Stag Life 25: Roommates (1981)
Cinta que sirve de pretexto para continuar con la biografía de Verónica Hart. La analogía de estas compañeras de apartamento y la vida real es espeluznante. Esta cinta ganó premios de la AVN, y le mereció reconocimiento especial a Hart.
Stag Life 25: Roommates (1981)
Título: Roommates (1981)
Dirige: Chuck Vincent
Título Región 4: Cuarto de Señoritas.
Performancers:
Cuadro de Honor:
Samantha Fox y Veronica Hart
Este es el segundo fascículo de las tres entregas que abarcarán referencias biográficas y partes de entrevistas hechas a Veronica Hart. Para quien está conociendo la trama en este número, repetiré que en “Stag Life 23: A Scent of Heather (1980)” revisé los orígenes de Veronica Hart, y abarqué, con una frontera no demasiado rígida, hasta su incursión en el porno. En “Stag life 24: Roommates (1981)” trataré de referir a sus años en activo, es decir, como protagonista de roles hard (ya que en activo ha estado siempre). Y en “Stag Life 25: Pandora´s Mirror (1981)”, intentaré dar un vistazo a lo que ha hecho luego de dejar los roles hard y hasta la actualidad. Las anotaciones biográficas constituyen un trabajo recopilatorio y de traducción libre, razón por la cual aparecerán entrecomilladas y, de tener yo el dato, señalaré quién la realizó y en qué época. Cuando tome entrevistas de alguien lo haré notar con la identificación de quién pregunta y quién contesta, mientras que el resumen tipo prosa parte de lo que he podido yo entender de la biografía no autorizada de Luke Ford.
Biografía
Después de "Fascinación (1980)", hizo algunas películas con Lenny Kurtmann, quien se hacía llamar León Gucci. Según Verónica: “él tenía la reputación de joderse a todas sus actrices, cosa que hizo conmigo. Yo estaba teniendo sexo con un tipo predominantemente gay: Zebedy Colt. Yo estaba tomándolo duro, y éste sólo daba para un metraje suave, por lo que el tipo (es decir Leon Gucci) se ponía encima cada vez (encimarse de estarlos apurando para que terminaran la escena). Él se encimaba y era una escena larga –no puedo recordar si llevábamos una hora o una hora y media, como sea- y tomándome de lado dijo “¿Caramba, es que tú no te cansas?”. No sabía qué decir, por lo que dije “¡Bueno, eh, caramba ... no sé ... er ... sí!”. Él dijo “¿No te gustaría que esto se acabe?”, y yo dije, “Seguro, yo creo...”, no tenía una maldita idea de lo que debería hacer, o si lo estaba haciendo bien o si no lo estaba haciendo bien. Así que me eché para atrás; el director se bajó los pantalones, me empinó, penetró mi vagina, bombeó un par de veces y se vino encima de mí. Yo no sabía mucho en ese entonces sobre el negocio, pero sabía que aquello no era correcto. A los actores se les paga para llevar a cabo todo y los directores no están ahí para andarse regando. Él tenía que cogerse a todas sus actrices, y así... pero yo sabía la gran diferencia entre ser un director y ser un actor. Los actores son contratados para joder, no los directores. Aquello no era profesional. Fue la única vez que me sentí como una mierda en el porno”. Verónica recordaría más tarde "Gracias a Dios, Seka estaba en el set y me dijo, “Dulzura, no tienes que hacer nada que tú no quieras hacer, ellos son los afortunados de tenerte aquí, eso es una cosa muy importante”."
Verónica pronto se convirtió en una de las principales estrellas de la industria porno de comienzos de la década de 1980. Ella no sólo disfrutaba teniendo sexo delante de la cámara, sino que además también era una buena actriz y era fácil llevarse bien con ella. En su autobiografía Jerry Butler recuerda: "Encontré que era extremadamente fácil trabajar con ella. Considerada, manejable y profesional, la actitud de Verónica parecía ser, “vamos a hacer el trabajo... y hagámoslo bien...”. Estar dentro de ella era maravilloso porque realmente gozaba del sexo y eso alentaba mi sensibilidad. Ella era una mujer que nunca fingía. Por fuera, Verónica podía lucir angelical e inocente, pero yo la he visto en una escena tan absorta que incluso rogó al tipo que se le regara en la boca y en toda su cara."
Ya sabemos que la opinión de los pornstars no siempre es objetiva, ya que tienden a exagerar, sin embargo la opinión a favor por parte de Butler es verdaderamente inusual. Jerry Butler ganó el odio de toda la industra porno ya que su autobiografía, titulada “Raw Talent”, es un libro que no deja cabeza puesta en su sitio, pues básicamente se queja de todo. Fácilmente pudo haber despotricado en contra de la cicatriz de Veronica Hart y la necesidad de que las escenas se filmaran de tal manera que no apareciera la parte derecha de su cuerpo, o si sus nalgas no eran de gimnasio, o su olor, suponiendo que a Butler no le gustara tal aroma (en su biografía explica a detalle quién apesta). Pero no lo hizo.
Hart reconoce que esta capacidad de disfrutar del sexo delante de la cámara es uno de los principales ingredientes para convertirse en una estrella en este negocio: "El cine es la ilusión de la verdad. Lo que podría lucir bien en una película no es necesariamente aquello que se siente bien. Sin embargo, creo que mientras estés más caliente tú, más caliente estará la audiencia. Muchas de las chicas en este negocio no se clavan en el sexo, o no le entran a hacerlo con otra chica. Juegan a eso, y su frialdad trasciende a la película. Cuanto más te mentalices para estar caliente, más caliente aparecerás en la película". Además, Verónica reconoce que ella era naturalmente bisexual: "Me encanta la calidez y la ternura que se obtiene a través de las damas, pero puedes tenerla junto con un hombre, también. Me encanta el coño y me encanta la verga". Una de sus partes favoritas en el negocio era poner a tono a los chicos, lógicamente, fuera de cámara, y por lo común, dándoles una mamada. A esta noble actividad se le llama "Popping guys cinematic cherries”. Con gran compasión y sentido de equipo, Hart comenta: “He disfrutado el poder de relajarlos para llegar a algún lugar y ayudarles a que hagan sus interpretaciones."
“Cowgirls (1981)”
Verónica dejó de actuar en películas porno durante 1984. "Dejé de hacerlo cuando dejó de ser divertido. Yo sólo quería hacerlo mientras fuera divertido y mientras obtuviera diversión en ello... Y dije que saldría [cuando ya no fuera divertido] y lo hice." Sin embargo, había otras razones para su retiro: "Me enamoré, básicamente. Tuve que dejar de interpretar sexo. Si alguien lo comenta, mis fans o quien sea, no fue porque yo fuera la más bella o la mejor para esto o aquello, pueden decir en cambio que me gustaba a mí misma, pueden decir que tuve corazón – y no quiero hacer trabalenguas. No tendría sexo para no disfrutarlo. Cuando dejó de ser agradable para mí, tuve que parar. Cuando me enamoré, yo no quería estar con nadie más... Todo era terriblemente romántico para mí en ese momento. Todavía estoy casada con mi esposo. Hemos estado separados durante probablemente alrededor de tres años. Tenemos dos hijos maravillosos. Dejamos de vivir juntos, pero somos los mejores amigos".
Aquí debo hacer unas precisiones. Esas respuestas acerca de que sigue casada y que lleva tres años separada de su marido obedecían a un contexto verdaderamente histórico. Como se verá en la entrevista de Rachel Arieff, el esposo murió. Los hijos que tuvo a lado de su esposo Michael Hunt son: Chris, nacido en 1983, y Max, nacido en 1985.
Un dato natural es que la gestación dura nueve meses. Verla encinta no es algo que se vaya a conseguir en ninguna escena hard y, si soy honesto, mi gusto por el cine sexcore no llega al grado de no respetar la intimidad de los realizadores. En todo momento estoy conforme con aquello que los actores quieren dar, y no es para mí ninguna obsesión el ir a por más, el escudriñar en sus vidas para robarles intimidad. Acepto que ellos creen fantasías y que pongan el límite a dicha magia. Como dice Michela Marzano, el erotismo no está en la exposición absoluta, sino en el juego de exposición y ocultamiento, en los límites, en la condescendencia y en la curiosidad.
Hay actrices que consienten comercializar sus procesos de gestación. Algunas dirán que se sienten hermosas y que por ello desean mostrar esa etapa, pero seamos sinceros, quienes persiguen a toda costa esas fotografías no son distinguidos por su comprensión del proceso creativo del nacimiento, sino más bien, aficionados al morbo, con un espíritu humanitario al nivel del guarrísimo Torrente, personaje ultra cutre de Santiago segura, que es gamberro a tope, quien al ver una embarazada dice que ello lo pone caliente porque imagina que se les regaron dentro. No hay arte ahí. Como he dicho, algunas lucran, por ejemplo, estas fotos de la actriz Brianna Love, de quien se recomienda ampliamente la cinta “Brianna Love Her Fine Sexy Self (2007)”, dirigida magistralmente por el veterano John Leslie, no tienen nada qué ver con su quehacer hard.
Briana Love feliz
Lo interesante fue que las tomé de un foro en el que los foristas expresan sus opiniones acerca del tema que sea. Los comentarios son abiertamente procaces y contrastantes con lo bonitas que resultan las fotos. Uno de ellos dice: “Que gusto dejar panzona a la Love, llenarle de leche ese culo de infarto que tiene. Cuando gustes mami yo te hago otra roncha”. No imagino a Brianna Love contestándole, “Por favor, hazme otra roncha, déjame panzona, please” (el “please” dicho con acento chiqueado es marca registrada de esta actriz). Eso es lo bonito del internet, que bajo la sombra del bendito anonimato a todo el mundo le sale lo valiente.
Brianna Love en acción
A Veronica Hart se le puede ver encinta en la película “Private Schoolgirls (1983)”, donde tiene una participación de reparto, no sexual, obviamente, en donde interpreta a una maestra de educación física embarazada. El humorismo es trash, como el que le gusta al realizador John Waters: una maestra de educación física que tiene un genio del demonio, que grita y regaña a las alumnas, pero a la vez ostenta una barrigota que hace suponer los retos y riesgos que tuvo que padecer aquél que la embarazó, pues en verdad es gritona y regañona. La película es de 1983, y contando el periodo de gestación, se hace uno idea de cuándo ocurrió el apartamiento del porno de Jane.
Veronica Hart encinta en
“Private Schoolgirls (1983)”
Con relación a la entrevista donde dice haberse salido del porno por amor, las fechas pueden no cuadrarle a más de uno, hay riesgo de inexactitudes, ya sea que los años de nacimiento de los hijos sean imprecisos, o que Veronica Hart haya referido de manera distorsionada el orden de las cosas, es decir, que primero hubiera tenido sus hijos y después se enamorase al grado de dejar el porno. De cualquier forma, las cintas pueden filmarse cómodamente en una semana. Para 1984 sus participaciones son ya meramente actorales, sin intervenciones de sexo explícito.
En cualquier caso, con imprecisiones o no, digamos que nada importa, que los recuerdos bien pueden acomodarse como uno quiera y la historia de vira reescribirse como más digna nos deje. Una solución a este tema consiste en asumir que la decisión de dejar el porno no fue ni fácil ni inmediata, que tardó algún tiempo en ejecutarse. Fue madre a los 27 años. Un dato de trivia puede ser el siguiente (ya lo referí en un anterior Stag Life, pero lo repito por congruencia biográfica): en la película “Leo/Cleo (1989)”, obra mainstream del director Check Vincent, hace un cameo Christian Hamilton. En la trama, el empresario machista Leo sufre un accidente paranormal que lo convierte en mujer. La mujer, que no es otra sino Jane Hamilton, tiene los gustos y forma de pensar de Leo, pero atrapado en ese cuerpo. A Leo se le cree muerto. Regresa a su empresa para ver cómo su ex lamebotas, Marvin, se apodera de su empresa. En una escena, Marvin está dando un mensaje fúnebre acerca de Leo, a la despedida va la viuda y el supuesto hijo de Leo. El niño está ahí en la escena, no muy concentrado, como si Jane le hubiera dicho a Chuck Vincent, “¿Para qué contratas un niño actor? Ese papel puede hacerlo Chris”. Imagino a Jane llevando a su hijo al plató, diciéndole que durante la escena no se mueva, que diga sus líneas cuando se le indica, y sobre todo, que no voltee a sonreírle. El niño saca adelante la escena, sus ojos se pierden en el suelo o en otra parte, pero no en su mamá. La instrucción de no mirarla fue oportuna porque de hacerlo se revelaría una dulce complicidad. Es una escena rara, y más lo es sabiendo que el niño es hijo de Jane, pues hace imaginar escenas cotidianas como Jane preparando un sándwich para que el niño se lo coma en el recreo, es decir, revela una faceta mucho más cotidiana de lo que se esperaría, lo que hace de Jane un personaje humano todavía más complejo.
