Su caballo Titán, su mascota y también, su amante
Una joven tenía como mascota a su caballo Titán, al que cuidaba con esmero y al que disfrutaba con pasión, sexualmente hablando.
Hacía tiempo que le rondaba una idea muy guarrita por la cabeza, sabía de sobra porque lo había observado, que cuando tenía el periodo, su caballo Titán, al que cuidaba sola y exclusivamente ella, aseándole y cabalgándolo, se excitaba, empezaba a desenfundar su largo y hasta el infinito miembro sexual y casi se volvía loco mientras ella se encontraba a su lado, estuviera limpiándolo o a punto de cabalgar en su lomo. Todo empezó a pasársele por la cabeza cuando...
Maripili: Menudo miembro tiene Titán, qué gusto tiene que dar tener eso metido entre las piernas –pensaba, mientras observaba al caballo follándose a una yegua, era un buen semental y todos los propietarios lo buscaban para fertilizar a sus hembras.
Maripili: Como me gustaría... disfrutar... de ese pollazo... y dejar de lado... este bote de desodorante... que hasta ahora... ha sido “mi macho”...
Le gustaba acariciarse, siempre con algo metido entre los labios de su vagina, siempre que tuviera un grosor un poco más grande que el de los penes de los hombres con los que había estado, a sus veinte años, había corrido ya mucho camino en el mundo sexual, y ahora estaba fantaseando con el único macho que la haría la más feliz del mundo, su caballo Titán, que sabía muy bien qué tenía que hacer.
Apoyada en la ventana de su habitación, observaba como Titán se favorecía a todas las yeguas de las cercanías y a otras que venían desde muy lejos, era precioso, estaba bien cuidado y lo más importante, era gracias a los cuidados de ella por lo que se encontraba espléndido, hablando físicamente, en forma, bien alimentado y atlético.
En muchas ocasiones, se acariciaba junto al animal, al verlo mostrando todo su poderío, como siempre ocurría, cuando se trataba de cuidarlo, siempre se quedaba a solas con Titán, no era molestada por nadie, así que, con toda seguridad, iba sin prendas interiores, y con ropas muy fáciles de quitar y poner, en una de estas sesiones...
Maripili: ¿Te gusta... como huelo? ¿Te gustaría tenerme... como tu yegua? A mi me encantaría... mmm... hacer de tu hembra... que me traspases con ese pedazo de carne... –mientras le hablaba, su dedo recorría desde el clítoris penetrándose en la vagina, alcanzando su punto G, y llevándolo a los agujeros de la nariz de Titán, que cada vez tenía su miembro más y más duro.
Una de esas ocasiones, que tenía extrema curiosidad, y ya viendo que el caballo se ponía tonto siempre en el momento de su periodo que era muy regular, decidió dar un gran paso, mientras se acariciaba y sus fluidos envolventes llenaban todo el ambiente...
Maripili: Titán... hoy... te voy a hacer algo que nunca te hice, no te pongas nervioso... que yo también quiero disfrutarlo...
Se agachó, dejando sus piernas abiertas, una mano acariciaba su clítoris, mientras la otra tomaba posesión del troncho que colgaba de los cuartos traseros de Titán, y empezó a masturbarlo, previamente había preparado un cubo de agua con un ingrediente aceitoso, y lo tenía cerca, no era perjudicial para el jaco, que de vez en cuando, al contacto con la mano humana relinchaba, de alegría evidentemente, y se ponía tenso, duro como un tieso bastón, y ahí se encontraba, acariciándose el clítoris, metiéndose los dedos, que conocían perfectamente cada rincón de sus paredes vaginales, cada punto donde la sensibilidad de su sexo le hacía sentir cosquilleos y temblores de puro placer...
Maripili: Veo que te gusta... Titán... –le hablaba como si fuera un macho humano- veo que se te pone... bastante dura... ufff... a mi... también me da mucho placer... como ya estarás oliéndolo... mmm –de vez en cuando le besaba la gruesa punta al venablo animal.
Fueron muchas la ocasiones en que se ponía a acariciar a su mascota, al mismo tiempo que lo hacía en sí misma, era la paja al miembro más largo que jamás había imaginado, y Titán se movía impaciente, sus patas no estaban quietas, y siempre... agradecido... y siempre... agradeciéndole y demostrándole con unos chorros intensos, densos y ardientes, su alegría por tan beneficiosas caricias.
Maripili siempre terminaba agotada de tanto como disfrutaba de los diversos orgasmos que conseguía mientras hacía que Titán alcanzaba el placer que le gustaba que le diera su dueña.
De tanto repetir siempre lo mismo, decidió dar otro paso más, esta vez fue su boca la que se llenaría...
Maripili se hincó de rodillas, como siempre hacía, empezó a darse placer en su pimpollo, obteniendo lo que siempre buscaba, pero ese día cuando el miembro del animal estaba en pleno esplendor, en una de las ocasiones en que acercó sus labios para besarlo, con la mandíbula más bien relajada, el caballo acertó a mover sus cuartos traseros para de una pequeña sacudida hacer penetrar su ciclópeo miembro en la boca de su dueña, eso casi la hace dar una arcada, impresionada porque vio que entraba en su boca y no había pasado nada, ninguno de los dos se hizo daño, se atrevió a repetir, haciendo un pequeño esfuerzo enfundó el pene entre sus labios y comenzó a darle una mamada espectacular, disfrutando su vagina, su clítoris y ahora su boca, al tiempo que Titán hacía lo mismo, parecía sentirse como loco, después de un rato largo, pero no muy largo, sintió inundarse sus entrañas con el semen del caballo...
