Spa Liberal, ¡¡¡en el agua no se puede follar!!!
Durante el camino, en el coche, me asaltaban dudas. Era la primera vez que me iba a ver en esa situación con él y claro, no quería dejar nada al azar. Las cosas estaban claras entre nosotros pero no estaba de más hablar de qué esperaba de él una vez metido en faena
De acuerdo, hace mucho que no escribo.
Mea culpa, lo se… cada día que pasa pienso en que tengo que sentarme y plasmar mi situación actual, que me apetece compartirla con vosotr@s pero, la verdad, es que, me falta inspiración.
Ahora, en estos tiempos que corren, hay que trabajar el triple para ganar la mitad y es lo que me está pasando a mi. Escribir todavía no me paga las facturas y, claro, tengo que atender primero lo que sí lo hace, espero que lo entendáis. Aunque si alguno de vosotros tiene alguna solución, le escucharé gustosa.
Cambiar de parecer, es gratis y, además, sano. En función de lo que tu mente y tu cuerpo necesitan, te adaptas y demandas al universo. Estoy en un momento de calma. La situación que atravesamos en el mundo no es la mejor para ser promiscua y mi deseo sexual, en cuanto a locuras y fantasías con más humanos que mi pareja y yo, han pasado a un segundo plano. Me siento satisfecha y feliz… a ratos, como todos. Pero no me puedo quejar.
¿Sabéis esa estabilidad con libertad que buscaba? pues, puede que esté viviéndola ahora mismo. Encontré a Angel hace tres meses ya, independiente, cariñoso, romántico, despistado, olvidadizo, liberal…. ¿ese último calificativo es importante? si, para mi lo es, aunque, de todos los que he enumerado es el que todavía no me ha demostrado, por las circunstancias, también es verdad. Aunque…el otro día, me sorprendió su propuesta:
- Oye, ¿por qué no me llevas al spa liberal ese que me has contado al que vas algunas veces?
Me había comentado, según le he ido contando mis aventuras e historias, que le apetecía mucho conocer locales en Madrid. Los últimos años han transcurrido fuera de la capital, mientras estuvo casado fue fiel y no iba a ninguno y no conoce el ambiente por aquí, desde hace muchos años.
Nuestra vida de pareja es muy sana, pasamos todo el tiempo juntos que nos podemos permitir, paseos por el campo, sofá, buenas conversaciones, tele, bailes en el salón, chuches, cocinar, salir a tomar algo a alguna terraza, comer en algún restaurante, incluso hemos trabajado a la vez desde nuestros propios ordenadores... pero todo muy controlado, no nos apetece correr riesgos ni por nosotros ni por nuestras familias. Y, eso si, entre todas esas actividades, todo el sexo que nos apetece y, nos apetece mucho!!!!
- ¿Hoy?
- Si, hoy
Me lo escribía por whatsapp un par de horas antes de que saliera hacia su casa para pasar una tarde de lo más lujuriosa, o no…. y, lo de ir a locales, me parece un poco arriesgado pero, bueno, accedí. De vez en cuando hay que ponerle algo de chispa a esta vida con la situación que nos ha tocado vivir. Ya os digo que nuestras vidas en los últimos meses son un tanto lineales.
Quién sabe lo que nos depararía la tarde, si habría alguien interesante, si nos apetecería acercarnos a alguien… pero… sobre todo, lo que me apetecía era ver cómo se enfrentaría a la situación de que algún hombre se nos acercara para jugar conmigo. Y digo, bien, conmigo porque él tiene claro que no le apetece probar ni investigar placeres que vengan con personas de su mismo sexo, por el momento.
Es como un niño, me encanta eso de él. Todo le emociona, se pone nervioso, pregunta sin parar, como es esto, cómo se hace lo otro…. a mi, no lo voy a negar, me hace sentir importante, sé que lo soy y no solo por eso, y, me gusta. Esos nervios hicieron que me esperara ya perfectamente listo y preparado para salir en cuanto yo entrara por la puerta de su casa. No me dio tiempo ni a provocarle para que me echara un primer polvo de consolación. No recuerdo si hace mucho que nos habíamos visto, pero bueno, es irrelevante. Aun así, tuve que entretenerme, recibí una llamada mientras conducía y debía sentarme en el ordenador por algo de mi trabajo. Me paré en su salón a hacer unas gestiones mientras él se movía nervioso por la casa hasta que se sentó delante de la tele a esperarme.
No, no tenía intención de asaltarme. Cuando terminé nos subimos en su coche y nos dirigimos hacia el lugar.
