Strippers aficionados
Una pareja resuelve el problema de sus amigos convirtiéndose en strippers por una noche. La seguridad de los grandes pechos de ella y el estilizado cuerpo de el, nos son suficientes para garantizar un final profesional
Volver de un fin de semana libre de niños, era un escape para una pareja madura como Nacho y Nuria, les permitía un par de noches intensas de relaciones amorosas y de mantener vivo su matrimonio que duraba más de 10 años.
Aunque se podrían contar muchas secuencias de ese fin de semana, la aventura más excitante les ocurrió volviendo a Madrid. Se les hacia inevitable no pasar a visitar a Inma y Raúl, sus antiguos vecinos de Talavera a los que tenían un gran aprecio.
Su relación provenía de la época en que Nacho por motivos laborales lo trasladaron allí. Ambas parejas habían tenido muchas cosas en común, habían sido vecinas, eran nuevos en la ciudad, compraron la casa y fueron padres al mismo tiempo, por lo que surgió una afinidad entre ambos matrimonios que les llevo a un alto nivel de amistad, colaboración y reunión.
Pero ese día no era el mejor para visitarlos. Inma y Raúl organizaban una cena para unos amigos en su casa, los preparativos iban viento en popa, el catering había llegado, tenían las bebidas frías, la mesa casi montada y los pasteles no tardarían en despacharlos; todo estaba bien, incluso la sorpresa que tenían para los comensales: les habían prometido una cena PICANTE, y se les ocurrió contratar a una pareja de strippers, un chico y una chica, que servirían la cena medio desnudos. Todo ello les causaba excitación, inseguridad e impaciencia.
Y esas son cosas que no se pueden ocultar; cuando vieron aparecer a Nuria y Nacho aunque contentos de verlos, su nerviosismo por el inminente acontecimiento, les condicionaba y les impedía centrarse en la visita. Ella corría de un lado a otro de la casa ultimando los preparativos y el seguía colgado al teléfono hablando con los proveedores, esperando los últimos pedidos que completaban el menú.
Nacho contemplaba la situación y quiso ser compresivo: -“No os preocupéis, solo queríamos saludaros, veo que tenéis mucho trabajo”. – esperar, esperar, les insistió Inma, no os vayáis, ahora os saco algo para tomar. Les puso en la mesa unos frutos secos, una cerveza y se sentó con ellos a hablar.
Mientras conversaban los tres, Raúl proseguía sus llamadas telefónicas apartado de ellos. De pronto, con un grito desesperado llamo a Inma a la cocina. Había surgido un problema, los stripper no podían ir. El enfado inicial se transformo en desanimo y los nervios provocaron llanto en Inma
Nacho y Nuria los vieron tan histéricos que no pudo evitar preguntarles: - ¿Qué os pasa? Por una cena no tenéis que poneros así. Ni que viniera el ministro.
- No sabes lo que es. Son cenas muy preparadas, no es solo la comida; cada anfitrión tiene que ser imaginativo, y presentar algún tipo de espectáculo: en casa de los Lopez prepararon una ópera, con tenores, preciosa, los Garcia un espectáculo de revista, con sus plumas y dos vedetes estupendas.
- Caray, ¿Con qué clase de gente os juntáis ahora? Ese comentario fue objeto de las risas de los cuatro.- ¿Y que habéis preparado vosotros?
- Ahí está el problema. Habíamos contratado unos strippers.
- Que atrevidos sois. Respondió Nuria. Pero muy divertido.
- Los strippers servirían la comida medio desnudos y luego harían un espectáculo. Era algo muy elegante, nada vulgar y muy atrevido. Si salía bien podíamos impactarlos.
- ¿Por qué dice si salía? ¿es que no vais a hacerlo?
- Viniendo para acá han tenido un accidente y están el hospital. Y no pueden enviarnos a otros. De todas formas lo teníamos bien ensayado y si nos mandan a otros no sabrán lo que queremos, tiene que ser algo especial y no quiero que sea un desastre.
- ¿Y qué vais a hacer?
- No lo sé. ¿Se os ocurre algo?
