Su hermano se la folla en nuestro silló (1)
Eran casi las 7:30 de la mañana, el sol ya había salido. En el video eran la 1:57, mi sobrinito había estado follandose a mi mujer (su hermana) durante dos horas en mi sillón.
Este relato está dividido en dos partes
Ese mes de julio hizo mucho calor, mi mujer se había quedado sin trabajo y yo había renunciado a mis vacaciones debido a que teníamos que pagar un crédito e íbamos muy justos al quedarse mi mujer sin trabajo. Así que yo me desplazaba al trabajo todos los días desde muy temprano y no volvía hasta la noche ya que la empresa estaba en otra localidad a casi una hora en coche. Un día llegue a casa y mi mujer me dio dos noticias, la primera es que el aire acondicionado no funcionaba y la segunda es que su hermano Andrés de 17 años iba a venir a pasar unos días con nosotros. Resople un poco y me dirigí a darme un ducha. El niño no me caía muy bien, mi mujer, su hermana le sacaba casi 13 años y siempre lo habían mimado mucho en casa por ser el más pequeño, mi mujer simplemente lo adoraba y le permitía cualquier cosa. Además, no me fiaba de él ya que otras veces que había estado en casa había coincidido con que me desparecía dinero o alguna cosa. Por esa razón, la última vez que estuvo en casa decidí instalar un par de minicamaras, una en el salón y otra en nuestro dormitorio. Entre estas dos habitaciones se podía encontrar todo lo que había de valor en casa, así si desparecía algo podría tener pruebas. Las minicamaras las instalé en pequeños huecos en el techo o en las esquinas pasando desapercibidas para todos. Por supuesto no le dije nada a Paula, ya que me habría matado. Las cámaras estaban conectadas con el ordenador y podían grabar mientras hubiera espacio en el disco duro.
Mi mujer está a punto de cumplir los 30 años y llevamos juntos casi 8, nos conocimos en la universidad y hace cuatro nos casamos. Ella se llama Paula y es una rubia con el pelo cortito de 1.65 con una buena delantera (no me caben sus tetas en la mano) y un buen trasero, vamos está buenísima. Yo me llamo José y trabajo como publicista, tengo 32 y me conservo bastante bien ya que hago mucho deporte con los amigos. Después de una rápida ducha me acerque al aparato del aire acondicionado y tras una revisión exterior, concluí que no tenía ni idea de por qué no funcionaba. Paula me dijo que se había apagado sin razón aparente, así que encogiéndome de hombros le dije que llamará al técnico al día siguiente y preguntara precios. Al día siguiente mientras estaba trabajando Paula me llamó, su hermano ya estaba en casa y el técnico le había dicho que el aparato no tenía arreglo y que había que cambiarlo ya que el motor se había quemado. Ese tórrido verano lo íbamos a pasar sin aire acondicionado ya que no había dinero para otro en ese momento.
Llegue a casa muy tarde y muy sudado y la perspectiva de no poder poner el aire acondicionado me cabreaba. Al abrir me encontré a mi sobrino en el salón tumbado en el sillón a todo lo largo en pantalones cortos, el niño medía ya casi 1.80 y me sacaba la cabeza. Lo saludé y le dije que se sentara bien, el se movió torpemente y se enderezó para volver a tumbarse en cuanto me di la vuelta. En la cocina encontré a mi mujer que iba con un conjunto de camisetilla y pantalón corto. Le dije mientras le hacía un gesto hacía el salón: “¿no te parece que vas muy fresquita?”. A lo que ella me respondió: “no digas tonterías, hace mucho calor y estoy sudando. Me habré duchado hoy tres o cuatro veces y no paro de sudar y ese de ahí es mi hermano, podías mostrar un poco más de cariño por él, creo que está deprimido”. Pegué un resoplido y me dirigí a la ducha para refrescarme un poco. Cuando salí de la ducha era como si no hubiera hecho nada ya que ya estaba sudando otra vez, me puse un pantalón corto y me dirigí al salón, allí estaban mi mujer y su hermano hablando en voz baja mientras veían la tele, me senté en un extremo del largo sillón y me amodorré un poco. Estaban viendo una de Silvester Stallone. A mi mujer no le gustaban ese tipo de películas, así que supuse que era una elección del niño pero no me extrañó ya que sabía que le consentía todo tipo de cosas. Aguanté 15 minutos, saque la cama plegable, donde dormiría Andrés y la dejé en el salón. Di las buenas noches y me dirigí a la cama. Paula me dijo que iba enseguida.
