S.T.A.L.K.E.R. La zona mortal Chernobyl

Relato inspirado en el juego de FPS: S.T.A.L.K.E.R. Shadow of Chernobyl y Clear Sky.

S.T.A.L.K.E.R. La zona mortal Chernobyl.

Voy a empezar mi relato, mi historia donde la vida que podría tener en el mundo que conocía sea buena o mala cambio completamente para terminar en la que llevo ahora. En ese entonces pensaba que haber matado a mi padrastro había sido el punto de inflexión en mi vida. Me encontraba muy equivocada. Aunque antes de empezar con todo creo que es mejor contar un breve preludio para entender como llegue a ese instante de mi vida. Aún recuerdo lo que pasó esa fatídica noche. Estaba tirada en la cama, desnuda, magullada, con mi vagina chorreando semen y sangre. Recordando como insultaba a mi difunta madre y vaticinando que de ahora en más las cosas serían así. Me levanté, tomé un cuchillo de la cocina, fui hasta su habitación y se lo enterré en medio de la espalda. La justicia me dio quince años por lo ocurrido, con algo de suerte saldría en siete u ocho de la prisión por buena conducta. La condena fue leve por un homicidio aunque si no hubiera tenido un abogado de oficio tal vez hubiera quedado exonerada.

Mientras íbamos en el autobús penitenciario vi como los guardias nos miraban a todas con deseo. Eran los mismos ojos de mi anterior victimario. Sabía que las prisiones del país no eran un lecho de rosas. No la iba a pasar bien. De seguro sería violada otra vez por alguna reclusa o celadora. Las causas del accidente me son desconocidas pero recuerdo a una mujer abriéndome las esposas dentro del vehiculo. Habíamos caído como veinte metros desde un puente hasta un rió pedregoso. El autobús estaba hecho un desastre después de estrellarse contra las rocas. Tal vez debí quedarme ahí e ir a cumplir mi condena pero salí corriendo. Robé ropa del jardín de una casa que se encontraba cerca de las proximidades del siniestro.

Me subí a un tren de carga que cruzaba lentamente un puente desvencijado sobre el que creo que era el mismo rió que había tratado de cruzar el autobús anteriormente. Dormí dentro de un tubo de metal y desperté por el cambio de velocidad del tren. No sabía cuantos kilómetros había hecho pero ya era un nuevo día. Salté desde la formación en movimiento y empecé a correr.

No tenía la menor idea de donde me encontraba. Era un lugar bastante desolado. Incluso atravesé una cerca oxidada por un agujero al ras del piso. Tal vez entraba entrando a algún lugar o saliendo de alguno, me era desconocido. Caminé unos metros y me detuve al pisar algo extraño. Levanté mi pie para ver lo que era y un objeto de metal salió disparado. Era una maldita mina terrestre que al llegar a la altura de mi cara solo se detuvo y cayó al piso sin hacer más. Seguí caminando dando grandes sacadas para salir lo más rápido posible del campo minado. Así estuve un buen rato hasta que volví a caminar normalmente esperando haber superado el peligro. La sed y las ganas de comer algo que me atacaban en ese momento eran atroces. De repente oí el ruido de un camión acercándose y salí corriendo. Me estaban persiguiendo. No duré mucho en mi afán por escapar dada las pocas fuerzas que tenía y me tiré sobre el piso para ser capturada. Mi perseguidor era un viejo vehiculo militar. Alguien se bajo del mismo y empezó a hablarme.

– ¿Cómo demonios llegaste por aquí muchacha? – Caminando. – Así nada más. Caminando. De seguro eres una asesina o narcotraficante. – Soy una asesina – Dije sin pensar en las consecuencias . – Era de esperarse. Si te subes al camión te llegaremos hasta el perímetro de la Zona pero sino quieres puedes caminar por donde desees tu sola. Después veremos como te cobramos el viaje. – ¿Estamos en Chernobyl? – Aún no pero ya casi. – Me subiré al camión.

