Soy una mujer nueva gracias a ti.

Parodia, exageración, quizás sí..., pero el mensaje es muy serio: No cambiéis por nadie, porque nadie lo vale. Si os ponéis silicona en el culo que sea para sentaros más cómodas, no para que os miren más.

SOY UNA MUJER NUEVA GRACIAS A TI

Que sea yo misma, ¿lo dices en serio?,

para ti es fácil con la planta que tienes.

Lo mío, otra cosa: maldición del infierno,

mutación sin cordura y sin otro criterio.

Tiraron mi molde a la alcantarilla,

desecharon las ratas por verlo simplón

y una ciega con él se hizo un raspón.

¿Edredón de retales?, ¿alelos cosidos?,

¿código genético?: De risa me muero.

Hablar de cabello era un eufemismo,

la dermis luciendo en mi cráneo liso

con bellos colores: amarillo limoso,

bermellón tomate, azul cadavérico.

¿Has visto peceras con pirañas dentro?

Así eran mis ojos, pupilas inquietas,

refinado espejo de legañas verdosas.

Por nariz ventanucos bajo un alerillo

colgando carámbanos en invierno frío.

Muelas del juicio trababan mi boca,

cueva de milagros con estalactitas

mostraba orgullosa ante las visitas,

que rezando esperaban iluminaciones

viendo aparecer aureolas de santo

entre el refulgir de las rocas de sarro.

Al cielo y sus dioses les pedí cordura

y arreglos completos a mi desmesura,

mas me concedieron un vil sarpullido

un acné infectado y un cruel panadizo.

Mis mejillas colgando rozando las tetas

que no resaltaban con curvas simétricas,

hundidas mostraban geografía cóncava

como si unos gemelos chuparan feroces

con voraz carpanta desde mis pulmones.

Zarzas de espinos con su propia fauna

es lo que adornaba mi pubis de chava.

Las piernas mostraban su triste pasado:

el de un vaquero que jamás ha montado;

por manos, las garras de varear aceitunas;

los pies muy estables pues eran pezuñas.

Que sea yo misma, ¿lo dices en serio?,

para ti es fácil con la planta que tienes;

tu madre: una zorra de lujo y postín;

tu padre: un mafioso de mucho trajín;

un cruce perfecto y con buen criterio.

Los bucles de ella, sus labios sensuales,

el mentón marcado imponiendo respeto;

del mafioso, sus ojos brillando muy frío

que desnudan, deshacen cual azucarillo.

La silueta tan fina de músculo prieto

no la recibiste por designio del cielo,

son pura herencia de zorra y zorrero,

de estar bien cocido en horno alfarero.

Ante mí pasabas con tu bello plante

y el amor prendió desde aquel instante.

Acudí a médicos, licenciados plásticos

mas no hallaban cura a tal desmesura.

¿Crionizarme? Extraña ocurrencia,

¡yacer congelada, dormir en Averno,

atender los avances de tanto talento,

esperar mil años y encontrarte muerto!

El amor es siempre el mejor incentivo

para hallar salidas que jamás soñarías,

el anuncio encontré en la Fundación

para el Desarrollo de Verga y Tetón.

Hábil cirujano con manos de santo

injertó cabello cual plantel de campo,

hileras de cardos peiné desde entonces

con cepillos largos y rastrillos de monte.

Colgaron cortinas de punto de cruz

en mis tristes ojos, hogar de pirañas,

a modo de párpados tamizando la luz.

El resto fundieron cual tubo de cobre

haciendo retoques, infiltrando goma,

bótox, silicona y remedios muy caros

que por la patente no puedo nombraros.

Aquellas costuras que cedían rebeldes

cosieron con piercings y tiras de peltre

y un buen pararrayos en la lumbrera

así las descargas no cayeran en ella.

Mapa callejero me tatué por el cuerpo

no fueras a irte sin entrar en el metro,

con acceso cómodo, doble y asequible

que lo visitaras era imprescindible

cuantas veces te viniera en gana

con tarjeta descuento o tarifa plana.

Cambié mi nombre pues nada pegaba

llamarme Conchita y ser tan refinada,

ahora respondo a Vanessa Escalpelo

es más glamuroso pero algo travelo.

Que sea yo misma, ¿lo dices en serio?

¿Por qué me miras de esa manera?

Ya lo he intentado, es lo que pedías

mas no te gustó, quedó ya bien claro,

violento portazo el que has pegado.

Cayó tu retrato, el jarrón de Sêvres

y mis injertos de cardos silvestres.

Me desmayaría mas no puedo hacerlo

o me aplastaría como el lacre de un sello,

como un tentempié permanezco ladeada

pues la silicona me bajó a los tobillos

así me sostengo inspirando a Botero;

la mirada fija, esperando regreses.

¿Acaso crees que lo tuyo es más propio?

¿Abonaste facturas por tus lindas narices?

Pagué las reformas de mi propio bolsillo,

tú nunca lo hiciste, lo heredaste todo

y ahora me dices que sea yo misma.

Si me estás leyendo, ya no te suplico,

mejor que no vuelvas,

olvida mi llanto,

es suero salino,

bótox licuado,

colágeno fino.