Antes de acostarme preparé las cosas que me tenía que llevar el día siguiente y la ropa, volví a la cocina a por un vaso de agua y allí escuche un sollozo. Me acerque de puntillas al salón y vi a mi mujer abrazando a su hermano mientras le besaba la cabeza. Era la típica postura de una madre consolando a su hijo, pero allí había un tío de 1.80, con la cabeza apoyadas en las tetas de mi mujer y abrazándole la cintura. Me di la vuelta y me dirigí a la cama. A los cinco minutos llegó mi mujer y dándome unos golpecitos en el culo me preguntó si estaba despierto. Yo gruñí como respuesta. Ella apagó la luz y se acercó hacía mi y en voz baja me dijo: “Andrés está deprimido, parece que en casa no se lleva bien con mi padre y ha roto con su novia.” Yo respondí también en voz baja: “bueno, ya se repondrá. No conozco a casi ningún adolescente que se lleve bien con sus padres y ya encontrará otra chica”. Ella respondió: “Tú no lo entiendes, nosotros somos de pueblo, llevaban juntos desde que eran niños y Andrés está muy enamorado”. Yo le pregunté: “¿Y por qué han roto, acaso tu hermano la ha metido donde no tocaba?”. Ella me dio un manotazo en la oscuridad y respondió: “Qué simples que sois los hombres, todo lo reducís a lo mismo”. Yo le dije con aire de condescendencia: “Ay Paula, tú eres la que no se entera, a esa edad sólo se piensa en eso”. Ella tras un breve silencio me dijo: “parece ser que mi hermano no es muy despierto en ciertas artes”. Yo deje escapar una risilla y respondí: “Ella le ha puesto los cuernos y él se ha enterado y ha venido con su hermanita para que le cuide”. Ella mandándome callar dijo: “no, parece ser que Andrés se pone nervioso y no…”. “¿Y no qué?” pregunté. “Jo José, todo hay que decirlo, que no se le levanta”. A lo que siguió un silencio.
Yo con la charlita y me estaba poniendo cachondo y a pesar del calor, o sobre todo, por el calor empezaba a tener ganas de marcha. Ella se había acostado con una camiseta larga y en braguitas, y su silueta la retrataba en la penumbra. Mientras me giraba hacía ella le dije: “no te preocupes” y comencé a besarla. Ella notó que no era un beso de buenas noches, intentó apartarse un poco pero yo comencé a acariciarla por encima de la camiseta notando sus curvas. Consiguió apartarse un poco y me dijo en silencio sin mucha autoridad: “Ahora no, Andrés esta en el salón y puede oírnos.” Yo volví a acercarme y como respuesta volví a besarla mientras le magreaba las tetas. Ella intentó poner resistencia pero acabó dejándose hacer. Baje por su cuerpo y le subí la camiseta mientras le comía las tetas, ella jadeaba en voz baja. Seguí lamiendo su pecho y subí hasta su cuello para devorarlo, a ella le encantaba que le comiera el cuello mientras al mismo tiempo le bajaba las bragas, dejándola desnuda. Ella me dijo: “Eres un bandido, cierra la puerta no vaya a escuchar nada Andrés”. Yo me levanté y a oscuras fui hacia la puerta entreabierta, no sé que me pasó en ese momento por la cabeza, pero en lugar de cerrarla la abrí del todo. Volví a la cama y le dije: “No hay luz y no se oye nada, tú hermano está durmiendo”, y le volví a meter la lengua en la boca mientras le acariciaba el coño. Entre el sudor y su humedad comencé a hacerle un dedo. Ella jadeaba cada vez más fuerte sin poder evitarlo hasta que comenzó a correrse después de unos minutos de rozamiento de mis dedos sobre su clítoris. Tras recuperarse, como agradecimiento se incorporó, me bajó los calzoncillos y se metió mi polla en la boca. Yo me dispuse a gozar de la mamada, cuando de pronto creí distinguir una sombra en la puerta del dormitorio. El picarón de Andrés estaba allí mirando en las sombras, la escasa luz que provenía de la ventana que daba a la calle le impedía verme la cara y saber que yo lo estaba viendo, pero parece que tenía un excelente ángulo de su hermana chupándome la polla. Paula al intentar no hacer ruido lograba lo contrario, cualquier movimiento o chasquido con la lengua en mi polla eran como si un camión estuviera tocando el claxon. Ella siguió chupándomela un poco más hasta que comenzó a arrastrase a gatas hacia arriba y se sentó en mi polla clavándosela hasta el fondo. Sentada a horcajadas sobre mí y de espaldas a la puerta, no podía darse cuenta que su hermano estaba observándonos. En un momento noté como la sombra hacía movimientos continuos, el cabrón se la estaba meneando viéndonos follar, creo. Yo estaba casi a punto, me levanté un poquito para alargar el folleteo pero mi mujer comenzó a correrse en silencio. Yo notaba como las contracciones de su vagina me apretaban la polla, lo hacía siempre que se corría de manera larga y lenta. Ante eso no pude hacer más y me deje ir echando la cabeza para atrás. Cuando volví en mí, la sombra había desaparecido y mi mujer me besaba y abrazaba hasta quedarse dormida.
