Speedo

Mi amigo era el capitán del equipo de balonmano. El día anterior me había pedido que le esperara en los vestuarios después de nuestros entrenamientos para una sorpresa. Yo ya había terminado mis entrenamientos de natación y esperaba en el vestuario.

Speedo

Mi amigo Guiller era el capitán del equipo de balonmano de mi colegio y mi introductor en la vida. El día anterior me había pedido que le esperara en los vestuarios después de nuestros entrenamientos para una sorpresa. Yo ya había terminado mis entrenamientos de natación y esperaba en el vestuario su llegada. Estaba excitado por el olor a sudor de la habitación y listo para hacer lo que mi imaginación había diseñado. Era una espera solitaria.

Al poco rato oí sus voces aproximándose. Se reían y se felicitaban mutuamente por el resultado del partido de balonmano. Entraron en el vestuario y me vieron esperándolos. Miraban mi cuerpo bien formado por mis horas de natación. Yo miraba sus espléndidos cuerpos, calientes y sudorosos, cubiertos por la camiseta del equipo. Tenían unos maravillosos hombros musculados que deseaba recorrer con mis hambrientos labios. Sus pantalones de deporte remarcaban sus formadas y apetecibles nalgas, dejando al descubierto sus bien formadas piernas cubiertas con un fino vello. Recorrí sus piernas con la vista hasta ascender a sus pantalones donde los verdaderos tesoros se ocultaban.

Yo no vestía otra cosa que mi Speedo. Guillermo, el capitán del equipo de Balonmano, se acercó a mí y aprisionó mi cuerpo contra el suyo. Juntamos nuestras lenguas hundiéndonos en un profundo beso. Otro miembro del equipo se situó detrás de mí y restregó su cuerpo contra el mío que sentía su pecho musculado y sus poderosos bíceps presionándome.

Mientras besaba al jefe del equipo, deslicé una de mis manos hacia sus pantalones para sentir su polla atrapada pugnando por escapar. Le sentía jadear con placer cuando mi mano se adentró en sus calzoncillos mientras con la otra grababa mis dedos en la roca de sus nalgas. Sus manos descendieron hasta mi culo adentrándose en mi Speedo. Sentía la presión de la goma del bañador aprisionando sus manos sobre mis nalgas y como su dedo corazón descendía hasta entrar en mi ano expectante. Su pene estaba duro con la excitación y el mío pugnaba por salir de su prisión a través de la goma.

Los otros miembros del equipo estaban ya emparejados disfrutando de sus cuerpos aún vestidos. Algunos recorrían con su legua ensalivada las axilas de sus compañeros. Otros se habían desecho de sus pantalones exponiendo al aire sus penes preparados para una excitante aventura. Sabiendo que era el momento de algo más serio, nos distribuimos por los bancos del vestuario. Guiller se tumbó sobre uno de ellos mientras yo comenzaba a desnudarlo. Primero le despojé de su camiseta que dejó al descubierto sus perfectos pectorales. Luego le quité sus pantalones que deslicé suavemente por sus piernas, dejándole únicamente sus sudados calzoncillos. Me coloqué frente a él y restregué mi paquete, enfundado aún con mi Speedo, contra el suyo. Luego de un rato, le quité los calzoncillos dejando su pene libre que saltó apuntado enérgicamente al sol. Su hermoso cuerpo estaba ahora a la vista de todos sus compañeros de equipo. Puse mi lengua en la base de su polla y ascendí lentamente hasta la cumbre introduciéndola en mi boca y chupándola con toda mi energía. Un par de miembros de equipo acercaron sus pollas a la boca de Guiller y él las trabajaba simultáneamente con su lengua para frotarlas una contra otra. Mi mano izquierda acariciaba el vello púbico alrededor de su duro miembro, mientras mi otra mano recorría su cuerpo hasta llegar a su culo abierto que masajeaba con ganas. Podía oler el maravilloso aroma de su sudor que aumentaba mi excitación.