Subirme a ese vehiculo fue el punto en donde mi vida cambio irreversiblemente. Si hubiera dada la vuelta y regresado por donde vine nada de lo que les voy a relatar me hubiera pasado seguramente. Había oído hablar sobre la Zona. Algunos decían que era el infierno sobre la tierra otros que era el último lugar donde los hombres podían vivir libremente. El gobierno había puesto un hermetismo sobre la información que se podía trasmitir y lo poco que se filtraba eran cosas tan extrañas que parecían inverosímiles. Los hombres al verme subir se sorprendieron bastante aunque por la situación en que nos encontrábamos mi llegada no era para hacer mucha plática. Todos se concentraban en la Zona, de lo que pensaban hacer allí y de los tesoros que podían encontrar para hacerse ricos. Por suerte se apiadaron de mí y me dieron agua y algo de comida. Por mi parte solo sabía de la iniciativa. Miles de hombres de varias partes del mundo con equipo pesado se habían encomendado hace unos años para controlar la Zona pero solo un pocos habían vuelto y la misión había acabado en un completo desastre.

Ya casi había pasado una hora desde mi llegada cuando la sangre de los hombres que se encontraban en frente mío comenzó a salpicar y logré escuchar los estrepitosos disparos. Se abalanzaron sobre mí al querer salir del camión y caí al piso de este. La mayoría me pisó todo el cuerpo. La lucha continuo varios minutos hasta que finalmente se detuvo. Concluida la balacera decide levantar la cabeza y salir del vehiculo pero lo primero que logré ver fue a un encapuchado apuntándome con un fusil. Me bajó de los pelos y me tiró a la tierra. Por lo que veía y escuchaba debían ser tres bandoleros los que nos habían atacado. Uno se preguntaba que hacer conmigo, si matarme o ver si podían sacar algún rédito con mi persona. Otro directamente se tiró sobre mí y empezó a arrancarme la ropa. Ninguno de los demás dijo nada sobre lo que hacía.

Trate de resistirme pero me dio varios golpes en la cara que me dejaron casi inconsciente. Recuerdo estar con la chaqueta que llevaba abierta, la remera partida en dos y el sujetador destrozado. Dejando mis pechos para ser manoseados sin problema. Me bajó los pantalones junto con las bragas y me puso boca abajo para penetrarme con todo su peso. Las envestidas fueron profundas y rápidas dejando mi vagina maltrecha. El agujero de mi culo que hasta entonces era virgen corrió la misma suerte. Sentía como se me partía por la penetración forzada y empezaba a sangrar. Todo el sexo que había tenido en mi vida se había dado sin mi consentimiento y sin ningún tipo de piedad. Al final descargó su asqueroso semen dentro de mi recto.

Alguno se comenzó a quejar de que mi violador estaba tardando mucho y que no debían permanecer mucho tiempo allí por lo que me liberó para dar pasó a los demás que aparte de manosearme por todos lados tan solo me dieron un polvo rápido por la vagina. Después que todos terminaron discutieron un poco a mi espalda y desde allí no recuerdo nada más.

Cuando desperté estaba inmersa en una oscuridad total. Mi cabeza me dolía bastante y no podía moverme de ninguna manera. Tal vez estaba muerta. Me volví a desmayar. Al recobrar nuevamente el conocimiento el dolor de cabeza era menor y me di cuenta que tenía una especie de venda rodeándola. También en mi boca se encontraba algo que me impedía cerrarla y tanto mis manos como pies estaban a atados a algún lugar. Por lo que lograba sentir me encontraba sobre alguna especie de cama. Me preguntaba que me habría pasado desde el asalto. Hacía frío en ese lugar, podía soportarlo aunque con algo de dificultad. Oí un ruido, alguien o algo se estaba arrastrando en la oscuridad. Una linterna se encendió y me apuntó. Mi captor debía estar viendo mis abiertos ojos. Hizo unos movimientos y con un cerillo encendió una lámpara de aceite. El lugar era increíblemente chico, como una caja de zapatos de cemento. Estaba la cama, una mesilla y se veía un agujero como única salida. La tierra y la humedad estaban por todos lados. La persona que había entrado tenía puesto un overol verde, botas, guantes, un chaleco antibalas, capucha y una mascara antigases; también llevaba un fusil y una pistola. El miedo me invadió completamente ante las cosas que me podría llegar a hacer esa siniestra figura. Se acercó a mí y me quitó la mordaza de la boca.