Verónica admite: "Cuando quise entrar al negocio para adultos básicamente le di un beso de despedida a mi carrera normal". Después del retiro "yo traté de distanciarme del negocio para adultos a pesar de haber hecho tantos y tantos de esos filmes. Hice mucho de mi dinero a través del desnudismo. Me desnudé por años... Por mucho tiempo anduve en la onda de ‘bien, si la gente sabe que soy Veronica Hart nunca voy a obtener un trabajo’, pero esas eran mamadas. En todos los trabajos que tuve la gente sabía que yo era Verónica." Pronto pasó de trabajar delante de la cámara a trabajar detrás de ella. "Comencé a dirigir en este negocio con 'The Electric Blue Show'' para el Playboy Channel. Creo que fue en 1984, o por ahí. También manejé la producción de algunas otras cosas. Hice sólo una pieza hardcore en ese tiempo [es decir, como directora]. Los trabajos para Playboy eran softcore, desnudos, pero no hardcore. Hice una pieza para Candida Royalle, llamada 'The Pickup' que en video se llamó ‘A Taste Of Ambrosia’. Ahora estoy de nuevo en el hardcore, probablemente durante los últimos cuatro a cinco años. Nunca pensé que estaría aquí de nuevo. Pensé que lo había dejado en la década de1980”.
A continuación, algunas partes más de la entrevista que dio Hart a Rachel Arieff, alusivas a este periodo en el que ella estuvo de lleno en el hard.
Rachel Arieff: Me gustaría preguntarte por las estrellas porno del pasado. Eran verdaderas estrellas. Igual que Joan Crawford y Bette Davis eran estrellas, también lo eran Vanessa Del Rio, Marilyn Chambers y Seka. Eso es algo que ya no sucede en el porno.
Veronica Hart: “Es interesante que alguien puede ser un actor sin ser una estrella de cine, pero quien rueda porno automáticamente es considerado una estrella porno. Hoy en día hay algunas verdaderas estrellas porno. Todo depende de si una compañía puede promocionarlas. Quizá las chicas de Vivid puedan ser consideradas estrellas como éramos nosotras. Wicked también tienen sus chicas. No sé, por ejemplo Tera Patrick realmente ha conseguido alcanzar el estrellato. Jenna Jameson también lo logró. Pero en la mayor parte de los casos no, todas son reemplazables”.
Rachel Arieff: Si comparas a estrellas actuales como Tera Patrick o Jenna Jameson con estrellas del pasado como Vanessa Del Rio, ¿qué diferencias ves?
Veronica Hart: “Ellas tienen productoras detrás que las promocionan. Vanessa Del Rio nunca contó con el apoyo de una productora. Sabes, cuando yo era una estrella me dijeron que había arruinado mi carrera porque rodé 13 películas en un año. Decían que había saturado el mercado. Ahora, sin embargo, las actrices pueden rodar 13 videos en una semana. Todo es completamente diferente. Antes había estrenos de cada película en cines, y aparecían anuncios de nuestros films en la cartelera de cine de cada periódico. Y poco a poco, nuestros anuncios pasaron a las páginas de deportes, hasta que desaparecieron por completo. Cuando llegó el video, ya no era necesario ir a un cine y disparar allí tu esperma. Y ahora todo se basa en Internet. Ya no hay cajas de videos en tu casa que puedan ver tus hijos o tu novia. Descargas lo que quieres de Internet, luego borras el historial del ordenador y no queda ni rastro. Puedes ser un pervertido anónimo. ¿Cuál es el siguiente nivel? Cine tridimensional, aunque no hayan tenido mucho éxito con eso hasta ahora”.
Rachel Arieff: ¿Cine adulto interactivo?
Veronica Hart: “O por lo menos sentir que estás en el mismo espacio con la persona en la pantalla. Si me involucro activamente de nuevo en el negocio, será con eso”.
Recuerdo haber ido en 1993 a una rudimentaria sex shop de la Ciudad de México, ahí había cabinas y uno pagaba a cambio de fichas. Cada ficha daba acceso a cincuenta segundos de película. Supongo que la intención de tan arbitrario límite de tiempo obedecía a un esfuerzo, que a ser honesto debe referirse como vano, de impedir que los clientes se masturbaran dentro de la cabina. Los mensajes eran ambiguos. Por un lado te vendían las fichas baratísimas, para que te lleves muchas, por el otro, la duración era de cincuenta segundos, para que veas poco, sobre una tarima, un papel de rollo para que, en dado caso de que no entendieras la indirecta y de todas maneras te la menearas, lo hicieras con higiene, en contra, cada vez que la ficha terminaba y depositabas la siguiente, aparecía sintonizado de nuevo en el canal uno de los diez que habían. De manera involuntaria, esta mecánica te colocaba ante una visión panorámica de la sexualidad, pues el canal uno podía ser lésbico, el segundo hetero, el tres sado, el cuatro y cinco gay, el seis de orgías, y así.
En ese mismo local había una cabina singular. Esa la contratabas por un precio más alto, y pagabas una cuota por media hora de película. La particularidad de esa cabina, y razón por la que me estoy acordando aquí de ella, era que se trataba de una cinta en tercera dimensión. Les he de contar que no daba mucha confianza tocar los lentecillos que le prestaban a uno, pues así como las fichas efímeras no garantizaban que los clientes se masturbaran, nada impedía tampoco que luego de esparcir el semen en sus dedos los clientes se quitaran las gafas. Esperar que se la jalaran con la derecha y se quitaran los lentes con la izquierda es, como bien puede suponerse, mucho pedir.
La película era un asco, y el sistema de 3D con su plástico rojo y azul resultaba deficiente. Todo resultaba muy confuso. Salía una tetona en 3D y si lucía amenazante, las penetraciones, el ajetreo, se miraba con cierta textura y profundidad, pero a ciencia cierta, esta tecnología lejos de acercar al espectador con la experiencia puesta en la pantalla le alejaba, haciéndole consciente no sólo de que mira un espectáculo diferido, sino que además ajeno. La tecnología ha avanzado mucho y la industria de entretenimiento para adultos genera muchos ingresos, tantos como para pagar, una cinta que incorpore la llamada Real D. Al escribir esto ya existe en el mercado “This Ain't Avatar XXX (2010), que es la versión porno de Avatar (2009), de James Cameron, producida por Hustler, la cual ya incorpora esta tecnología, siendo la producción más cara en la industria del porno hasta ahora, desbancando a “The Uranus Experiment (1999)” de la casa Private, que era la más costosa por haber incorporado escenas de sexo en gravedad cero. Costoso es verla también, ya que seguramente necesitarás la pantalla capaz de reproducir el Real D, pues que sea programada en una sala de cine con esta tecnología es simplemente imposible, al menos en México.
La tecnología está apuntando a la traducción de la imagen a sensaciones más polivalentes, ya está ahí, y Veronica Hart aquí sí está incumpliendo su promesa, pues al no estar asociada a productoras grandes como Hustler o Private, es difícil que logre financiar una cinta con esta tecnología.
Rachel Arieff: ¿Es“Amanda By Night”tu película favorita de tu carrera?
Veronica Hart: “Creo que sí. Adoro ‘Amanda By Night’, y adoro ‘Roommates’. También me gusta mucho ‘Scent of Heather’. Pero sí, ‘Amanda’ es mi favorita. Es como Jane Fonda en ‘Klute’. Hay un chico que es fan de las estrellas porno veteranas. Es más joven que mis hijos, y colgó una buena parte de la película en Youtube sin escenas de sexo. En esa época, los guiones podían llegar a tener 90 o 120 páginas de texto. Las cosas en las que trabajamos ahora sólo tienen doce o trece páginas. Antes había entre quince y veinte minutos de preparación para cinco minutos de sexo. Ahora, en cambio, es al revés. Tienes suerte si hay cinco minutos de diálogo antes de una escena de sexo de quince o veinte minutos. Y todo se ha vuelto muy clínico, puedes verlo absolutamente todo”.
Rachel Arieff: Sí, y vaginas afeitadas en todas las películas.
Veronica Hart: “Sí. A mí me gusta ser una mujer. No me gusta parecer una niña. Lo he probado todo, pero si te afeitas el vello púbico, cuando crece tienes que aguantar esos picores (Risas). Me gusta cuidarlo, prefiero que siempre haya un poco de pelo”.
Rachel Arieff: Me gustaría que me dieses tu opinión sobre algunas estrellas. Empecemos por John Holmes.
Veronica Hart: “Johnny fue la estrella más grande con la que no pude llegar a trabajar. Nunca tuve el placer de cogérmelo frente a las cámaras o fuera de las cámaras. Cuando yo entraba, él salía. Cuando él entraba, yo salía. Creo que él tenía aspiraciones de hacer algo más grande. Siempre quería hacer películas más importantes, quería ser como Bruce Lee. Quería ir mucho más lejos, pero las drogas fueron un freno para él”.
Rachel Arieff: Hace poco leí el libro“The Other Hollywood”y alguien del negocio decía que John Holmes era el actor más deseable para las mujeres, porque las actrices consideraban que era dulce y sensible cuando trabajaban con él.
Veronica Hart: “Yeah. Hay dos sensaciones en el sexo: está el sexo normal, y luego está el sexo que te llena, que te desborda. Y los dos son cool. Los dos son sentimientos realmente interesantes. ¿Sabes a qué me refiero? Está el sexo normal, de meterla y sacarla, y luego el sexo que casi es demasiado. Y eso es muy cool también. Creo que con él era así. Nunca llegaba a tener el pene muy duro, porque era muy grande, pero daba mucho de sí mismo, y las mujeres realmente disfrutaban con él”.
Rachel Arieff: ¿Cómo era John en persona?
Veronica Hart: “Parecía un tipo muy dulce. Era siempre muy agradable. Ya sabes, ‘¿Cómo estás?’, ‘Encantado de verte’. Ese es el tipo de interacción que tuve con él”.
Rachel Arieff: Un tipo normal, sin dramas.
Veronica Hart: “No había drama. No iba de gran estrella. Era muy sencillo”.
Rachel Arieff: Como el chico de la puerta de al lado.
Veronica Hart: “Sí, pero con una verga ENORME”.
¿Conoces a Vanessa Del Rio?
Veronica Hart: “Conozco a Vanessa muy bien. La quiero mucho. Es una buena amiga. Hace poco ha publicado un libro enorme con Taschen Books y creo que ha vendido muy bien. Ella sustituyó su obsesión con las drogas por el ejercicio físico. Ella es ‘bodybuilder’ desde hace años. Y además está teniendo mucho éxito con su web. Vanessa era increíble, porque gustaba a todo el mundo: blancos, negros, hispanos…”
Rachel Arieff: Su personalidad es muy atractiva.
Veronica Hart: “Y tiene un gran clitoris”.
Rachel Arieff: Es “likeable y lickable”.
Veronica Hart: “’Likeable y lickable’, exacto. Me gusta eso. Ella es maravillosa. Una gran dama”.