Uno de los miembros del equipo me bajó el Speedo y apoyó la punta de su pene en mi ano. Sentía algo de dolor a medida que su polla penetraba lentamente en mi interior. Esto me excitó aún más y comencé a chupársela a Guiller con más fervor. Cuando Guiller gemía era capaz de sentir como su energía sexual fluía a través de su cuerpo hasta mí. Uno de los dos chicos que tenían sus pollas en la boca de Guiller, se separó y se entretenía ahora jugando con los pezones de Guiller hasta ponerlos duros y erectos mientras el otro hundía su miembro en la garganta del capitán del equipo. El atleta a mi espalda estaba muy excitado y me penetraba cada vez más rápidamente. Quería que se corriera dentro de mí; quería que ambos se corrieran dentro de mí. Sentía como el joven a mi espalda apretaba sus manos contra mi pecho, mientras sus dedos recorrían mis pezones hasta endurecerlos y enérgicamente arremetía contra mi vulnerable agujero.

Entonces el chico que lamía los pezones de Guiller se colocó debajo de mi cuerpo desnudo y cubrió mi pene con su boca. La sensación de su húmeda lengua en mi polla me puso en el disparadero. Con mi mano libre alcancé su cabeza y la presioné contra mi pene. Podía sentir los impulsos del amante situado a mi espalda que se transmitían a través de mi cuerpo y empujaban mi polla dentro de la garganta del chico situado debajo de mí. Todos sentíamos las manos de los otros deslizándose por nuestros cuerpos creando una atmósfera placentera. Sentí los espasmos del situado a mi espalda que se corrió dentro de mí. El placer fue tanto que introduje aún más la polla de Guiller dentro de mi garganta y mi pene lanzó sus jugos dentro del ansioso joven que me la chupaba. Guiller gimió con placer y lanzó su carga en mi garganta. Nuestros mutuos orgasmos provocaron rítmicamente corrida tras corrida hasta que todos eyaculamos.

Descansé con ellos un rato para levantarnos lentamente. Había esperma cubriendo algunos cuerpos que fue ansiosamente lamido. Algunos se despojaron de sus últimas prendas y nos dirigimos todos a las duchas. En las duchas observé el agua caliente discurriendo por los hermosos cuerpos del equipo. Yo tomaba la ducha con el capitán del equipo, Guiller. Permanecíamos de pie muy juntos de forma que sentía sus duros pezones sobre mi pecho. Sentía su polla dura presionando contra mi cuerpo del mismo modo que la mía presionaba contra el suyo. Mis manos se deslizaron por su espalda ayudadas por el agua hasta detenerme en sus duras y deliciosas nalgas. El me abrazó colocando sus brazos sobre mis hombros para fundirnos en un profundo beso con lengua.

Cogí el champú mientras observaba algunas de las excitantes cosas que los otros hacían entre sí. Esparcí champú en el pelo castaño de Guiller así como en la pequeña mata de pelo de su pecho y en sus axilas. Me ayudé del agua para hacer espuma y esparcirla delicadamente con mis manos por su cabellera. Luego agarré espuma con las manos y puse algunos pegotes en su cuerpo. Usaba mi pecho para esparcir la espuma por su cuerpo. Yo disfrutaba limpiando sus poderosos bíceps y sus maravillosos hombros. Luego me arrodillé delante de él y limpié su pene primero con mi boca y luego esparcí la espuma en su vello púbico hasta que su pene estaba completamente limpio. Le giré y me concentré en su retaguardia. Puse montones de espuma en mis dedos y los deslicé profundamente en su ano.

Dado que los dedos no podían penetrar tan profundamente como yo quería, puse espuma en mi pene y lo introduje en su culo, entrando y saliendo, presionando la espuma profundamente para limpiárselo. Mientras hacía esto, mis manos continuaban masajeando sus genitales y su estómago. Continué durante un rato para detenerme antes de que me corriera. Mientras limpiaba sus preciosas piernas musculosas, él intentó meter su polla en mi boca pero no se lo permití ya que aún quedaba mucho por hacer.

