Soy una zorra (6 y 7)
De vacaciones en la playa, Marta es exhibida por Juan. Luego la ofrece a un mirón. Se inicia en nuevas perversiones.
De vacaciones con Juan: Playa y sexo. (VI):
Estaba impaciente por volver a ver a Juan. El mes de Julio se me había hecho larguísimo sin su compañía y estaba deseando estar con él. Ya estábamos a mitad de agosto y como es habitual en esta zona de España el tiempo era magnífico. Juan llegaría en coche desde Madrid el día 15, y venía acompañado de un par de amigos, en concreto de Chema y Javi. Javi era el chico con el que Juan follaba a menudo. Javi era marica pero Juan me había dicho que le encantaban los culos y me había pedido que le complaciera dejándome sodomizar por Javi. Me explicó que le encantaría ver cómo me daba por el culo. Yo le había contestado que haría lo que él me pidiera.
Además, tras una temporada de abstinencia sexual, salvo las pajas telefónicas que me había hecho a instancia de Juan mientras conversaba con él, masturbándome mientras me decía todo lo que iba a hacer conmigo en cuanto me viera, estaba realmente salida. Tenía unas ganas locas de sexo, de que me follara otra vez, de sentir su polla dentro de mí, de tocarle, de sentirle junto a mí, de que me desnudase, de exhibirme para él.
Como Juan no sabía dónde estaba el lugar en el que mi familia había alquilado el apartamento, y para evitar que perdiera el tiempo dando vueltas entre las múltiples urbanizaciones que invadían esa bonita parte de la costa gaditana (Chiclana), decidimos quedar en Cádiz, en la estación del tren, y desde allí me incorporaría yo al coche y les llevaría a casa.
Pronto sonó el claxon del coche de Juan, un Golf de los que se descapotan, de color blanco. Iban con él dos chicos más, Chema, un bilbaíno compañero de la escuela de arquitectura, y Javi, también de la escuela. Chema tenía a su novia también por zona, era alto, moreno, fuerte y bastante velludo. Tenía la nariz grande y eso le hacía no resultar muy atractivo, pero sin embargo era tremendamente simpático. Javi por el contrario era muy guapo, rubito, delgado, de aspecto aniñado, tierno y bastante tímido. Su voz era femenina y enseguida te dabas cuenta, por sus gestos, su forma de hablar, de que probablemente fuera homosexual. De todas formas, los iba a conocer mejor a partir del momento en que Juan me los presentó.
Nada más verme Juan detuvo el coche, se bajó y se abalanzó literalmente sobre mí. Nos dimos un "morreo" de campeonato, un besazo en la boca interminable, devorándonos las lenguas mutuamente, mientras le decía cuanto le había echado de menos y las ganas que tenía de él. Juan no pudo contenerse y mientras me besaba noté como deslizaba su mano sobre mi teta derecha, acariciándola y cogiéndola en su mano. Yo sabía que sus dos amigos estarían viendo como me tocaba pero no me importaba en absoluto, me daba igual lo que en ese momento fueran a pensar de mí. Le dejé hacer e incluso gemí un poquito para animarle. Juan se detuvo y me dijo:
- Ya veo que sigues igual de cachonda, cielo. Estoy desando follarte. Ven, te voy a presentar a éstos ...... y me cogió de la mano llevándome hacia ellos.
Mira, este es Chema, de Bilbao, viene a ver a la novia que la tiene por aquí. Ella es Marta, aunque creo que ya la conocéis un poco por las cosas que os he contado de ella.
Al oírle decir esas palabras una sombra de inquietud y vergüenza asomó en mi cara, intentando adivinar si Juan habría sido capaz de contar nuestras aventuras sexuales a esos dos hasta ahora desconocidos.
Y este es Javi, continuó Juan. Como ves Marta, es todo un verdadero maricón.
Javi ni se inmutó al escuchar esta forma de presentarle. Se acercó a mí y me besó en la mejilla, sonriente.
- Bueno, a que esperamos, al coche y en marcha, dijo Juan, y dándome una palmada en el culo nos introducimos en el coche. Chema se puso al volante, y Javi se sentó en el otro asiento delantero. Juan y yo nos sentamos detrás.
Cádiz y Chiclana están relativamente cerca (20 minutos) pero en verano es habitual la existencia de retenciones y circulación lenta. Juan y yo apenas Chema puso en marcha el coche empezamos a besarnos. Juan estaba como loco y su mano trepaba por cualquier parte de mi cuerpo sin darme un respiro. Yo intentaba pararle para no acabar medio desnuda en el coche pero cada vez estaba más excitada y caliente, y él no cejaba en su empeño. Yo llevaba puesto un vestido corto de algodón de color azul marino, de playa, y el bikini. Mientras nos besábamos apasionadamente Juan me dijo en voz baja, de forma que solo yo pudiera oírle:
Cariño, separa un poco las piernas, vamos, tengo tantas ganas de tocarte el coñito .......... ¡Por favor, solo un poco!.
Mientras lo decía intentaba con su mano izquierda separármelas él mismo. Yo las cerraba cuando notaba que me las abría en exceso, pero pronto me abandoné y me abrí de piernas por completo.
Así, putita mía, déjame que te toque el coño, ..... ábrete un poco más, déjame acariciarlo....Bien, me gusta, está mojado, lo notas, verdad?...... Voy a separar un poco el bikini para tocártelo sin estorbos, así te gusta más, no?.......
¡Sí Juan!, ¡cabrón, cómo me pones! Espera, nos van a ver, para un poco.....ahhh .. joder, vas a hacer que me corra, ¡para de meterme los dedos por favor!