Aunque coincidieron en distintos rodajes, no recuerdo ninguna escena en la que Veronica Hart y Vanessa del Río se trenzaran en un encuentro carnal. En la cinta “Beauty (1981)” se superponen una a otra, Hart siendo disfrutada en un vestidor deportivo, y Vanessa en una especie de restaurante, se intercalan escenas de una y de otra, pero no se tocan. A menudo Veronica hará alusión a actos lésbicos, de los cuales tuvo bastantes. Tiffany Clark coincidió varias veces con ella, al igual que Seka. Para mi gusto, la escena lésbica que se percibe más inquietante y entregada es una que sostiene con Jesie St. James, en “Indecent Exposure (1981)”, donde da la impresión de que, más que estar filmando, se está agasajando en el cuerpo de su compañera de reparto.
Disfrutando de Jessie St. James en
“Indecent Exposure (1981)”
Rachel Arieff: ¿Llegaste a conocer a Traci Lords?
Veronica Hart: “Coincidí con Traci un par de veces, pero nunca tuvimos relación. ¿Qué me parecía ella? Era ‘naughty’. Era jodidamente ‘naughty’. Creo que cuando pasó todo aquello con ella, la industria no se hundió del todo porque antes de engañar al negocio Traci engañó al gobierno. A causa de ello, el gobierno no podía incidir demasiado en que Traci había engañado a la industria, porque lo hizo antes con ellos. Tenía un pasaporte falso. Tenía un pasaporte real, pero lo consiguió con un DNI falso. En su pasaporte de Estados Unidos constaba el dato de que era mayor. Tenía documentos, así que, si engañó al propio gobierno, por supuesto también nos engañó a nosotros. Hay mujeres que de muy jóvenes ya son muy maduras. Ella lo era. Sí, parecía muy joven, pero se comportaba como si no lo fuera. Tengo problemas con mujeres que denuncian el negocio o acusan de haber sido explotadas. Porque nuestro negocio se basa en explotación mutua. Es en plan, ‘Sí, he sido explotada, pero yo les he explotado también a ellos. Me han dado dinero en mano, me han pagado bien y sabía dónde me metía’. ¿Ha habido chicas explotadas en este negocio? Por supuesto. Hay mala gente en cualquier negocio. Pero la pornografía es un mundo enorme. Hay de todo, gente maravillosa y gente horrible”.
Rachel Arieff: ¿Por qué crees que Traci se metió en el negocio?
Veronica Hart: “Probablemente por dinero, vio una oportunidad. Y luego le dio la vuelta y vio una oportunidad en denunciar a la industria. Así que es inteligente, admitiré eso. Pero no es alguien que me guste”.
Rachel Arieff: Ginger Lynn fue a la cárcel por su culpa, ¿cierto?
Veronica Hart: “Sí, por todo el asunto de la evasión de impuestos. Traci hizo daño a mucha gente. ¿Sabes cuánto dinero se perdió por culpa de ella? De la noche a la mañana la gente que comercializaba sus films se convirtieron en pornógrafos infantiles. Gente que no quería saber nada con pornografía infantil, gente que no iba en busca de chicas menores de edad, de pronto tenían a la ley sobre sus cabezas. Gente que tenía su producto en sus estanterías, de la noche a la mañana tuvieron que retirarlo y destruirlo. Oh, pobre gente…”
Rachel Arieff: Supongo que conoces bien a Nina Hartley.
Veronica Hart: “Yeah! Ella es un icono en nuestro negocio. Es siempre y totalmente cercana y maravillosa con los fans. Ella está ahora[como pareja]con una persona que es su colega y con quien puede hacer cosas creativas todo el tiempo. Es una mujer muy inteligente. Es alguien muy cool”.
Rachel Arieff: Nina es educadora sexual y tú das charlas en universidades.
Veronica Hart: “Sí, doy charlas sobre películas y sobre el negocio. Ron Jeremy está teniendo mucho éxito en el circuito de universidades. Forma parte de un equipo de debate. Van a distintas universidades y debaten sobre pornografía. Él habla a favor de la pornografía, y dos o tres personas debaten en contra. Es divertido, porque todos ellos son amigos. Les contratan juntos, viajan juntos, comen juntos, son amigos. Pero luego son adversarios frente a la audiencia. Ha sido Ronnie quien me ha introducido en el circuito de charlas universitarias. Nina es muy buena en ese campo y está muy motivada”.
Rachel Arieff: La conocí cuando vino la última vez a Barcelona. Es una persona maravillosa.
Veronica Hart: “Es muy pro-mujeres. La adoro”.
Rachel Arieff: ¿Conoces a Annie Sprinkle?
Veronica Hart: “Conozco aAnniemuy bien. Tengo mucho cariño porAnnie Sprinkle. Tenemos un grupo de mujeres que se llamaClub 90. Empezó conKelly Nichols, Sue Nero, Veronica Vera, Annie Sprinkle, Candida RoyaleyGloria Leonard.KellyySuelo dejaron después del primer año, pero nosotras seguimos. Ahora también están Linda Montana y Barbara Carell. Nos apoyamos todas en nuestras crisis en la vida, así que conozco a todas estas damas muy bien. Y adoro a Annie. Ella se ha reinventado más veces en esta vida que yo. Es una artista en todos los sentidos. Mi casa está llena de obras de arte suyas”.
Rachel Arieff: ¿Qué me dices de Christy Canyon?
Veronica Hart: “Acabo de acudir a su programa de radio como invitada. Lo hace enPlayboy Radio, enSirius. Solía hacer ese programa conGinger Lynn, pero ahora lo hace sola. Y de vez en cuando tienen la ‘dinosaurs week’ e invitan a estrellas del pasado, así que me invitaron a mí.Christyfue alguien que para mí siempre estuvo en la periferia, y me sentía mal. Nunca supe mucho de ella, aparte de que era muy cool y que era una estrella. Sin embargo, fui a su programa y fue muy agradable conmigo. Dijo que siempre había querido conocerme y pasar tiempo conmigo. Me puso sus tetas en la boca, fue muy amable. Tuve mucha suerte. Necesito tener de vez en cuando unos pechos en la boca, y hacía tiempo que eso no me sucedía. Ella puede poner sus tetas en mi boca cuando quiera”.
A falta de imágenes de Veronica degustando las tetas de Christy Canyon, basta ver como chupa las de Lysa Thatcher en “American Desire (1981)” para constatar que, en efecto, no le viene mal que le ofrezcan un par de pechos para jugar.
Lysa Thatcher le da sus pechos a Hart en
“American Desire (1981)”
Rachel Arieff: Otra estrella legendaria es Kelly Nichols. ¿Desde cuándo son amigas?
Veronica Hart: “Aparecimos juntas en el film‘Roommates’. Estamos hablando de hace 29 años. La adoro. Ella ha visto crecer a mis hijos, y yo he visto crecer a los suyos. Es maravilloso. Kelly vuelve a actuar de vez en cuando. Muchas chicas de esa época están regresando al negocio”.
Rachel Arieff: Dirigiste las películas de retorno de Ginger Lynn y de Marilyn Chambers. ¿Cómo fueron esas experiencias?
Veronica Hart: “Adoro aMarilyn. Qué mujer tan genial. Ella yGingerson realmente grandes actrices, aparte de ser performers sexuales. Creo queGingerse sentía más a gusto con su sexualidad y con el hecho de regresar al negocio, peroMarilynme parece que no se encontraba en el mejor momento de su vida, tanto a nivel físico como mental como para volver a hacerlo. Creo que lo hizo más por razones monetarias que por otra cosa. Para ella fue duro. Pero adoro aMarilyn. Y tengo mucho respeto y amor porGinger, creo que es una gran actriz que se involucra mucho en lo que hace. Realmente le importa la química sexual y ese tipo de cosas. Ambas son geniales. Para ser honesta, nunca he sido una persona celosa, pero si a alguien envidié en aquella época fue aMarilyn Chambers, cuando iba rodeada de aquel ‘entourage’ y era la estrella del momento.Gingerpor su parte siempre fue la alegría de la fiesta, siempre tuvo mucho entusiasmo. Cuando pienso en las vidas que han tenido ambas y sus altibajos, me siento afortunada de la vida que he llevado. Es interesante cómo te das cuenta de este tipo de cosas cuando pasa el tiempo”.
Rachel Arieff: Marilyn nos contó que fue chocante ver que realmente te excitabas en el set de rodaje mientras ella actuaba. Para Marilyn, el porno nunca ha tenido nada que ver con el sexo, es un simple negocio.
Veronica Hart: “¿Te refieres a si me ponía cachonda mientras la dirigía? No, no me pongo cachonda. Me siento excitada si creo que está saliendo bien, pero sólo me pongo cachonda si estoy con alguien en la cama. O si estoy con mi vibrador. Ver cine para adultos no me pone cachonda. Espero que cuando la dirigí, la hiciese sentir sexy y se sintiese excitada. Mi objetivo cuando dirijo a alguien es que se sienta sexy. Quiero que sientan que están excitando a quien que les ve. Ese es mi trabajo como directora. Pero ¿me masturbo mientras ruedo un film? No, en absoluto. Estoy preocupada por el ángulo de la cámara, la localización, y sobre si seremos capaces de pasar a la siguiente escena”.
Rachel Arieff: Eres una directora.
Veronica Hart: “Es un trabajo muy completo. Pero al mismo tiempo, ¿mientras ruedo me acerco a un actor y le susurro cosas guarras en el oído para ayudarle a actuar? Puedes apostar a que sí. Soy diabólica. Haré lo que sea necesario para que una secuencia salga bien. Soy muy física, y si el ritmo en una escena es bueno, me verás detrás de la cámara en plan, ‘Yeah, yeah, adelante, adelante’. Me encanta flirtear con los actores, pero no me interesa cogérmelos. No quiero que sientan que tienen que coger conmigo para salir en una de mis películas. Eso es lo bonito del cine para adultos. No tienes que tirarte a alguien para conseguir un papel en un film. Tu trabajo ES coger”.
Rachel Arieff: Cierto, alguien comenta en“The Other Hollywood”que, curiosamente, en el cine para adultos no hay que hacer sexo con nadie para conseguir trabajos, a diferencia del cine convencional, en donde eso sucede todo el tiempo.
Veronica Hart: “Yo nunca tuve que joder con nadie para conseguir un trabajo. Pero conozco a muchos productores de cine para adultos a quienes no les importa recibir una mamada antes de dar un papel. Hay chusma en todos los negocios. Pero sí, es algo que se da más en el cine convencional que en el cine para adultos. Yo me cogí a mucha gente de cine convencional y de todos modos no me sirvió para nada”. (Risas)
Luke Ford explica esto con una frase muy simple. Él resume que Veronica Hart tuvo pequeños papeles en grandes películas y grandes papeles en películas pequeñas. Pero eso ya se verá en el próximo Stag Life.
Rachel Arieff: Me encanta cuando Kelly Nichols dice en ese libro: “No quería cogerme a nadie para conseguir un papel. Solía decir, ‘Invítame a tu fiesta.Entonces cogeremos”.
Veronica Hart: “Yeah”.
Rachel Arieff: Rodaste un remake de“The Opening of Misty Beethoven”con John Skipp.¿Cómo fue ese proyecto?
Veronica Hart: “Te contaré cómo surgió. Él vivía en mi casa, y tenía que escribir algo porque debía dinero de alquiler. (Risas) Y funcionó muy bien, porque es un escritor excelente. En un principio me pareció que era un pecado hacer un remake de algo tan increíble. ¿Cómo puedes hacerlo? Y se nos ocurrió la idea de convertirlo en un musical. Todo salió perfecto”.
Rachel Arieff: Recuerdo cuando yo vivía en Los Angeles, un día vi a Skipp y me comentó que acababa de rodar una escena en un almacén de Downtown L.A., en donde él aparecía tocando la batería, rodeado de cientos de personas cogiendo sobre mesas de cristal.