Durante el camino, en el coche, me asaltaban dudas. Era la primera vez que me iba a ver en esa situación con él y claro, no quería dejar nada al azar. Las cosas estaban claras entre nosotros pero no estaba de más hablar de qué esperaba de él una vez metido en faena. Y una de las cosas que le dije es que no quería que jugáramos con nadie por separado, que entraremos y saldremos juntos y haremos lo que nos apetezca pero sin perder el contacto el uno con el otro. Para mi eso es esencial cuando voy con alguien a un local liberal a divertirme y creo que era la ocasión para sentar bases de ese disfrute de ambos.
Me inquietaba cómo iban a ser sus reacciones pero tampoco me preocupaba en exceso. Con él tengo confianza plena, en poco tiempo nos hemos entendido a la perfección en muchos aspectos que creo que otras parejas pueden tardar meses en tenerlos claros.
Sigo pensando que lo de llegar y desnudarse en unas taquillas tiene muy poco glamour y es todo muy frio, pero, es lo que hay. Así que, nos desnudamos, nos pusimos nuestras toallas sobre los cuerpos desnudos y le hice el tour por las instalaciones. jajajajaja, como me gusta!!!
Mi gran decepción fue cuando vi que el local estaba vacío. Había un chico solo y una pareja y el chico no me gustaba y la pareja, tampoco. ¡Pues, vaya plan!!! Bueno, era pronto, así que, después de enseñarle todo decidimos meternos en la piscina para ver si variaba la situación. Ya os he comentado en alguna ocasión que lo de follar en el agua no me va mucho y si me tocan el clítoris a remojo, cojo unas infecciones de orina brutales, pero…. este verano en la piscina de la casa de Angel descubrí que no está tan mal lo de que te metan una polla submarina. Sin toqueteos de genitales, con solo penetración, me he pegado unas folladas impresionantes y muy muy morbosas. Parece que los gustos con la edad van cambiando.
En esta piscina está expresamente prohibido mantener relaciones sexuales…. ejem ejem… no sabéis lo cachonda que me ponen las cosas prohibidas pero es que, cuando se lo dije a Angel no cabía en su asombro: “¿Qué?, que no se puede follar en el agua?” ¿Dónde lo pone?” jajajaja no se lo creía pero luego más tarde le enseñé el cartel en el que lo decía pero… ya era tarde.
Yo creía que su timidez le iba a hacer frenar en algún momento pero, me he dado cuenta, que, le pongo tan a mil por hora que pierde la noción de quién es y dónde está, bastante a menudo, incluso de lo que me dice y lo que me hace. Es como si entrara en trance, no se… tiene un Mr Hide que me pone mucho, mucho.
Pues, estábamos solos en la piscina, nos besamos. Primero me puse yo apoyada en el borde de la piscina para ver el panorama, quien entraba, quien salía, si venía alguien interesante…. y luego cambiamos. La intensidad de esos besos se hacía cada vez más fuerte, más apasionada. La pareja que habíamos visto se metió entonces y buscó un sitio cercano al nuestro, creo que con ninguna intención pero, hubo roces con los pies, con los brazos.. y mira que es grande la piscina, pero… creo que les molaba que les vieramos cerca pero nada más. No se conocían, por las conversaciones que estaban teniendo, sin ninguna importancia y temas bastante típicos, casi que hablaban del tiempo jejejeje. Pero, nosotros seguíamos a lo nuestro.
Angel tenía una erección de lo más sugerente y yo me frotaba contra él para sentirla. La pareja salió del agua y me vi acelerando nuestro metabolismo hasta la máxima salidez. No podía aguantar más sin sentir esa polla. Elevé mis piernas, abracé su cuerpo con ellas, mis brazos rodeaban su cuello y en un pequeño empujón de caderas esa verga había introducido la punta en mi y al segundo empujón me había penetrado hasta el fondo. Había humedad en mi coño, estaba muy cachonda, las paredes de mi vagina favorecían esa follada que tanto a él como a mi nos estaba encantando. Mientras, yo no dejaba de mirar por si algún miembro del equipo de mantenimiento pasaba por allí y teníamos que dejar de follar. Eso, me estaba dando mucho, pero que mucho morbo y no tardó en venir el primer orgasmo. Me invadió una sacudida en todo el cuerpo y mis caderas no dejaban de moverse para sentir todo lo adentro que pudiera esa punta tan placentera.
