Su amiga nos lo prestó

La amiga de mi novia nos prestó a su follamigo

Mi novia tiene una amiga que, a la hora de las relaciones y el sexo, siempre ha sido bastante formal. Entró a la universidad con 18 años y la virginidad intacta, se echó novio pronto y no se dejó estrenar hasta que cumplieron el año juntos. Tras ello aguantaron otros cuatro años, antes de romper por la dejadez con que él actuaba, desatendiéndola en favor de sus amigos y los porros. Le dio muchas oportunidades de cambiar, en todas decía que lo haría y en ninguna lo cumplía; el chicle no se pudo estirar más y la cosa terminó.

Tras ello, la amiga tuvo un año de soltería y celibato, hasta que conoció a otro chico y entablaron oficialmente una relación. Con él fue más rápida en entregarse, pero el muchacho tenía ciertos complejos de sus relaciones pasadas y no podía satisfacerla sexualmente; tampoco es que lo intentara con todas sus fuerzas. Aún así, ella apostó por la relación y duraron tres años, hasta que las inseguridades de él le llevaron a ella a cortar.

Con 26 años le pilló la pandemia y durante esos meses se dedicó a la introspección. Y con 27 años se daba la casualidad de que una prima suya se trasladaba a nuestra ciudad para ir a la universidad; aprovechó la ocasión para unirse a ella y salir de fiesta con su grupo de amigos. Además de soltarse un poco.

La prima era un poco puta y viendo lo bien que se lo pasaba, ella decidió probar. Y le gustó; se folló a varios y repitió bastante con uno. El chaval era un venezolano de 19 años que no buscaba nada serio, pero le ponía ella; y ella tampoco buscaba nada serio. Salían juntos y terminaban follando, pero a veces él se follaba a otra y ella a otro. Y los dos lo sabían y ninguno tenía celos.

Mi novia era su mejor amiga y le contaba todo. Y yo, al ser el novio de mi novia, también me acababa enterando. Entre lo que le contó se hallaba que su amiga y el venezolano se habían montado varios tríos con un amigo de él. Mi novia sabía de mi morbo y con él ya habíamos coincidido varias veces de fiesta, dándonos buena impresión, a la que se unían las excelentes referencias que le daba su amiga. Por lo que el tema acabó saliendo y lo acabamos hablando.

Mi novia tanteó el terreno con su amiga, quién resultó no tener ningún problema e incluso se ofreció para mediar con el venezolano. Y él, a quién mi novia le parecía guapa y que ya tenía experiencia en tríos, tampoco tenía problema alguno. Y así acabamos los tres, un día, en cierto apartamento que es propiedad de la madre de mi novia y que nos sirve de picadero.

Mientras él y yo esperábamos en el dormitorio, ella fue a darse una ducha rápida. Y cuando volvió, lo hizo llevando tan solo una toalla, de la que pronto se despojó para mostrarle su desnudez a nuestro invitado, quien no dudó en examinar su figura. Le sobaba las tetas, le azotaba el culo y le dio un par de largos y apasionados besos antes de indicarle que se arrodillara. Y se sacó la polla.

La mía es gorda y la suya también lo era, pero además era más larga que la mía. Se la puso en la cara a mi novia y ella respondió chupando lentamente. La lamía y se metía la punta en la boca; yo miraba y me pajeaba. Y su ritmo aumentaba y yo me acercaba. Con su mano libre cogía la mía y me pajeaba mientras chupaba la otra; luego alternaba y chupaba un poco una y otro poco la otra. Y las juntaba y se metía la punta de las dos a la vez en la boca; y nos miraba, y que miradas de puta echaba, que cara de guarra que se le ponía y que morbo me daba verla así. La interrumpí varias veces para besarla, metiendo mi lengua hasta el fondo y ella correspondiéndome con pasión. Y cuando la soltaba, seguía chupando.

Así estuvimos un rato, hasta que él le sugirió que fuera a la cama. Ella se puso a cuatro y él empezó a darle, primero despacio y sin meterla entera. Luego fue entrando toda y luego fue dándole más rápido. Y a mí me chupaba como podía, mientras él le reventaba el coño y le daba azotes en el culo. Vaya caras ponía y como gemía. Llegó el momento en que ella alcanzó el clímax, mientras él le daba fuerte y rápido, y era incapaz de atender a mi polla.

