotros sin perder ningún detalle, empezaste a penetrarme lentamente hasta que llegaste al fondo, sentí como topaste con mi útero, gemí no de dolor, si no de placer, el tope no había sido muy duro, sentía como habías llegado a llenarme por completo, apreté mis manos tratando de desgarrar el sofá del placer que me habías hecho sentir.

Empezaste un ir y venir, poco a poco aumentando el ritmo, así como fueron aumentando mis gemidos, mis senos se movían al ritmo de tus embestidas, me diste una, dos y hasta tres nalgadas dejándome las nalgas rojas, volteaba a verte y parecías poseído, como si trataras de atravesarme, no tarde en llegar a mi orgasmo, pero no paraste, continuaste, y fue cuando escuche a tu mujer disfrutado de su orgasmo también.

Se aproximaba un más cuando de un solo golpe la sacaste, dejándome a punto de gritar, separaste mis nalgas y colocaste tu polla en mi ano, tu mujer parecía no querer perderse tal acto, sin dejar de tocarse esperaba ansiosa. Y no tuvo que esperar mucho, ya que empezaste a empujar, como a poco penetro mi orificio, haciéndome quejarme levemente, aunque mi rostro decía que era mucho más el dolor provocado que el placer. Te quedaste un poco quieto, me dejaste respirar y luego seguiste empujando, cuando me tuviste completamente penetrada, me diste nuevamente dos nalgadas y empezaste nuevamente a sacar y a meter, lentamente y tomando ritmo conforme avanzó el tiempo, mis quejidos de dolor se transformaron en placer, aunándose a los de tu mujer y los tuyos, aceleraste y tuve dos orgasmos seguidos y en el último tuviste el tuyo inundándome por dentro con tu semilla, parecía que querías atravesarme, pero mis brazos no resistieron y sucumbimos en el sofá, tu mujer termino junto con nosotros. Me diste un beso en el hombro y te levantaste, poco a poco te separaste de mí y desapareciste en la cocina, regresaste con mas vino y te sentaste al otro lado de la sala, poco a poco nos repusimos, tu mujer me llevó al baño para que me aseara.

Cuando salí ustedes dos se metieron a bañar también en el baño de su recamará, platicaron un poco y después me despedí de los dos, me marche de tu casa con las esperanzas de repetir la experiencia vivida, en algún otro momento.