La situación era de lo más excitante. Me encontraba con dos amigos de Juan a los que apenas conocía, sentada en el asiento de atrás del coche, sin capota y circulando a no más de 20Kms/hora, con la falda subida hasta la cintura, el bikini separado, mostrando mi coñito al descubierto, totalmente abierta de piernas y con Juan acariciándome sin parar, metiéndome sus dedos y arrancándome gemidos de placer. Mi cara era un poema, pues reflejaba el morbo de la situación, le placer que me estaba proporcionando las íntimas caricias de Juan.
Marta, te quiero así de puta, cada vez eres más cerda, me encantaría que te corrieras como una guarra, pero en silencio, no grites, me decía mientras incrementaba el ritmo de sus caricias.
Yo no podía evitarlo, cada vez gemía más fuerte. Entonces el muy cerdo tiró de la braguita del bikini hacia abajo, quitándomela, me abrió las piernas al máximo, me escupió en el coño, me extendió su saliva por el coño, y cuando iba a tener el orgasmo de mi vida, tocó en el hombro de Javi, éste se volvió hacia nosotros y mientras miraba, sin creérselo, hacia mí, Juan le decía:
Ves Javi lo puta y cerda que es Marta, te lo crees ahora?. ¡Mira, tócala!, le dijo mientras le agarraba del brazo y lo dirigía a mi entrepierna. ¿Acaríciala también tu, que se va a correr. Venga, no te cortes.
No pude contenerme y orgasmé de forma brutal, corriéndome con las manos de ambos en mi sexo, con el coño desnudo y abierto a las miradas de Juan y Javi. Luego Juan me besó y me dijo, que besara también a Javi en la boca, cosa que hice gustosamente.
La verdad es que ya no me conocía a mí misma. Había asumido sin problema alguno el hecho de que Juan me mostrara ante su amigo abierta de piernas, no me importaba que ese desconocido me tocase delante de Juan o que viera lo impúdica que era, abierta y ofrecida a los deseos de Juan.
Continuamos hasta llegar al apartamento que habían alquilado ellos. Juan, mientras descubríamos el interior de la casa, me agarraba de la cintura y de forma continuada me atraía hacia él para besarme, hacerme sacar mi lengua fuera, acariciarme los pechos o el sexo por encima del vestido, etc. acciones que no hacían sino ponerme más caliente si cabe. Por fin, Chema nos dijo que se iba a buscar a Ana, su novia, en el coche, y Javi iba a echarse un rato. Juan me miró y dijo en voz alta: Y nosotros, a follar, tras lo cual nos metimos en una de las habitaciones y cerramos la puerta.
Juan se tumbó en la cama y yo me quedé de pie junto a la pared de la entrada. Me hizo ademán de que me despojase del vestido, y le obedecí, sacándomelo muy lentamente, de espaldas a él, por la cabeza. Me quedé en bikini, y empecé a mover la cintura, desatando el sostén y dejando mis tetas al aire, luego me volví de nuevo y fui bajando la braguita despacio, cambiando de postura, mostrándole mi delantera, con los pechos erguidos de la excitación, y también mi culito. Una vez estuve totalmente desnuda empecé a acariciarme el coño, abriéndomelo para él, luego me volví, me incliné ligeramente hacia delante, con el culo algo levantado y me metí un dedo en mi agujerito estrecho, empezando a gemir levemente.
Vamos, zorra, ponte a cuatro patas como las perras y camina hacia mí, que quiero que me comas la polla, me ordenó Juan. Obediente, empecé a caminar sobre mis rodillas, con el culo en pompa y moviéndolo como una vulgar perra, saqué la lengua fuera, recorriéndola por mis labios hasta que llegué a su entrepierna, le desabroché el pantalón y extraje su miembro, duro, a punto de reventar. Lo lamí con delicadeza primero, para luego tragarme su polla hasta el fondo de la garganta. Juan me agarró del pelo, evitando que me escapara, se levantó y empezó a follarme la boca, sujetándome la cabeza, y se corrió en mí, haciendo que me bebiera toda su leche.
Quedamos tumbados los dos en el suelo, y me dijo:
Te quiero Marta, eres la mujer con la que más he gozado en toda mi vida. ¿Todavía quieres más? Me preguntó al observar que yo continuaba tocándome el coñito con mi mano, introduciendo dentro de mí un dedo para masturbarme con él.
¡¡¡Javíiiiii!! Gritó de pronto. ¡Javiiii!. Ven aquí, entra. Mira a la zorra de mi novia. La ves, te gustaría tirártela, pedazo maricón?, le preguntó Juan.
Yo estaba desnuda, con el sexo abierto y mojado, despeinada, con mi melena morena llena de salpicaduras de semen. Quedé boquiabierta al ver entrar a Javi y oír lo que Juan le decía. Le estaba llamando maricón a su amigo y a mí me trataba como una vulgar puta.
A mí no me importa que te la tires, y a ella seguro que le gusta. A lo mejor te empiezan a gustar las mujeres. Además puedo darte por el culo mientras te la follas.
¡Ven Marta, desnuda a Javi, me ordenó Juan.
Me levanté del suelo y me acerqué a Javi. Juan se puso entre nosotros y nos empujó de forma que nuestras bocas se juntaran, y nos ordenó besarnos. Al tiempo, yo despojé a Javi del pantalón y del slip, descubriendo una magnífica polla, de muy buen tamaño (22 cms. debía alcanzar como poco) Juan se la cogía y la estiraba. Se arrodilló y me hizo a mí acompañarle y ambos empezamos a chuparle a Javi la polla, cambiándola de boca, unas veces en la de él, otras en la mía.
- Así...., sigue..., ¡chúpasela bien a esta maricona! me decía Juan mientras mantenía el miembro de su amigo en mi boca.
Javi, ¿te gusta como la chupa mi novia, verdad? ¿Es lo suficientemente guarra para ti? , preguntaba Juan a Javi, mientras éste gozaba en silencia con mi mamada.
