Soy una puta cerda
Lo que aquí escribo no es fantasía. Sé que ciertas prácticas tienen alto riesgo, pero esta es mi sexualidad y así disfruto. Soy consciente de los peligros que corro y ello me hace, si cabe, disfrutar aún más.
Lo que aquí escribo no es fantasía. Sé que ciertas prácticas tienen alto riesgo, pero esta es mi sexualidad y así disfruto. Soy consciente de los peligros que corro y ello me hace, si cabe, disfrutar aún más.
Soy de Madrid, con treinta años, bisexual. Físicamente soy una persona normal, más bien bajito, moreno, con ojos claros y de cuerpo normal. Con las mujeres disfruto dominando a mi pareja, siendo el macho activo. Pero con los hombres, soy una puta cerda.
Mi primera oportunidad de organizar una sesión de sexo como a mi me gusta surgió gracias a Internet. Contacté con una pareja de homosexuales con la que quedé un par de veces para hacer un trío. Disfrutaba como una loca cuando, a cuatro patas, uno de ellos me metía su polla en el culo hasta notar sus cojones golpeando mis nalgas y el otro me follaba la boca hasta que mi nariz topaba con su vientre.
Fue en uno de esos encuentros cuando les comenté una de mis fantasías, organizar una orgía con 4 o más tíos, todos utilizándome como a una puta. Ellos conocían a otra pareja que podría apuntarse. Y algún amigo más podría hacerlo si se lo comentaban. Yo insistí en que lo hicieran y que les advirtieran a todos de que podrían hacerme todo lo que quisieran con una condición... siempre debían correrse en mi boca, pues la leche me apasiona. Además, quería que me hicieran fotos mientras me hacían de todo, para luego pajearme con ellas.
Al fin llegó el fin de semana en el que todos podían quedar. En total iban a ser seis tíos, o mejor dicho, seis pollas, pues eso es lo que eran realmente para mí, todas para mí. Y mi cuerpo para ellos. Quedamos en la casa de uno de ellos, porque estaba recién comprada y el salón sólo tenía un sofá, quedando mucho espacio libre.
Cuando llegué ellos ya había bebido algo y se habían metido alguna que otra rayita de coca. Yo hice lo propio, pues necesitaba reunir algo de valor para lo que iba a hacer. Poco a poco nos fuimos desinhibiendo y lo que en principio eran bailes y conversaciones inocentes fueron subiendo de tono. Por fin, nervioso y excitado, decidí pasar a mayores y comencé a sobar paquetes, palpando pollas por encima de los vaqueros, notando como se endurecían en mi mano. Al mismo tiempo noté como me palpaban el culo, la polla, los muslos, el pecho.
Me desnudé muy, muy excitado, viendo como seis tíos me miraban quedarme como Dios me trajo al mundo, observando mi cuerpo y pensando, sin duda, en lo que me harían. Me puse de rodillas y les pedí que me rodearan. Lo hicieron, sacándose sus pollas. Alguno llevaba su copa en la mano, otros fumaban y yo, en el centro del círculo arrodillado, con seis pollas medio erectas mirándome. Uno de ellos cogió la cámara digital e hizo la primera foto.
Me puse con la primera, comencé agarrando los huevos para ver su tamaño y sopesar la cantidad de leche que guardaban. Una rápida lamida del escroto para subir con mi lengua por su polla y metérmela en la boca, para notar como iba creciendo deliciosamente dentro, hasta ahogarme. Yo había advertido que podrían hacer conmigo lo que quisieran, que sería su puta... y comencé a entender el alcance de mis palabras cuando noté dos manos en mi nuca que me obligaban a meterme aquella polla hasta el fondo de mi garganta. Me ahogaba y sentía náuseas, pero estaba feliz de comerme aquella tranca. Movió su culo para follarme la boca sin soltarme la cabeza. En realidad no llegaba a sacar su polla de mi boca, apenas lo hacía hasta la mitad, lo justo para dejarme respirar. Yo sentía náuseas cuando la punta de su miembro rozaba el fondo de mi garganta, que incluso me hacía daño, pero obedecía y apenas prestaba resistencia. Mientras esto ocurría, noté como los flashes cegaban mis ojos entreabiertos.
