Su castigo
Levantáte y sacate esa bata ella hizo lo que le pedí sin dudar. Muy bien, ahora sí me haces caso. Recostate sobre la cama, la cara hacia el colchón y levanta el culo. Te voy a dar unas buenas nalgadas para que aprendas a comportarte.
Mica y yo estábamos en un hotel, íbamos a la costa a visitar a unos amigos y de paso a disfrutar de un fin de semana a orillas de mar.
Yo estaba muy enojada con ella por motivos que ahora no quiero recordar. Ella estaba en la ducha y yo leyendo “Tokio Blues” tratando de concentrarme en el libro para aligerar mi enojo. Cuando por fin pude avanzar un par de párrafos sin distraerme, Mica sale del baño. Ella estaba sólo con una bata de baño y su cabello lo tenía alzado en una coleta.
Lentamente me saca el libro de las manos y lo tira a un costado, manteniendo una expresión inocente en su cara como para que no me enoje por eso.
“Lili, abrazáme” pidió. Subió sobre mi cuerpo con sus manos agarrando mi cuello. Frotó su nariz por mi cuello y repitió “Abrazáme, Lili. Abrazáme” haciendo un puchero.
“Por qué debería de abrazarte? No es como si lo merecieras ahora”, dije fríamente. Sabía que estaba siendo un poco dura con ella, pero es que estaba muy enojada!
“Te extraño” dijo suspirando. “Te extraño, no me ignores, mi amor” se quejó, presionando ahora sus labios contra mi cuello. “Aceptarías mis disculpas?”.
“Sólo tenés que decirlo y yo te disculpo, bebé” dije besando sus mejillas gentilmente. Ella suspiró bajo. Era como si extrañaba mis besos, mis caricias…. “Pero eso no significa que vas a salir de esto tan fácilmente. Vas a ser castigada”.
“Perdón, yo-” dijo.
Acerqué mis labios a los suyos para callarla. Ya no quería escucharla. No quería pelear. Yo quería tenerla ahí mismo. La recosté contra la cama, profundizando el beso.
“Levantáte y sacate esa bata” ella hizo lo que le pedí sin dudar. “Muy bien, ahora sí me haces caso. Recostate sobre la cama, la cara hacia el colchón y levanta el culo. Te voy a dar unas buenas nalgadas para que aprendas a comportarte”.
Mica inmediatamente hizo lo que le ordené. Se posicionó en frente mío y movió su culo tentándome. Golpeé una de sus nalgas y la apreté. Seguí con la otra nalga y así hasta contar diez golpes. Se podía notar un rojo en su piel y yo no podía estar más excitada.
“Eso es suficiente por hoy” dije mientras me agaché y empecé a besar sus nalgas. Llevando mi mano a su centro “ah, estás bien mojada para mí. Veo que te gusta cuando te castigo, no es así?” me reí y metí dos dedos en su apretado centro.
“Ahhh… Sí, me encanta!” gimió. Tratando de llevar su mano hacia la mía dijo: “Quiero que me cojas bien fuerte”. Empecé a mover rápido mus dedos, causando que ella casi colapse en la cama.
Saqué mis dedos antes de que ella llegue a su clímax y ella se quejó.
“No, no, no. Si querés llegar al orgasmo te lo tenés que ganar, bebé. Qué vas a hacer para eso?” dije.
“Quiero comerte toda” me dijo. Y yo empecé a desvestirme. Me acosté sobre la cama y abrí mis piernas.
Mica y se posicionó entre mis piernas; y sin esperar más, presionó su lengua en mi entrada, causando un gran gemido por mi parte. Empezó a succionar mis labios, que estaban llenos de mis jugos debido a mi excitación, tomándolos todos y gimiendo de placer. Yo sujetaba sus cabellos para intentar tener más contacto con su boca.
Estiré de sus cabellos levantando su cabeza y causando un gruñudo por su parte. “Bajate de la cama” le ordené. Y ella sin dudar obedeció. Me senté en el borde de la cama y le hice señas para que se acerque. “Arrodillate. Quiero que me comas bien despacio, quiero sentir tu lengua entrando lentamente en mí”.
Mica se arrodilló frente mío, obedientemente. Agarré firmemente sus cabellos y empecé a mover su cabeza lentamente, guiándola. Levanté mi cabeza mirando al techo cuando ella mordisqueó mis labios inferiores.
“Te encanta comerme, eh?”. Ella no respondió y todo lo que yo podía escuchar era el encantador sonido que su boca hacía mientras me chupaba toda. “Aaaahhh! Mica, sos tan buena en esto. Tu boca es una delicia”.
Me estaba volviendo loca, nunca me sentí tan excitada como en ese momento. Estando ahí en esa habitación de hotel, con Mica comiéndome toda, arrodillada frente a mí; era toda una fantasía.