Pronto Juan se colocó detrás de Javi mientras me decía:
Ahora Marta, le voy a dar por el culo a este pedazo de gay, Quiero que te pongas debajo de su culo y de mi polla, pues te la voy a meter de vez en cuando en tu boca de cerda para que la limpies bien del sucio culo de Javi. Lo harás verdad?
Simplemente me coloqué en la posición que me había indicado, empezando Juan a penetrar a Javi. Debía de estar acostumbrado pues el miembro de mi novio entró sin dificultad. Después de unos cuantos embites, Juan sacó la polla del culo de Javi y me la puso delante de la boca, haciendo que yo misma tuviera que adelantar mi boca para tragármela. Sabía amargo, pero me gustaba y me puso a mil, haciéndome enloquecer de placer pensando lo guarra y cerda que era. Me la comía entera, limpiándosela, pidiéndole que me la diera, rogándole una y otra vez para que la sacara del culo de Javi para poder disfrutar de ella en mi boca. Juan lo repitió tres o cuatro veces más hasta que se corrió dentro del culo de Javi. Entonces me hizo tumbarme en el suelo, llevó a Juan a colocar su culo sobre mi cara y me hizo lamer y recoger con mi lengua la leche que salía de su ano.
Después me agarró del pelo, me puso junto a la pared, me hizo abrir las piernas y llamó a Javi para que me la metiese por el culo. Cuando Javi llenó el condón que se había puesto, Juan también me hizo beber la corrida de su amigo.
Tras esa pequeña orgía que habíamos tenido entre los tres nos tumbamos desnudos sobre la cama y estuvimos descansando un rato. Me levanté y me puse el vestido de playa, sin nada más debajo, y me dirigí a la cabina telefónica situada en una calle adyacente a la urbanización para llamar a mis padres y decirles que Juan ya había llegado y que hasta la cena no iría por casa. Cuando volví al apartamento me encontré con Juan y Javi haciendo un sesenta y nueve, chupándose las pollas mutuamente. Me quité el vestido, quedando de nuevo desnuda y sin dudarlo me acerqué a ellos. Me situé junto al rostro de Juan, que estaba con la boca llena de polla, acerqué mi lengua y lamí el miembro duro de Javi que quedaba fuera de la boca de Juan. Juan pronto la soltó y me dijo, Marta, cómele el culo, a este maricón, le encanta. Excitada introduje mi lengua en el ojete de Javi al tiempo que empezaba a masturbarme el clítoris con una mano. Luego cambié de posición y le comí el culo a Juan. De pronto Juan empezó a derramar su leche en la boca de Javi, y me gritó que la recogiera, a lo que yo enseguida me presté succionando con mi lengua los restos de semen que le quedaban y limpiando la boca de Javi de la leche que contenía. Luego fue Javi quien se corrió y repetí la operación.
Ellos ya no podían más y yo también estaba agotada. Nos duchamos y decidimos ir a la playa pues eran las seis de la tarde y todavía hacía una temperatura más que agradable. Bajamos por el acceso más cercano a la urbanización de Juan (la de mis padres quedaba algo alejada) y nos situamos en mitad del arenal. La Playa de "La Barrosa" es grande y amplia, con bastantes turistas españoles, principalmente de origen sevillano, madrileño y vasco, aparte de los oriundos del lugar, y con un ambiente tranquilo y familiar.
Colocamos nuestras toallas y corrimos hacia el agua a darnos un chapuzón. Estaba buenísima y resultaba gratificante relajarnos con un baño de mar. Al salir del agua nos tumbamos al sol como lagartos y al cabo de media hora le propuse a Juan ir a dar un paseo por la orilla. A Juan le pareció una buena idea pero Javi prefirió seguir tomando el sol. Yo llevaba puesto un bikini normal, bastante decentillo, de color amarillo. Al levantarnos Juan se fijó en él y me comentó que no le gustaba.
¿Por qué no te gusta?
Es demasiado puritano, contestó. ¿No tienes un tanga?
Me reí. Es que no piensas en otra cosa, eres un salido. No, nunca he llevado tanga en la playa, y además, en esta playa ni lo sueñes, pues andan mis padres todo el día aquí metidos.
Y top-less?.¿ No lo haces?
No.
Bueno, Marta, - me dijo atrayéndome hacia él y rodeándome con sus brazos mi cintura- creo que a partir de ahora tus tetas se van a hacer famosas en esta playa, porque conmigo vas a tener que ir con los pechos al descubierto.
Juan, no me apetece, .... no me hagas eso, por favor. Aquí me conocen, están mis amigos, conocidos, llevo toda la vida veraneando en este sitio ......... pídeme otra cosa.....
Vamos Marta, no se va a hundir el mundo. No eres la única chica de la playa que estará en top-lees. ¡Mira!, Solo desde aquí veo alrededor a casi ocho o nueve mujeres así. Además tus padres se acostumbrarán (no les quedará otro remedio) y a tus amigos no les va a importar, sobre todo a los hombres.
Mientras me decía esto sus manos no perdieron el tiempo en soltar el cierre del sostén del bikini. Cuando lo tuvo suelto, me susurró:
Y ahora Marta, sepárate de mí despacio. Tus pechos van a ver la luz del sol.
Lo hice y la parte superior del bikini se soltó dejando mis tetas blancas descubiertas súbitamente.
Ahora podemos dar el paseo. Espera, antes ponte un poco de crema no se te vayan a quemar, añadió. Estás preciosa y me gusta presumir de hembra.
Nos pusimos por fin a caminar abrazados por la orilla de la playa, al principio me sentía algo cohibida, sobre todo al cruzarme con tanta gente sin cesar y notar como mis pechos llamaban la atención por lo blancos que estaban, pero pronto caminaría orgullosa, con los pezones erguidos por el morbo que me producía exhibirme y por el hecho de poder encontrarme con conocidos durante el paseo.