Al día siguiente me levanté temprano, me duche y me fui al trabajo mientras todos dormían. Estando en el trabajo fui a la máquina de café y noté que me faltaba dinero, mierda, me había despistado y había dejado la cartera en el salón, creo que me faltaban 20 o 40 euros. Bueno, intenté no imaginar al sobrino robándome y en su lugar empecé a pensar en la escena de la noche anterior y me puse supercachondo pensando en su hermanito mirándonos follar. Hable con mi mujer por teléfono y me dijo que Andrés se había ido con unos amigos y que mañana (sábado), podíamos ir todos a la playa. Me pareció bien y colgué y seguí trabajando. Llegué muy tarde, cerca de las 0:00, ya que había mucho trabajo acumulado y tuve que cenar un sándwich en el trabajo. Cuando llegué la televisión estaba encendida y mi mujer estaba tumbada en el sillón con la cabeza apoyada en la pierna de su hermano mientras este le acariciaba el brazo. Ella estaba medio dormida pero cuando me oyó entrar en la habitación se desperezó y me sonrió. La vista desde mi ángulo era excitante, ella tumbada con la camisetilla sobre el pecho y el ombligo al aire y en braguitas y él en bóxers. A mí se me puso dura ante esa visión, pero puse cara de enfado. Ella lo notó, se levantó y me siguió. Fuimos al dormitorio y allí le empecé a recriminar su ropa y su postura. Ella alegó que siempre había estado vestida así en verano en casa, con o sin su hermano delante y que en su familia era normal que se rascaran y se acariciaran la espalda y o los brazos unos a otros como yo ya sabía. Tras tranquilizarme un poco me dijo: “Mi hermano me necesita ahora más que nunca y yo le daré mi apoyo, te parezca bien o no”. Yo cansado y resignado me fui a ducharme. Cuando salí del cuarto de baño, la casa estaba a oscuras. Andrés se había acostado y mi mujer también. Me acosté en silencio y mi mujer me dijo; “No te enfades José, ya sé que estamos pasando un verano difícil y que estas muy agobiado pero no lo pagues con mi hermano” y comenzó a besarme. ”Llevó todo el día sola y ayer me quedé con ganas de más” decía mientras me acariciaba bajando en dirección a mi polla. A mí se me puso dura al instante al pesar que estuviera todo el día cachonda y se dejase tocar así por su hermano. Ella al notar que la tenía dura me bajó el calzoncillo y comenzó a chupármela. Esta vez ni se preocupó por que la puerta estuviera abierta, que lo estaba. Después de un minuto haciendo sonidos con mi polla en su boca volví a ver la sombra en la puerta. La historia de la noche anterior se repitió, ella volvió a subirse sobre mí y nos corrimos ante la atenta mirada masturbatoria de su hermano.
A la mañana siguiente nos levantamos pronto, preparamos las cosas y nos fuimos corriendo para pasar el sábado en la playa. Fuimos a un pueblo cercano cuya playa no se masifica tanto de turistas y en la que se puede pasar el día más o menos tranquilo. Paula llevaba un bikini dos piezas amplio, ella no era muy amante de los mini bikinis pero hacía top less desde que nos conocíamos. Sin embargo, esa mañana permaneció con el top puesto, quizás había notado las miradas de su hermano, miradas que a mí no habían pasado desapercibidas. Yo leía el periódico tranquilamente mientras Andrés iba y volvía del agua, en un momento dado comenzó a hablar con unas chicas en la orilla y mi hermana me llamó la atención. Eran dos morenas de su edad y no estaban nada mal. Le dije a mi mujer: “A ver si se liga alguna y se lo follan bien follado”, ella me miro con disgusto y me dijo: “qué vulgar que eres, esas son unas guarras para que mi hermano se estrene.” Yo me quedé un poco a cuadros y pensé: “Así que el niñato es virgen”. Las chicas se fueron y dejaron a Andrés sólo en la orilla, Paula me dijo que fuera con él y habláramos. Yo me levanté refunfuñando y me acerque a la orilla donde mantuve con Andrés un cruce de palabras insustancial en el que se demostró que ninguno de los dos quería mantener esa conversación. Volví a la toalla y le dije a Paula: “Tú hermano está bien. Vaya, hoy no haces top-less, se te va a marcar todo el bañador y tú odias eso”, ella me miró dubitativa, miró a su hermano y echándose mano al cierre se desabrochó el top y sus pechos quedaron colgando de manera majestuosa, me encantaban sus tetas, su hermano tardo en volver lo que tardó en darse cuenta. Se tumbó al lado de su hermana y se puso las gafas de sol. Ella estuvo incomoda un par de minutos pero no dijo nada, al rato me miró y me dijo: “¿vamos al agua?” Yo respondí que no, que después, pero su hermano se levantó y se fue con ella. Los vi como se encaminaban hacía el agua, ella con sus braguita y sus pechos balanceándose ligeramente y él a su lado. A los cinco minutos me levanté y me acerque a la orilla. Los dos estaban unos 20 metros dentro del agua tirándose agua y jugueteando, teniendo en cuenta que mi sobrino le sacaba 15 centímetros y unos 20 kilos en un momento dado se tiro hacia ella y la agarró desde detrás magreandola a conciencia. Ella se retorcía intentándose liberar, en un momento dado consiguió separarse y se alejó nadando mientras él con cara de disgusto la miraba.