- Pues como no quieras que toque la guitarra. Ja, ja, ja. Rieron todos.
- Preséntales una buena cena y ya está. Decía esto Nuria cuando sonó el teléfono. –es de la empresa de strippers. Inma y Raúl acudieron veloces a la llamada.
Nacho y Nuria bromeaban sobre el montaje de la velada con los strippers, les parecía demasiado atrevida para una cena con invitados, pero al tiempo era divertida, los asistentes estarían sorprendidos, admirarían la idea, lo original, lo valiente, trasmitía frescura e inhibición, en un entorno de conocidos daría un toque sensual a celebración.
El espíritu exhibicionista de Nuria le hizo imaginar la situación y le propuso a su marido la posibilidad de hacer ellos de strippers; primero se sorprendió por la iniciativa: ponerse en pelotas delante de desconocidos, reflexiono unos segundos y: “porque no”. Lo harían.
Inma y Raúl no tardaron en volver:
- ¿Ha habido suerte?
- Nada. No puede venir nadie.
- No te preocupes, lo haremos nosotros.
- Estáis seguros. No sé. Dijo Inma. Y si sale mal.
- No vamos a hacer ningún espectáculo, no lo tenemos ensayado y sería un fracaso. He pensado en otra cosa: Cada vez que sirvamos un plato no quitamos una pieza de ropa cuando lleguemos al postre estaremos desnudos o casi desnudos. ¿Qué os parece?
A Raúl se le iluminaron los ojos, los enormes pechos de Nuria y ese trasero tan redondo siempre le habían impresionado; por otro lado, Jose es deportista y más de una vez se dio cuenta en los vestuarios del club deportivo del buen paquete que gastaba, era una buena solución, sonrió y exclamo; “ME PARECE UNA BUENA IDEA. Preparémoslo”
No tardaron en refinar la actuación partiendo de la idea inicial: Harían el papel de cocineros que han cocinado y sirven la cena, con la peculiaridad de que cada vez que sirvieran un plato, se despojarían de una prenda: primero la camisa, después la camiseta, asi hasta quedarse desnudos. El problema era encontrar un vestuario adecuado, optaron por unas camisas blancas y unos bonitos delantales que sería lo último, la incertidumbre estaría en quitarse el delantal lo último.
Para Nuria y Nacho surgieron algunas dudas, los invitados puede que los tocaran, cual debía ser su reacción. Realmente eran strippers, contratados y abiertos a todo. Les pidieron que fueran naturales, si alguno le apetecía tocarles, se dejaran, en caso de que la situación lo requiriese. Los invitados eran bastante juerguistas y liberales, y podría surgir alguna situación divertida. Les advirtió de uno de ellos que estaba recién divorciado y seguro intentaría algo. Pero lo importante era no improvisar, limitarse a servir los platos y salir, todo de forma elegante. Al final de la velada y tras los postres acabarían servirían el café y las pastas desnudos, quedarian unos segundos a la vista de todos y se despedirían. Seria sencillo. No arriesgarían nada. Era un buen plan para haberlo trazado con tan poco tiempo.
Casi acababan de disponerlo todo cuando sonó el timbre. Se abrazaron y desearon suerte. – Os queremos. Dijo Inma. Todos ocuparon sus puestos y poco después todos los invitados llegaron y se acomodaron. Antes de sacar el aperitivo, los anfitriones presentaron a los cocineros que iban a servir la cena.
Todo comenzó muy normal, sin prácticamente percatarse de los sirvientes, todo muy distendido y amigable, aunque un aura de expectación se distinguía en el ambiente, los asistentes esperaban algo que no llegaba.
Fue tras la bullabesa, cuando uno de los comensales se percato de que la camarera, primero llevaba una camisa y ahora salió con una camiseta de tirantes. Y el camarero, también. Fue el primer comentario: -¿Qué tramáis? Le preguntaron a los anfitriones.- Esperad, se trata de nuestra sorpresa, añadió Raúl. Por un momento no sabían cómo reaccionarían los asistentes, pero sus caras de emoción y los chistes sobre la falta de ropa de los camareros, eran claros signos de aprobación. “ Parece que con cada viaje tienen menos ropa ”.