Juan, en un momento dado añadió: "Y mañana compraremos unos tangas", Es mi intención que llegues a ser toda una atracción en esta preciosa playa".
De vacaciones con Juan 2ª parte: Playa y sexo. (VII):
El primer día de vacaciones con Juan, como habéis podido comprobar, resultó agotador para todos. A eso de las once la noche volví al apartamento de mis padres, cansada por todo lo que había ocurrido ese día. Cené con ellos y notaron lo radiante y contenta que estaba, tomándome un poco el pelo por lo enamorada que se me veía de Juan y que por supuesto les parecía un chico muy agradable y educado.
Habíamos decidido que esa primera noche no saldríamos por ahí, pues ellos también estaban cansados del viaje desde Madrid y no les quedaban fuerzas después de la tarde de folleteo y playa que habíamos tenido.
Al despedirnos hicimos planes para el día siguiente, quedando yo con Juan en que me pasaría a buscar sobre las once de la mañana para ir a comprar unos tangas de playa para mí, y luego irnos a conocer los "Caños de Meca" y tomar el sol desnudos.
Por la mañana y de forma puntual Juan pasó a recogerme con el Golf descapotado. Vino solo y la verdad es que me alegré por ello pues así tendríamos tiempo para estar un rato solos, si bien me anunció que Javi vendría a la playa con nosotros después de las compras. Fuimos a un centro comercial en San Fernando, nos dirigimos directamente a una tienda de bañadores y compramos tres tangas normales (dentro de lo que cabe), de colores que resaltaran mi tez morena: blanco, azul celeste y rosa tirando a fucsia. Le comenté que por mí de acuerdo, que si a él le gustaba que ensañara el culo en la playa lo haría, pero que también necesitaba un bikini más decente para cuando fuéramos a la playa de La Barrosa, pues algún día estaríamos con mis amigos de verano y no era plan de aparecer en tanga ante ellos. Juan no estaba conforme, quería que fuese siempre en tanga, y que no le importaba ni siquiera que estuvieran mis padres delante. Buscamos entonces un bikini muy reducido de tamaño, intentando conciliar así las dos posturas. Lo encontramos, de esos que la braguita se ata haciendo un lazo en los extremos y que tapaba al menos la mitad de mis nalgas. En contraprestación a esa cesión de Juan, me hizo comprar otro tanga cuya parte posterior era solo un cordón. Para la playa era muy fuerte, pero me prometió que lo usaría solo en ocasiones y lugares especiales.
Recogimos a Javi en la puerta del apartamento y nos dirigimos hacia los "caños". Juan me pidió que hiciera el favor de levantar el "ánimo" de Javi y me sentase con él en el asiento de atrás. Acepté encantada su ofrecimiento, me quité el vestido playero que llevaba, quedándome solo con el tanga y los pechos al aire y me abracé a Javi. Le di un buen morreo, le saqué la polla del bañador y estuve casi diez minutos masturbándole con la boca y la mano hasta que se corrió sobre mí, llenándome el cuerpo de leche.
Cuando llegamos a la playa bajamos del coche, yo en tanga y en top-less y ellos en bañador. La playa era inmensa, estaba casi vacía, nos desnudamos por completo, nos bañamos y pasamos así el día. Durante esa jornada Juan me acarició el sexo un par de veces, todas en presencia de Javi, masturbándome para que me relajara y haciendo que me corriera, pero no llegamos a follar.
De regreso Juan me hizo ir totalmente desnuda en el coche y cuando llegamos al apartamento, ya de tarde-noche, a eso de las nueve, me obligó a salir desnuda del coche, correr hacia la puerta, abrirla e introducirme a toda velocidad dentro de casa para evitar que me pudieran verme desnuda en plena calle los vecinos.
Cené con ellos e hicimos el amor Juan y yo como dos enamorados, si bien estaba un poco incómoda porque empezaba a tener un poco rojos los pechos por el sol.
Los siguientes día fueron muy tranquilos. Ibamos de excursión a playas poco concurridas en las cuales me encontraba a gusto con los tanguitas que me hacía lucir Juan. Mis pechos ya estaban completamente morenos y mi cuerpo muy bronceado. La verdad es que estaba guapa, porque las vacaciones sientan bien, no lo podemos negar. Presenté a Juan a mi pandilla y cayó estupendamente. Salimos con ellos de marcha varias noches como una pareja más de novios que reservaba el sexo para su intimidad. Yo estaba contenta por el hecho de que Juan no inventara nada delante de ellos, ni me hiciera ir a la playa de La Barrosa (a la que iban ellos, mis padres, los conocidos, etc.), aunque pronto descubriría que Juan me deparaba fuertes sorpresas en ese sentido. Practicábamos sexo siempre que podíamos, a veces con la incorporación de Javi, al que le encantaba mi culo, convirtiéndome en una experta mamadora de pollas y culos, e incluso probé la doble penetración (un orgasmo alucinante), con Javi por detrás y Juan en mi coño. Creo que mis gritos de placer debieron despertar esa noche a toda la urbanización.
Había cambiado mucho desde que conocí a Juan. Recordando como era yo antes, una chica universitaria que practicaba el sexo de forma tradicional, me había convertido sin apenas darme cuenta en una devoradora de pollas, que aceptaba que su novio la compartiese con su mejor amigo, en amante de la práctica del sexo anal y del exhibicionismo, y además disfrutaba si me insultaban llamándome puta o zorra. Tengo que deciros que me encantaba estar follando a solas con Juan, disfrutaba con nuestros momentos románticos como pareja, que los teníamos y muchos, pero también deseaba perder el control y que Juan iniciase algún jueguecito perverso que me hiciese llegar al límite, al máximo placer que encontraba sintiéndome sometida a su voluntad y dejando que mi cuerpo se abandonase por completo.
