Spin off: primera parte
Habida cuenta que ha habido una serie de lagunas en mi última serie de relatos, he decidido recrear un pequeño Spin off sobre una laguna que consideraba importante. Espero que os guste.
Spin off: Primera parte
Hacía veinticuatro horas que había sido detenida por la policía en mi casa de Madrid, la acusación era de trata de blancas y proxenetismo. En realidad me había visto envuelta sin quererlo en un escándalo político que había sacudido los cimientos de la sociedad española. Desde hacía más de treinta años, demasiado tiempo, me había dedicado a vivir del sexo ahora estaba encerrada y probablemente sería la cabeza de turco en este entramado político. Estaba absorta en mis pensamientos cuando una agente de policía me acompañó en presencia del juez, una vez allí el secretario me leyó los cargos por los que se me imputaban, pero algo inesperado pasó, el juez pidió al secretario que nos dejara solos, cosa que no entendió mucho pero al final accedió. Entonces el juez me preguntó:
- Bueno Señorita Muñoz, tengo un problema con usted.
- Con la edad que tengo, creo que lo de señorita queda ya muy lejano.
- Mire le voy a ser muy sincero…soy el hijo de Puri (ver la venganza del pagafantas), su intima amiga cuando…
- Cuando ambas éramos esclavas sexuales de Gonzalo Fernandez, no pasa nada, lo puedes decir abiertamente. Entiendo que en tu caso te cueste entenderlo, pero estas cosas pasan.
- Bueno, mi madre supo de usted por las noticias y más cuando ella se enteró que llevaría la instrucción del sumario. Ella está convencida de que es usted inocente.
- Joven, su madre es una gran persona, pero por desgracia no soy inocente de dedicarme a estas cosas, además no me arrepiento de lo que he hecho, nunca he obligado a ninguna de mis chicas a prostituirse, las he apartado de la droga y otros vicios peores, además les he enseñado a usar inteligentemente su dinero, muchas de mis antiguas pupilas se han retirado con unas rentas considerables. Y si no me han hecho caso, simplemente las he alejado de mí sin más.
- Sé que usted ha aparecido en el sumario de rebote, más como una venganza política que otra cosa, pero necesito saber la verdad para poder ayudarla lo mejor que pueda.
- No sé por dónde empezar.
- ¿Qué tal por el principio?, o mejor tome papel y bolígrafo, escríbalo, yo le dejo sola para que ordene sus ideas, tiene hasta dentro de una semana en que la citaré y comentaremos su “declaración”.
- Si, es necesario….
- Si, si lo es….ahora por favor,
Llamó al agente de policía para que me volviera a acompañar a prisión, tenía una semana para poder ordenar mis ideas y reflejarlas en un papel, pero por dónde empezar. Como cualquiera que tiene que escribir algo sobre sí mismo me puse a pensar en la película de mi vida y me di cuenta que toda ella había sido tremendamente complicada, incluso desde el principio, mi infancia no la recuerdo, ni tan siquiera a mis padres, al parecer me dejaron en la casa de un Marqués con la promesa de ser educada y poder ser atendida debidamente, siendo yo una chiquilla de unos ocho o diez años, no los culpo eran pobres y no podía mantener a tanto hijo y más tarde me entere al contratar un detective privado para que los encontraran que no sabía nada de las andanzas de tal elemento. Por aquél entonces yo era una chiquilla muy bonita, con mis coletas, tenía el pelo negro y unos ojos grandes y oscuros, mis padres trabajaban de jornaleros en una de las fincas del que fuera a ser mi primer dueño, entonces un día mientras veía como recogíamos la aceituna, reparó en mí. Llamó a mi padre, le dijo que tenía una “institución” donde educaban a chicas pobres para que pudieran mejorar en la vida, pero al día siguiente mi madre me hizo un pequeño ato con mis pocas cosas y me llevó a la casa del “señorito” como ella decía, para que me criara como una princesa. La despedida fue entre lágrimas, mi madre tuvo que apartarme a la fuerza ayudada por la gente que trabajaba en la casa.
