Su lengua recorría el exquisito manjar de mi mujer
Tanto tiempo intentando convencerla de un trío y, al fin y al cabo, es ella la que manda.... como siempre
Por fin lo he conseguido…… pero como menos me podía esperar.
Llevo tiempo intentando deslizar en la cabeza de Yoli la idea de hacer un trío. Ando loco. Con un chico o con una chica, pero no había manera no sólo de convencerla sino casi ni de decírselo.
-Ya estás con tu manía de siempre-
-Sabes que a mi no me gusta-
-Estás estropeando este momento y estoy perdiendo la excitación porque siempre me estas pidiendo lo mismo.
-A mí sólo me gustas tú y no quiero experiencias raras-
Eran sus casi invariables respuestas.
El caso es que nuestra relación se estaba enfriando mucho y ya casi no follábamos.
Por un problema de informática en la empresa en que trabajo, hace unos días pude salir casi tres horas antes. Cuando llegué a casa la televisión estaba encendida pero mi mujer parecía no estar en el salón. Algo extrañado salí a la terraza que se comunica con la de nuestro dormitorio y me acerqué con cautela para, si estaba allí, darle una sorpresa pero la gran sorpresa fue mía al observar la escena que allí ocurría.
Yolanda a cuatro patas estaba siendo follada por Jorgito pero…. vamos… de manera salvaje. Ambos en pelotas y abandonados al polvo más increíble.
Jorge es un vecino joven que alguna vez ha tomado café con nosotros y viene a casa con toda confianza para echarnos una mano en algo. Ahora no es que estuviera echando una mano es que tenía las dos sobre la espalda desnuda de Yolanda e iba a soltar la leche dentro de ella. Y esta vez sí que era con toda confianza.
La situación era tan fuerte que me quedé inmovilizado aunque la polla se me puso como un palo.
Jorge la tenía de a perrito cogida de la cintura y, de pie sobre la cama y con las piernas flexionadas, se la estaba metiendo a fondo por el culito. Precisamente a Yolanda no le había gustado nunca ni así ni por allí y siempre había sido bastante tradicional para los polvos. Ahora, sin embargo, empujaba hacia atrás con el culo al ritmo de las embestidas del galán que, además, presentaba una polla de importante tamaño.
Sacó el palote y bajó su boca hasta el ansioso coño lamiéndolo con fruición. Yoli, abandonada, emitía quedos gruñiditos y exigía todavía más dedicación. Con la punta de su lengua Jorge acarició despaciosamente subiendo desde el clítoris hasta el ano mientras ella levantaba la grupa con ansia.. Yolanda muy complacida, gemía ruidosamente y cerraba los puños sobre la sábana. Jorge le dió la vuelta y colocándola de espaldas en la cama levantó las caderas de mi mujer colocándose sus piernas por encima de los hombros y la ensartó deslizando su pollón hasta la empuñadura. Los embates eran de tal calibre y la satisfacción de Yolanda tan patente que un agradable latigazo recorrió mis ingles y estuve a punto de eyacular sin tocarme.
Jorge sacó el aparato y, pasando una de sus piernas sobre la cabeza de Yoli, comenzó a follarla por la boca mientras su propia boca y su lengua volvían al exquisito manjar de mi mujer.
El 69 era de lo más formidable que yo podía haber imaginado y no pude evitar, sacándome la polla, masturbarme con satisfacción aunque con cierto remusguillo en mi conciencia.
A continuación Yolanda fue a situarse de espaldas a mi ventana y comenzó a hacerle una mamada prodigiosa mientras me presentaba su trasera mejor imagen. Parecía que lo hacía a propósito y comprobé que así era cuando, volviendo la cabeza, sus ojos se cruzaron con los míos abandonando brevemente su quehacer. Yo no podía apartar la vista mientras devoraba con los ojos esa preciosa almejita, sonrosada de excitación en toda la zona alrededor, todavía exultante y brillante el querido clítoris y rezumando su coñito unas gotas de brillante líquido. De rodillas en el suelo junto al borde la cama, Yoli arqueaba la cintura en una deliciosa curva que empezaba en sus caderas y acababa en su mamada.
¡Me había descubierto y estaba actuando para mí¡ Me hizo un levísimo gesto de complicidad mientras agarrando la tremenda polla con las dos manos me demostraba las dimensiones de la misma y se reía antes de metérsela casi entera en la boca y continuar con la supermamada que estaba regalando a Jorge y la visión que me estaba obsequiando a mí. Yolanda, de cuando en cuando, cruzaba su vista con la mía y era patente que follaba para mí y ello la excitaba aún más.
Jorge volvió a penetrarla después otra vez por el coño, aumentando la cadencia progresivamente hasta, con un espasmo, quedar abandonado sobre ella. Mi mujer le besó cariñosamente el cuello, las orejas y la boca permaneciendo luego un rato abrazados.
Se levantaron y pude adivinar como se duchaban juntos entre cariñitos.
Cuando el se fué, Yoli me llamó con un gesto –yo continuaba petrificado en mi posición de espía- y cuando entré, moviéndose totalmente desnuda e insinuante sobre la cama, me espetó:
-Ya que lo has visto tienes que saber….. que lo hacemos hace ya varias semanas, que a mí me gusta y que no pienso renunciar a ello así que tendrás que soportarlo o habremos acabado.
Ella sabía muy bien que yo estaba deseando entrar en el juego como fuera y obtener mi ansiado deseo de un excitante trío. Haciéndome el vencido simulé ceder a sus pretensiones aunque con algunas condiciones.
-No estás en situación de poner condiciones –me contestó Yolanda rápidamente- porque al fin y al cabo hace tiempo que querías verme follar con otro. Si te portas bien y permito que nos mires como hoy, quizás algún día hasta te deje intervenir pero, por ahora, Jorge vendrá en cualquier momento, estés tú o no estés, cuando a alguno de los dos nos apetezca follar.
Accedí; ya me las arreglaría yo para estar presente en alguna ocasión y, en cuanto pudiera, meter bola.
Efectivamente muy pocos días después y después de cenar, Yolanda me dijo que Jorge iba a venir para estar con ella.
Y aquí estoy, a su espalda, metiéndosela a ella por el culito mientras Jorge la perfora el coño. Siento otra polla junto a la mía y ello es tan único que me impulsa más y más a renovar mis esfuerzos hasta derramarme. Después saco su cetro con mis propias manos del coño de mi mujer y se lo chupo desde el glande hasta el culo y vuelvo una y otra vez hacia arriba sin olvidar sus huevos mientras meto un dedo en su culo varonil.
Cuando levanto la vista veo a Yolanda observando mi mamada con los viciosillos ojos entrecerrados y acariciándose con dulzura el clítoris.
Jorge se corre, se vacía en cuatro o cinco borbotones dentro de mi boca, atragantándome, con lo que me obliga a retirar mi boca de la preciosa verga. Beso a Yolanda pasándole todavía una cierta cantidad de la leche del chaval y me acurruco a su lado cansado y satisfecho.
Sí, a veces me siento raro y me consta que a Yolanda le pasa lo mismo, pero las sensaciones del sexo son tan fuertes que nos sentimos más unidos que nunca. También es verdad que hemos tenido suerte con Jorge. Adoro su polla y adoro, más que nunca, el coño y el cuerpo de mi mujer.
Ahora sólo me falta convencerla para hacer un trío con Rosana, o con Petri, o con Puri o con Merche………….