Las parejas cuchicheaban entre ellas y esperaban con ansiedad el siguiente plato, las expectativas se confirmaron: efectivamente, salieron sin camiseta, torso desnudo en él y un par de hermosos torpedos que albergaba el sencillo sujetador en ella. Las sonrisas descaradas y las miradas de complacencia a los anfitriones se repitieron, Inma y Raúl, respiraron satisfechos, después del sufrimiento y las dificultades en la organización, todo salía bien, liberaron la tensión acumulada, por fin, disfrutaron de la comida, no sin pensar en el gran favor que sus amigos Nacho y Nuria le estaban haciendo.
El morbo de recibir siguiente plato, forzaba la vista de los comensales hacia la puerta que conectaba la cocina con el salón. Cada vez quedaba menos ropa que quitar, la libido se elevo cuando los sirvientes entraron en ropa interior, cargados con el segundo plato, solo cubiertos por sus mandiles de color rojo. Todos, hombres u mujeres se sintieron satisfechos al ver lo glúteos de ambos separados por el fino hilo de los tangas.
Los invitados emocionados ante el espectáculo, se sentían participativos ante cada gesto provocativo le hacían los camareros. Evidentemente, todos pensaban que se trataban de profesionales del striptease y no de un matrimonio maduro amateur en el oficio del sexo. Al posar el plato entre dos hombres, Nuria sitio como le tocaban el trasero con diplomacia, a la vista de todos, el tanteo de la situación resulto un éxito, nadie puso objeciones a los tocamientos, y más cuando una de la mujeres pellizco por sorpresa y con saña el trasero prieto de él.
Nuria y Nacho volvieron a la cocina, cachondos y emocionados, comentaban los manoseos de sus partes traseras:-La rubia me ha pellizcado el culo.
- Y a mí los dos tios que hay sentados juntos me lo han sobado de arriba abajo.
- Y todo el mundo lo ha visto y no ha dicho nada. Como me pone esto. Me gusta.
- Y a mí, dijo Nuria, besándolo. Aunque me da un poco de vergüenza que nos vean Inma y Raúl desnudos.
- Da igual. Bebe un poco de vino y se te pasa la vergüenza. Ahora toca quitárselo todo.
Ambos se despojaron de la ropa, en la siguiente aparición solo llevarían puesto el delantal, Nacho se quito también los zapatos, noto el roce del mandil en su pene morcillón y se excito más aun. Ella se dejo los tacones a petición de él, le otorgaban una silueta muy morbosa, dando más realce a su busto talla 110, que colgaba inmenso bajo el delantal. Estaban muy cachondos.
Mientras, en el salón, el erotismo subió el tema de la conversación, las criticas: que si ella no hacía más que provocar, que tenía un culo enorme, que él estaba muy bueno, que podrían haber contratado gente más joven, etc tomaron el control de la mesa. Pero se calmaron cuando volvieron a presentarse en el salón con las bandejas de pasteles y sus cuerpos desnudos solo tapados por el delantal. Primero, Nuria segura de su impacto, marcaba el paso bamboleando su voluptuoso busto, principal objetivo de las miradas masculinas, mientras las mujeres buscaban un hueco que mostrara algo del paquete.
Su aproximación a la mesa fue definitiva, al dejar los pasteles, varias manos atentas aguardaban con impaciencia el momento de sondear las posaderas; unos despacio, sobando lentamente, otros pellizcando o magreando con ansia. Nuria, lo esperaba, lo agradeció, le encantaba sentirse un tanto putilla, siendo la preferida de todos, solo se conmovió cuando vio que Inma palpaba a su marido, le resulto extraña la reacción y atrevimiento de su amiga; sin embargo Raúl no lo intento con ella y solo la miro, conteniéndose, evito invadir redondo y jugoso trasero.
- ¿Les gusta el postre? les pregunto Nuria con voz de falsa inocencia.