Recuerdo que estuve llorando durante días, no entendía como alguien que decía que me quería me pudo hacer esto, pero lo hizo, la verdad es que yo era la mediana de seis hermanos y en casa había verdadera necesidad, para ser sincera, no sabía leer ni escribir y no sabía lo que eran los caprichos que tienen los niños hoy día. Con el tiempo les perdoné, sobre todo cuando por fin pude contactar con ellos, ellos me llevaron a la tumba donde supuestamente estaba enterrada, el muy cabrón les había dicho que había muerto y de hecho se hizo un entierro y todo. Es cierto que era una escuela, más bien una granja, donde este tío nos educaba en la sumisión. Durante el día nos educaban en la mesa y nos enseñaban cultura general, leer, escribir, modales, en síntesis como cualquier otra escuela de señoritas, pero al mismo tiempo nos iban eliminando nuestra voluntad, creándonos una imagen del cabrón aquél como sí de un dictador norcoreano se tratara.
Una vez hecho el proceso de refinamiento, pasábamos lo que de manera eufemística llamaban el “control de calidad”, ese día nos ponían bien guapas con un vestido nuevo y el señor Marqués, pues eso nos violaba, dependiendo de lo que veía nos pasaba a según qué actividad. Yo entre en el grupo de las más selectas, en parte por la necesidad que había pasado con mis padres, no quería volver a pasar por ello, por eso hice lo que me pidió sin rechistar, entendí que debía de ser la forma de devolverle el “favor”, tal y como me habían enseñado.
Durante los siguientes años estuve allí, el lavado de cerebro había sido tan grande, que apenas recordaba ya como me llamaba ni siquiera recordaba los nombres de mis padres ni la cara de ellos. Además me alentaban un odio hacia ellos tremendo, por eso estaba allí tan a gusto. Me había convertido en una mujer de bandera, en parte gracias al ejercicio y a la genética.
El problema era que el señor era un pederasta de tomo y lomo y claro una vez te conviertes en una mujer hecha y derecha perdía el interés por ti. No obstante, durante ese tiempo fue una formación dura y estricta nos castigaban por lo más mínimo, carecíamos de voluntad, sólo hacíamos lo que se nos decía, cuestionar una orden por absurda que parezca, constituía una falta grave, aún me escuece el culo de los fustazos que llegué a recibir más de una vez. Ni que decir tiene que la depilación tenía que estar al día, ni un solo vello corporal a excepción de las cejas, con lo que las depilaciones eran prácticamente semanales. El último año que estuve allí, me dieron una formación muy esmerada en lo relativo al sexo, sabía todas y cada una de las maneras de complacer tanto a hombres como a mujeres, para mí era el pan nuestro de cada día, por lo que carecía de ese algo tan especial que posteriormente he visto.
Por desgracia también fui víctima de lo que considero lo peor de todo, aunque me enteré más tarde, y es que el muy cabrón, para evitar “sorpresas de última hora”, fui sometida a una operación de ligaduras de trompas que como resultado de la chapuza que me hicieron me dejaron estéril para siempre. Simplemente era una obligación para con el amo.
Un día sin más, el “Marqués” me mandó llamar, sin más me dijo:
- Pepa, Tu tiempo aquí ha terminado, estás preparada para atender otras metas distintas. Has sido una buena discípula.
- Sí, señor…
- Pero, no estés triste, entiendo que alejarte de mí es duro, máxime cuando he cuidado de ti como a una hija, has de obedecer a tu nuevo amo en todo, si te devuelven a esta casa por no ser diligente, serás castigada muy gravemente. ¿lo has entendido?
- Sí, señor.
- Ahora, coge esa maleta, no te despedirás de nadie, odio las despedidas.
- Gracias señor.
Salí de allí en un coche, estuvimos cerca de cuatro horas de viaje, al final llegamos a otra finca, no muy diferente de la que había abandonado. Nada más llegar me llevó con la gobernanta de la casa una señora mayor, muy enérgica y desde luego como pude ver más adelante, era nada cariñosa con la gente que le rodeaba, castigaba por el menor motivo.
- Así que tú eres Pepa.
- Sí señora.
- No soy tu señora, a mi me llamarás gobernanta en lo sucesivo.
- D. Gonzalo, tu nuevo amo me ha pedido que te informe del funcionamiento de la casa así como de tus obligaciones a partir de ahora.
- Sí, gobernanta.
- D. Gonzalo, no quiere que sus propiedades tengan nombre así que has de acostumbrarte a ser nombrada por un número, el tuyo es doce.
- Sí, gobernanta, como desee el amo.
- Muy bien así me gusta, no quiero tener problemas contigo, no me gusta trabajar y un esclavo desobediente u holgazán hace que tenga que trabajar más.
- Sí gobernanta, pero yo no soy una escl, -ZASSS, no terminé la frase, y me dio un fustazo en la barriga.
- Sí lo eres, ahora eres propiedad de D. Gonzalo, al que tú te referirás como amo.