Pronto uno del grupo se quejó y no tuvo más remedio que soltarme. Al hacerlo un hilo de baba quedó entre su polla y mi boca. Me dolía la garganta y los labios, pero sin dudarlo ni un momento me abalancé, andando de rodillas, hasta el siguiente del grupo. Ya tenía la polla dura y debía estar muy excitado, porque sin decir palabra ni darme tregua me agarró de las mejillas y me la metió del tirón. Gracias a Dios la tenía algo más pequeña y no me hizo tanto daño. Pero su velocidad de culeo era mayor y mi cabeza iba y venía hasta marearme. Apretaba fuerte los labios para darle más gusto y el tío gemía. Las lágrimas corrían por mi mejilla por aguantar los atragantamientos, pero no dejaba de chupar.
El resto del grupo comenzó a hablar entre ellos. Alguno aprovechó para servirse una copa o meterse otro tiro de coca mientras llegaba su turno. Yo, mientras, en el centro iba cambiando de polla en polla, mientras me seguían haciendo fotos. Algunos me follaban la boca, otros prefería que fuera yo el que mamara a mi gusto... y vaya si lo hacía a mi gusto, tragando polla, moviendo mi cabeza para metérmela, mientras con mi mano le masturbaba.
Me excitaba mucho ver como ellos continuaban con la fiesta normalmente, con la salvedad de que sus pollas estaban fuera y yo iba pasándomelas por la boca de una en una, sin decir nada, llegando de rodillas y comenzando a mamar.
La cosa fue subiendo de tono, ellos se soltaban y yo también. Comencé a chupar pollas como sé hacerlo, como una auténtica puta, disfrutando con ello, haciendo toda la fuerza que podía con los labios, lamiendo con la lengua totalmente fuera de mi boca, gimiendo y pidiendo semen mientras me masturbaba. Todos notaron la subida de tono y pronto volvieron a cerrar el círculo en torno a mí. Llevaba casi una hora comiendo pollas y todos teníamos ganas de orgasmo. Vi como el resto se masturbaba mientras mamaba la polla de uno de ellos, con ganas y saboreando sus líquidos preseminales. Había llegado el momento de hacerlos correrse. Noté más fotos en mi cara, incluso alguno, ya bien puesto por la coca, me daba algún pellizco y alguna cachetada en el culo. El tío al que se la chupaba notó su orgasmo venir y agarró mi cabeza bien fuerte. Yo tenía ya la cara cubierta de lágrimas y saliva. Me dolía la boca, la lengua, los labios, el cuello... por lo que casi no podía chupar. Me limitaba a dejar que utilizaran mi cabeza y mi boca para darse gusto. Noté un salivazo en mi frente y, por fin, el primer orgasmo llegó.
Me apresuré a separarme de aquella polla y a sacar mi lengua. Mirando a los ojos del tío le supliqué con gemidos que me diera su leche, mientras mi mano agitaba todo lo deprisa que podía aquel pene. Al fin noté el primer chorro de semen llegar, cálido, salado y espeso, cruzó mi cara, haciendo un recorrido desde mi boca, por la nariz y quedando la mayor parte en el ojo, que tuve que guiñar. El resto de chorros de su leche ya caía en mi lengua, entre gemidos del tío. Lo notaba en mi lengua y la movía intentando que no se desperdiciara ni una gota.
El orgasmo del primero desató al resto, que mientras se masturbaban mirándonos ahora bien excitados. Uno por uno, igual que había hecho al mamársela, fueron pasando por mi boca. Alguno me sujetaba la nuca, otros me dejaban hacer. Yo, sin cerrar la boca, con la lengua abierta, recibiendo chorros en mi pelo, boca, cara y lengua. Alguno de los chorros escurría por mi barbilla manchando mi pecho. Todos fueron acabando hasta que casi no podía abrir los ojos. Algunos se masturban ellos mismos, otros dejaban que lo hiciera yo, pero todos vertían su leche en mí. Notaba mi cara totalmente cubierta de semen, pegajoso y caliente. Me imaginaba como estaría cubierto de la leche de seis machos. A su semen se sumaron numerosos escupitinajos. Me quedé quieto mientras oía a la cámara digital disparar fotos.