Veronica Hart: “Yeah. Es algo que ya había hecho antes, colocar a gente jodiendo sobre plexiglass y filmarles desde abajo. Este tipo de ideas parecen muy buenas, pero si te fijas en cómo cogen, enseguida piensas, ‘Creo que no’. Constantemente colocamos a la gente en situaciones incómodas”.
Rachel Arieff: Es como en las películas convencionales, cuando ves a un tipo cogiendo con una chica contra una pared, mientras la espalda de ella golpea repetidamente esa pared. No parece algo muy cómodo.
Veronica Hart: “No, pero puede ser excitante. Una vez tuve un amante que era maravilloso. Le encantaba ser espontáneo. A veces quedábamos para comer y jodíamos en la furgoneta. O se la chupaba antes de entrar a un restaurante. O estábamos en un cine en Glendale bajando unas escaleras, él me miraba, yo le miraba, e inmediatamente yo me bajaba los pantalones y él me montaba allí mismo. ¡Era genial! Él escribió el guión de‘Edgeplay’, uno de los films de ‘comeback’ deMarilyn Chambers. Solía travestirse, y tocaba en una banda de L.A. que se llamaba“Foxtwat”.
En las cintas de Veronica Hart brillan por su ausencia las acrobacias. Ella es experta en montar una verga como Dios manda, y abrirse al disfrute de un buen ajetreo, y sólo rara vez se entrega al contorsionismo y a estas posiciones que en esta entrevista tratan como posiciones que se ven bien pero sin duda no son nada cómodas. Ya decía en Stag Life 23 que, desde mi opinión, el banderillero que mejor sabe cogerse a Veronica Hart es Ron Jeremy. Quedan en el tintero encuentros posibles que nunca se concretaron, como ver a Veronica lidiando con John Holmes, o incluso se antoja interesante imaginar qué hubiera pasado si en una película se hubieren encontrado Verónica y el temperamental Harry Reems, tan acostumbrado a hacer a las actrices como le daba su gana (y digo en una cinta porque más adelante se verá que Veronica llegó a hacerla de fluffer de Reems, pero no hay imágenes de ello, lástima). Con Ron Jeremy sostiene Veronica un encuentro casi circense, si no el único, sí el más acrobático que a mí me ha tocado verle, esto en la cinta “Woman in Love (1983)”, en la cual Jeremy está de pie, pistoneando a Hart, que se limita a ser subida y bajada por los brazos de Ron, casi como si fuese una muñeca inflable que poco o nada puede participar.
Postura incómoda en “Woman in Love (1983)”.
Rachel Arieff: ¿Sabes si alguien de la película original de “Misty Beethoven” ha visto tu remake?
Veronica Hart: “¡No lo sé! Esa es una pregunta interesante. Intentamos queJamie Gillissaliese en el film, pero no fue posible. Nos pidió demasiado dinero por trasladarse desde San Francisco y aparecer en la película. Y ni siquiera se trataba de una escena sexual. Así que al final fichamos aFreddy Lincolnen su lugar. Espero que a la gente que rodó el film original les gustase mi versión”.
Recordemos que el buen Jamie Gillis tenía fobia a volar, lo cual volvía complicada su participación en toda serie de proyectos. Gillis era poco idealista respecto al negocio, y a menudo las cosas tenían una importancia proporcional a la paga pactada. Este remake de Opening of Misty Beethoven termina siendo una obra pretenciosa de la cual se agradece la intención de innovar, aunque en mi opinión no resulta muy efectiva. Veronica lo intentó, arriesgó y, quién lo sabe, si el público hubiera quedado fascinado con la cinta hubiera creado un clásico moderno. A mí me da un poco de ansiedad ver la verga de Randy Spears cantando, así es, ¡Cantando! Una verga cuyo ojo del pene habla y canta al más puro estilo Broadway me excita tanto como cuando me explican que hay enfermedades venéreas que se corrigen con una inyección en la punta de la verga, es decir, me deja helado. La cinta la salva la presencia ardientísima de Chloe Nicole, una actriz que, de haberse podido iniciar en el porno de 1978 hubiese sido un hito.
Despues del placer, la calma,
en “Amanda by Night (1981)”
Rachel Arieff: ¿Conoces bien a Jamie Gillis?
Veronica Hart: “Sí”.
Rachel Arieff: Sharon Mitchell comenta en“The Other Hollywood”que, en una ocasión en New York, Jamie Gillis la llamó por teléfono y le pidió que viniese inmediatamente a su casa. Ella fue y se encontró a Jamie en pleno juego de S&M con la estrella porno Serena. Al parecer, Jamie estaba metiendo la cabeza de Serena repetidamente en el water, mientras tiraba de la cadena, y necesitaba a Sharon para que le ayudase a sujetar a Serena.
Veronica Hart: “Él solía atar aSerena. A menudo alquilaba una habitación barata en un motel de la calle 42, la ataba a la cama, bajaba a la calle, buscaba a tipos, y subía con ellos a la habitación y les invitaba a cogérsela. Era un tipo interesante. En esa época yo hacía shows de sexo. Así fue como empecé. Antes de rodar ninguna película, cuando me trasladé a New York,Roy Stewartme propuso que apareciese en películas, me pareció buena idea, pero hasta que rodé mi primer film pasaron unos meses, y en ese tiempo hicimos shows de sexo. Lo malo fue que cuando actuábamos en directo,Roytenía problemas para que se le pusiese dura. Todo iba bien cuando cogíamos en casa, pero frente a un público tenía problemas. Hacíamos cinco shows diarios. Yo aparecía, me desnudaba, entonces aparecía él, lo hacíamos en tres posiciones distintas y al final había una eyaculación. Intenta imaginar lo difícil que era hacer eso con un tipo al que le costaba que se le pusiese dura. Al cabo de un tiempo, dejé de hacer shows con Roy y empecé a hacer shows con mi novio”.
Son pocas las escenas en las que comparten set y cama Hart y Jamie Gillis. Según creo, los actores que más departieron con ella fueron Ron Jeremy, Paul Thomas y Richard Bolla. Los actores con los que rodó no eran para nada extremos, y decir que el más intrépido era Ron Jeremy ya habla de sexo normal. La escena rodada entre Hart y Gillis que más me gusta es la que sostienen en “Amanda by Night (1981)” que termina con veronica dándole una mamada a Gillis.
Hasta ahí todo normal, a no ser que con la mano que le queda libre le mete los dedos a Veronica que es una experta en abrir las piernas. Esta imagen de la mano de Gillis hundiéndose en el abiertísimo coño afelpado de Hart, mientras un dedo desobediente se cuela en el orificio anal, es memorable. Era de lamentarse si estos dos no se hubieran acostado ante las cámaras.
Rachel Arieff: ¿Dónde actuabas?, ¿en Show World?
Veronica Hart: “No llegamos a hacerlo enShow World. Lo hacíamos en Avon 7, The Dolly elBryant Theatre. Lo hacíamos cada semana en un sitio distinto. La primera vez que mi novioBillyy yo actuamos, follamos como locos ante una audiencia y él se corrió. Entonces, entre ese show y el siguiente estábamos tan excitados que follamos de nuevo en el camerino, y él se corrió otra vez. Llegó entonces el momento de hacer el segundo show y… ¡ya no quedaba nada allí! Así que aprendimos cómo debíamos hacerlo. A partir de entonces, él solía correrse sólo una vez al día, y en el resto de shows simplemente hacíamos ver que se corría. Él tenía que tomar levadura de cerveza y todo ese tipo de cosas que se supone que van bien para el líbido y para producir esperma. Parecía un buen trabajo, pero después de hacer eso durante ocho semanas seguidas, cinco veces cada día, seis o siete días por semana… yo tenía conjuntivitis y debía actuar con gafas negras, o tenía la regla y debía usar una esponja… Al final le dije, ‘Dios mío, no puedo hacer esto más’. Fue en plan, ‘Cariño, te quiero, pero no puedo seguir haciendo esto. Adoro el sexo y quiero que siga gustándome el sexo, así que debemos dejar de hacer esto’”.
Rachel Arieff: ¿Cómo te sentiste la primera vez que hiciste sexo ante una audiencia?
Veronica Hart: “¡Fue excitante!”.
Rachel Arieff: ¿No necesitaste drogas o alcohol para calmar los nervios?
Veronica Hart: “No, yo era bailarina. Siempre había actuado. Había estado en muchos escenarios”.
Rachel Arieff: Sí, pero no haciendo sexo.
Veronica Hart: “Simplemente combiné dos cosas que me gustaban mucho. Me gustaba actuar y me gustaba el sexo. ¡Y me pagaban por ello! Tenía amigas que habían estudiado interpretación, y no podían conseguir ningún papel en una película. Por el contrario, yo estaba rodando películas, estaba cogiendo, estaba ganando dinero y era una estrella”.
Rachel Arieff: Y probablemente amigas tuyas que aspiraban a ser actrices legítimas, estaban trabajando como camareras y sufriendo acoso sexual a menudo.
Veronica Hart: “Yo sólo me sentí degradada una vez, cuando trabajé para Lenny Kurtmann. Fue mi primera prueba para una película. Lenny era chusma. Yo fui suficientemente inteligente como para decirle: ‘No puedes filmar mi audición’. Lo habitual era que en las audiciones él filmase a la gente haciendo sexo, básicamente filmaba planos cortos de los genitales, y luego los usaba en sus películas posteriormente sin el consentimiento de quienes había filmado. Pues yo aparecí en uno de sus films, y aprendí mucho porque trabajé con Seka en esa película y me enseñó algunas cosas. La adoro. Ella todavía es una buena amiga mía hasta el día de hoy. Yo compartía escena con un actor llamado Zebedy Colt. Zebedy era mayormente gay. Yo no lo sabía entonces, pero él era gay. Y me costaba mucho conseguir que se le pusiese dura. Cada vez que se ponía blanda, debía trabajar duro para que se le volviese a poner dura. En un momento dado, el director Lenny dice: ‘Cariño, ¿no estás cansada?’. Respondí que sí, y preguntó: ‘¿Quieres que acabemos con esto?’. Le dije que sí. Entonces él dijo: ‘OK’, se saca la verga, me pide que me dé la vuelta, me la mete y se corre en mi culo. Yo no sabía mucho del negocio, pero tenía claro que aquello no había sido correcto. Tienes directores y luego tienes performers, son cosas distintas. Me sentí como el pedazo de mierda más barato que puedas imaginar. Recuerdo que me fui a casa y lloré esa noche. Hizo que me sintiese barata y muy degradada. Y al día siguiente tuvo la poca vergüenza de invitarme a ir a las Bahamas con él. No tenía ni idea de que se estaba comportando como una basura”.
Rachel Arieff: Y le contaste a Seka lo que había pasado…
Veronica Hart: “Sí, y ella dijo, ‘Cariño, en este negocio no tienes que hacer nada que no quieras hacer’. Ese fue el mejor consejo que me han dado. Y eso es lo que les digo yo a las chicas que empiezan en esto. Haz sólo lo que quieras hacer”.
Rachel Arieff: Una de tus declaraciones más famosas tiene relación con Seka. Imagino que sabes de lo que hablo.
Veronica Hart: “Mientras yo tenga una cara,Sekatendrá un lugar donde sentarse”. (Risas)
Seka se sienta en “The Seduction of Cindy (1980),
de las primeras películas de Hart,
dirigidas por Leon Gucci
Rachel Arieff: Explícame eso.
Veronica Hart: “Ella fue genial conmigo. Me protegió. Y aparte de eso, ella es sexy y maravillosa. Una buena persona”.
Rachel Arieff: ¿Mantienes el contacto con Seka?
Veronica Hart: “Sí, ella está ahora felizmente casada con un tipo normal que la trata muy bien, es bueno con ella”.
Rachel Arieff: ¿Quiénes eran tus sex symbols favoritos cuando eras una teenager?
Veronica Hart: “Oh, rock stars. David Bowie era mi favorito.Él fue una inspiración para atreverme a hacerlo con mujeres y ampliar mi vida sexualmente. Él era increíble. Me encantaba el Glam Rock”.