Maripili: Ooohhh, qué merienda... me acabas de regalar... qué leche más rica, estoy... totalmente llena... –al tiempo que decía esto, sus manos no dejaban de frotar su sexo, en el que pronto sentiría un orgasmo inmenso–, oooh, no me importaría... que fuera tu pollazo el que estuviera en el lugar que tengo mis manos... mmm... ¡¡¡aaah aaah aaah!!!
Sus gritos no fueron escuchados por nadie, estaba segura de su soledad y disfrutó como una loca mientras observaba a que Titán se le volvía a enfundar en su lugar el tremendo pollón que le había suministrado hacía unos minutos esa cantidad inmensa de leche.
El tiempo transcurría normalmente, todo el mundo seguía con sus quehaceres, Maripili disfrutaba cada vez más a tope, ya de casi todas las maneras, aprovechando lo que sabía hacer con su boca y las merendolas con que le obsequiaba Titán, cada vez desperdiciaba menos de esa rica y caliente leche, su vagina seguía siendo tratada cada vez con artilugios placenteros más y más grandes.
No pasaba un día en el que no pensaba en la forma que debería adoptar para tomar posesión vaginal del duro pene animal, la imaginación de Maripili no tenía final, y tanto pensar, dio al final su fruto, así que un día, se acercó a la cuadra, como siempre, en horas en que nadie la molestaría, aparte de que todos conocían la sensibilidad de la dueña con su caballo y se puso manos a la obra, caliente como estaba, se desnudó, y colocó una banqueta que le facilitaría el llegar con destreza al bestial miembro, sobre una manta que colocó en el lomo de Titán tendió una tira de cuero que tenía en ambos lados unos soportes donde poder colocar cómodamente los pies...
Maripili: No te pongas nervioso, hoy vamos a practicar algo que ya conoces, pero, en una vagina que no es como las que te suministran para gozar libremente del sexo, a ver si te comportas como el macho que me tiene ardiendo.
Se colocó en la banqueta, introdujo los pies en los lugares destinados, ahora su espalda y su culo empezaba a flotar en el aire, sólo faltaba asegurar sus manos, tiró un poco para asegurar que se podría mover libremente, como si hiciera “sentadillas”, sólo que esta vez no sería de la postura de pie, sino, bajo su macho preferido, y al mismo tiempo, tratando de que el mismo la penetrara con tan largo miembro sexual.
Una vez colocada en el abdomen de Titán, su cuerpo flotaba libremente, se deslizaba con facilidad, era la hora, por fín esperaba conseguirlo.
Maripili: Venga Titán, compórtate como el macho que eres, hoy soy yo tu yegua, hazme disfrutar, que me estoy volviendo loca, y cada vez estoy más celosa de esas yeguas que son penetradas por ti...
Ajustó su cuerpo, sentía la polla del caballo colgando, notaba que cada vez crecía más, su vagina chorreaba líquido a mansalva, se rozaba con el pene animal, que notaba que de vez en cuando se endurecía, pero no atinaba al agujero que tenía que inseminar...
Maripili: Oooh... a ver... que no sé como hacerlo... mmm...
Cada vez sentía más la necesidad de la polla en su interior, se movía, subía su vagina y la bajaba, a vecez sentía golpear la punta de la polla en su vagina, sólo que al no encontrarse totalmente erecta no entraba en el preciso lugar.
Titán por su parte, cada vez que sentía el roce, movía sus cuartos traseros para ver si acertaba, y cada vez se acercaba más, ambos estaban locos por que todo sucediera, Maripili sobre todo, con su vagina completamente abierta y bien mojada, se relajó, movió su cuerpo y... mientras animaba a Titán, que no cesaba en sus intentos...
Maripili se quedó sin respiración cuando por fin sintió que su cuerpo era traspasado por el largo miembro completamente endurecido y se movía sin parar en sus entrañas, como pudo miró a su estómago, que veía como engordaba cuando la polla del caballo entraba y salía continuamente, en cuanto pudo acompasó su respiración con la follada que estaba disfrutando, se volvió a relajar y dejó a Titán ejercer de semental.
Maripili: Diosss... ufff... ufff... ¡¡¡ siiiiiiii !!!, como me gusta...
Por fin lo había conseguido, ahora tenía que concentrarse en ese breve espacio de tiempo en que el caballo conseguiría correrse en su interior, en menos de un minuto sería inseminada por la eyaculación de su caballo, estaba que no cabía en su alegría, sus lágrimas corrían por su cara, su cuerpo lo movía como loca, no quería que aquello terminara, disfrutaba, tuvo un orgasmo en ese breve espacio de tiempo, no quería que aquello terminara... pero... tenía que terminar, y en cuestión de cuarenta y cinco segundos, por un momento, sintió que su interior sólo tenía espacio para el pene del caballo y el semen que estaba sintiendo depositar en lo más hondo de ella misma...
Ese sería su primer polvazo con su adorado Titán... de los muchos que disfrutaría, hata que un día ocurrió algo inesperado... pero eso... es otra historia.