Star Trek - La Alférez TKu (1/2)

Las mujeres vulcanas son todo un misterio.

  • Ordenador, abra el diario personal del jefe de seguridad Lawson Mckee. Fecha estelar 45221.2, inserto. Supongo que como a todos los humanos me resulta muy raro el comportamiento vulcano. Sé lo que hay que saber de su antiquísimo origen: eran raza impulsiva y descontrolada debido a la naturaleza de sus sentimientos... intensos, erráticos. Las grandes guerras de la historia de su planeta son debidas a esto y lastraron su desarrollo social en las primeras eras. Debieron ser tiempos convulsos, una auténtica joya para el estudio de cualquier antropólogo de la Federación. También, sus historiadores relatan como, de entre todos ellos se elevó la figura de un filósofo, el más grande de todos los vulcanos: Surak, y él, mostraría el camino de la lógica pura a sus congéneres, para pasar así a ser considerado el padre de toda su cultura. A través de la meditación consiguió apagar esa llama que ardía adentro de su especie y purgar cualquier emoción en un ritual al que llamaron Kolinahr. Ese comportamiento lógico les caracteriza desde entonces y les hace parecer fríos, distantes, con comportamientos más parecidos a los de un ordenador que a los de un ser vivo. Te matarán o darán la vida por ti siempre que sea lógico hacerlo... Eso nos desconcierta a muchos humanos. ¿Por qué precisamente hoy registro estas evidencias en mi diario? He de ser sincero conmigo mismo, durante estos días estoy pasando mucho tiempo con T'Ku. El capitán quiere mejorar el rendimiento de los escudos de la nave y nos ha pedido que colaboremos para ver si entre los dos lo conseguimos, sabe que desde aquella misión exterior nos llevamos bien. Elucubrando, puedo llegar a pensar que el problema comenzó cuando comunicaron a T'Ku la muerte de su consorte en Vulcano. Desde entonces la encuentro, incluso, más rara de lo normal conmigo, o esa es mi sensación. Es cierto que me resulta una mujer fascinante: inteligente, sagaz, con la típica frialdad de su especie... y como este es mi diario privado, también dejaré constancia de lo abrumador de su belleza. Ella enarca la ceja para expresar incredulidad y molestia cada vez que descubre a algún tripulante acalorándose a su paso. Muchos de ellos no pueden reprimirse y la miran hipnotizados para comentarlo seguidamente en corrillos, como cadetes. El comandante resopla cada vez que T'Ku abandona la sala de reuniones y le da la espalda, es impresionante. Como humano no puedo decir más que: "lo comprendo", no es nada que no me suceda a mí también ni a ningún humanoide varón de cualquier especie. Resulta imposible comportarse como solicita la Flota Estelar ante tan paralizante y lógica mirada, ante la exuberante perfección de su figura distante de gélidas curvas. Desde que embarqué en la USS Galatea me esfuerzo en ocultarle esas reacciones que a ella tanto le importunan y la evito tanto como me permiten mis obligaciones en la nave. Ojalá me hubieran formado a mí también en ese ritual de purga de emociones, no tendría que sumergirme tan regularmente en las frías aguas simuladas de Montana.

Sonó el "beep" de llamada a mi camarote. Yo golpeaba al saco de boxeo, algunos días lo necesitaba para relajarme.

  • Adelante - dije al ordenador para que abriera la puerta. Tras ella estaba la Alférez T'Ku.

  • Creí que habíamos quedado a las quince horas para seguir trabajando en los escudos - yo continuaba dándole al saco.

  • Está en lo cierto - dijo con aquella gélida y femenina voz suya. Avanzó y la puerta se cerró a su paso. Permaneció firme, con los brazos cruzados tras la espalda para adoptar la posición marcial de descanso, irguiendo el pecho. Recordé entonces las razones por la que procuraba evitarla.

  • Entonces ¿quiere que empecemos ya? ¿el Capitán la ha urgido con la tarea?

  • No he hablado con el capitán desde ayer a las doce horas - tensaba la expresión más de lo normal. Si no fuese vulcana hubiera asegurado que se estaba haciendo la remolona. Paré de arrearle al saco y le presté atención por lo inusual de su actitud.

  • Usted dirá Alférez - y a esto le siguieron unos momentos de incómodo silencio, por lo menos para mí. Ella parecía estar tomando una decisión de última hora.

  • Con su permiso me gustaría tratar con usted de una cuestión personal - me dijo por fin. Yo me quitaba los guantes. Ella continuaba clavándome una mirada más grave de lo habitual.

  • Claro, esas cuestiones son las que más me gustan - bromeé, pero su rictus permaneció impasible.

  • Antes de exponérselo quisiera avisarle, además, que para los vulcanos se trata de un asunto delicado y vergonzante. Requeriría de un compromiso de discreción por su parte.