Rachel Arieff: Hablemos de porno legendario. Aparte de “The Opening of Misty Beethoven”, otras dos películas esenciales son “The Devil in Miss Jones” y “Deep Throat”. ¿Qué opinas de ellas?
Veronica Hart: “He visto‘The Devil in Miss Jones’, pero nunca he llegado a ver‘Deep Throat’entera. Una de mis mejores amigas esGeorgina Spelvin, que protagonizó ‘The Devil in Miss Jones’. También trabajé conHarry Reemsen su film de ‘comeback’, ‘Society Affairs’. Yo era su fluffer en esa película, debía asegurarme de que mantuviese las erecciones. Harry tenía problemas para que se le pusiese dura, y yo hice cualquier cosa para que la película saliese adelante”. (Risas)
Rachel Arieff: ¿Harry no es “born again christian” en la actualidad?
Veronica Hart: “No lo sé. Es agente inmoviliario en Park City, Utah. Él nunca quiere tener relación con la gente de nuestro negocio, pero sé que aprovecha su fama como Harry Reems”.
Rachel Arieff: Harry tuvo problemas con las drogas, y creo que citó ese motivo como una de las razones por las que decidió meterse en la religión.
Veronica Hart: “Es como el caso deLinda Lovelace. Es divertido, porqueLindaodiaba sus conexiones con la pornografía, pero era siempre la gente del porno la que acudía en su ayuda cuando tenía problemas”.
Rachel Arieff: ¿Piensas que Linda Lovelace mordió la mano que le daba de comer?
Veronica Hart: “Sí, sí, sí.Annie Sprinklela quería mucho y realmente siente por ella. Piensa que fue una víctima. PeroLindafue una víctima y permaneció siendo una víctima. Hay personas que se sienten muy cómodas en ese estado, y no quieren hacer nada para solucionar sus problemas”.
Rachel Arieff: Cuando Linda Lovelace inició su campaña anti-porno con aquellos libros que escribió, acabé harta de leer sus historias acusando a todos menos a sí misma. Tenía ganas de abofetearla.
Veronica Hart: “Es en plan, ‘Estabas allí, lo hiciste, siento recordártelo, pero te gustó’. Yo tuve un problema conSamantha Foxpor lo mismo.Samanthay yo éramos amigas. Ambas fuimos estrellas en la misma época. Pero no me di cuenta del problema con el alcohol que tenía en aquella época. Lo ocultaba muy bien. Un día fuimos al programa dePhil Donohuejuntas, y tuve que defenderme de ella en TV por formar parte de la pornografía. Nunca pensé que me atacaría en un programa de TV. Tuve ganas de decirle, ‘Bueno, mientras te comía el coño, no parecía que te sintieras incómoda’. Pero no lo dije. No quise rebajarme a ese nivel. Aunque sí le dije: ‘Samantha, nunca en mi vida habría soñado que tendría que defenderme de ti’. Y ella replicó que yo estaba tratando de crear polémica”.
Una película en la que se puede ver esa comodidad de que habla Veronica Hart es “Blue Magic (1981)”, cinta ambientada con ropas de reminiscencia victoriana pero netamente americana, la cual recuerda a la serie de televisión “Dr. Quinn”, donde le da un llegue a su amiga Samantha quien, en efecto, no parece triste.
De lo que se queja Fox en “Blue Magic (1981)”.
Rachel Arieff: Así que ahora ella es anti-porno…
Veronica Hart: “No sé lo que es. Lo que está claro es que no quiere hablar de ello y no quiere verse involucrada en ello. Creo que es mucho más adulto decir, ‘Sí, esto es lo que decidí hacer entonces. No es algo apropiado para mí ahora. No es lo que hago ahora, pero sí, es lo que hice entonces, y estaba feliz con ello’. Me pone enferma toda esta gente que aparentemente lo pasaban bien, ganaban dinero haciéndolo, y de pronto, de la noche a la mañana se vuelven contra la industria y dicen, ‘Fui forzada a hacerlo’. Y no es cierto. Nos hace quedar mal a todos los demás (Risas). Parece que todos seamos víctimas, y yo NO soy una víctima”.
Tal vez Veronica no lo notó porque no observó. Hay un documental titulado “Behind the Scenes of an Adult Movie (1983)”, que pretende mostrar cómo son las entrañas de la industria del Cine X. Ya he hablado algunas veces de este documental, destacando cuan revelador es el episodio en el que se filma la filmación de una escena entre Danielle y un tipo que resulta ineficaz y cómo lo sustituyen con otro sin la menor culpa. Sorprende la frialdad cálida con que Danielle repite sus mismas líneas, pero con un sujeto distinto.
En el porno actual la figura del pornstar, ya sea hombre o mujer, queda aplastado por la figura del tema. Las cintas son más bien temáticas. Títulos como “My wife first monster cock”, “Bang my daughter”, “Cum fiesta” o “White chicks with Black Dicks”, son explícitos del contenido de la obra, donde la situación temática se repetirá una y otra vez, pero con distinta chica. La escena de Danielle me hace imaginar la existencia de un género “Mirror Film” en el que la actriz diga las mismas líneas con varios actores diferentes, dando un revés a la sensación de realidad que pretenden vender las cintas temáticas actuales tan saturadas de pseudorealismo.
La escena de Danielle revela un gradiente todavía más bizarro de utilización. El que ella diga las mismas líneas la coloca fuera de la realidad, no es ya un supuesto encuentro casual, está planeado, ella se aprendió las líneas, sabe lo que hará, y ello, lejos de colocarla en una situación de abuso la traslada a un rincón de cabronería inexplorado, pues el supuesto acompañante le escucha quizá sin saber que lo que ella le dice carece de toda realidad, de toda honestidad. Es como un títere que jala de las cuerdas causando en el titiritero los mudras que él desea; como una puta diciendo por quinta vez en una noche, y con cliente distinto, “eres el mejor palo que me han dado hoy”. Pero sin embargo, el cuerpo hará lo suyo, no ya como cuerpo sino como mera representación guional, como si metieras la verga en un script. Se me ocurre que pasen unas cinco escenas en las que la actriz dice exactamente lo mismo, como una mirada perdida en un punto inexistente, mientras el actor se esfuerza y, sin saberlo, da un matiz distinto a la escena. Las palabras se reducen al mutismo de la no significación y lo único que queda es la carne. Esa mezcla entre repetición e irrepetibilidad es extraña. No pensaría en dicha mezcla si no me hubiese inquietado tanto esta escena de Danielle que deja al hombre en una posición tan prescindible, tan evidentemente irrelevante, en un acto sexual que puede ser desarrollado por quien sea. Pero en fin, no es el tema.
El tema es que en ese documental intercalan entrevistas a actrices, para ser más precisos, entrevistan a Veronica Hart y Samantha Fox juntas. La postura corporal de una y de otra son distintas, la de Fox es de víctima, una víctima que finge fortaleza, la de Hart es la postura de una inexperta que quiere hacerse pasar por experta. Al preguntárseles qué futuro esperan del porno, Samantha no lo sabe, mientras que Veronica Hart titubea y termina diciendo que quizá termine de directora de cintas porno. Quien habla ahí es Jane Hamilton, quien tiene una semilla de futuro, no sabe cómo lo hará, pero piensa que tarde o temprano la fiesta de hacer performance acabará y deberá ocuparse de otra cosa. Cuando Fox responde al entrevistador nunca lo mira, habla como prisionera de un soliloquio. Sus muecas sí son de alguien con problemas de alcohol. Si bien con la vista evade al entrevistador, con frecuencia voltea a mirar a Hart, como si se sintiera cómoda con ella. La siguiente imagen es muy gráfica, Fox se ríe pero mira en dirección de Veronica, quien con su mano toca el brazo de Samantha, entregándole su confianza. No cabe duda, la vida da vueltas.
Roomies forever.
Si una cosa se aprende de la vida de Veronica Hart es que la inexperiencia se vale, pero también se vale madurar, y todo el mundo tiene derecho de hacerlo de la manera más congruente que pueda. Su última afirmación, en la que explica que uno puede ser una cosa un tiempo y luego cambiar, es muy profunda. Me gusta. La película “Roommates (1981)” trata un poco de eso, de crecer.
Reseña
Empecemos por decir que Veronica Hart ganó el premio a Mejor Actriz dentro de los AFAA Awards por su interpretación en la cinta “Roommates” (1981). En mi opinión la película es más un drama que una cinta porno. Cualquiera que comprase a ciegas la película con la añoranza ingenua de que las tres “ roomies ” (Utilizaré esa expresión inglesa porque la española “inquilinas” excluye a la que renta, y la voz “ roomies ” implica que, aunque una de ellas le renta a las otras, las tres son igualmente compañeras de apartamento. Obsérvese cuan anti erótico suena esto “La arrendadora y sus inquilinas”) se entregarían a innumerables orgías y excesos, quedará defraudado y triste, sentado en el retrete jalándosela con la escena imaginaria que quiso ver pero no vio.
Cabe también preguntarse aquí si Veronica se estaba interpretando a sí misma.
La cinta abre con títulos de entrada musicalizados con una balada dulzona de disco tardío. Piano y demás instrumentos de la época, más la voz de una tal Juree Palmer que es una absoluta desconocida. Mientras transcurren los créditos de inicio se ve a Joan (Veronica Hart) atravesando un parque para llegar a su volkswagen caribe sin placas. Porta unos lentes enormes y horribles que la hacen lucir tonta. Ella alza la vista, como si hiciera una señal. Lleva una sudadera muy holgada y unos pantalones de mezclilla muy feos. La canción habla de dobles caras, de un arcoíris por venir, de rayos de sol. La señal parece ser escuchada. Mal arranca el caribe , es seguida por una vagoneta dart , de chrysler , de esas que pueden llenarse con chiquillos y perro.
Aparece estacionada la vagoneta en el estacionamiento de un motel, y junto a ella está el caribe . Joan se perfila hacia el área de cuartos. Queda claro que ella tuvo que ir a por las llaves de la habitación y posiblemente pagar. Hace una mueca, y entonces sale un tipo de la vagoneta y se cuela deprisa al cuarto.
Él es Ted, interpretado por Don Peterson. La escena explica, en los pocos minutos que dura, gran parte de la situación, y hasta hay tiempo para echarse un palito. Un palito y nada más. Veronica quiere hablar de cosas que son importantes para ella, pero Ted la besa en la boca, más para callarla que para quererla. Ella insiste en que quiere platicar con él acerca de sus intenciones (de ella) de irse a vivir a Nueva York. Le explica a Ted que sueña con la posibilidad de encontrar algo en Broadway, que se resiste a ser maestra de escuela, que quizá el éxito le sonría. Y Ted escucha en la única forma que puede, es decir, mientras le quita la blusa y la va arrinconando hasta la cama. Ted le pide que se quite ella misma los pantalones, porque es difícil que él haga todo.
Como Joan no se calla la boca, la pone a que le mame la verga. Ella sigue hablando. Pues entonces se la mete.
Ella intenta llevar las cosas ya no por buen camino, sino por algo que parezca siquiera una vereda medianamente segura. Le pide un beso a Ted, quien no tiene tiempo ni interés en darlo. Encarrila la verga en el coño de Joan, quien le dice que no está lista todavía para la penetración, con lo que supongo habla de la lubricación vaginal, pues abierta de piernas sí que está, pero a Ted, obvio, no le importa, e igual se mete. Diecisiete caderazos son los que da Ted, no más, se viene dentro pese a que ella le pide de favor que por favor no se venga todavía. “Not yet, not yet”, dice ella. Y Ted: “Yeeeeeeet”. La pantomima de venirse dentro, o en lugares no explícitos, será la regla, ignoro si porque aspiraban lograr alguna clasificación más comercial o bien porque los encuentros sexuales son tan breves que difícilmente alguien sano se vendría tan pronto.
Dime que me amas, le dice Joan en el colmo de la autocompasión, y Ted, desganado, le dice que la ama mientras aprovecha para marcharse.