La reacción no se hizo esperar, a su lado alguien grito con entusiasmo entre carcajadas.- “Nos gusta más otro postre”, y paso su mano por encima de los pechos de ella cubiertos todavía. Ella no lo dudo, se lanzo y se descolgó el mandil mostrando sus enormes tetas. Los hombres quedaron impresionados por el tamaño y muchas ideas acudían a su cabeza sobre la forma de manipularlas-
Ella continuo con el juego, ahora si era la mas importante y la mas puta de la reunión; se puso algo de nata en el pezón y la ofreció, el hombre encontró el regalito y lo chupo con complacencia al tiempo que con fuerza apretaba el turgente seno.
De pronto sonó una fuerte palmada sobre el trasero de Nacho. Las mujeres reían, mientras una de ellas levantaba el mandil para ver el pene. Un inusitado gesto, dio a entender lo grande que era. Otra de las chicas le quito el delantal dejándolo desnudo frente a todas, que aplaudieron (incluido la sorprendida anfitriona) subiendo el tono de sus gritos como si no hubieran visto nunca un pene erecto. La fiesta estaba asegurada, el ambiente se había distendido y calentado durante la agradable y sorprendente cena. Quizá no era como lo habían planeado, pero mientras nadie se quejara no iban a cortarlo.
Nuria percibió que otro de los hombres buscaba su rajita, se estremeció y se dejo hacer, que sensación tan salvaje para ella sentirse tocada por dos machos que ansiosamente la sobaban delante de todos. Se vio en un momento con manos por todo su cuerpo, uno chupándole el pezón, otro con la mano en su sexo.
Los hombres reían, comentaban, mientras la tocaban, los móviles empezaron a grabar la escena de manoseos incontrolados, pasiones desatadas sobre las lujuriosas mamas suspendidas como botijas, pedían ser amasadas, lamidas, sodomizadas. A fin de cuentas eran las ubres de una cuarentona, enormes ejemplares demandando ser abatidos. Los hombres creían hacer un favor a su tetuda cocinera, percibían la necesidad de sexo en ella, en sus prominentes bultos pectorales se leía el deseo, la acuciante entrega a cualquiera que quisiera invadirlos.
A partir de este punto todo iba a transcurrir rápido, en poco tiempo una de las mujeres libero a Nuria de los acosadores y la llevo frente a su marido que había sentado en una silla esperaba con la polla fuera- Chupa aquí bonita. Ella arqueo la espalda y se metió en la boca el miembro. Sus voluptuosos pechos pendían de nuevo como ubres preparadas para ser ordeñadas, otras mujeres aprovecharon para tocarlas al pasar junto a ella. Su culo en pompa era golpeado con fuerza por la mujer del felado, mientras la increpaba: -¡Pero mira la puta, chupándosela a mi marido! ¡Que mala eres chupándosela a un hombre casado! Y volvió a palmear el pompis con fuerza varias veces hasta dejarlo de color rojo.
Nuria, rota su moralidad, asumía su condición de puta, no le importaban los comentarios: - ¡Chupa zorra! -¡Vaya melones tiene la camarera! Agrego otro. Vaya vaca lechera añadió el divorciado, como me gustan esas tetas. Incluso no le importo que la mujer que la golpeaba le susurrara al oído– ¿Le gusta a mi vaquita que la ordeñe?, mientras le retorcía los pezones con fuerza.
Ella continuaba chupando, hasta que noto como el hombre, la hizo incorporarse y le mando hacerle una paja con sus tetas. La iniciativa gusto, muchos la tenían en la cabeza y con los bultos hinchados aguardaban su turno, mientras aprovechaban la circunstancia, tocándole el culo, metiéndole los dedos por el coño, golpeando las nalgas o incluso dándole suaves bofetadas en la cara.
Uno tras otro elegantemente fueron pasando sus penes entre las fantásticas tetazas de Nuria, apéndices que ella manejaba a la perfección, uno permanecía sentado, otro de pie, otro acostado en el sofá, con suma naturalidad, entre risas y sin desnudarse, la dejaban trabajar como una profesional (que suponían era), todos eyaculaban entre gemidos de placer incontestables, descargaban la leche encima de ella, buscando su boca. – trágatela, puta, trágatela, como en las pelis porno, “ja, ja, ja”.