Noté algo duro que recorría mi mejilla. Era el borde de un vaso de cristal que recogía el semen que cubría mi cara. Me quitaron todo lo que pudieron, del resto me encargué yo relamiéndome y ayudándome con los dedos. Casi tres dedos de semen entraron en el vaso. Alguno pedía que me lo bebiera y así lo hice con mucho gusto, saboreando todo aquel caldo, mientras me hacían fotos. Después de hacerlo, el dueño de la casa me cogió del pelo y me dijo "Deja mi salón limpio, puta" y, haciéndome bajar la cabeza de un tirón, hizo que lamiera todas las gotas de semen que habían quedado por el suelo y algunas que quedaban en sus pies.
Yo no había llegado a correrme, dado el esfuerzo que había supuesto chupar seis pollas, por lo que estaba muy, muy excitado. Me puse de pie y me fui al baño entre insultos de alguno, que me decían lo puta que soy. Yo les respondí que me iba a limpiar, que si a alguno le iba el mearme, que me siguiera. Tres de ellos lo hicieron. Una pena que no fueran los seis, pero eso no le va a todo el mundo.
Me metí en la bañera, sentado, mientras el primero se acercó al borde. Comenzó a mearme tímidamente, a mi entrepierna, con un chorro muy gordo y caliente de orina. Mi polla se puso dura al instante mientras era bañada. Yo dejé claras mis intenciones frotándome el cuerpo con su orina hasta que, por primera vez en mi vida y totalmente excitado, acerqué la boca al chorro. Noté el sabor amargo de la orina, su olor y aumenté el ritmo de la masturbación. Antes de que acabara el primero, otro de los que me había seguido se hizo un hueco y comenzó a mearme también. Yo cerraba los ojos y recibía ambos chorros en mi boca, sin llegar a tragar, pero notando el sabor de ambas meadas, sin dejar de masturbarme el pene y, al mismo tiempo, metiéndome un dedo en el culo.
El tercero de los guarretes era el más cerdo de todos y el que logró que me corriera, pues directamente metió la polla en mi boca y comenzó a mear. Yo cerré mis labios en torno a ella para recibir la meada, aunque dejaba que la orina me desbordara la boca sin llegar a tragarla.
Me corrí lanzando buenos chorros, recibiendo las últimas gotas de su meada. Después se fueron y pude oír sus risas mientras yo me duchaba.
Me di una ducha de cinco minutos en la que no paraba de pensar, excitado, en lo puta y lo cerda que soy. Comencé a meterme dos dedos en el ano preparándolo para lo que tenía previsto a continuación.
Al fin salí de la ducha y volví al salón. Me metí un par de tiros de coca que estaban preparados para mí. Los seis tíos estaban ya muy atacados, totalmente desinhibidos. Era el momento de controlar un poco la situación o aquello podía desmandarse. Les tranquilicé un poco y bebimos alguna copa. Al final no pude más y me puse a cuatro patas en el suelo, con mi cara pegada a la madera que lo cubría y mi culo en pompa. Comencé a meterme dedos cubiertos de saliva mientras volvían a hacerme fotos y todos me miraban y se reían de mí. Pronto fueron la saliva y los dedos de otro los que entraban en mi culo, dilatándolo bruscamente. Me hacía daño pero me daba gusto y no podía negarme, porque eran tres los dedos que intentaban entrar en mi culo. Era el primero que se había corrido en mi boca, que sin duda estaba ya muy caliente. Noté que alguien echaba gel lubricante en mi ano para ayudar y me preparé para la primera embestida. Mientras se ponía un condón, otro se arrodilló delante de mí. Sabía lo que quería así que agarrando la polla por su base comencé a mamar, succionando con toda la fuerza que podía con mi dolorida boca. Tuve que parar cuando noté la punta de una polla en mi ano, porque me la metió de una sola embestida. Tengo el culo abierto, pero no tanto, y el dolor me hizo gritar. Mi ano dilatado tan bruscamente me ardía. "Que se joda, por zorra", oí que decía uno de ellos... lo cual me excitó. Noté la mano del que se la estaba chupando como me obligaba a seguir chupando. Hice lo que pude, porque a cada embestida que me daban por detrás, tenía que abrir la boca para gemir de dolor y placer.
