Spanish slipper -2- (zapatilla española -2-)

-¿Qué les hacen las monjas a las chicas que no son guapas cuando cometen una falta? -Nos dan hostias como mundos.

Genoveva bajó las escaleras de roble con pasamanos de ébano que comunicaban el bajo de la casa señorial con los dormitorios vistiendo el uniforme del colegio del convento de las filipenses, o filipensas, como le gustaba llamarlo a su tía Berta. Estaba arrebatadora con su larga melena rubio platino suelta, aquella falda de tablas gris, por encima de las rodillas, sus calcetines blancos,  sus zapatos negros, la blusa blanca, el jersey gris y su chaqueta gris con el escudo del colegio a la altura de una de sus tetas.

Celia iba a subir las escaleras, alzó la vista y vio las bragas blanca de Genoveva. Bajó la cabeza. Esperó a que bajara las escaleras, y al llegar a su lado, le dijo:

-Buenos días, señorita Genoveva. ¿Ha dormido bien?

-Buenos días, Celia. He dormido bien, gracias.

Celia subió a las habitaciones para limpiarlas y Genoveva se dirigió al salón donde la esperaba la tia sentada en su sillón, con la sargento, de pie, a su lado izquierdo.

-Buenos días tía, buenos días señorita, Dorotea.

Le respondió Dorotea.

-Buenos días señorita. ¿Tiene apetito?

-Mucho.

La tía la iba a poner al día.

-¿A que hora te había dicho que bajaras a desayunar?

-A las ocho.

-¿Y qué hora es?

Genoveva  miró para el reloj de pared del salón.

-Las  ocho y dos minutos.

-Mañana, si quieres desayunar, baja a tu hora.

Genoveva, se resignó. Se sentó en un sillón y le dijo a su tía:

-¿Puedo hacerle una pregunta?

-Puedes, pero eso no quiere decir que te vaya a contestar.

-¿Por qué me dijo lo de mi madre, así...?

-Sin anestesia.

-Sí.

-¿Te sientes tan mal como ayer?

-No. Ayer cuando llegué a esta casa se me estaba cayendo el mundo encima, pero cuando llegué a mi habitación algo cambió dentro de mí, no sé que fue, pero algo cambió.

-Cambió tu manera de pensar. No es lo mismo llorar a una mujer inmaculada que a una pecadora. Por eso te lo dije.

-Fuera como fuera siempre la querré. Era mi madre.

-Y mi hermana. Algún día hablaremos largo y tendido sobre ella. Levántate y da una vuelta que quiero ver lo guapa que estás.

Genoveva se levantó, dio un par de vueltas y sus tripas hicieron ruidos de protesta.

Berta le dijo a Dorotea:

-Trae el desayuno en dos bandejas. Hoy desayunamos aquí.

-Sí, señora.

Volvió el rostro serio y autoritario... Lo que hacía que aquella mujer de misa y confesión diaria, de 30 años, aparentara 40 años o más, aunque desnuda ya sabemos que pasaría por una joven  de 25.

-¡Esta es la primera y la última que te paso, niña! ¿Entendido?

-Sí, tia.

Desayunando bacon con huevos y tostadas untadas con mantequilla y mermelada, (cosa que extrañó a Genoveva, aunque se cayó) le dijo la tía:

-Pórtate bien en el colegio. No quiero recibir una queja. Si la recibo, aparte del castigo que recibas en el colegio, recibiras otro en casa. Quiero sentirme orgullosa de ti, y si para eso hace falta usar la fuerza bruta, la usaré.

-No se preocupe, haré que se sienta orgullosa de mí.

Poco más tarde, Genoveva se marchó con una carpeta bajo el brazo. En el camino al colegio del covento, muchos muchachos y muchachas,... viejos y viejas, la miraban, unos con lujuria y otras con envidia. Y muchas fueron las cabezas que se giraron para verla por detrás. Genoveva lo percibía y le gustaba ser deseada. y envidiada.

La primera clase que dio, a las nueve de la mañana, fue la de inglés. La profesora era una monja de 50 años, de ojos claros y cara de buenaza. Ella fue la que la presentó a las 32 alumnas del aula.... Al sonar el timbre y acabarse la clase, la monja se fue... Esperando por la monja que les iba a dar clae de lengua y literatura, le dijo Genoveva a la chica que estaba en el pupitre de al lado:

-Parece una bella persona la profesora de inglés.