- Sí gobernanta.
- Ahora desnúdate, he de saber en qué estado estás.
No rechisté, simplemente hice lo que me pidió y me desnudé lo más rápido que pude. El chequeo fue a fondo, me metió los dedos por todos los orificios posibles, también comprobó el estado de mi dentadura, perfecta debido al uso de aparato corrector.
- Muy bien, ahora vístete con esa ropa que tienes allí, este es salvo norma en contra tu ropa de diario, has de cuidarla y llevarla limpia todos los días, tendrás dos juegos de todo, ni que decir tiene que serás castigada si no la cuidas, los horarios de comidas están en el tablón de anuncios.
- Sí gobernanta.
- Tus tareas serán asignadas diariamente, no hay descansos, si te encuentras mal házmelo saber, si estimo que es cierto, serás debidamente atendida, si lo que quieres es escaquearte serás castigada.
- Sí, gobernanta.
- Aquí, no hay servicio, las labores de limpieza cocina y mantenimiento del jardín son realizadas por los esclavos. Tú higiene ha de ser estricta, de lo contrario serás castigada.
- Sí, gobernanta.
- Si haces bien tú trabajo, serás recompensada con algo de lectura previamente seleccionada por el amo, está prohibido hablar con los demás esclavos, salvo por las noches en tu cuarto con tu compañera.
- Sí, gobernanta.
- Si alguien, que no sea invitado del amo se propasa con vosotras, has de decirlo inmediatamente, para que sean tomadas las medidas oportunas. Si algún invitado se pasa de madre y resultas herida, serás debidamente atendida pero no podrás bajo ningún concepto quejarte y mucho menos protestar o defenderte. Ahora se buena y demuestra a tu gobernanta lo que sabes hacer, -dijo mientras se subía la falda para enseñarme el coño.
Sabía que era imprescindible llevarme bien con ese personaje, mi intuición que pocas veces me falla así me lo decía por lo que me esmeré en hacerle una comida de coño lo mejor que sabía, habida cuenta que ya era bastante debido a mi paso anterior por la casa del marqués. Mientras mi lengua recorría su raja de arriba abajo, ella me agarraba fuertemente del pelo, olía sorprendente bien además de tener un chocho realmente bien cuidado, se notaba que le gustaba predicar con el ejemplo, al final acabé jugando con su clítoris y termino por correrse.
- Muy buena chica Doce, veo que eres al menos no tienes mierda en el cerebro, ahora ve a tu habitación que es la número cuatro y otra cosa, nada de esto ha ocurrido, si me permites un consejo, el amo saber recompensar bien los trabajos bien hechos, esmérate en tus labores y no tendrás problemas, si eres rebelde te venderá y te garantizo que esto es un camino de rosas comparado con lo que hay por ahí fuera.
- Gracias Gobernanta.
Me instalé en mi habitación, aunque había dos camas, no tenía compañera de cuarto por lo que fue la primera vez que tenía un cuarto para mí, probablemente era un detalle de la gobernanta, imagino que tendría que tenerla contenta, pero no me importaba mucho siempre y cuando pudiera mantener el status. La habitación tenía un pequeño cuarto de baño, dos camas un armario y una mesilla de noche con un despertador a cuerda, no había mucho más, las paredes eran blancas y el suelo de parqué, detrás de la puerta había un cartel con las normas y horarios, por supuesto nada de cerrojos ni mirillas. Durante una media hora estuve deshaciendo mi maleta y a vestirme con la ropa que tenía asignada, el cuarto de baño era pequeño pero suficiente y tenía un buen surtido de higiene íntima, cintas y cremas depilatorias y demás cosas de mujeres. Cuando menos era curioso sobre todo la limpieza que allí reinaba. Estaba terminando de vestirme cuando sonó la puerta.
- Adelante…
- Hola, soy cuatro…
- Hola, yo doce...
- Ya lo sé, la gobernanta me pide que te enseñe todo esto y que te lo aprendas bien, si no seré castigada así que empápate bien de todo lo que veas no es difícil, pero esto es grande.
- Gracias.
Estuve viendo las dependencias, lo que más me dejó impactada fue la sala de los castigos, era lo más parecido a una sala de torturas de la inquisición. Era una especie de parque temático del sado, había de todo dividido por salas, bondage, pony riding y cosas por el estilo. Luego visitamos las cocinas, nuestro comedor, la sala donde nos vestíamos para estas ocasiones, que era como un enorme camerino, un gimnasio con solárium, el ejercicio físico era obligatorio al menos un hora al día sin excepción, etc. La dieta era de lo más estricta con un número específico de calorías y desde luego estaba terminantemente prohibido el alcohol y los dulces, salvo que fuera como recompensa.