Susurré mi orgasmo, no podía gritarlo porque nos podrían descubrir, así que se lo hice saber al oido, gimiendo, gozándolo como una perra y removiendo las aguas que nos rodeaban pareciendo que se había puesto en marcha un jacuzzi a nuestro alrededor. Ese ruido era delatador, cualquiera hubiera podido adivinar que debajo estaba ocurriendo lo que estaba ocurriendo. Pero, no había nadie para darse cuenta, por desgracia.
No quedé conforme con ese orgasmo, mi cuerpo se calentó de tal manera que ya no puede parar de sentir placer. Además de sacudir mis caderas adelante y atrás hacía movimientos circulares para sentir más lo que había entrado para darme tanto gusto. Ángel se estaba derritiendo, su cara lo dice todo, le cambia… nos besamos pero tengo que dejar mi boca libre para poder respirar y jadear, para expresar lo que siente mi cuerpo y decírselo que, no pare, que sujete esas caderas en su sitio que me permiten golpearle para chocar su cuerpo contra el mío sufriendo ese placer tan grande, hasta que los orgasmos se suceden uno tras otro. Tengo que cerrar los ojos para disfrutarlos, no puedo con ellos abiertos y cuando parece que todo explota en mi interior me dice que se va a correr… se corre, se corre en mi, me lo va a dar todo y yo lo quiero. “Dámelo, cariño, dámelo”, le digo al oído mientras, contraigo de nuevo mi cuerpo hacia el suyo y alcanzamos el clímax en un entorno mojado, muyyyy mojado.
Que gustito tan rico, en el agua calentita y después de unos orgasmos muy muy satisfactorios dejo que las pulsaciones me bajen dándonos un gran abrazo. Decidimos ir a dar una vuelta y ver que hay por ahí, no vaya a ser que haya venido alguien interesante y no lo hayamos visto aunque ahora, satisfechos, íbamos a ver las cosas con otro prisma.
Si, había dos parejas más, estaban en una de las habitaciones comunes. Una de ellas estaba follando, ella a cuatro patas y él clavándosela por detrás, me acerqué y Ángel me siguió, me quedé mirando unos minutos mientras Ángel estaba a mi lado y otro chico solo se colocaba también junto a nosotros. La otra pareja estaba cerca y ella le estaba comiendo la polla, sin mucho morbo. Los que estaban follando le ponían poca pasión, no me molaban, así que miré a mi acompañante, el chico solo tampoco era nada del otro mundo, así que después de otro paseo por las instalaciones decidimos meternos en el agua otra vez.
- Te quiero comer el coño, ¿cómo quieres que lo hagamos?
- ¿Ahora?, dentro de la piscina va a ser un poco difícil, tendría que sentarme por lo menos en el borde
- Pues, siéntate
Me sorprendió su propuesta, mucho. No le veía tan lanzado como para hacer algo así. Claro, que eso significaba que, si alguien que pasara por allí le gustaba la situación, podría unirse y él estaba buscando eso, si no no me lo habría propuesto, supongo.
El agua está bastante alejada del borde, mucho más profunda, así que decidí salir y sentarme frente a él, que se había quedado dentro de la piscina. En ese momento nos encontrábamos solos pero las parejas y el chico que habíamos visto antes y todos los que pudieran pasar por allí, podrían vernos y oirnos, aunque también es verdad que ese día estuve especialmente silenciosa, y no es habitual en mi. Parece que no me apetecía mucho darle notoriedad a mi estancia allí…tendré que analizar porque lo hice (Ángel, que me conoce en la cama y sabe lo escandalosa que soy, me lo comentó también. Curioso)
Me senté, eché mi culo hacia adelante todo lo que pude. Sentía la rugosidad de la superficie y abrí mis piernas para recibir esa boca deseosa de mi. Pero no fue directamente al punto. Comenzó a besarme en la parte interna de los muslos, poco a poco, despacio. De vez en cuando me miraba a los ojos, mientras seguía besando. Eran besos húmedos, de deseo, con ganas de llegar pero con la calma de hacerme desearlo. Echaba mi cabeza hacia atrás, sentía mucho placer, escalofríos recorrían mi cuerpo, me daba igual lo que sucediera a mi alrededor. Si había o no había gente, si nos veían o no nos veían… fabriqué una burbuja para nosotros, para nuestro placer. Sé que a él también le da placer lo que está haciendo, le gusta comerme, besarme. Por el simple hecho de rozar sus labios o su boca contra mi piel, él también se estremece. Eso se nota y me vuelve loca.