– ¿Cómo te encuentras Pablova? Mi nombre es Strelok. Pablova. – ¿Cómo sabe quien soy? Strelok. – Tome tus huellas digitales mientras dormías. Aquí en la Zona con los contactos indicados puedes saber lo sea del mundo exterior. Pablova. – Entonces sabe que soy una asesina. Strelok. – Claro que lo sé pero no te preocupes por ello, en este lugar hay personas mil veces peor que tú. Pablova. – ¿Cómo llegue aquí? Strelok. – Tienes mucha suerte muchacha. La bala se deslizó por sobre tu cráneo en vez de perforarlo. Pablova. – ¿Me dispararon? Strelok. – Un disparo directo a la nuca. Te encontré en el lugar del ataque y te traje aquí. Pablova. – Le agradezco que me halla salvado. ¿Qué es este lugar? Strelok. – Esto es tan solo un refugio provisional. Pablova. – ¿Por qué estoy atada? Strelok. – Las ataduras son solo para protegerte. Estabas en una difícil situación y no quería que te lastimaras. Pablova. – ¿Cuánto tiempo ha pasado? Strelok. – Casi dos semanas. Pablova. – No puedo creer que haya estado aquí todo ese tiempo. Por eso tengo tantas ganas de comer. Strelok. – Te alimente por vía intravenosa y usando un tubo en tu garganta. No es lo mejor pero era lo único que podía hacer. Los recursos son limitados. Cuando estés más fuerte te iras de la Zona. Pablova. – A donde. Mi madre era huérfana, a mi verdadero padre jamás lo conocí y la familia de mi padrastro me odia. Todavía ni he entrado a la cárcel y ya me escapé. Strelok. – Este lugar es muy peligroso y ahora más con “Ellos” volviendo a sus actividades. Pablova. – No entiendo. ¿Quiénes? Strelok. – Mejor te desato para que puedas comer por ti misma.

Strelok me desató y de una mochila que se encontraba detrás de la mesilla sacó unas latas de comida y una cantimplora. También sacó algo envuelto en una tela. Era como un pedazo de tronco quemado y de un color rojo vivas.

Pablova. – ¿Qué es eso? Strelok. – Muchos le dicen sangre petrificada. Es material orgánico sometido a fuertes radiaciones cognitivas. Es muy nutritivo aunque no te garantizo que no tenga partes de algún ser humano. Pablova. – Que asco. Strelok. – Es algo asqueroso pero su valor energético supera cualquier repugnancia que le tengas. Te ayudara a recuperarte más rápido. Pablova. – ¿Qué es eso de la radiación cognitiva? Strelok. – Son fuerzas que deambulan por la Zona. Pueden no hacerte nada, pueden matarte en un instante, pueden transformar la materia o permitirte ver el mundo a través de un grano de arena. A ciencia cierta es difícil explicarlo, pero se producen cuando se trata de afectar el campo cognitivo del planeta. Hace un año casi se habían disipado. Pablova. – ¿Y que paso? Strelok. – “Ellos”, no tienen un nombre definido, es una organización que piensa que usando nuestra tecnología puede dominar ese campo cognitivo que nos envuelve a todos. Pero los intentos de controlarlo solo provocan que responda de forma agresiva. Contra más insisten más agresivo es el ataque y se vuelve más difícil la situación en la Zona. Pablova. – Lo que cuentas parece muy extraño. Strelok. – Es difícil de creer hasta que ves las antenas de control y todo el desastre que provocan. Si te quedas un tiempo comprenderás todo. Pablova. – ¿Tú peleas contra ellos? Strelok. – Que otra cosa hacer. Huir y esperar no estar vivo para cuando todo el mundo sea devorado por la Zona mortal. Yo estuve al principio de todo, vi como el cielo se puso rojo como la sangre y caían bolas de fuego arrasándolo todo. Mejor comamos ahora y habláremos más tarde de lo que piensas hacer.

La llamada sangre petrificada era como una ceniza fibrosa, no tenía sabor a nada agradable. Tomé bastante agua y comí además algunas arbejas con atún directamente de sus respectivas latas. Strelok después de verme comer se quitó la capucha y la mascara antigases.

Strelok. – Debes discúlpame pero con el tiempo uno se habitúa tanto al equipo que ya parece normal llevarlo puesto a todas horas.

Debía tener entre unos treinta y cuarenta años. Con la piel bastante blanca debido seguramente al tener que estar mucho tiempo bajo tierra. Sus ojos eran negros y su pelo era castaño, apenas le cubría la cabeza. Tal vez la radiación que mencionaba haría que me quedara calva en poco tiempo. En el costado izquierdo de la cara tenía una cicatriz como si fuera una medialuna que iba desde la frente hasta la mejilla rodeando su ojo. Su expresión era lo que más decía. La de un hombre que se ha enfrascado en una lucha de nunca acabar.