-Es la directora, Sor Piedad, pero la apodan SPANISH SLIPPER.

-¿Y eso que significa?

-Zapatilla española. Dicen que se lo pusieron por que sus padres eran ingleses, y como a ella no le gustaba la fiesta española, ni le guitarra española... ¿Adivinas lo que le gustabai

-Las zapatillas españolas.

-¡Quién me diera ser guapa cómo tú!

Genoveva miró de arriba a bajo a la muchacha, que era regordita, alta, con tetas medianas... una chica del montón. y le dijo:

-Fea no eres.

-Ya, per si fuera guapa cómo tú sería una de las privilegiadas.

-¿Por ser guapa se es privilegiada en este colegio?

-¿Sabes guardar un secreto?

-Seré una tumba.

-Si fuera guapa probaría su zapatilla.

-No te entiendo

-Una chica guapa cuando comete una falta la mandan al despacho de la directora, y cuenta la leyenda que SPANISH SLIPPER la pone en sus rodillas y la azota con una zapatilla de felpa por encima de la falda. A la segunda falta le levanta la falda y la azota por encima de las bragas. A la tercera falta le levanta la falda, le quita las bragas y la azota, suavemente, mas de 50 veces, y a la cuarta falta la chica, al azotarla con más brío a bragas quitadas, la chica ya se corre.

-¿Qué le hace aparte de azotarla?

-Eso es lo que sabría si fuera guapa.

-¿Y a ti quién te lo dijo?

-Ya te dije que lo de SPANISH SLIPPER es una leyenda.

-Difícil de creer. Prece tan buena... tan religiosa...

-Pues la misma leyenda cuenta que SPANISH SLIPPER se enamoró perdidamente de una alumna.

-¡No me digas!

-Sí te digo, y esa misma leyenda cuenta que a esa alumna, cuando dejó el colegio, le regaló la pareja de la zapatilla con la que azota a  las guapas.

-¿Esa leyenda no será un bulo que se inventó una alumna resentida?

-Puede ser, pero a mi me gusta creer que es verdad.

-¿Qué les hacen las monjas a las chicas que no son guapas cuando cometen una falta?

-Nos dan hostias como mundos.

Sonó el timbre y entró en clase Sor Virtudes, la profesora de lengua y literatura.

-¿Cómo te llamas?

-Clara.

Sor Virtudes dijo con voz autoritaria:

-¡¡Silencio!!

Se hizo el silencio en el aula.

En la casa señorial, Celia, que era una morena de20 años, algo más baja que Genoveva, de ojos marrones, de pelo negro, recogido en dos coletas, con grandes tetas... un bomboncito... Como era una curiosa se puso a fisgar en los cajones de la cómoda. Atrás de todo vio una bolsa de papel, la sacó del cajón, metió la mano y sacó unas bragas blancas que tenían una gran mancha amarilla. Supo al momento que aquella mancha fuera hecha por el flujo de una gran corrida. Olió las bragas. Cerró los ojos y vio a Genoveva, desnuda, limpiando el chochito con ellas. Cerró la puerta de la habitación. Se echó sobre la cama y volviendo a oler las bragas, se tocó las tetas. Después metió una mano dentro de sus bragas y comenzó a masturbarse con dos dedos. Vio a Genoveva bajando las escaleras. Fue a su encuentro. Le bajaba las bragas. Vio sus labios rosados empapados. Le limpiaba el sexo de flujo con su lengua y se lo bebía. Le comía el pequeño chochito... Gemoveva empezaba a correrse... Celia metió y sacó los dedos con más rapidez. Se sentía:¡"Chof, chof, chof, chof, chof, chof...!" El coño le estaba echando por fuera. Sintió que se iba a correr. Aceleró el metesaca. Sus dedos parecían pies chapoteando en una charca. Tapó la boca con las bragas para silenciar sus gemidos. Se levantó para no manchar la cama. El placer del orgasmo que la sacudió hizo que cayera de rodillas, después se encogió y acabó de correrse en posición fetal.

A recuperarse limpió el chocho con las bragas y después limpió el piso.

Más tarde quemaría las bragas en la chimenea. Sabia que Genoveva no le iba a preguntar por ellas.

Continuará.