  • Por supuesto T'Ku, mis amigos solo son el doce por ciento de la tripulación. No dirán nada a nadie, son tan discretos como yo - volví a hacer la gracia, intentaba quitarle importancia al asunto, pero ella esta vez, igual de inmutable, me dio la espalda y se dispuso a abandonar mi camarote.

  • Disculpe la interrupción a su entrenamiento Teniente. A las quince horas le espero en máquinas.

  • No por favor T'Ku, disculpe, no se vaya. Sólo era una broma. Soy muy tonto y a veces... bueno, no puedo evitar decir tonterías, comprenda, es mi naturaleza. No se preocupe, me hago cargo de la seriedad del asunto.

  • ¿Acepta el compromiso de confidencialidad asociado a mí petición?

  • Claro, soy una tumba, no se preocupe. Le prometo que esto quedará entre usted y yo. Dígame ¿de qué se trata?

Estaba como una estatua ante el umbral de la puerta, rígida y severa. Parecía la deidad cincelada de alguna antigua civilización perdida de la vía láctea. Me senté en el sofá y la animé a que hiciera lo mismo, intentaba quitarle hierro a la situación. Ella accedió antes de comenzar a contarme.

  • Cada siete años - me dijo por fin -, los de mi especie hemos de viajar a Vulcano para encontrarnos con nuestros consortes: las parejas acordadas entre familias para cada uno de nosotros.

  • Comprendo, está llegando ese momento... Siento de veras la perdía de Skac ¿Es por eso? ¿le echa de menos?

  • No, le recuerdo que los vulcanos no experimentamos sentimientos, tampoco el de duelo. La muerte es parte de la verdad de la existencia.

  • ¿Cuál es el problema entonces?

  • Únicamente es de índole biológica, Teniente. Es llegado este momento cuando debemos aparearnos o morir.

Me agarré al brazo del sofá al escucharla y le devolví la mirada inconscientemente. Los vulcanos no bromean... incluso aunque quisieran, no sabrían hacerlo. Comprendí que mucho de la cultura vulcana no es estudiado en la academia de la Flota.

  • ¿Me quiere decir que al haber fallecido su pareja usted debe suicidarse? - que completa idiotez la pregunté, pero me esperaba cualquier cosa de su singular cultura.

  • No, una cosa así sería ilógica. Los desemparejados, por tradición, al volver a vulcano en periodo de “pon farr”, somos reemparejados, según el criterio de una sacerdotisa, en un ritual.

  • ¿”Pon farr”?

  • Es el periodo de celo vulcano. Perdemos el control de la represión de nuestros sentimientos y volvemos al estado original de nuestra especie, para aparearnos. Los desequilibrios hormonales son tan intensos que de no consumarlo sobreviene primero la locura y luego la muerte.

  • ¿Cuánto tiempo le queda hasta ese momento?

  • No creo que más de un mes. Estoy ya empezando a experimentando los síntomas.

  • ¿Ha hablado con el capitán de esto? Habría que cambiar el rumbo a Vulcano, a máxima potencia podríamos llegar en quince o veinte días.

  • En veintiuno y cinco horas para ser exactos, pero no esa mi intención. No deseo someterme a la tradición del reemparejamiento. Quiero pasar mi primer “pon farr” en la nave y, una vez superado, tomarme suficiente tiempo para elegir una pareja libremente. Alguien adecuado para mí gusto.

  • ¿Cómo pretende pasar ese periodo de celo usted sola? ¿por qué me cuenta esto a mí? - la pregunté intuyendo más de la cuenta.

  • Estoy experimentando con mi sexualidad en programas de simulación de la holocubierta. Hasta ahora sin resultado. La única persona abordo de la USS Galatea que me ha provocado alguna reacción en este sentido es usted - respingué en el sofá al escucharlo -. Me gustaría pedirle permiso para escanearlo a usted subatómicamente, de cuerpo entero, y así poder recrearlo con exactitud como holograma en mis simulaciones de experimentación sexual - inconscientemente abrí la boca y uno de mis guantes de boxeo se me resbaló de entre las manos.

  • ¿No le parece bien? quizá quiera hablarlo previamente con su pareja, la Alférez Puckett, antes de darme una contestación. Según mis conocimientos humanos, esto podría acarrear algún trastorno a la relación sentimental que mantiene con ella y no es esa mí intención.

  • ¡Madre mía T'Ku! Es verdad que tienes buena información sobre las relaciones humanas. ¿Algún trastorno? - me levanté y caminé por el camarote -. Ella no aceptará nada de esto y cuando la recuerde que se trata de una cuestión de vida o muerte se enfadará todavía más. Las mujeres humanas... bueno algunas, pueden ser muy celosas… Este es el caso, para ella es lo mismo que te lo montes conmigo o con una imagen holográfica mía.