Él terminó y se retiró, dejándola destrozada y con el coño lleno. El agotamiento le hizo darse media vuelta y yo aproveché para tomar posición. Tomé sus piernas y las puse contra mis hombros, introduciéndome en su coño. Entré de un tirón, con la ayuda de la lubricación presente y lo abierto que lo tenía; le di fuerte y rápido, y aguanté poco; pero cuando terminé, me incliné sobre ella y nos besamos lentamente, saboreando el instante.

Después de que reposara un poco, volvió al baño, a limpiarse de nuevo. Él yo la esperamos en la cama, charlando de tonterías; al volver se unió a nosotros. Y mientras hablábamos, ella se rozaba con nosotros y le dejaba meterle mano a placer. Con el cachondeo se sentó encima de él y se puso a besarle cuando intentaba hablar; y él le agarraba el culo y sobaba las tetas. Y, como es lógico, se volvió a empalmar.

No dudo en aprovechar y metérsela de nuevo. Mientras hablábamos le daba lentamente y, de vez en cuando, interrumpía la conversación para besarla o comerle las tetas. Ella gemía y yo me tocaba la polla, que estaba morcillona, mientras les veía y continuaba la conversación con él. En cierto momento se interrumpió la charla y se puso a darle con más rapidez y fuerza; luego él acabo tumbado y ella cabalgando y dirigiendo el ritmo. Yo me puse de pie, junto a ella; me cogió la polla y se puso a comérmela, a la vez que botaba sobre él. Así estuvimos un rato, hasta que él la cogió de la cintura y se puso a darle todo lo fuerte y rápido que puso, con ella siendo incapaz de continuar chupándome, apoderándose los gemidos de su ser. Yo me pajeaba mientras volvían a alcanzar el clímax, juntos; cuando aquello ocurrió, el la acercó a sí y se puso a besarla, descargando mientras sus lenguas se unían.

Se dio un breve respiro y se irguió de nuevo, todavía con él debajo; sus labios rodearon mi polla de nuevo. Mis vistas eran apabullantes, con ella desnuda sobre él y esforzándose de darme placer. Mientras chupaba le tocaba las tetas y acariciaba con cariño su cabeza. Sentí que iba a terminar y empujé su nuca para metérsela más; ella sabía lo que significaba y recibió sin problema mi corrida. Se lo tragó todo, tan satisfactoria como siempre. Luego nos besamos de nuevo, todavía con él debajo, su polla en el coño de mi novia y ese coño lleno de su corrida.

Después de levantarse, volvió a repetir de nuevo su ritual de visitar el baño para asearse. Y de nuevo volvió con nosotros, para otra vez unirse a la charla y dejarse manosear. Pero, pasado un rato, esta vez fue él quien tomo la iniciativa; dijo que se estaba haciendo tarde, así que haríamos bien en aprovechar y echar el último, antes de que tuviéramos que recogernos. Mi novia acató sus deseos con gusto y se arrodilló, chupándole hasta que volvió a estar empalmado; pero ahora fui yo quien la llevó a la cama, poniéndola encima de mí. Ahora era a mí a quién cabalgaba. Mis manos guiaban su cadera y las de él jugaban con sus pezones. Las vistas, con sus tetas botando y la polla de él en su boca, eran espectaculares.

Ella seguía chupando mientras yo descargaba en su coño, y así siguió un poco más. Luego él la puso a cuatro patas, sobre mí, y empezó a darle. Agarraba su cadera y azotaba su culo; y la cara de ella estaba frente a la mía y sus labios se unían con los míos. Y él se puso a darle fuerte y rápido, terminando a la vez que ella, que gemía fuertemente mientras nuestras lenguas se unían.

De nuevo reposamos y luego ella volvió a visitar el aseo. Pero ya si era tarde, como él había dicho antes, así que nos vestimos y ordenamos todo lo que habíamos alborotado aquella tarde. Y ya estábamos a punto de salir cuando él le preguntó a mi novia si podía chupársela una ultima vez. Así que allí, en la entrada y conmigo delante, mi novia se volvió a arrodillar, sin desvestirse siquiera esta vez; y él se sacó la polla otra vez y mi novia se puso a lamer, besar y chupar, hasta que lo poco que salió, acabó en su boca. Después de este breve intermedio, él se volvió a guardar la polla, salimos y nos despedimos, con el dándole un buen morreo a mi novia durante la bajada en el ascensor.

Unos cuantos días después, mi novia quedo con su amiga para tomar un café y contarle que tal fue todo. Le dijo que entendía por que se lo pasaba tan bien con él y que eran verdad todas las cosas buenas que le había contado de él. Y, por su parte, su amiga se alegró de que lo hubiéramos pasado tan bien con él.