Su amistad me dio la felicidad
*Mientras mi amigo penetraba a mi mujer por el ano, su enorme falo me golpeaba el rostro.
Como les había comentado en mi anterior relato, Rigo se convirtió en el amigo preferido de nuestro matrimonio, porque cada que necesitábamos de su presencia estaba dispuesto a brindarnos todo su respaldo.
Cuando Lucrecia requería de una sesión con dos machos, estaba mi amigo, o cuando deseaba ser penetrada por un solo macho, ahí estaba mi amigo.
Mi mujer siempre mantiene su rajita muy bien rasurada, porque le gusta que se la chupen, además de que por el ano también le gusta ser penetrada y que le metamos la lengua, le excita y hasta tiene orgasmos.
Practicamos sexo los tres, mientras él la penetra por atrás yo lo hago por la vagina o nos intercambiamos lugares, la cosa es que disfrutemos los tres de esa maravillosa mujer, pero sobre todo disfrutemos de sus agujeros y de su boca.
Un día cuando mi mujer estaba de cuatro patitas, él la penetraba por el ano y yo le estaba mamando la vagina, pero yo estaba acostado de espaldas en la cama, mi esposa me puso la vagina en la casa y el estaba de rodillas a manera de penetrarla por atrás.
Sucedió que en el vaivén que tenían, en más de tres ocasiones se salió el pene de Rigo del ano de mi mujer y por el impulso que tenía se fue sobre mí y me “golpeaba” la barbilla, muy cerca de la boca, lo cual sin saber por qué me excito.
La primera vez que me golpeó con su enorme tranca, por cierto morena y bastante hermosa, pensé que debía tener más cuidado, pero en las siguientes estocadas sentí que un calor me invadió y estremeció mi cuerpo, mientras que él me pidió disculpas por el accidente.
Dejé de mamarle la rajita a mi mujer y me quedé a la espera de otro “golpe” en pleno rostro, el cual se repitió varias veces más porque el ano de mi mujer estaba bastante mojado y en una de las estocadas abrí la boca lo más grande que pude y a él lo agarré de las nalgas y le empecé a mamar esa preciosa verga. Al principio se quiso retirar, pero donde empecé a darle una mamada fenomenal, empezó a moverse y me calenté aún más cuando mi mujer nos quedó viendo mientras yo me engullía esa enorme tranca que finalmente sacó ese néctar que tanto había hecho feliz a mi esposa y que ahora me hacía a mí.
Tragué tanta leche que me sentí el hombre más feliz de la tierra y le pedí a Rigo, mi Rigo, que me rompiera el culo y me llenara de ese néctar calientito que tanta falta me hacía para acompletar la felicidad que vivíamos desde hacía varios meses. Mi Rigo tiene una polla bastante grande, de unos trece centímetros, bien gruesa, y es la más hermosa que he visto en mi vida, por su color moreno.
Mi querida Lu me ayudó a ponerme de cuatro y me mamó el ano para llenármelo de saliva, además de meterme los dedos para dilatármelo, pero era tanta la felicidad anticipada que sentía que le pedí a Rigo que me penetrara, quería sentirlo mío, sin importar que mi mujer se pudiera enojar por saber que ese enorme falo lo tendría que compartir conmigo.
Al principio sentí un leve dolor, pero poco a poco fui sintiendo placer y fui tan feliz al sentir los chorros de leche en mi ano, en mis entrañas que di un gemido de placer que, después me platicaría mi esposa, era como si hubiera entrado al paraíso.
Le agradecí a Rigo por esa felicidad que me había hecho sentir y a mi esposa por ser tan comprensiva.
Cuando vamos a la playa o regresamos de alguna fiesta o de ir a bailar, mientras mi esposa conduce, voy en la parte trasera de la camioneta, disfrutando de ese enorme falo y de la leche que le sale a borbotones. Desde luego que otras veces yo soy el que conduzco, mientras mi amigo inseparable, se come la rajita de mi mujer. Gracias Rigo por ser mi mejor amigo.