Pronto despareció el dolor y pude concentrarme en comer polla y en sentir el gusto que mi ano me daba. Mis esfínteres se dilataban y comenzaba a dejar de sentir dolor para sentir sólo gusto, a pesar de que me follaban el culo con embestidas muy fuertes. Mi ano se cerraba en torno a la polla, escuchaba el ruido de mis nalgas cuando el vientre del que me follaba chocaba con ellas, disfrutaba del sabor de la polla... estaba en el cielo del placer. Y ellos igual, porque mientras uno alababa lo mucho que le gustaba mi culo y el gusto que le daba apretando el ano, el otro hacía lo propio con la mamada que le estaba propinando.
Así estaba cuando el que me follaba sacó su polla de mi culo y, cogiéndome del hombro, me hizo darme la vuelta y dejar de chupar. Se iba a correr y cumplía su promesa de hacerlo siempre dentro de mi boca. Así que retiré el condón y chupé, chupé como nunca aquella polla, deseoso de que me soltara su leche... y lo hizo, entre gemidos, con la polla dentro de mi boca, bien dentro, con los chorros directos a mi garganta. Tragué todo con mucho gusto, con la polla apunto de estallarme, pero no quería masturbarme para aguantar mejor. Mi objetivo era darles todo el gusto que pudiera.
Sin que nadie dijera nada, al que se la había estado chupando se cambió de sitio y, poniéndose otro condón, comenzó a follarme mientras otro se ponía delante para que chupara. No lo habíamos hablado, pero se estableció como norma. Uno me follaba, mientras se la chupaba a otro. Cuando el de mi culo se corría (siempre en mi boca), el de la boca me follaba y uno nuevo se ponía en mi boca.
Me metían la polla hasta el fondo de una embestida. Mi ano dilatado las recibía apretando, deseoso de que cubrieran el hueco que quedaba. Tuve mi primer orgasmo sin llegar a tocarme la polla. Lancé unos chorros tremendos, como si hiciera años que no me vaciara.
En uno de estos turnos me tumbaron boca arriba y el que me follaba puso mis piernas sobre sus hombros para, agarrándome de los muslos, follarme mientras el otro se tumbaba sobre mi y me follaba la boca. De este modo tuve mi segundo orgasmo. Brutal, increíble, mi ano se cerraba en torno a aquella polla mientras me movía debajo del que me follaba la boca para intentar tragar más polla y meterme más polla en el culo.
El ano me dolía después de este segundo orgasmo. Ya me habían follado cuatro de ellos y quedaban dos. Yo estaba allí para ser su puta, para darles placer, por lo que no dije nada y me dispuse a que me siguieran utilizando.
Me follaron en diferentes posturas hasta que al ano me ardía de dolor y de placer. La lengua la noté dormida de tanto chupar pollas. Se me cortaron los labios. Pero yo no podía parar de pedir que follaran, que me utilizaran, que se corrieran en mi.
Cuando esta "ronda" acabó descansamos todos un rato, pero la coca pronto nos reanimó. Prolongamos la fiesta hasta la mañana siguiente. Durante toda la noche fui utilizado cuando alguno tenía ganas. Allí estaba mi boca o mi culo para ser violado. Aunque no tuviera ganas o me doliera todo, yo era la puta y para eso estaba. A pesar de los dolores (y mitigados por la coca y el alcohol), pude tener un par de orgasmos más.
Por la mañana estaba totalmente agotado, pero más satisfecho de lo que he estado en mi vida. El culo me sangraba y casi no podía hablar. Me habían follado unas 11 veces el culo y otras tantas la boca... y estaba dolorido pero completamente vacío.
Me quedé con las ganas de haber intentado que me metieran dos pollas a la vez, o que me metieran el puño, pero había mucha coca y alcohol de por medio y me temí que ocurriera algo. Ambas fantasías las he realizado después, pero es algo que contaré si veo que este relato suscita interés.