Cuatro seguía explicando, cuando pasó de largo por una puerta y no hizo ninguna referencia, no pude evitar preguntar que era, a lo que ella me respondió que mejor que no lo supiera. Me dejó un poco intrigada, pero sabía que no tenía que ser curiosa y la dejamos pasar de largo. Una vez hecha la visita, me dijo que había sido asignada a su equipo de trabajo, que se encargaba del jardín y de cuidar a los animales.
- Es un poco sucio, pero no es pesado ni hueles mal como en la cocina, dedicándole todos los días un poco de tiempo, se lleva bastante bien la verdad.
- Vale, ¿ahora qué hacemos?
- Mira, te voy a dar un consejo…..que nunca te vean ociosa, si no estás en tu trabajo, ponte a lavar tu ropa o bien a cuidar o bien dedica más tiempo al gimnasio, pero sin que se note. Si ven que te tienes mucho tiempo libre, te darán más trabajo amén que un castigo. Otra cosa, ten cuidado con lo que dices o haces, todas las dependencias de la casa están vigiladas con cámaras y micrófonos, en especial las habitaciones de invitados.
- Gracias. Entonces voy a ponerme ropa de deporte y voy un rato al gimnasio.
- ¿Ropa de deporte?...al gimnasio se va desnuda, lo bueno de esto es que es muy divertido.
Así hice, me puse en marcha con mi plan de deporte, lo único que podía usar eran unas tenis blancas que eran parte del uniforme y gracias, y eso fue lo que hice, la verdad es que me gusta ver el bamboleo de las tetas cuando una mujer corre desnuda, es algo que me sigue haciendo una mezcla de gracia y morbo.
Al día siguiente, después del desayuno me encontraba con mi tarea de limpiar los animales cuando sonó el interfono reclamando mi presencia en el despacho de la gobernanta. Al llegar, me encontré a la gobernanta con un señor mayor pero con una muy buena pinta.
- Doce, este señor es tu nuevo amo. Espero que sepas darle una “calurosa bienvenida”.
- Buenos días amo.
- Buenos días trece, desnúdate, vamos a ver qué tal es la mercancía.
- Si amo.
Sin más procedí a desnudarme, el tío se limitó a hacerme un chequeo completo como si de un animal fuera, me revisó a conciencia.
- Está bastante bien…ahora demuéstrame lo que sabes hacer.
Sin más, se bajó los pantalones y apareció delante de mí una polla enorme, probablemente sigua siendo la más grande que he visto en mi vida. Seguramente me destrozaría si me la trata de meter por cualquier agujero. Así que hice de tripas corazón cuando me la metí en la boca, procure que hacer lo mejor posible mi trabajo, lamiendo el capullo, y recorriéndola de arriba abajo hasta los huevos y metiéndomelos en la boca y vuela otra vez, intentándola tragar lo máximo posible. Una vez estaba dura como una piedra, el amo le dijo a la gobernanta que me ayudara a lubricar, no quería hacerme mucho daño. Con lo que tumbándome encima de la mesa del despacho, la gobernanta procedió a masturbarme con un consolador. Tenía que lubricar como fuera, si no este tío me iba a partir en dos, al final la gobernanta supo hacer bien su trabajo y consiguió su propósito, para acto seguido dirigir la pija de mi señor hacia mi agujero.
- Disfruta del poder de tu amo, te permito que te corras si es necesario.
- Graaaaciaas aaammmoooo.
Mientras mi amo me follaba, la cabrona de la gobernanta me daba pequeños fustazos en los pezones haciendo que yo me moviera más e indirectamente le proporcionaba más placer al amo, luego el amo hizo otra indicación más a la gobernanta y comenzó a ponerme pinzas de la ropa en los pezones. Eso con la excitación hizo que doliera de veras. Al final, me corrí y acto seguido, vino el orgasmo del amo. Una vez más me plantó la polla en la cara para correrse en mi boca.
- Gracias amo, me limité a decirle.
- Ahora vete a ducharte, has estado muy bien.
- Gracias amo.
- Gobernanta, dale un libro a doce como premio.
- Si amo.
El muy cabrón me había partido en dos, pero he de reconocer que me lo había hecho pasar de lo lindo, probablemente poca gente he conocido con esa capacidad de hacerme sentir lo que hizo este hombre, eso hizo que lo tuviera en una amplia estima.