Stefa y yo 2

Segunda Parte, Historia Verídica de como inicio en la infancia el amor entre tío y sobrina.

CAPITULO DOS

En el cuarto Stefa no estaba enojada, sentía en su pecho y estomago algo así como mariposas volando, nunca había sentido lo que estaba sintiendo en ese instante, ya no veía a su tío como su tío sino como un hombre, pero a su edad no sabía exactamente qué era eso, solo lo empezó a ver de una manera diferente y eso le agradó.

Stefa se acostó en la cama después de cerrar con llave su habitación,  solo tenía en su mente el pene parado de su tío, nunca había visto uno, esas venas gruesas, esa piel brillosa, esa dureza y sobre todo la mano de su tío subiendo y bajando a todo lo largo del miembro. Por un momento, justo antes que su tío le preguntara si quería cogerlo, ella sintió esas ganas de tocarlo y hacer lo mismo que el hacía con su mano, subir y bajar, recorrerlo para  sentirlo en su mano, pero no se atrevió y tomando todo el escrúpulo y pudor de que fue capaz, dijo no, para no parecer una chica fácil y hacer lo correcto como le  han enseñado por años sus padres, aunque se moría de ganas.

Pensar en su tío, en su miembro tan duro y ver cómo le salía esa leche le produjo un cosquilleo en la cuquita y sin darse cuenta metió su mano por debajo de su calzón de florecitas y por primera vez en su vida acaricio de arriba abajo su rajita, olvidándose de las prohibiciones y enseñanzas de su madre con respecto del sexo. Sentía tan delicioso que siguió acariciándose como le había dicho una de sus amigas.

Cuando de su cuquita brotó una humedad nueva para ella se acordó de la crema para el cuerpo y sin dejar de acariciarse con una mano, con la otra tomó de su nochero un envase y puso un chorro bastante grande en su mano. Volvió a meter su mano con crema y acarició su cuquita, cerró sus ojos cuando el frio líquido se escurrió a lo largo de su rajita mientras que con su dedo índice apretaba como tratando de meterlo, cuando sintió su botoncito hinchado, su cuerpo tembló y no pudo contener  un suspiro largo y profundo.

Por un buen rato se dedicó a acariciar su botoncito hasta que su ropa interior le hizo estorbo y casi desesperada se levantó la faldita a rayas del uniforme escolar y se sacó su interior que ya estaba húmedo, abrió sus piernas para acariciar con su palma abierta toda su rajita, era delicioso sentir la suavidad de la crema sobre su piel caliente y húmeda, a medida que acariciaba, más delicioso se sentía, pensó de nuevo en el pene de su tío y esta vez se imaginó acariciándolo con su dos manos, como él lo hacía, se imaginaba tocándolo y hasta dándole besitos como el besaba su mejilla cuando era cariñoso con ella, apretó las piernas con su mano en medio mientras su dedo índice prácticamente estaba metido en su cuquita, se imaginaba que era el pene erecto de su tío el que estaba ahí en vez de su dedo, un temblor le sacudió el cuerpo, entonces acelero su ritmo de sube y baja a lo largo de su rajita. Por primera vez en su vida sentía un orgasmo que la hizo gritar, procuró mantener esa sensación por mucho tiempo, pero alguien al otro lado de la puerta de su cuarto la saco de su paroxismo, cuando golpeó.

Por tercera o cuarta vez su tío golpeaba la puerta para hablar con Stefa, ella no lo había sentido sino hasta el tercer golpe, apurada saco su mano de entre sus piernas, su cuquita estaba ardiendo y húmeda, cuando saco su mano sintió la palpitación de su botoncito, se puso de pie de un brinco, casi cae, ya no tenía fuerzas en sus piernas para sostenerse, seco sus manos en la faldita, alisó su pelo lo mejor que pudo y abrió la puerta.

Que quieres, dijo haciéndose la dormida, todavía temblaba por su primera experiencia sexual a solas. Solo quiero que estemos como antes y dejes de estar enojada, dijo su tío un poco avergonzado por lo sucedido en el comedor hacía más de una hora, y subiendo la cabeza la vio a los ojos, ella lo miraba tiernamente y en sus ojos había un brillo que alumbraba su rostro, como te escuche gritar, continuo su tío, solo vine a ver que te sucedía.