Desde que entran por la puerta de la habitación hasta que Ted sale por ella transcurren exactamente cinco minutos (cronometrado). Varias cosas quedan claras. Ted opina que Veronica fracasará en Nueva York, que es posible que él la vaya a visitar si es que ella consigue apartamento (para coger gratis, supongo), que a su esposa no la puede dejar para irse a Nueva York, que Joan puede visitarle a él, si ella quiere, los fines de semana (¡Como es tan buen amante el guey!). Para que Joan vea que él es buena onda, éste le deja un billete sobre la mesilla de la habitación.
La imagen de Joan sentada en la cama, desnuda y pensativa, es una estampa de mucha soledad. No estuvo acompañada en forma alguna. El sexo no fue sexo para ella. Ni Ted es su pareja, ni fue escuchada, ni siquiera recibió un beso honesto o un “te amo” auténtico, todo lo puso ella. Debe subrayarse que la parte actoral es muy efectiva. Llegas a creerte que Don Peterson es un patán, y sientes compasión por el personaje de Joan. No es una escena sencilla, por mucho que el guión parezca simple, y esa será una característica de esta cinta: los actores verdaderamente actúan. Samanta Fox está fenomenal y Kelly Nichols también hace bien su trabajo. Curiosamente, es Jamie Gillis quien a veces no da el rango actoral.
Se abre una vista panorámica del otrora símbolo de Nueva York, las Torres Gemelas.
Hay una fascinación en los directores de producciones porno neoyorquinas de filmar a las actrices caminando en las aceras de dicha ciudad. Supongo, de alguna manera el mensaje puede ser que chicas así deambulan por la gran manzana todos los días, las ves vestidas de civiles, y lucen ordinarias, pero no lo son una vez que están en una cama dispuestas a todo. Es como si evitaran desperdiciar tan buenos escenarios naturales. A mí en lo personal me gusta cuando la cámara persigue a las actrices en plan ordinario, pues se que esa que va ahí, luciendo tan normal, revelará sus misterios tarde que temprano.
En esta ocasión, la que luce su caminar en las calles neoyorquinas es Samantha Fox. Llega al edificio en que vive y la está esperando afuera, apostada en un coche, una especie de madam, interpretada por Gloria Leonard, que luce como María Félix si ésta última se hubiera dedicado a regentear putas.
Gloria Leonard quiere que Billy (Samantha Fox) le haga de puta, así que va a sonsacarla. El diálogo es más o menos así:
-Espera, te he aguardado largo rato y haces como que no me conoces.
-Quisiera no conocerte.
-Sí, cariño, quisieras, pero tú y yo sabemos bien la verdad, que tú eres una puta.
-Ex puta, ya no lo soy, ahora tengo un empleo decoroso.
-¡Va! ¿Llamas decoroso a un empleo donde ganas una miseria? ¿Sabes de lo que te estás perdiendo?
-No lo sé, ¿Años de cárcel?
-No. Te pierdes de los vestidos que te gustan, los viajes, los buenos restaurantes. Bien sabes que yo todo lo hago por cuidarte.
-Pues no me cuides tanto, además, ya sé cómo voy a resolver el problema de cómo pagar este apartamento. Voy a dar asistencia.
-¿Vas a tener roomies? ¡Qué tontería!
-Pues así es.
-Creo que estoy perdiendo mi tiempo. Tal vez piensas que puedes cerrar la puerta a tu pasado y olvidar que eras una puta, pero el pasado regresará a ti, el pasado siempre regresa. En cualquier caso, sólo quiero decirte que eres especial para mí, ¡Muy especial para mí maldita sea! ( “Very special to me, ¡God damned!” )
Una vez que se marcha Gloria Leonard, Billy recibe una llamada. ¿Sí? Luego de esto da informes de la casa: “La asistencia comprende un área común, el living. Cocina completa. Ventanas con mucha luz. Ah, haces retratos…” No dicen que la de la llamada sea Sheri (Kelly Nichols), sin embargo, la cinta da un salto a un estudio fotográfico donde Sheri está modelando. El fotógrafo es un facineroso que dice “Si, si, así baby, ahora en otro ángulo, sí, sí, no tanto”, en una rutina que años después populizaría Mike Myers en la secuencia de “Austin Powers International man of Mystery (1997)” fotografiando a Elizabeth Hurley. El caso es que en un pequeño descanso ella se esnifa alguna droga, quedando asentado que ella es adicta.
En un parpadeo, llega al apartamento Sheri, que es recibida por Billy. De la nada surge Joan, de quien nunca dijeron cuando llegó. Sheri llega hastiada, y Joane es bastante necia haciéndole preguntas como si quisiera ser una buena amiga, cuidando de insistir en que es actriz, pues para todo dice “I´m an actress”.
Aburrida de tanta palabrería, Sheri les pregunta a sus dos roomies qué es lo que hace la gente del vecindario para divertirse. Billy contesta que ir a la discoteca. Y he ahí que se beben un trago y luego aparecen mágicamente en una pista de baile. Sheri está coqueteando con varios tipos a la vez mientras Billy y Joan sólo observan. Sheri baila como quien va a la disco segura de que no se regresará a la casa sin una verga puesta. Sheri se les acerca a sus amigas y les dice que se irá con el tipo que acaba de conocer, que no es otro sino Ron Hudd. Joan le dice “Pero si lo acabas de conocer, ¿No es eso peligroso?”. Sheri contesta, “Eso es lo que lo hace más divertido”.
Van hasta el sitio de Hudd, que es como una especie de cuarto enorme con una pintura de un Jimi Hendrix lisérgico (los cabellos están pintado de colores). Pocas cosas pueden hacerse en un domicilio como ese, dormir, coger, a lo más. Sheri ya va muy peda cuando no drogada. Hudd va dando tumbos también. Para no romper el encanto, Hudd la tumba en la cama y saca más droga. Consumen tanto él como ella.
Un toque mágico
La representación es tan convincente que el espectador se pone pacheco sólo de observarles, y lamenta, en el caso de no haber experimentado una jodienda bien drogado, el no haberlo hecho. Las luces tintineantes, los movimientos en cámara lenta, el lente de la cámara que todo difumina, la música histérica, hace que este encuentro sea como un buen viaje. Los gemidos de él son modificados con un eco artificial, y los de ella son tan agudos y tan masterizados, que se asemejan a los “space whispers” que patentara Gilli Smith, la bruja cósmica y principal voz femenina del grupo francés de rock psicodélico Gong. Cada metida de verga va acompañada de un gemido espectral de Sheri, gemido que dudas si es real, que dudas si se trata de sólo un eco de un gemido del pasado vigente hoy fantasmalmente, sumiéndote en un Flying Teapot sexual. Esta escena te droga.
La luz del día llega. Sheri está tendida sobre la cama. El sonido de un retrete que se descarga es el que le da la bienvenida al nuevo día. Ella abre los ojos. No sabe dónde está. No le importa la identidad de su acompañante, de quien debe suponer se la cogió la noche anterior, sino dónde está. Cuando Hudd le dice que están en Queens, ella hace una mueca de asco. “Largo de aquí” le dice él.
Algo que es notorio es que el editor del filme parece no tener tiempo de reposar sus entrelazados, de tal forma que brinca de una historia a otra, contando las tres historias (una por cada roomie). Esto es muy notorio luego de que Hudd echa de su casa a Sheri, de inmediato aparece Joan haciendo castings. Esta secuencia de Joan haciendo castings es divertida y concisa. La rutina sirve para dar a Hart la posibilidad de actuar varios roles en un lapso muy corto. Aparece frente a directores de casting que nunca se ven, de quienes sólo se oyen las voces diciéndole que no, ella aparecerá cada vez con un distinto guión en la mano, diciendo las líneas relativas a la obra deseada, y vistiendo diferente. Va mamarracha y dice sus líneas con pasión; la directora le dice que nadie contratará a nadie tan desaliñado. Va vestida como ejecutiva y el director le dice que luce muy producida, que no es espontánea. Va espontánea y luego de que le preguntan la edad y ella dice que veinticinco le dicen que es muy vieja para el papel. Va a otro casting y miente diciendo que tiene veintiún años y luce tan tierna como Brooke Shields, y le dicen que es muy joven. Por último, le dicen que es perfecta, pero que es necesario que sepa bailar, y ella, con un dramatismo de verdad conmovedor dice que no sabe bailar.
Joan haciendo casting
Acude a un último casting. Un chico de los de ahí (Jerry Butler) la separa del grupo de aspirantes y le dice con gran franqueza que debe quitarse las gafas, que no le darán el papel con unos lentes tan horrendos sobre el rostro. Le pide que se suelte el cabello, pues se necesita que la actriz elegida pueda lucir sexy, y le desenreda el chongo. No sé qué cara pondría yo si al acudir a una entrevista de trabajo no sólo evitaran acosarme (que nadie lo hace, a ser honesto) sino que me dijeran que debo “lucir sexy”. ¿Sexy para quién? ¿Cómo hacerlo exactamente? Pues con lo normal, suéltese el pelo, desabróchese el botón, sonría, dilate la pupila, enderece la espalda, ríndase al otro aunque sea un idiota. Butler le dice cómo y, con esa ayudadita previa, ella está lista para ser vista.
Luego de esto, Joan regresa al supuesto camerino de Butler y le agradece su ayuda, pues le acaban de dar el papel en la obra de teatro. Joan empieza a fantasear acerca de su futuro y Butler le pide que se tranquilice, que aquello no es Broadway, que acaso es una producción menor. Le invita a dar un paseo y comer un lonche, y viendo la desconfianza de Joan le aclara: “No te preocupes. Soy gay”.
Se van a un muelle. Ahí tienden una colcha en el suelo y Joan exclama. “Buena comida. Buena vista. ¿De dónde es este bocadillo?”. Butler le cuenta que el bocadillo proviene del restaurante en el que trabaja, donde precisamente están contratando meseras, y le invita a trabajar. Joan se pone contenta (“Conseguí dos trabajos en un solo día” exclamará más adelante) y así, se pone a mirar a dos hombres en pantalón corto que paseaban por el muelle. Para que no se dude que Butler es gay, éste exclama “Pido el de la izquierda”.
Aparecen las tres roomies en el desayunador. Joan cuenta cómo obtuvo sus empleos y sus dos compañeras empiezan a especular respecto de ese repentino amigo (Butler). Se aclara otra vez que es gay. Se escucha que tocan a la puerta. Es un ex cliente de Billy, va muy borracho y exige una mamada. Billy lo corre, pero se siente en la necesidad de confesar a sus roomies que antes era prostituta.
Aquí se acaba la presentación de la primera estancia de la película. Las historias se irán engarzando desde aquí.
Billy conoce en un estudio de grabación a un técnico de sonido, interpretado por Jack Wrangler. Se caen bien. En una secuencia filmada dentro de un taxi él va platicando con entusiasmo, mientras que Billy escucha con mirada dilatada. Las actuaciones son estupendas.
Samantha Fox encarna a la perfección a la mujer que internamente ya le entregó su corazón a su acompañante pero finge control, mientras que Wrangler es estupendo interpretando el entusiasmo de una primera cita, contándole cosas, siendo encantador. Pasan a la habitación de Billy, donde hacen el amor en medio de numerosas indicaciones de guardar silencio para no despertar a las roomies. El problema es que ambos se enamoran pero ella le oculta el secretillo de que antes era puta.
El pasado termina por alcanzar a Billy luego de que su jefe en el trabajo (interpretado por Bobby Astyr) recuerda haberla contratado como puta, y comienza a chantajearla. Si Billy quiere que él guarde silencio, deberá hacer lo que él le pide, es decir, que le de alguna mamadilla fugaz, o que acepte trabajitos con clientes de aquél, para cerrar los negocios. Uno de esos clientes es Ron Jeremy, quien también hace bien su papel de esposo que va de viaje a Nueva York y que aprovecha la vuelta para coger con una puta neoyorquina. La puta neoyorquina es Billy, provista por Astyr.