Inma alterada por lo que estaba ocurriendo, tuvo que acercar algunas toallas para que Nuria se limpiara. La miro a los ojos:- ¿Estás bien? Le pregunto. - Mejor que tu, rodeada de tanta polla como voy a estar mal, ya te cobrare todo lo que estoy haciendo. Vaya amiga. Inma quedo confusa, molesta por los comentarios, no supo como tomarlos.
Mientras los otros hombres felicitaban a Raúl por la sorpresa y se regodeaban charlando sobre la masturbación en sus pechos, lo grandes que eran, lo suave del tacto y lo bien que las manejaba. Uno de ellos le pregunto: -¿Le has pagado para que la follemos?
- ¿La quieres follar? El color de la cara se torno rojo.
- Pues ya que estamos. Es una puta ¿no? La verdad que podrías haberla contratado una más joven y no a una mamita. Pero esta buena.
- Si pero no hubiera sido una sorpresa, dijo otro, pero la mama está, no está mal. Vaya delantera.
- Pero no te la folles. No te da vergüenza aquí delante de todos, no te pases.
- ¡Qué más da! Yo no follo desde hace un mes. Ya no te acuerdas que estoy divorciado.
Raúl intento convencerlo de que no lo hiciera, pero no le sirvió de nada. Corrió a buscar a Inma para pedir ayuda pero su sorpresa fue verla agachada delante de Nacho, le engullía la polla ante la presencia de sus amigas, que la animaban. Para el propio Nacho era chocante, que su amiga se la estuviera mamando a ritmo acompasado, con deseo. Ambos se miraron y este último se encogió de hombros y sonrió.
Raúl se enfado, se acerco a Nuria que se limpiaba la última corrida en su cara, la levanto por los pelos la puso de espaldas sobre la mesa e invito a todos a follarla como buena puta que es. Todo estaba incluido en el espectáculo vocifero en el centro del salón. Las carcajadas retumbaron y ninguno de los presentes se planteo la copula, en ese preciso instante todos estaban sentados, departiendo con sus parejas, tomando café y copas, mientras contemplaban como una de las mujeres masturbaba a Nacho hasta verle brotar el semen.
Solo el divorciado se bajo los pantalones, para dar cuenta de la tetona, se coloco un condón y dirigió su polla al hermoso culo y penetro su coño por detrás sin ninguna consideración. Mientras le reclama espacio para agarrarle los pitones.
El alcohol, la presencia de gente lo había alterado y no pudo evitar el gatillazo, el divorciado la culeo un buen rato hasta que su pene quedo flácido. Los amigos se reían de él e hicieron la bromas de rigor ante tan lamentable espectáculo.
Nuria también sonreía, al menos hasta que Raúl golpeando una botella pidió orden:
- Creo que habéis disfrutado de la cena, la cual me ha encantado organizar, y como organizador exitoso merezco un premio. Asi que con el permiso de la chupona de mi mujer. Me voy a follar a esta prostituta, que para eso la he contratado y pagado yo.
Nuria y Nacho se quedaron mudos, perplejos, ¿Qué habría llevado a Raúl, una persona fantástica a optar por esto?
Puso a Nuria sobre la mesa, le abrió las piernas y comenzó a follarla despacio, metiéndola y sacándola con suavidad. Ella se quedo estupefacta, la penetraba bien, con calma. Sus pechos eran tan grandes que caían hacia los lados, moviéndose como flanes al compas de las embestidas. Los miro y se lanzo a morderlos, mientras acrecentaba sus movimientos. Siempre le habían gustado esas tetazas que en otra época había visto en la piscina o amamantando bebes, o bajo camisetas ajustadas.
Mañana sería otro día, la relación con su mujer sería distinta, con los invitados cambiaria, pero seguro que con sus amigos era la última vez que se verían. No dudo por un momento en correrse dentro de ella.