La última semana se convertiría en la mayor prueba de mi aprendizaje y adiestramiento como puta de Juan.
El lunes por la mañana vino Juan a eso de las doce del mediodía a buscarme al apartamento de mis padres. Antes me había telefoneado para decirme que Chema y Javi se iban con el coche por ahí, y que por tanto iríamos con mis amigos a la playa, es decir, a La Barrosa. Juan me pidió que me pusiera el tanga azul, pero me negué en rotundo. No insistió mucho, sustituyéndolo de inmediato por el otro bikini que habíamos comprado, el que se ataba con unas simples cintas laterales y era de reducido tamaño, sin llegar a tanga. Le contesté que bueno, que ese no me importaba ponérmelo aunque tampoco me hacía mucha gracia.
Llegamos casi los primeros. Pusimos las toallas, me quité la parte superior del bikini, dejando mis pechos, a estas alturas ya completamente morenos, al descubierto y me tumbé en la toalla. Al rato fueron apareciendo los miembros de mi pandilla: Lucía y Mario (que salían juntos), Jaime, Pepe, Luis, Marta, Sofía y Santi, el más pequeño de mis dos hermanos pero un año mayor que yo.
Santi se quedó de piedra al ver a su querida hermanita con las tetas al aire. Noté que no sabía qué decir, sobre todo al ver cómo se les iban los ojos a los demás chicos de la pandilla. Yo opté por continuar tumbada, haciendo como que dormía al sol, pero en el fondo me encontraba algo excitada por la situación creada.
Juan estaba tumbado junto a mí y me besó un par de veces susurrándome que estaba muy cachondo porque yo le estaba mostrando las tetas a mi propio hermano. Le contesté quedamente que se callara, que no dijera sandeces, porque me estaba poniendo nerviosa. Le advertí, medio enfadada, que si seguía así cogía y me volvía a poner el bikini.
Pronto fuimos todos a bañarnos y curiosamente Sofía acabó imitándome y también se puso en top-less. Luego que me confesaría que lo practicaba en la piscina a la que iba en Madrid, pero como ninguna de las chicas del grupo se ponía así en la playa tampoco quiso nunca dar de qué hablar.
Tras el baño, Juan se acercó a mi para "ayudar" a secarme con la toalla, y con esa excusa aprovechó para meterme mano con todo el descaro del mundo y delante de todos. La verdad es que no supe reaccionar, y cuando Juan puso sus manos sobre mis pechos desnudos solo acerté a decir:
Juan por favor, ..... aquí no ..... por lo que más quieras ......mi hermano, ....los demás..... me van a ver..........por favor ...déjame.....
Pero yo no me apartaba y él continuó unos segundos más sobándome los pechos en medio de la playa. Luego bajo su mano derecha y me acarició el culo, sin disimular, sin hacer nada para ocultarlo de la vista de los demás. Tampoco me separé esta vez. Estaba empezando a sentir mucho calor, a mojarme sin pretenderlo, estaba eléctrica. Su siguiente movimiento alcanzó mi coño. Puso su mano sobre la tela del bikini, y la movió levemente, de arriba abajo, mientras me decía:
¿Te gusta que te acaricie en medio de la playa ....? Eres una zorra tremenda ....
Lo sé, le contesté, soy tu puta.
¿Quieres que siga tocándote? Te están viendo todos, Jaime, Mario, tu propio hermano,,,,,,,, están viendo que tengo mi mano en tu coño.......
Seguíamos de pie en medio de la playa. Recuperé el control de mí misma y me separé: Estaba muerta de vergüenza por lo que había sido capaz de hacerme Juan delante de todos. Entonces Juan me cogió otra vez de la cintura y me atrajo hacia él. Acercando su boca a mi oído, con su cabeza reposando sobre mi hombro y sus manos sobre mi cintura empezó a indicarme lo que quería que hiciera:
¿No irás a rajarte ahora, verdad Marta?. Verás, vamos a estar así un rato, juntos, hablando y tu vas a disimular, a reír como si lo que yo te contara te estuviera haciendo mucha gracia, y yo voy a seguir acariciándote, pero has de estar preparada porque te vas a quedar completamente desnuda a la vista de todos ....
Quéeee? ¡Estás loco!........
Espera, Marta, no grites....., verás, te soltaré el lazo del bikini como su fuera un juego, y dejaré caer la braguita.............., luego la cogeré y tu me perseguirás desnuda, mostrando a tus amigos y todo la gente ese pedazo de cuerpo que tienes .........................
No Juan, no seas cabrón, no me hagas eso.
Preparada, Marta, !va¡
Lo hizo, el muy hijo puta desató el lazo de la braguita del bikini y me dejó como dios me trajo al mundo en medio de la paya, de mis amigos, de mi hermano. No sé el tiempo que transcurrió desde que quedé desnuda hasta que reaccioné empezando a correr hacia al agua persiguiendo a Juan que llevaba en la mano el trozo del bikini. Y allí le alcancé, y me arrojé sobre él dispuesta a pegarle, a insultarle pero me abrazó con fuerza, me besó y me dijo muy bien putita, estoy orgulloso de ti, y nos fundimos en un intenso abrazo en medio del agua, yo desnuda, el con su bañador, sin poder ocultar la tremenda erección que tenía.
Ya en casa de mis padres mi hermano me reprochó el espectáculo que había dado en la playa. Me dijo que no me reconocía y yo guardé silencio, sin saber como darle una explicación coherente de mi comportamiento.