Al rato mi mujer volvió a la toalla y se puso el top con la escusa de que pegaba mucho el sol y no quería quemarse. Pasamos el resto del día tranquilamente sin más sobresaltos y a eso de las 3 nos volvimos a casa, no quería llegar muy tarde ya que esperaba echarme una siesta para estar descansado. Había quedado con mis amigos esa tarde noche para ver un partido amistoso de la selección y jugar después una partidita de poker. Nuestras partiditas solían durar hasta el amanecer aunque nunca nos jugábamos demasiado dinero, simplemente charlábamos y bebíamos hasta muy tarde. Nuestras mujeres no solían venir ya que no se relacionaban entre ellas demasiado.
Cuando llegamos me fui a la cama para descansar, mientras intentaba dormir decidí ponerle una trampa a mi sobrino, cuando yo me fuera a jugar con mis colegas dejaría laa cámaraa del salón grabando y un par de billetes de 50 euros encima de una estantería no demasiado a la vista. A eso de las 8 me vestí para irme y le dije a Paula si quería venirse conmigo conociendo de antemano la respuesta, ella se negó diciéndome: “Me quedó con Andrés viendo alguna peli, él no va a salir así que no voy a dejarlo solo.” Ella sabía que yo no volvería hasta las 6 o las 7 de la mañana. Le di un beso y me marche habiéndome asegurado, disimuladamente, de que la cámara funcionaba y el ordenador tenía espacio para varias horas.
Eran casi las 6 de la mañana cuando volví, entré en silencio en la casa aunque iba bastante tocado. Nos habíamos bebido entre 5 dos cajas de cerveza y casi dos botellas de whiskie. La casa estaba a oscuras, avance de puntillas por el salón y pude distinguir la figura de mi sobrino dormido sobre la cama plegable. Fui al baño, me lave los dientes y de pronto de acordé del video y del dinero, volví de puntillas al salón a buscar el dinero y como imaginaba había desaparecido, me puse de muy mala hostia, pero en lugar de despertarlo a hostias decidí ir al ordenador y buscar pruebas. Me acerque a nuestro dormitorio y comprobé que Paula dormía profundamente, así que me dirigí al despacho y active al ordenador que estaba en reposo, entre con mi clave y fui a la carpeta que grababa los videos de 1 hora de duración. La resolución no era muy buena pero suficiente para controlar toda la habitación, el dinero estaba en una esquina con un vaso encima. Puse el primer video y me vi a mi mismo acercándome a la cámara, pasé hacía delante en la grabación y me volví a ver saliendo de casa, eran las 20:30. El dinero estaba en su sitio, decidí pasar un par de horas ya que no me imaginé al niño cogiendo el dinero con su hermana cerca. Puse el tercer video las 22:30 y vía a ambos hermanos sentados en el sillón viendo una peli, el dinero seguía en su sitio. Cómo estaba muy cansado y no iba a estar viendo horas y horas a ver cuando desaparecía el dinero, decidí ir pegando saltos. Pegue un buen salto, la 1:45h encendí y lo que vi me dejó a cuadros. Mi mujer completamente desnuda andaba de un lado al otro del salón de forma nerviosa hablando hacia su hermano diciendo cosas que apenas entendía. No veía a su hermano ya que ella lo tapaba, en un momento dado ella se apartó y lo vi a él sentado en el sillón completamente desnudo con la polla en la mano, la tenía medio erecta pero aún así era casi el doble que la mía. En ese momento se paró la grabación. La 1:57 h. No había más videos se habían almacenado lo máximo y la cámara había dejado de grabar.