  • No lo entiendo, de hecho, ya he usado una imagen holográfica suya en mis simulaciones y he de decir que sin éxito. Creo que el fracaso se ha debido a la inverosimilitud de la recreación. No me ha provocado las reacciones sexuales esperadas y que normalmente experimento en la realidad, en su presencia. De ahí mi petición. Un escaner a nivel molecular podría recrearlo a la perfección... Comportamiento, olores hormonales, tamaño del...

  • Sí, sí, T'Ku, lo entiendo – la interrumpí -. Entonces ¿Ya ha usado mi imagen en la holcubierta?

  • Sólo la he usado para la experimentación sexual mediante juegos, caricias y tocamientos masturbatorios. Siempre con el ánimo de buscar respuestas hormonales adecuadas en mi organismo y como le he dicho ya, sin resultado. La proyección se parece a usted, pero en líneas generales no actúa de igual forma y no llama mi atención femenina.

  • Esa sí que es buena, ósea ¿que yo la provoco a usted? ¿en la realidad? - no me lo podría creer, era el mundo al revés. Y yo reprimiendo aquellos sueños cada noche, siempre después de haber pasado un caluroso turno con ella.

  • Afirmativo. En determinadas circunstancias usted me resulta atractivo y varonil.

  • Sabe la flota que estoy intentando evitar esas circunstancias a toda costa - mascullé mientras pensaba. Me volví a sentar, pero en esta ocasión me crucé de piernas para ocultar a T'Ku lo alterado de mí estado.

  • No le comprendo - enarcó una ceja.

  • No pasa nada, descuide. Me escanearé y le daré los datos. Espero que lo pase bien con mi afortunada imagen - resoplé -. Otra cosa, con respecto a ese acuerdo de confidencialidad que teníamos: necesitaría que lo consideráramos bidireccional.

  • No hay nadie más discreto para estos asuntos que un vulcano, Teniente Mckee.


  • Ordenador, abra el diario personal del jefe de seguridad Lawson Mckee. Fecha estelar 45223.3, inserto. Ayer le envié los detalles subatómicos de cada rincón de mi cuerpo a T´Ku y aunque tengo la firme intención de arrancarme cualquier pensamiento sobre este asunto, hay circunstancias que me lo están complicando. Desde el día que hablamos los sueños me sobrevienen con mayor virulencia: Está desnuda detrás mío, etérea, evanesciendo y suplicándome al oído. Me acaricia los hombros. Me roza levemente con los pezones la espalda... implorando que apague su llama, que la salve... Me recuerda que soy el único que puede hacerlo. El capitán me ha solicitado para una reunión, otra de las dificultades a la que me refería.

  • Descanse Teniente. Siéntese, es algo delicado lo que quiero tratar con usted... ¿Le pasa algo?

  • Llevo unas noches descansando mal.

  • ¿Estrés?

  • Es lo más probable.

  • Vaya a la enfermería si lo cree necesario. En cuanto lleguemos a Pentax podremos disfrutar todos de unos días de permiso.

  • Así lo haré Capitán.

  • Bueno, volviendo al asunto por lo que le he llamado, estoy preocupado... es por la Alférez T'Ku... Lleva una temporada muy rara, incluso para ser vulcana. La veo distraída, comete muchos fallos y no propone nada relevante... no es propio de ella. También, me ha pedido seguridad en la holocubierta uno y no ha querido darme más explicaciones. Teniente, como jefe de seguridad quiero que custodie la puerta de ese simulador en persona. Quiero que me informe de cualquier cosa relevante que pueda suceder allí, por extraña que parezca.

  • Entendido señor.

  • Usted la conoce, ha pasado muchos turnos con ella ¿ha notado algo reseñable en su comportamiento?

  • Si se ha comportado de manera inusual yo no lo he notado, los vulcanos son un enigma para mí Capitán.

  • Sí, sé lo que dice, para mí también lo son.


  • Ordenador, anule el protocolo de seguridad de la holocubierta uno.

  • Requerimiento de seguridad de nivel tres - respondió la femenina voz del ordenador de la nave.

  • Jefe de seguridad Lawson Mckee: Delta, Charlie, Tango, Bravo, Bravo.

  • Protocolos de seguridad anulados.

  • Ordenador ¿Cuál es el último programa reproducido por la Alférez T’Ku?

  • Simulación personal tres.

  • ¿Tiene la simulación personal tres un personaje de alta resolución de escaneo subatómico?

  • Sí, el Teniente Lawson Mckee.

  • Quítelo del programa. Yo representaré el papel de ese personaje. Haga creer al usuario que mi persona es un holograma dentro de la simulación.

  • Cambios en la simulación tres realizados.


En el próximo capítulo la resolución!!!

Camberbun. Madrugada del 7 al 8 de mayo de 2021.