Después de comer Llamé a Juan para ver que hacíamos. Mis padres iban a Cádiz y mi hermano pandilla a la piscina de la urbanización, plan que a mí no me apetecía mucho. Decidimos volver a la playa.
Me puse un vestidito corto, de color blanco, amplio, de vuelo, y el tanga fucsia, que se me veía perfectamente a través del vestido. Cogí la bolsa de la playa y marché andando a buscar a Juan. Notaba que me miraban todos los hombres que me cruzaba, que volvían la cabeza para comprobar y contemplar mi culo expuesto por el tanga. Al encontrarme con Juan se quedó mirándome:
Eso es Marta, así es como me gustas, llamando la atención.
¿No querías que trajese el tanga? Pues eso he hecho. Te vas a hartar de que me miren el culo.
Espera, voy a por las cámaras.
Volvió con ellas, me hizo alguna foto allí mismo, en medio de la calle, ordenándome levantar el vestido y mostrarle el culo, apoyada en la pared de la urbanización, de espaldas a él. Luego seguimos hacia la playa. Paseamos por la orilla, me filmó en vídeo caminando en tanga, me acarició en medio de todo el mundo ...... Me sentía un mero objeto observado por millones de ojos. A eso de las siete decidimos irnos. Nos dirigimos hacia las duchas de la playa, situadas frente al paseo marítimo que avanza en paralelo al arenal, y Juan me pidió que me duchase de forma excitante.
Él cogió la cámara de vídeo, se sentó en la bancada del paseo marítimo y yo me coloqué bajo la ducha, con los pechos al descubierto, en tanga, con el agua cayendo por mi cuerpo, compartiendo la ducha con otros dos señores, una madre de familia y dos niños pequeños. Además, esperando turno se encontraban tres o cuatro jóvenes que no paraban de mirarme y reírse entre ellos, hablando de mi cuerpo, de lo buena que estaba ..... Yo continuaba como si nada, exhibiéndome de la forma más natural. Salí y al mirar hacia Juan vi que a unos 30 metros de él a la derecha había otro señor con una cámara de vídeo apuntando hacia mí. Hice una señal a Juan para que se acercara.
Juan, arriba, en el paseo marítimo tenemos un mirón que también me estaba grabando en vídeo mientras me duchaba.
A Juan le encantó oír eso. Bueno, pues le puedes dar un buen espectáculo. Espera, voy a hablar con él.
Juan se marchó y yo me quedé de pie cerca de la ducha. El hombre aún tuvo la caradura de grabarme de forma disimulada, pero yo notaba que en cuanto podía la dirigía a mi cuerpo, a mis tetas. Me di la vuelta para ofrecerle una panorámica de mi trasero. Me agaché, revolví con la bolsa de la playa, me volví a levantar, intentado que tuviera la mejor visión de mi culo posible. Juan había dado un pequeño rodeo para acercarse por detrás al mirón. Lo sorprendió y vi como empezaban a hablar. A los pocos minutos Juan me hizo una señal para que fuera hacia ellos. El hombre empezó a grabarme mientras andaba en su dirección. Juan salió a mi encuentro:
Marta, le he dicho que eres mi novia y que me gusta exhibirte en público tal como estás hoy. Le he añadido que si quiere grabarte que no se esconda, que no le vamos a decir nada.
¿Quieres que me exhiba ante ese cerdo?- El hombre tendría unos 50 años, barrigudo, calvo pero con mucho vello en el cuerpo, y en absoluto atractivo. Era simplemente feo y bajito. De acuerdo, te voy a hacer disfrutar como nunca.
Volví a la ducha y me mojé de nuevo. Luego me acerqué al límite de la playa con el paseo, quedándome en la arena a unos 10 metros de donde ellos estaban. El calvo empezó a filmarme mientras me secaba. Yo pasaba la toalla lentamente por mi cuerpo, mostrándole mis tetas, poniendo cara de vicio, girándome para que me grabara desde todos los ángulos. Luego me puse a cuatro patas, con el culo en pompa hacia ellos y anduve así dos metros, hasta la bolsa de la playa, saqueé el vestido, hice tiempo en esa postura, y luego me levanté. Sin importarme quien pudiera estar viéndome además de mi novio y el calvo me deshice del tanga quedándome en pelotas. Dirigí la vista hacia el mirón y su cámara apuntaba hacia mi coño. Lo toqué apara él. Lo abrí, pasé mis dedos por la raja de forma disimulada, me agaché para que me viera con las piernas abiertas y finalmente me puse unas braguitas tanga de color blanco y el vestido blanco, que las transparentaba por completo. Me acerque a ellos con la mirada llena de deseo.
.- Os ha gustado el espectáculo?, les pregunté.
Ha sido maravilloso, Marta. Por cierto, este señor se llama Pedro.
Encantada. Qué,¿se lo ha pasado bien mirándome?
Ehhh, bueno, Ud. perdonará, pero este señor, su novio, me dijo que no le importaba .......
No, si me gusta. Sabe?, soy su puta y hago todo lo que me dice. Le encanta mirar cómo otros hombres, como Ud., me desean o incluso algo más. ¿Le gustaría hacerme algo más?
Pedro miró a Juan sin saber qué contestar. Juan asintió con la cabeza, consintiendo.
Pues entonces, vamos a la urbanización.
Al llegar a la urbanización de Juan, entramos en el apartamento y los conduje al pequeño jardin que tiene en la parte posterior (de unos 8 metros cuadrados):
¡Juan, saca tu vídeo y ya sabes lo que tienes que hacer!
Pedro, siéntese en esa silla por favor!
Miradme, cabrones.
Me coloqué junto a la pared medianera del jardín y empecé a quitarme la ropa hasta desnudarme por completo.
Vais a ver cómo se corre una puta masturbándose con esta botella.