Pablova. – ¿El gobierno no hace nada para normalizar este lugar? Strelok. – El gobierno no tiene la voluntad suficiente para enfrentarse a la Zona. Cree que es más fácil encerrar todo que hacer algo constructivo. Este lugar aparte de estar lleno de ladrones y bandoleros se encuentra ocupado por varias facciones financiadas del exterior con el propósito de saquear lo que hallen. Están los que son aventureros, los que piensan que pueden hacer una nueva vida, los que pelean contra la Zona. Pablova. – ¿Y “Ellos”? Strelok. – En un principio estuvo financiado por algunos gobiernos pero después del incidente empezó sus actividades por ellos mismos. En realidad los motivos que tienen como las personas involucradas son muy dispersos. Lo que si es seguro es que piensan que hacer realmente el bien.

Strelok comió también aunque no tanto como hubiera pensando. Pasamos mucho tiempo hablando de la Zona y de como era. Cuando le pregunte donde estaba el baño, fue a un rincón y levantó una tapa del suelo. También me comentó de los pormenores de mi higiene en el tiempo que me había estado cuidando lo que casi me hace morir de vergüenza. No es divertido relatar como se mantiene higienizada a una persona inconsciente. Definitivamente necesita lo antes posible un buen baño. Me dijo que debíamos dormir y cuando le pregunte donde lo haría me contesto que con el suelo bastaba.

A la mañana siguiente, Strelok me despertó y me dijo que tenía que hacer sus cosas. Me dio su pistola y me dijo que si alguien entraba y no era él dispara sin dudarlo. También me dio su reloj para que no enloqueciera al no saber que hora era y algunos víveres para que pudiera comer. Después de que se fuera por el agujero del refugio no sabía que hacer. Probé todas las posiciones en la cama, examine el lugar hasta el más mínimo detalle aunque no fuera de mi agrado y miraba a más no poder como las manecillas del reloj daban vueltas. La luz también estaba más opaca para ahorrar combustible y no quedarme a oscuras. Ya había comido y estaba sobre la cama mirando el mohoso techo. Estar absorta en mis pensamientos era terriblemente solitario pero me permitió meditar bien sobre lo que pasaba y tomar la decisión de ver la Zona con mis propios ojos y de tratar de convencerme si lo que decía Strelok era verdad o solo estaba perturbado.

Empecé a sentir un poco de comezón en mi entrepierna y me rasqué casi de inmediato. Desde mi última violación apenas me había visto como me habían quedado la vagina y el agujero del culo. Cuando permanecí en cuclillas sobre el pseudo-retrete del refugio me había quedado mirando a Strelok para ver si mantenía su promesa de no verme, la cual había cumplido perfectamente. Me senté sobre la cama y puse la lámpara lo más cerca posible de mi persona. Me baje los pantalones y el calzoncillo. Toda la ropa que estaba usando era de hombre. Mi anterior vestimenta se la habrían llevado o la habría tirado Strelok de seguro. Parecía estar todo bien aunque mi esfínter tenía una marca de haber cicatrizado hace poco y la mugre que veía sobre mi cuerpo no me agradaba para nada. Quise revisar mejor y me separe los labios. Toque mi clítoris tratando de encontrar algo malo pero solo obtuve una agradable sensación. Seguí haciéndolo hasta que con una de mis manos tomé uno de mis pechos para masajearlo. En se momento me introduje un dedo dentro de mi vagina y empecé con lentos círculos dentro de ella. Me volví a acomodar sobre la cama e introduje mi mano directamente por debajo de la ropa para frotarme los pezones con los dedos. Cambié los círculos con un solo dedo por un lenta penetración con dos. Así estuve un buen rato hasta que logre correrme y tener un placentero orgasmo. Me acomodé la ropa lo mejor que podía y me limpié la mano sobre ella. Decidí tratar de dormir para gastar las menos energías posibles. Al cabo de unas horas una voz me despertó y al darme vuelta Strelok estaba dentro del refugio.