No pasa nada dijo Stefa, solo estaba jugando pero ahora estoy cansada y quiero descansar, de repente se acordó que no tenía puesto su calzoncito y su piel se erizó y le volvió ese cosquilleo en su cosita, volteo a ver al interior de su cuarto y se dio cuenta que su calzón de flores estaba sobre la cama enrollado sobre sí mismo.

Stefa Hablaba con palabras entrecortadas como tratando de adivinar qué decir,  quería contarle lo que había experimentado por primera vez, pero no quiso hacerlo, al menos no por ahora, pero tampoco sabía cómo contarle por que no podía aun descifrar ese sentimiento que tenia de él y del sexo.

Su tío hizo el mismo recorrido con la vista sobre el cuarto y también vio el calzón enrollado en la cama, sonrió y dijo está bien, y se retiró no sin decirle “bandida mañana tienes que contarme”

Al irse, esta vez, él fue el que tomo un aire de grandeza y dignidad para que ella se dé cuenta que sabía o al menos imaginaba que había hecho ella en su cama.

Stefa se encerró de nuevo en su cuarto y recostada tras la puerta cerro los ojos, sentía todavía ese temblor de su primer orgasmo, la vergüenza de sentirse descubierta, y el cosquilleo de mariposas en su pecho y en su estómago, por eso del sexo que acababa de descubrir y ese no saber que sentir por su tío.

Eran muchas cosas para un solo día y para una sola persona, tenía que hacer algo pero no sabía que, debería contárselo a alguien?, su hermana mayor seguramente debía tener más experiencia, pero con ella nunca había hablado y menos de esas cosas, debería hablar con su tío? Pero era el que le inspiraba la mitad de sus sentimientos confusos. Debería hablar con su madre? pero que vergüenza y a lo mejor solo se iba a ganar un regaño o un castigo, y si le prohibía estar a solas con su tío, con el amor de su vida…

Siguió cerrado los ojos por un buen rato sin saber qué hacer y decidió ducharse antes de acostarse para aclarar su mente…

La ducha caliente estaba muy bien, pero no la calmó, al contrario, su desnudez, el calor del agua y el shampo la excitaron más, aunque quería no pensar en ello, seguían en su mente las imágenes de su tío y su hermoso pene, sentía como su cuquita le pedía caricias y después de tanta lucha interna bajo la ducha se dejó llevar.

Se recostó en el piso de la ducha y dejo que el chorro tibio de la ducha le caiga en su cuquita. Era lo más delicioso que había sentido, ni la crema de manos ni sus caricias anteriores se igualaban, ese chorro caliente la estaba matando y ella se dejaba matar, se olvidó de todo pudor y toda lección de castidad y se entregó al placer que recibía, sin darse cuenta empezó a gemir, al principio muy suavemente, pero al caer en cuenta que su tío estaba afuera, que ya sabía que estaba haciendo, que podía escucharla y que estaban solos, no se contuvo y sus gemidos se hicieron gritos de placer a propósito solo para que él la oyera, y eso la excitaba más, tanto que tuvo más de tres orgasmos en un minuto seguidos de gritos que inundaron toda la casa.

Después de una hora larguita y más de veinte orgasmos, salió de la ducha más cansada que nunca, llevaba la toalla envuelta alrededor de su pecho, sentía tanto sueño que se tiró en la cama y quedo dormida hasta el otro día.

Al levantarse después de un largo y tranquilo sueño, solo pensó en su tío, en el amor que le sentía, en su pene erecto, en las caricias que él había dado a su pene, en la desvergüenza que tuvo él de acariciarse frente de ella, en la desvergüenza que tuvo ella gritando para que él se entere que estaba masturbándose, no sabía si estar enojada o avergonzada, no sabía que pensar ni que decirle.

Pero esa mañana no importaba nada, ella era ya otra persona, se sentía una mujer y quería hacérselo saber a él y se propuso dominarlo como una mujer domina a un hombre, como le dijeron sus amigas que debía hacerse, decidió no comentar el tema, solo actuar, se volvió a meter a la ducha y esta vez se masturbo con más tranquilidad y en silencio por que sus padres ya estaban en casa, pero lo disfruto igual como la noche anterior.