“Despacio” dije, guiándola de nuevo. “Bien despacio, sí?”. Mica me obedeció, recorriendo con su lengua de arriba abajo por todo mi centro casi en cámara lenta. “Hhmmm! Sí, así…!”. Empecé a mover mis caderas muy despacio. “No te apures, quiero sentir bien tu boca”. Apuré mis movimientos, escuchándola gemir contra mi vagina. Ella estaba tan caliente como yo.
“Me voy a venir para vos” dije. Mica me lamía de arriba abajo y también con movimientos circulares. Mi clímax fue inevitable cuando ella metió su lengua en mi entrada y apuró sus movimientos. “Ah! Mierdaa” Me estaba viniendo para ella con mi cuerpo convulsionando. Me agarré de su cabeza bien fuerte y la escuché gemir dentro mío sintiendo mis últimos espasmos. La suave lengua de Mica lamió todo lo que le ofrecí. “Sí, mi amor, lamé todo lo que tengo para vos”.
La miré mientras se levantaba. Podía ver la excitación en sus ojos, ella estaba prácticamente suplicándome que la satisfaga. La agarré de la cintura firmemente y la traje junto a mí; y sin más, besé sus labios. Sentí mi propio sabor en sus labios. Ella respiraba pesadamente. Enterró sus dedos en mis cabellos y los estiró, haciéndome recostar en el centro de la cama.
Sin decir nada, Mica se recostó encima de mí, ajustando sus piernas con las mías, haciendo que nuestros sexos se toquen para luego iniciar una deliciosa fricción. Ella se veía como si estuviera completamente fuera de sí, como si estuviera sólo siendo guiada por su excitación.
“Quiero que me hagas venir y quiero que lo hagas ahora!” me ordenó, mirándome directamente a los ojos.
Mica llevó sus manos a sus cabellos y los ató en un descuidado rodete, dejando algunas mechas cayendo sobre sus hombros. Dios! Que hermosa es! La temperatura del lugar subía cada vez más.
Sonreí y ella me sonrió… Entonces me agarré fuerte de su cintura, haciendo que cierre sus ojos. Inicié un lento movimiento de arriba y abajo, haciendo que nuestros centros se froten entre sí. Mica suspiraba y gemía con cada movimiento.
“Más rápido” pidió cuando abría sus ojos mirándome intensamente.
“Qué? Decílo de nuevo” le dije, mientras gradualmente apuraba nuestros movimientos.
“Ah! Lili…” gimió, moviendo sus caderas desesperadamente, tratando de conseguir su clímax.
“Dale, decílo!”.
“Rápido! Necesito que me hagas llegar” Eso era lo que estaba esperando para acelerar los movimientos.
Sus pechos se movían gracias al perfecto ritmo que nuestros cuerpos estaban haciendo. El centro de Mica se deslizaba contra el mío con tanta facilidad debido a la lubricación natural que teníamos las dos gracias a nuestra excitación. Ella gimió fuertemente cuando apreté uno de sus pechos y su boca se abrió bien grande; pero ella no iba a parar de moverse, estaba locamente buscando su orgasmo. Yo trataba de sujetarla firmemente para que no se cayera, se veía como si iba a desmayarse en cualquier momento. “Liliiii...!” gritó.
“Así. Veníte para mí” le pedí, escuchando cómo gemía más fuerte.
No podía pensar en nada más que en complacerla. El único objetivo que tenía en ese momento era que ella consiga su tan ansiado orgasmo. Mica se movía con maestría encima de mí, ella sabía exactamente lo que estaba haciendo: me estaba volviendo loca.
Podés imaginarte lo buena que es ella en lo que hace? Me tiene comiendo de la palma de su mano.
“AAAHHHH!” Mica intensificó sus movimientos de cadera, ella se estaba corriendo. La agarré más fuerte de su cintura, dándole seguridad. Mica empezó a bajar los movimientos de su cuerpo lentamente, una sonrisa creciendo en sus labios. Aún con sus ojos cerrados, Mica estaba tomando respiraciones profundas tratando de controlarse.
Cuidadosamente, se levantó, rompiendo el contacto de nuestros cuerpos. Ella seguía con los ojos cerrados y su pecho subía y bajaba lentamente debido a su forzada respiración.
“Quedate ahí” le dije y me levanté a buscar mi celular. Miré de nuevo hacia Mica y ella estaba recostada en la cama. Se veía completamente ida, en un mundo paralelo, disfrutando de las últimas sensaciones que su orgasmo le brindaba.
Me acerqué y abrí la cámara del celular.
“Mica?” llamé su atención. Ella abrió sus ojos, mirando directamente a los míos. Yo la miraba a través de mi celular, tomé una profunda respiración y presioné el botón para tomarle una fotografía. “Para que no te olvides de lo que te puede pasar cuando te portás mal”.
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