Strelok. – El sueño profundo puede ser un peligroso amigo en la Zona. Tampoco duermas en contra de la entrada, minimiza tus posibilidades de acción. Pablova. – Este lugar me sofoca bastante. Strelok. – Tal vez mañana o pasado tenga algún mejor lugar. Ya pareces estar en condiciones de moverte.

Comimos algo y seguimos hablando sobre la Zona. Al parecer mañana se iría temprano y posiblemente no volvería hasta el otro día si era necesario. Nos dormimos y las cosas sucedieron como él había dicho. No me despertó antes de irse, al parece es muy silencioso cuando quiere. Ese día me masturbe tres veces ya que era lo único agradable que se podía hacer en el refugio. Probé nuevas posiciones como estar boca abajo y con el trasero en pompa. Además que me penetré con más dedos por largo tiempo y me masajeé mis senos al mismo tiempo. Incluso tuve algunas fantasías con Strelok dentro de mi mente. Aún con los orgasmos que había tenido casi me muero de aburrimiento ese día. En el cuarto día me desperté al oír un ruido y tomé la pistola que me habían dado. Por suerte no hubo necesidad de usarla ya que al entrar Strelok se presentó al verme apuntándole.

Strelok. – Ya es hora de irnos. Te he conseguido un lugar donde puedes pasar unos días. Estarás bastante cómoda ya que es una estación científica. Pablova. – ¿Y tú que harás mientras esté allí? Strelok. – Me adentraré en la Zona para ver como esta todo. Tardaré unos días. Pablova. – Y después que. Strelok. – Eso no lo sé. Es decisión tuya.

Strelok me indicó poder todo lo que se podía dentro de nuestras mochilas.

Pablova. – ¿Cómo entraron los muebles por ese agujero? Strelok. – Primero se hace el techo sobre el suelo. Después se excava y se hacen las paredes junto con el piso. Por último se hace la entrada. Pero la cama y la mesita la armamos como pudimos con lo que se podía entrar. Pablova. – Ya veo.

Strelok antes de irnos corrió la cama de lugar y con su cuchillo raspó la pared. Para mi sorpresa había un compartimiento oculto del cual sacó una caja.

Pablova. – ¿Qué es eso? Strelok. – Es lo que les voy a dar a los científicos para que te cuiden. Pablova. – No sabía que ibas a pagar mi estancia en ese lugar. Strelok. – No te preocupes puedo encontrar otro.

Él abrió la caja y dentro de ella había un orbe que emitía un resplandor azulado.

Pablova. – Es hermoso. Strelok. – Lo llaman luna llena. Es capaz de acumular energía eléctrica dentro de el y con ondas sonicas de alta frecuencia se puede liberar esa energía atrapada. Con algo de estudio tal vez podamos hacer baterías diez veces más poderosas y eficientes de las que hay ahora. Pablova. – Creo que quedaría mejor como adorno.

Strelok selló de nuevo la pared para que nadie se diera cuenta que había una parte falsa. Él me indicó que primero debía ir normal y que al final me diera vuelta para poder salir fácilmente del túnel. Se introdujo primero en el agujero y yo lo seguí. La salida era de cinco o seis metro de largo con un poco de elevación y después doblaba hacia arriba. Cuando Strelok ya estaba parado para salir a la superficie dijo algo que no logré comprender y de inmediato oí muchísimos disparos que resonaron terriblemente dentro del tubo. Empecé a gritar desconsoladamente hasta que me dijo que me tranquilizará que estaba bien. Al salir pude ver cerca de la entrada que había una especie de monstruo. Como un lagarto con forma de hombre.

Pablova. – ¿Que demonios es eso? Strelok. – Un hombre dragón. Ya te había hablado de ellos. Es raro que este por aquí. Por lo general se encuentra en lo más profundo de la Zona. Me hubiera arrancado la cabeza con sus garras si no me agacho a tiempo. Pablova. – Pero te encuentras bien no. Strelok. – Si es estoy bien. No te preocupes. Ahora ayúdame a arrastrarlo hasta la estación científica. Pablova. – ¿Para qué? Strelok. – Nos darán algo de dinero por el.

Una de las reglas primordiales de la Zona es que todo tiene un valor, incluso los cadáveres. Strelok cerró la entrada con una trampilla camuflada por lo que el refugio quedaba completamente oculto a la vista de todo el mundo. Me preguntaba como haría para encontrarlo el mismo. De seguro debía conocer el lugar como la palma de su mano.

Continuara...