Cogí una botella de vino vacía y la dejé en el suelo, iniciando para mis dos espectadores una serie de movimientos sensuales, abriéndome de piernas, mostrándoles todos mis agujeros, follándome yo misma con mis dedos. Juan lo grababa todo y a Pedro se le caía la baba. Finalmente les pregunté:
¿Os apetece verme ya con la botella dentro del coño? ¿Sí?
Juan me dijo: Vamos Marta, pedazo de zorra, métete la botella de una puta vez y que este viejo vea lo guarra que eres
Me la metí. Primero despacio, y una vez dentro empecé a moverla. Me puse a cuatro patas, dándoles el culo, y les decía:
- Mirar qué cerda soy, cómo me follo yo solita, cómo me entra en el coño ..... . me corro.........mirádme guarros, mirar como me corrooo..........
Seguidamente, tras alcanzar el orgasmo caminé a cuatro patas hasta donde estaba sentado Pedro, le abrí la bragueta y le dije a Juan.
Tu puta va a chuparle la polla a este viejo calvo y feo. Mírame, cabrón, mírame como me la meto en la boca, cómo me va a llenar la boca de esperma!
Se corrió enseguida llenándome la boca de leche. Luego le pedimos a Pedro que cogiera nuestra cámara y me grabara haciendo lo mismo a Juan. Fue increíblemente vicioso.
Durante los tres días siguientes volvimos a repetir playa, y ya no me importó llevar los tangas y que me viera toda la pandilla. Incluso llegué a ir del apartamento a la playa (1000 metros) únicamente con el bikini-tanga como única prenda.
Como no podía ser menos al tercer día me topé con mis padres. Sus caras fueron todo un poema al verme medio desnuda, enseñando el culo en la playa. Tuvimos una bronca tremenda a la hora de comer, pero finalmente lo dejaron por imposible, al fin y al cabo, y gracias a dios, no era ni iba a ser la única chica de Chiclana que usara esa prenda en la playa. Mi padre, una vez a solas, me confesó que estaba preciosa, que tenía un culo muy bonito y un cuerpo del que tenía que estar orgullosa, y que por él el asunto quedaba zanjado sin mayor importancia.
El penúltimo día de vacaciones Juan me rogó que estrenase el tanga de cordón en la playa. Me lo pensé pero finalmente accedí. Me puse también una especie de vestido de mallas (que transparentaba la ropa interior o el bikini que llevase puesto), tipo redecilla, de color negro, que había comprado en el mercadillo): Juan me comentó que estaba preciosa, que parecía una auténtica furcia.
Bajamos juntos a la playa, y la verdad es que disfruté con mi exhibición. Todos los hombres de la paya miraban mi trasero, se volvían y la polla de Juan estuvo empalmada toda la mañana. De nuevo coincidí con mi padre y mi hermano Santi cuando paseábamos por la orilla. Nos paramos a hablar, Juan me llevaba cogida de la cintura, y al despedimos noté sus miradas en mi culo, y me volví, pillándoles a mi propio padre y hermano in fraganti, embelesados con mi trasero practicamente desnudo. Les sonreí y les dije adiós con la mano. Se quedaron cortados, sin saber cómo reaccionar por la situación.
Juan y yo decidimos ir a pasar la tarde a Conil. Javi estaba durmiendo y no le apeteció, y Chema debía seguir con su novia pues no había dado señales de vida en toda la semana. Comimos algo y le dije a Juan que iba a cambiarme de ropa, Juan me contestó que de ninguna manera, que quería que fuese tal como estaba, con el tanga del cordón y el vestidito negro de redecilla.
No sabéis lo que significa pasear por el pueblo de esta guisa, medio desnuda, sabiéndote contemplada y examinada por todo el mundo, presa de un sinfín de miradas lascivas. Y eso hice, mostrarme medio desnuda por todas las calles del pueblo, permitiendo que algún turista aprovechase que pasaba por ahí para dirigir su cámara hacia mí, o incluso ver como unos chicos se hacían una foto mientras yo estaba cerca de ellos, con el culo casi al aire, de forma que llegaba a salir en la foto.
De repente paramos en un quiosco y Juan me dijo que comprase unas revistas porno, de contactos. Me dijo los títulos, tres concretamente, y me dirigí, toda cortada, hacia el quiosquero, un señor mayor de aspecto desaliñado.
Le pedí las revistas, cuyos nombres ya imaginareis tuve que repetir en voz alta pues el hombre o no creyó lo que me había escuchado o estaba sordo. Las portadas, como es habitual en esta clase de publicaciones, eran de tías desnudas, y titulares de la clase de "historias reales contadas por nuestros lectores", "mi primer trío"; orgía en el campo", "las fotos de nuestros lectores y los contactos más audaces", y al dármelos el hombre me miró lascivamente.
Juan y yo nos sentamos en una terraza y me hico abrir las revistas y leerlas con él.
No sé qué buscas, Juan, ¿contestar algún anuncio de estos? ¿Quieres que contactemos con alguien? ¿Un trío? Pero si eso ya lo hemos hecho con Javi.
Ya lo sé Marta, pero quiero que probemos más cosas, algún matrimonio, verte con otra chica en plan bollero, alguna orgía, algo de sado suave, sexo morboso, vamos, un sinfín de cosas que nos quedan por hacer.
Si te parece poco morboso mostrarme tal como voy vestida, por todo el pueblo..... ¿Quieres que elija algún contacto?
No hace falta, ya hemos publicado un par de ellos.
¿Qué?. ¿Cómo que hemos publicado un par de ellos? Juan, dime que no, que no es cierto ................................
Juan me sonrió. Sí mira, y señaló uno en la revista:
"Joven pareja bisexual de Madrid le gustaría conocer similares, chicas y chicos, estos últimos bien dotados"
.