Cuando finalicé, di un vistazo para examinar lo que los otros miembros del equipo estaban haciendo. Uno de ellos tenía su cara entre las nalgas de otro mientras diferentes parejas o tríos se esparcían espuma por sus genitales. El contraste de vello púbico claro y oscuro era una visión maravillosa mientras la espuma se deshacía al contacto con el agua de las duchas.

Después Guiller comenzó su trabajo. Tomó champú y lo esparció por mi cabeza masajeando con sus largos dedos mi cabellera. Luego comenzó a esparcir espuma por mi cuerpo lampiño. Sus fuertes y firmes manos presionaban contra mi cuerpo con extrema delicadeza. Frotó mis pezones hasta endurecerlos descendiendo luego poco a poco hasta mis testículos. Sus manos me acariciaron el escroto un par de veces. El placer era enorme y mi polla comenzó a crecer y él la metía y sacaba de su boca. Paró antes de que fuera demasiado tarde dejando a mi pene sin disparar su carga. Luego continuó por mis piernas y mis nalgas recreándose con sus manos en mi ano que frotaba con vigor. Nos duchamos para eliminar los restos de jabón y, limpios y frescos, observamos al resto del equipo. Uno de ellos estaba placenteramente limpiando su pene mientras acariciaba el de su compañero. Un pequeño grupo había formado un anillo y estaban lamiéndose los anos bajo el agua de la ducha. Cuando se dieron cuenta de que nosotros habíamos terminado, eliminaron bajo el agua los restos de espuma y, húmedos aún, salimos de las duchas.

Al salir de las duchas Guiller permaneció de pie permitiéndome la tarea de secarle. Agarré una toalla blanca del montón y me coloqué de pie detrás de él de forma que veía cada gota de agua sobre su atlético cuerpo brillando bajo la luz. Froté su pelo ignorando las gotas de agua que goteaban de mi cuerpo desnudo y me concentré en el placer sexual de dominar el dócil cuerpo frente a mí. Rodeé con mis manos sus poderosos hombros y froté con la toalla su pecho con lentos movimientos circulares sintiendo sus músculos ceder bajo mi presión. Apoyé mi pecho lleno de gotas contra su espalda cálida cuando secaba los poderosos músculos de su estómago. Luego alcancé el objeto de mi deseo. Froté la toalla enérgicamente sobre su pene, su escroto y su vello púbico. Me sentía fenomenal permaneciendo detrás de él y manteniendo mi mano en sus genitales. Arrojé la toalla al suelo y deslicé mis manos por su cuerpo recorriendo sus músculos hasta fijar una de ellas en sus bolas mientras con la otra acariciaba sus pezones. Estaba tan excitado que me arrodillé detrás de él y hundí mi lengua en su limpio y lampiño culo. El apretaba sus nalgas atrapando mi lengua entre ellas.

Un par de minutos más tarde me levanté y fue Guiller quien inició mi limpieza. Se situó frente a mí mirándome a los ojos mientras sus manos asían la toalla y la deslizaban por mi cuello, mi pecho y mis axilas. Me besó mientras lentamente descendía hasta mis genitales aprisionándolos y secándomelos con calculada lentitud y firmeza. Se arrodilló y, mientras secaba mis piernas, lamió mi escroto. Guiller se colocó a mi espalda y me devolvió el favor deslizando su lengua por mi culo hasta centrarse en mi ano, al mismo tiempo que con sus brazos en alto secaba mi espalda.

Los demás chicos se habían emparejado y se secaban entre ellos con la misma lujuria y parsimonia que nosotros. Cuando acabamos todos, nos vestimos y, al salir, nos besamos unos a otros. La experiencia había sido tan excitante que convinimos una ducha conjunta de algunos miembros del equipo de natación y del equipo de balonmano para el día siguiente.