Sigue subiendo, las ingles, el pubis, no deja centímetro sin tocar, sin besar y llega al punto, al clítoris, a esa zona de mi cuerpo que tiene toda la sangre acumulada y que en cuanto fue besado alcanzó el orgasmo. Se lo dí, vibré, lo susurré, cogí su cabeza para que no se separara de donde estaba, mi cuerpo se volvió loco, no quería ni podía parar de sentir. Quiero tener su boca ahí, uno tras otro mis orgasmos seguían sucediéndose. Entre alguno de ellos una de las parejas se asomó a la piscina, miraron, les miré, yo estaba de frente y se dieron la vuelta para marcharse. Parece que habían terminado saciados de su sesión de sexo en la habitación. Que me vieran en esa tesitura me dió mucho más morbo y me corrí salvajemente sacudiendo mi cuerpo. Movía las caderas dentro de las posibilidades que me daba la postura en la que me encontraba. Si forzaba mucho iba a dejarme el culo pelado pero me daba bastante igual. ¡Qué comida de coño! ¡Espectacular! No me creía que no parara, que no cesara en su empeño de darme placer y él se volvía cada vez más loco. Comía con ahínco, chupaba, lamía con su lengua.. para volverse loca. Tremendo. Mis espasmos no dejaban de sucederse y el placer recibido era indescriptible.
Creo que él tenía además una postura cómoda. De pie le llegaba justo a la medida pero, aún así, decidí bajar al agua otra vez. Quería follar de nuevo. Le dije que si salíamos para hacerlo con más comodidad (si nos pillan, nos echan de la piscina) pero el morbo de lo prohibido nos volvía a ganar.
Cuando me vi de frente a él, le besé, sabía a mi. Tenía la boca llena de coño, me comí mi sabor, me excita olerme y saber que esa boca ha estado en mi cueva del placer. Esos besos ansiosos hacían que su polla golpeara en mi, como llamando para pedir permiso. No iba a dilatarlo más en el tiempo. Me di la vuelta, quería que entrara por detrás. Por el culo en el agua, con el tamaño que tiene, no es viable pero me hubiera gustado porque anduvo jugando con su dedo en ese agujero. Levanté mis caderas y permití que esa verga se abriera paso. La punta abría mi agujero queriendo entrar hasta adentro. En el agua todo es fácil porque flotamos, no pesan los cuerpos pero el vaivén hace que sea también complicado permanecer en una postura fija y atinar y permanecer, así que mientras lo intentas se crea ansiedad y crece el deseo de tener todo dentro pero yo necesitaba que me penetrara de nuevo. Quería sentir esa polla dentro de mí otra vez, así que dejamos de jugar al circo y volví a darme la vuelta, esta vez permanecía de espaldas a la piscina. Era Ángel el que estaba de frente y veía se venía alguién o miraba alguién lo que estábamos haciendo.
Me hice flotar, abrí las piernas y dejé que esa polla apuntándome diera en la diana entrando de nuevo en mí para pegarme unas buenas folladas. Mis brazos pasaban alrededor del cuello, haciendo presión para subir y bajar. Mi culo era movido y sujetado por sus manos, abierto, para que yo sintiera bien que entraba saliendo y entrando en mi. Me corría, y me corría… mi cuerpo sentía mucho placer y cuando él estaba a punto de correrse, dos parejas entraban en la piscina. Mi nivel de jadeo bajó y los movimientos intenté que fueran más sutiles aunque, blanco y en botella… nadie somos tontos y los que entraban sabían que estábamos follando. Hicieron la vista gorda y sentí la corrida de Ángel en mi fondo para quedarnos abrazados por las piernas y por los brazos disfrutando de ese momento de cúspide de placer a la vista de los demás.
Fue una tarde maravillosa, diferente, que… en los tiempos que corren hay que agradecer. Todo es de agradecer. Los momentos que se disfrutan, que disfrutamos juntos son muy bonitos pero cambiando de escenario parece que se disfrutan mejor.
Después de tomarnos un refresco y vestirnos nos fuimos a su casa a seguir con una noche llena de lujuria, una amanecer placentero y una mañana libidinosa. Un no parar...
Es raro, pero, durante toda la tarde estuve pendiente de cómo reaccionaría yo ante las situaciones que hace unos meses eran comunes para mi pero también cómo lo haría él ante las que ya tenía como claras. Ese descubrimiento está muy bien y me gusta que no esté todo establecido, que haya que ir teniendo distintas experiencias para sentar las bases de la relación.