Lo leí. ¿ha contestado alguien? ¿Dónde mandan las contestaciones?...¿No se te habrá ocurrido dar mi dirección, eh Juan?.
Tranquila, contraté un apartado de correos. Pero hay alguno más en las otras revistas.
Abrió otra y quedé con la boca abierta al reconocer una de las fotos que Juan me había hecho en el Retiro, desnuda al aire libre, con el pelo cubriéndome el rostro de tal forma que no se me reconocía. El texto era más fuerte:
"Si os gusta mi novia, ella está deseando encontrar pollas de todas las edades para que se la follen por todos sus agujeros. Tiene 23 años, es guapa y muy viciosa. Madrid."
Juan, eres un cerdo, te has pasado. En el fondo estaba excitada. Me producía un morbo increíble ver mi foto publicada en una revista porno.
Mira la última, añadió. .
Me dio la última revista que quedaba sin abrir, y esta vez sí que me quedé sin habla. La foto estaba tomada desde la puerta del apartamento de Juan en Madrid, hacia dentro de la casa. Yo me encontraba desnuda, a cuatro patas, con las piernas abiertas y el culo en pompa. Se veía perfectamente mi coño semiabierto y el agujero de mi culito, y lo peor de todo, se me reconocía. No claramente, pero sí una persona que me conociera bien, sabría que era yo, pues tenía la cara ligeramente vuelta hacia la cámara y se me apreciaba un porcentaje elevado de mi rostro. Pero además el texto era demasiado:
"Al cornudo de mi novio le gustaría verme follada por grupo de hombres, no importa raza ni edad. También travestis. Tengo 23 años, guapa, muy viciosa y acepto penetración anal. Podéis correros en cualquiera de mis agujeros. Madrid."
Eres un bestia Juan, podías haberme consultado.
Vega, ya verás como cuando regresemos a Madrid tenemos un montón de cartas sugerentes esperándonos. Si luego no te apetece hacer nada, las tiramos y en paz.
Ya pero la foto, además en a toda página, en plan póster. Me pueden reconocer los compañeros de clase, algún conocido, no sé ...... . Creo que es demasiado.
Venga no seas tonta, no pasa nada. Ahora, vámonos, me apetece que continúes enseñando el culo por Conil.
Y así pasamos el resto del día, mostrando mis encantos por todo el pueblo, abarrotado de veraneantes, hasta que ya de noche decidimos ir a buscar el coche para regresar a Chiclana. Habíamos tomado dos o tres copas y yo me encontraba muy caliente por todo lo que habíamos hecho, los paseos, sentirme observada, las revistas, el hecho de que Juan no hubiese dejado de acariciarme llamando la atención de la gente sobre mi cuerpo, escuchar comentarios en los pubs del tipo de "menuda guarra, va enseñando todo el culo" o "mira esa tía cómo va vestida, se le ve el tanga".
Nos montamos en el coche y me quité el vestido y el tanga, desnudándome por entero. Recliné el asiento y mientras Juan conducía empecé a masturbarme. Pronto empecé a gemir, a medida que me iba mojando más y más y que el placer comenzaba a llegarme, anunciando el comienzo del orgasmo.
¡menuda zorra estás hecha!.
Para donde puedas y fóllame, quiero que me metas tu polla, cabrón.
Juan derivó el coche por un camino y lo detuvo. Me bajé y me puse frente al coche, desnuda, con las piernas semiabiertas, en jarras, los brazos apoyados en cada extremo de mis caderas, iluminado mi cuerpo con las luces del vehículo. Juan se puso a grabarme en vídeo y yo a masturbarme de nuevo, abriéndome para él, paseando por el camino desnuda, tirándome en el suelo abierta de piernas, y pidiéndole:
¡vamos!, ¡folla a tu puta, meteme tu polla de una vez, rómpeme el coño, cabrón!.
Juan dejó la cámara funcionando, apoyada en el capó, me levantó y me arrimó contra un tronco de árbol. Me puso las manos arriba de mi cabeza, me separó las piernas y empezó a azotarme el culo.
te gusta que te pegue, eh guarra?
Sí me gusta, fóllame, pégame ..... más fuerte......, ¡dame en el culo por puta, por ser una guarra! Ahhhh, más, sigue, pégame más fuerte..........., me gusta .................. sigue ..........
Zás, zás, zás, perdí la cuenta. Sentía el culo caliente, rojo de dolor, pero me había corrido. Juan se sacó la polla y me la metió en el coño, empezando un mete y saca violento, rápido. Estaba deseando correrse y enseguida se derramó en mi interior.
Qué gozada, Marta, ha sido un polvazo. Me has dejado la polla hecha polvo, señaló enseñándomela, flácida, arrugada, inerte. Tengo ganas de mear .....
Juan se puso de espaldas a mí. Le miré. Me llamó la atención la postura que adoptaba para orinar, escondiéndose de mí, y mi curiosidad me impulsó a acercarme a él. Todavía no había empezado a hacerlo cuando le agarré el pene, pequeñito, .....
Qué haces, preguntó sorprendido?
Voy a ayudarte a mear, quieres?
Me encantaría ........
Desde atrás le sostuve la polla y entonces empezó a orinar, saliendo un chorro fuerte hacia arriba. Inesperadamente me precipité frente a él, y tumbándome en el suelo le grité:
¡Hazlo sobre mí!, ¡méate encima de mí!, ¡vamos, soy tu cerda!, y sentí como su líquido amarillo empezaba a chocar contra mi cuerpo, contra mi sexo, contra mis tetas, salpicando mi cara, aceptándolo orgullosa y contenta.
Al acabar estaba sucia y pringada de pis. Nos abrazamos y nos besamos y yo le pregunté si le había gustado lo que había hecho. Me besó y volvimos a casa.