Jeremy le hace al tonto, al que nunca había estado con una puta. Billy llega, lo masturba y lo hace eyacular en un dos por tres. Técnicamente se habría librado de joder con él, pues éste encima cree haberlo hecho mal al correrse tan pronto (como nunca ha estado con una puta, no puede ni imaginar que para ella el hacerlo regarse tan pronto le repercute en menos tiempo laboral). Sin embargo, algo en Jeremy termina por conmover a Billy (sus lágrimas mientras dice que en verdad ama a su esposa o bien la enorme tranca que seguía parada), quien lo monta un rato.
La interpretación de Fox es convincente al extremo, al grado que uno supondría que en efecto le hacía a la puteada de vez en cuando, esto en la vida real. El interés falso, el toqueteo de hombros exclamando “Te noto tenso”, todo eso se le da muy bien.
El noviazgo con Wrangler se torna más lindo cada vez, mientras que el acoso de Astyr aumenta. El personaje de Billy es muy complejo. Uno diría que sería sencillo para una pornstar interpretar el rol de prostituta, pero no es así. El personaje de prostituta tiene matices muy complicados, sobre todo si la representación incluye matices innegables, como la culpa, el amor propio tan continuamente transgredido, el abuso. Hasta donde sé, eso de la puta feliz que gustosa va a laborar cada día es un mito por demás machista. La puta integral, con todos sus matices, es un papel difícil de encarnar, y Samantha Fox lo interpreta de maravilla.
Es célebre la anécdota de Alejandro Jodorowsky donde narra que para dar credibilidad a su cinta “The Holy Mountain (1973)” contrató personas que en la vida real llevaran vidas parecidas a los roles que les tocaría interpretar. Así, una prostituta vieja y desahuciada que sale en el filme en verdad era una puta vieja y desahuciada en la vida real. Jodo cuenta esta anécdota refiriendo que una escena mostraba a un general racista y homófobo que le cortaba el pene a un homosexual; que el “actor” que la hacía de general en verdad era un intolerante de lo peor, homófobo y racista entre otras tantas cosas, y que cuando el director (el propio Jodorowsky) dijo para dar fin a la toma “¡Corte!”, tuvieron qué abalanzarse sobre el general, quien entendió aquella palabra como una orden de cortar, pero el pene del otro actor (que en la vida real también era homosexual). Otra anécdota gira en torno a George Harrison. Fue con la cinta “El Topo (1970)” que Jodorowsky llamó la atención de John Lennon (de ahí la frase de Jodo de “No me gustaba mucho el rock, pero yo le gusté al rock”), y también de George Harrison. Como el personaje principal de la cinta es un buscador espiritual, un devoto camino a la iluminación, Jodorowsky pensó en Harrison para que interpretara el papel principal, ya que Harrison estaba por esos años muy clavado en las doctrinas trascendentales de Oriente. Harrison quedó de confirmar su aceptación, leyó el guión y telefoneó a Jodorowsky diciéndole que aceptaba el papel, pero sólo si se podía prescindir de la escena en la que el gurú lavaba el ano del discípulo y la cámara hacía un primer plano del ovillo anal. “No quiero exponer mi ano al mundo” fue el pretexto de Harrison. Jodorowsky sostuvo que la escena era fundamental y que, si no podía con ese sacrificio actoral, buscaría a otro actor que sí estuviera dispuesto a hacerlo. Al cabo de los años Jodorowsky admite que fue muy arrogante y estúpido, pues pudo haber quitado esa escena y a cambio obtener una estrella de la talla de Harrison para su película, lo cual hubiera asegurado el éxito comercial de la misma sólo por esta singular participación.
Cuento esto porque Chuck Vincent eligió, para interpretar los papeles de su cinta “Roommates (1981)”, actrices que prácticamente se estaban representando a sí mismas. Veronica Hart tenía un pasado teatral, sabía de castings, sabía de novios relacionados con ese ambiente; tuvo relaciones más bien convenientes a inicios de su carrera, con gente más bien abusiva. A decir de la propia Hart, Samantha Fox se sentía víctima de la industria, posiblemente se sentía como una puta que no puede dejar el negocio, además bebía, como la Billy de la cinta, quizá deseaba que alguien la rescatara, dejarlo todo, pero ello no sucedía. Jamie Gillis ataba a Serena y veía cómo otros se la jodían frente a él, además sus juegos sexuales por lo común dan la apariencia (o lo eran en realidad, no lo sé) de abuso, justo como en el personaje de Joe. No me sorprendería que Kelly Nichols fuese junkie cuando rodó “Roommates (1981)”.
El noviazgo con Wrangler se profundizaba, pero a la vez las extorsiones de Astyr se intensificaban, el secreto de Billy se hacía más truculento cada vez. En una secuencia final, está Billy en compañía de tres clientes, luce pícara y se deja toquetear por los tres. Obvio, montarán una orgía en su cuerpo. Tocan a la puerta, es un cuarto invitado que también va a disfrutar de la puta. Tristemente es Wrangler, quien al entrar le dicen “mira la puta que tenemos aquí”.
“Mira la puta que tenemos aquí”
Reconociendo que la puta es su chica, se adentra sin decir nada. Billy se siente avergonzada, esperando quizá una paliza de Wrangler para sentirse menos culpable, pero éste sólo guarda silencio y se coloca ahí, para ver a la puta. Con un sentimiento indescriptible ubicado entre la vergüenza, la rabia y la tristeza, Billy se empina y dice, “si lo que quieren es coger, adelante, cojan”. Su rostro es de quien se ha abandonado a su propia perdición, la de una puta que sabe que nunca saldrá de la deshonra. Quizá ella se sentía así realmente.
“Adelante, cojan”
Luego Astyr la intentará chantajear de nuevo, pero ella manda todo al carajo en señal de que nunca más se dejará pisotear.
La historia de Sheri tampoco es una historia feliz. No explican cómo es que termina conociendo a Joe (Jamie Gillis), un sádico pretendiente. Primero están en una habitación donde Sheri es violada por cuatro tipos. La escena es desagradable. Joe se pone de pie y echa de su casa a los violadores, y comienza a consolar con ternura a la chica ultrajada. Le dice que todo estará bien. Con sus manos palpa el semen regado en su vientre como inspeccionando una escena de un crimen. La limpia con un paño como si fuese un José de Arimatea sexual. Su ternura se transforma en lujuria cuando le mete los dedos en el coño y se comienza a masturbar mientras repite “te marcaré, te marcaré, eres mía”.
“I´m gonna pis you”.
Uno supone que Sheri no estaba consciente de nada de lo que le ocurría como resultado de una sobredosis. Luego de esto, sigue siendo acosada. Esta vez en un restaurante, donde cede a los juegos de Joe, quien le pide que se descalce, que se quite las bragas, que abra las piernas para que él pueda meterle los dedos del pie en el coño. Como Sheri se resiste, Joe le tiene que hablar al mesero. Ante esto, Sheri cede una vez más. La escena es de sumisión gráfica, pues cualquier persona cuerda se marcharía de ahí sin importar lo que piense Joe o el puto mesero, pero no Sheri, de quien no explican por qué obedece a Joe. Esto no lo entienden los no masoquistas, los masoquistas lo entienden perfectamente.
Almuerzo con Gillis.
El abuso va de mal en peor, pues en una secuencia final Joe persigue a Sheri dentro del apartamento, justo como un psicópata. La escena donde descubre el escondite de Sheri para darle una paliza es aterradora y de verdad le arranca a uno un sobresalto. Sheri queda tendida en el piso luego de la golpiza, y el apartamento muy jodido, al menos las lámparas, que es lo primero que se arrojan Sheri y Joe.
La historia de Joan es la más feliz de las tres. En un ensayo la directora les está dando indicaciones y Butler y Joan se descubren tomados de la mano. Se sueltan asustados. Luego van por la calle y Butler dice sentirse feliz, tanto que hace una representación de la célebre pieza “Singing in the rain”; evidentemente Jerry Butler no se acerca ni tantito a Gene Kelly, pero la escena pasa por linda y bienintencionada. Se despiden en media calle, Butler le dice “ciao”, avanza unos pasos y regresa para darle a Joan un beso en la boca. Ella se queda dubitativa, pues está sintiendo algo por él, pero es gay.
Otro día, en el apartamento, Butler prepara una ensalada. Llaman al teléfono, es Ted, para Joan. Ella queda de verlo. Butler luce extrañamente celoso. Las roomies le dan indirectas acerca de que no es buen negocio andar con casados, y Joan defiende a Ted aclarando que él ya no tiene nada con la esposa, que sigue con ella por mera costumbre, que sólo la quiere a ella. Las demás no le creen, las cejas alzadas de Kelly Nichols como diciendo “pendeja” son muy elocuentes.
Tal como Ted había prometido, fue a visitar a Joan. El encuentro fue todavía más malo que el anterior. Entre una cosa y otra le pide que se la mame, y Joan lo hace. Ted se siente tan bien que, de plano, se viene en la garganta de Joan, quien esta vez no alcanza ni a desvestirse. Ted se alista para marcharse. Joan le dice que creía que se quedaría con ella a dormir, pero él aclara que es imposible, que tiene algo qué hacer junto a su esposa. “Ojalá vengas para el estreno” es todo lo que dice Joan.
Ted acude al estreno, aunque previamente visita a Joan en el restaurante donde trabajan ella y Butler, pero lleva a su esposa. Veronica Hart es estupenda en su rol de amante discreta que le evita problemas a su amante al disimular frente a la esposa ante la cual es innegablemente hipócrita. Esa mezcla de buena amiga, amor propio moribundo, méndiga arpía y mujer a la que se la está llevando la chingada de coraje, (esas cuatro cosas encierra una querida que conoce a la esposa de su amante) la interpreta muy bien. Por un momento se quedan solas la esposa y Joan. La esposa se explaya:
-No sabes lo contenta de estar aquí con mi Ted. Me dijo que vendría a Nueva York. Le pregunté que para qué venía, y me contestó que quería ver teatro de verdad. Le pregunté qué vería y me dijo que vería tu obra, que es un musical. Le dije que siempre quise ver un musical, así que le pedí que me trajera, y él me trajo encantado. Debo contarte un secreto. Esto no lo sabe él, pero en este viaje de ensueño le voy a dar la noticia de que estoy embarazada.
-¿Cómo dices?
-Sí. ¡Estoy embarazada! Llevamos más de un año intentando. Ted no me deja en paz, no debería contarte pero Ted es una máquina sexual que no me deja dormir en toda la noche. Todo ese esfuerzo suyo ya dio sus frutos. Soy tan feliz.
Joan se va a la cocina del restaurante a llorar porque descubrió que Ted no la quería, que todo era mentira.
Luego aparecen todos en una fiesta de celebración. La obra ha sido todo un éxito. Los críticos adelantaban que darían buenas notas. A la fiesta acude un representante de talentos muy afamado y les ofrece a Joan y a Butler sus servicios. Todo es dicha.
La gente se va. Joan y Butler se abrazan. Están tan felices. De la nada comienzan a saltar en los sillones, celebrando que van a tener un representante importante que sin duda les colocará no sólo en teatro, sino que también en cine. “Tenemos representante. Tenemos representante. Tenemos representante. Tenemos representante”. Caen al suelo, sobre una tela que asemeja piel de oso polar. Están medio borrachos, pero de felicidad. Caen al suelo y la posición en que caen es muy comprometida. Ella cae con sus piernas bien abiertas y él encima de ella. La ilunimación, la tela en el suelo, el abrazo de los dos, todo es muy cálido. Joan y Butler se miran con verdadera pasión.
“I really want you”
Es indescriptible la formidable química que tienen en esta escena Veronica Hart y Jerry Butler. Más que una escena de sexo es una escena de amor. Son tan convincentes. Cuando Hart dice con voz hipnótica “I really want you” y luego se besan una lágrima salió de mis ojos. Quedé conmovido. Luego están desnudos uno frente a otro, se besan en la boca, ella le toca una tetilla y con su otra mano le toca dulcemente la verga. En verdad es una escena tierna, conmovedora. Se las ingenian para que el sexo no luzca brutal, pero tampoco blandengue. Es un momento bellísimo.
Las tres historias se entrelazan y terminan con las tres despidiéndose. Sheri dejará las drogas, se irá con su madre. Joan se va a vivir con Butler, y les informa que le han dado el papel de Blanche en Broadway (quiero imaginar que se refiere a “Un Tranvía llamado deseo”, obra de 1948 escrita por Tenesse Williams), lo que se supone es un éxito enorme. Se dan un abrazo las tres. Billy se queda sola en la casa, suena el teléfono.
-Aló. Sí, aquí es. Incluye una estancia común, el living. Acceso a cocina completa. Hay ventanas con mucha luz. Ajá. Tiene ventanas con mucha luz. ¿Dices que eres modelo?...
Memorabilia:
La cinta es en realidad una película de amor con escenas de sexo. Su fuerte no son los regodeos sexuales, cosa que se nota en la escasez y brevedad de éstos. Las eyaculaciones en primer plano brillan por su ausencia, no porque en el amor no las haya, sino que en él estas ocurren dentro, o algo así quiere sugerir Chuck Vincent, el director (echémosle la culpa a él, pues aunque sea una historia de amor, el mismo reparto y guión en manos de Warren Evans o Alex De Renzy, por decir nombres, sería diferente). Como escena sexual memorable sólo hay una, la de Kelly Nichols y Ron Hudd cogiendo muy drogados.
Un buen viaje
Para gustos retorcidillos están las escenas de Jamie Gillis, donde casi no se ven penetraciones, pero que tienen un contexto de dominación claro. Ya en plan tierno, la escena de Veronica Hart y Jerry Butler es bella, pero no trepidante.
Calificación:
Tres chiles.
Salpicaduras:
Serían muchas las salpicaduras, pues este Stag Life alude a una biografía más que a una película en particular. Aquí quizá valgan algunas aclaraciones respecto de un tema que me han objetado vía correo, derivado de mi afirmación, arbitraria y subjetiva a lo más, de que Ron Jeremy es quien mejor se coge a Veronica Hart, cosa que se ha entendido como que Robert Bolla es malo. Nadie ha dicho eso.
En lo personal, Bolla me parece un actor con poco carácter. Al igual que muchos otros, siempre parece ser de relleno. Uno no dice “Vi una película con Robert Bolla”, pues el interlocutor, si no es versado en el tema del porno, dirá “¿Y quién coño es Robert Bolla?”; y si es entendido del porno dirá “No entiendo en qué es singular una película con él”. Uno puede decir que vio una película con John Holmes, e imaginar que la trama incluye a alguna dama sorprendida; o decir que vio una cinta con Jamie Gillis, y suponer que habrá excesos y misoginia de algún tipo; o cintas con Marc Stevens y saber que habrá teatralidad chilera; u otros que no destacan por su efectividad como Zebedy Colt, pero que son sinónimo de bizarrez; incluso actores como Ron Jeremy tienen un algo (además del trozo de “algo” que ya sabemos) de humorismo garantizado. Pero ¿De Richard Bolla?
Enamorados en “Centerford Girls (1982)”
Esto no quiere decir que Bolla no tenga buenos trabajos. De hecho los tiene a montones. Pero es inconsistente. Si bien Jeremy tiene la gracia de cogerse bien a Hart y saber qué hacer con sus nalgas (a menudo las agarra), interactúa poco con ella. Bolla se cruza con Hart en muchas cintas, algunas veces bien, y otras de trámite. Es, por decirlo así, su enamorado de cabecera.
Beso romántico mientras se la mete
en “American Desire (1981)”
Debe destacarse que Bolla aparece extraordinariamente efectivo en “American Desire (1981)”, donde hace de marido de Hart; un marido que desea que su mujer experimente y crezca sexualmente. En dicha cinta se coge a una cachondísima Lysa Thatcher y al final se las coge a las dos. En fin, un afortunado por donde se le vea.
Cogiendo ante los ojos de Lysa Thatcher
en “American Desire (1981)”, la mejor cinta,
en mi opinión, de Bolla y Hart juntos.
Uno de los mejores palos se lo da a Veronica Hart sobre una limosina en “Society Affairs (1982)”. El espacio reducido no le impide disfrutar de una mamada enérgica, darle duro de perrito y abrirla de piernas en la posición de tacones al infinito.
Viaje en coche en “Society Affairs (1982)”
Se antoja fácil que los guiones de cine porno tiendan a enamorar a la gente, y que ello sea notorio en Bolla, quien tan frecuentemente le arranca suspiros a Hart (al menos en la pantalla). Nótese, los palos que le da Ron Jeremy siempre tienden a ser más brutales y desinhibidos, por la sencilla razón de que a Ron rara vez se le toma en serio. Si no me creen, pregúntense ¿En cuántas cintas alguna actriz se enamora de Richard Bolla? En muchas. Tan solo Veronica Hart se enamora de él en “A Scent of Heather (1980)”, en “Angel Buns (1981)” ella es un ángel que renuncia a la inmortalidad para vivir el amor junto a Bolla; en “American Desire (1981)” es su esposa y se deja enseñar cómo ser una puta redomada; en Centerspread Girls (1982), se ponen románticos y realizan una rutina que incluye una rosa de Castilla.
Una rosa es una rosa en “Centerfold Girls (1982)”
En las películas, casi nadie se enamora de Ron Jeremy, y quién sabe si en la vida real sea igual. Siempre se enamoran de Richard Bolla, de Eric Edwards, de John Leslie, y hasta de Richard Pacheco. De Ron Jeremy no se enamora casi nadie, a lo más, se le tiene a la mano como amigo con derechos, tal como veronica Hart lo hace en “The Seduction of Cindy (1980)” donde parece estar más enamorada de Seka que de él.De John Holmes a veces se enamoran, pero a menudo más que enamorarse las mujeres lo que hacen es no poder resistirlo. De Rocco Siffredi se enamoraban los personajes femeninos a finales de los ochenta, pero ya en sus producciones ello se antoja imposible porque no hay chica que no role con todos sus amiguetes, en una dinámica sexual en la que existe él y nada más él, sin posibilidad de relación alguna. Incluso y con lo feíto que se puede llegar a portar, los personajes femeninos se enamoran muchas más veces de Jamie Gillis que de Jeremy. Pobrecito.
En “A Girls best friend (1981)” se enamora de Jeremy, o algo parecido, Juliet Anderson, quien tiene con él una relación de ladrones y parece haber algo. En dicha cinta esta parejita de Anderson y Jeremy se meriendan a Veronica Hart en una escena trepidante donde se ve a leguas que tanto Jeremy como Anderson se están dando una agasajada en el cuerpo de ella, en una de las escenas de trío más integradas que hubiese hecho Hart.
Histórico Menage a Trois entre Anderson, Jeremy
y Hart, en “A Girls Best Friend (1981)”.Se refieren
a los diamantes, no a Ron.
En “Foxtrot (1982)” Hart y Jeremy se llevan bien, pero nada más, pues en dicho film es un solitario. En “Little Girls Lost (1982)” no sólo Veronica no se enamora de Ron Jeremy, sino que de plano éste tiene que drogarla para poder cogérsela.
Con todo, juzgar entre un sexo bueno y malo es muy subjetivo, pues a veces los actores entregan lo mejor de sí mismos pero caen en manos de un director inexperto, o sin instinto pornográfico, o ignorante del sentido vouyerista. Un mal director puede echar a perder un encuentro sexual bien logrado, mientras que un buen director puede agregar intensidad a un entrepierne ordinario, ya con la música, ya con los ángulos de las tomas. También es difícil hablar de la mejor escena de una actriz, pues concuerdo con el ensayo “La Ceremonia del Porno” de Andrés Barba y Javier Montes, que sostiene que no existe más porno que el propio, aquello que a uno le hace sentido, aquel porno ante el cual es mentira que digamos que nos deja indiferentes y que no nos excita. Así, por citar un ejemplo de “Roommates (1981)”, habrá quien no se excite con la escena de Nichols y Hudd drogados, pero lo haga con la violación en grupo que no se ve, pero se escucha, y la intervención rara de Gillis, o habrá a quien le excite la escena de Ron Jeremy en su papel de esposo que acude a los servicios de una puta por primera vez.
Con estas aclaraciones, y sin el temor, sino más bien con la seguridad de equivocarme, sostendría que el palo más enjundioso que le dan a Veronica Hart es el que le propina Bill McKean, en la cinta “Twilite Pink (1981)”. Bill McKean es un actor más bien accidental que cuenta (según la IAFD) con 6 filmes en su haber. En su brevísimo paso por la industria, se yergue como consuelo de todos los que no la tienen grande, pues es la muestra viviente de que puede hacerse mucho con poco. Él llega, viste con un traje de empleado de una funeraria, su rostro es en sí mismo algo lúgubre, anguloso. Mira con deseo a Veronica Hart y a la vez se sabe sin posibilidades. Le explica lo subliminal de una publicidad que él diseña o vende. Repasan algo que se asemeja un pastelillo y, así como en el empaque de los cigarros Camel se esconde un enano vergudo empinando a una mujer, así el pastelillo encierra varias imágenes ocultas: una pareja haciendo un sesenta y nueve, una cogida de perrito, y una mamada. Luego de tanta descripción de posturas, Hart, que en esta cinta es una largotona que desde luego va a abusar de este simple emisario que si desea ver aceptado su proyecto de publicidad deberá esforzarse más, mucho más, para conseguirlo. Veronica, de quien depende si se acepta o no, le pregunta a McKean: ¿Y qué hay para mí?
Chaparrito efectivo en “Twilite Pink (1981)”
Bill McKean se va arrancando el traje de empleado de funeraria. Él es muy bajito, y da el tipo de Carlitos Espejel, un “Chiquidrácula”, pero caliente. El chaparrito no la tiene muy grande, de hecho, su verga es muy asequible, al grado que Hart al mamarla la engulle con facilidad, y parece bastante cómoda con ese tamaño que puede degustar sin sacrificio. El actor, así chaparrito, así alfeñique, le da un cogidón a Veronica. Se la mete con entusiasmo y brío, e incluso se permite genialidades del tipo de Jamie Gillis, tocándole las tetas y dándole un dedo para chupar, ostentando un reloj de metal y un anillo en su mano, sugiriendo que tales artículos son fetiches de oficina. Y remata con una penetración anal. Ninguno de los actores que lidian con el cuerpo de Veronica lo hace con tanta energía. Ella no está aquí en su mejor entrega, pero estamos hablando de actores y de lo que le hacen a ella.
Desplante “a la Jamie Gillis” en “Twilite Pink (1981)”
Para finalizar este fascículo, ineficaz para resumir la trayectoria de Veronica como performancer, repetiré las palabras del gran director Warren Evans (alias de Shaun Costello):
“Me enamoré de Veronica Hart a primera vista. Era bonita, atrevida, inteligente, sexy, divertida, y un placer total. La única egresada de Las Vegas High School en la industria porno. Su único defecto era una horrible cicatriz de una quemadura en el hombro izquierdo. Parecía como si su piel se estaba derritiendo, una cicatriz muy mala. Pero pensé que si podía ocultar las marcas de Sharon Mitchell, podía ocultar lo que fuera. He trabajado con ella en varias películas y fue un placer tenerla de mi lado.”
Veronica Hart es el ejemplo perfecto para explicar por qué esta serie se llama Stag Life. Pienso que el porno está basado en hechos reales. Que la vida no es sino una sucesión de filmes cortos dentro del show de la eternidad, tramas más o menos predecibles pero no por eso menos entretenidas, donde lo que se ve es lo que hay, y a la vez siempre se guardan sorpresas; cortos que Dios mira depositando monedas en una cabina universal. Detrás de las cintas que ves está la vida de los que intervienen en ellas, y la de Jane Hamilton es un ejemplo de congruencia que no me deja de sorprender. Mirar y aprender.